disclaimer: los personajes y hechos que podáis reconocer pertenecen a LJSmith y demás, no copyright infringement intended. El desarrollo de esta historia y su escritura, mine.

aviso: "Este fic participa del Reto Anual "The New Long Story" del foro The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".

dedicado a mis moderadoras del foro de tvd, a Beth Northman Salvatore porque esta pareja le empezó a gustar por un fic mío, y a Dovina por ser fan de mis "parejas raras" y porque sus reviews llegan justo a tiempo.


Neverland

capítulo 1

There was a time when I was alone,

Nowhere to go and no place to call home

"Run, run, lost boy", they say to me.

ruth b.

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Enzo había pasado casi una semana arrodillado y encadenado en ese cuartucho abandonado, vigilado por Tripp. El muy imbécil pensaba que dándole apenas un sorbo de sangre diario y haciéndole sangrar conseguiría respuestas. ¡Ja! Le subestimaba pensando así, para algo le habían servido las torturas diarias siendo experimento Augustine.

—Por última vez —graznó Tripp agarrándolo del pelo para hacer que le mirara y tendiendo un recipiente lleno de verbena hacia el rostro de Enzo—, ¿quiénes son tus amigos vampiros y dónde están?

Enzo apretó la mandíbula, llevaban así un par de horas y estaba empezando a cabrearse, se sentía ridículo y sólo tenía ganas de abrirle la garganta a ese cretino. Ni siquiera bebería de él, no quería tener una gota de sangre de un gilipollas como él en su cuerpo. Tripp pareció desesperarse ante su silencio y le dio un tirón más fuerte, obligándole a clavar la vista en el techo.

—¿Quién te convirtió en vampiro? ¡¿Quién te convirtió en vampiro?!

—No lo sé —gruñó Enzo en un tono apenas audible. Sus ganas de partirle el cuello al humano crecían por segundos.

Tripp, superado, volteó toda la verbena directamente sobre el rostro de Enzo.

Nada.

La piel del vampiro estaba casi intacta.

—Pero… ¿Por qué…? ¿Cómo…? —murmuró confuso. Enzo sonrió de medio lado y lo miró con los ojos entrecerrados, fieros.

—Soy inmune a las torturas de capullos como tú —ronroneó, sintiendo que sus músculos se tensaban de furia. Había soportado ya demasiadas torturas a manos de los humanos y le hervía la sangre.

Tripp se recompuso como pudo y, asustado ante la especie de vampiro