Espero que disfruten la primera parte. ;)
Kuroko no Basket es propiedad de Fujimaki Tadatoshi.
Desire
I
―Uno, dos… ―comienzo con la cuenta y giro mi cuello, haciéndolo sonar.
―Tetsuya. ―saluda él, como siempre, cortés. Respondo inclinando mi cabeza levemente. Luego de hacerlo, se fue con su fiel compañero; Furihata.
Suspiro sacando todo el agobio que tenía en mi mente. Mis pensamientos estaban revueltos. Era completamente por aquel emperador, que… No es necesario decirlo, supongo. De todas formas estoy hablando solo. Tarareo una canción y deslizo mi mirada a los libros; será mejor iniciar la lectura, después de todo, es el receso y me encontraba en la biblioteca. Agarro suavemente el libro entre mis manos, sintiendo una mirada fija puesta en mi persona. No era necesario preguntarme quién era, ya que es, como siempre, Furihata-kun. Según dice él, le intereso a Akashi-kun. Menuda broma…
―E-espera, espera, espera. ―escucho los insistentes chillidos del mismo que me estaba observando, mi querido "absoluto" le obligaba a abandonar la biblioteca, el cual tenía una extraña mirada brillosa. Al parecer, llena de emoción.
Raro.
Muerdo mi labio, tratando de matar la curiosidad. Prácticamente imposible. Pero igualmente, me detuve antes de hacer cualquier estupidez gracias al timbre que sonaba, indicando el fin del receso.
Camino rápidamente al salón, inútilmente queriendo escapar de Akashi-kun. Imposible. Estaba a un pasillo de llegar a mi destino. Imposible. Ya aliviado, puedo ver la puerta. Imposible. Sin embargo, una mano toca mi hombro. Imposible. Giro medianamente mi cabeza para ver a la persona que detuvo mi camino. Imposible. De nuevo, mi sudor se resbala por la frente. Imposible.
Imposible, imposible, imposible, imposible.
Inhalo una gran cantidad de aire y comienzo a toser repetidas veces.
―… ¿Q-qu-? ―era Furihata-kun.
―L-lo ―respiro pausadamente―… siento. ―doy una gran bocanada de aire y siento las lágrimas bajar de mis ojos; demasiada presión para mi cuerpo.
Por un momento había olvidado que con Furihata-kun, siempre viene él.
Todas las veces…
Gracias a ello, mi tranquilidad no dura mucho.
―¿Estás bien, Tetsuya?
El sólo hecho que se preocupó aunque sea un poco, por mi persona, supera mis expectativas. Así que en la primera vez del día, sonrío con alegría y felicidad.
―Claro. ―afirmo todavía rebosante de emoción.― No se preocupe, Akashi-kun. No es nada grave.
Para mi sorpresa, él acerca su mano y acaricia mi cara. Mis mejillas comienzan a ruborizarse. Akashi sonríe también y cierra los ojos.
―Me alegro, entonces. ―con aquellas palabras entra al salón en compañía, como siempre le apodan, del 'chihuahua'. (Mis más pésames Furihata-kun, no obstante, sigue dándome gracia…)
Agito mi cabeza para así volver en sí, y observo como Kagami-kun ríe por lo mismo. Frunzo escasamente mis cejas e ingreso al salón.
。゚。゚)゚。)゚。
Lloro.
Dejo mis lágrimas fluir de mis ojos, porque no podía hacer otra cosa.
Claro, Akashi-kun no es nada mío y no soy nada de él… Así que no tengo derecho de reclamarle nada.
Pero, por lo menos… ¿Puedo ser yo, tu sombra? No, no puedes.
O tal vez pienso demasiado.
Tal vez soy muy molesto, un obstáculo.
―Quizás, es mejor que desaparezca…
。゚。゚)゚。)゚。
El cielo se convertía en gris, como mi ánimo.
De alguna forma, intuía que este día no iba a caerme bien. Lo ignoro, ya que estas cosas nunca llevan a nada.
"―¿Quieres almorzar conmigo, Tetsuya? ―pregunta el pelirrojo con una curva en los labios. Al ver como el peliceleste quedaba mudo, y no había signo de vida si no fuera por su respiración agitada, dice lo siguiente; ―Si no es de mucha molestia para ti.
―Eh, ah, sí. ―balbucea muchas cosas y termina por solamente recibir la invitación feliz."
Cuando recuerdo esto, sonrío y niego ante mis inquietudes innecesarias. Ya llevaba mi camino al lado del árbol, donde Akashi-kun dijo que estaría esperándome. En el camino me encuentro con Aomine-kun, Kise-kun y Momoi-san. Los dos últimos, por alguna rara razón, gritan emocionados como si fuera alguien importante y me abrazan. Lo dejo pasar y les saludo contento, a pesar de tener mi máscara de seriedad (Aomine-kun pregunta, por cierto). Pude librarme de ellos después de unos diez minutos más.
El patio ya se veía en mi campo de visión. Estaba cerca, a pasos. Al llegar finalmente, me encuentro con algo indeseable.
»Retrocede, Kuroko. Retrocede y has como si fuera que no has visto nada.«
El cielo de repente se ve más gris, más negro. Mi mirada de igual forma se oscurece.
Bajo la cabeza y tiemblo.
Deseo convertirme en una sombra de verdad, pero mi desviación no está del lado mío en esta ocasión, ya que tropiezo con una piedra.
Ellos dos dejan de besarse, sus caras se llenan de sorpresa.
El silencio abunda el ambiente.
―Ah, lamento… ―me disculpo lentamente, porque mi voz se rompe cada vez más― lamento… la irrupción, de verdad. No quise… ―abro la boca y me doy aire nuevamente― interrumpir su encuentro. ―mis ojos brillan, pero no de la emoción.
Sino por, producto de las lágrimas.
―Tetsuya, esto no es-. ―no le dejo terminar la frase a Akashi-kun con un "no" más fuerte.
Anhelo correr de allí, volar si es posible.
Ya sea que lo desee, no se cumple.
―Hasta luego. ―digo por primera vez de manera seca y sin sentimientos; mi herida se volvía más grande con cada segundo que pasaba.
No es culpa de Akashi-kun, más bien de mis ilusiones. No debí hacerlo. Sin embargo, ya es tarde para hacer o sentir algo como arrepentimiento.
Me levanto del piso todavía sumido en mis pensamientos, y dolido, susurro tan bajo, que casi no pude escucharme. ―¿No me buscarás, querido emperador?
Pero Furihata-kun me escucha más de lo que yo pude hacer. Él me llama con desespero y lo ignoro.
No es con quien deseo que me busque.
Me pregunto por qué debo amar a alguien tan… imposible de alcanzar.
Viendo que ya estaba lejos del lugar y me encontraba detrás de la escuela, apoyo mi espalda en la pared y dejo caerme lentamente.
Permito que mis lágrimas salgan libres.
Mi garganta se complementa con una sensación de amargura y una opresión en el pecho le acompaña. Hiperventilo, también. Gimo del dolor. Me coloco en forma fetal y veo como todas las lágrimas hacen formar un pequeño río en el piso. Una risa desconocida se suma; la mía.
Pero no tenía felicidad puesta en ella, sino lo contrario.
La tristeza comenzaba a hacerse presente, como fiel amiga; la rabia desaparecía, porque no podía enojarme; la amargura me abraza, pero no me siento feliz por su compañía; el disgusto de haber presenciado uno de mis temores sigue allí. Permanece intacta. Pero mi alegría no.
De alguna manera, seguía teniendo esperanzas…
―¿Por qué tuve que tener fe en esto? (―Es que, Kuroko… ¿No recuerdas que pasó cuando creíste que podrías hacer algo?). Me rompí. (―Te rompiste.) El básquet me abandonó… (―Lo hizo.) Akashi-kun también. (―Te dejó solo, abandonado. ¡A pesar que sabía él!, que le tienes miedo a la soledad. Después de todo…) Cállate. (―… estuvieron más de siete años como amigos.)
Silencio. Quiere silencio. (―¿Verdad?)
¡No es verdad…!
(―Sí, lo es.)
Lo sé.
Por eso comienzo a llorar más fuerte. Permito que las lágrimas bajen más rápidas y fluidas que antes; como cascadas. Hipo por el llanto.
Los pensamientos que odio se juntan.
«Akashi-kun ya me rechaza sin que me haya confesado.»
(―Él no te ama.)
¿Por qué no puedo ser la sombra que siempre pidió?
(―No quiere que estés a su lado.)
¿Puedo, por lo menos, ser tu sombra, Akashi-kun?
(―No, no puedes.)
Revuelvo mi cabello desesperadamente. Por eso se odia.
Porque tal vez pienso demasiado.
Tal vez soy una molestia a sus ojos, un obstáculo que le impide ser la verdad absoluta.
―Quizás, él desea otra cosa…
(―Claro, Kuroko.)
―Tal vez, Akashi-kun quiere que desaparezca.
(―Desaparece, sombra abandonada.)
«Esfúmate, sombra indeseable…»
De pie, reverencia, ¡AYE SIR!
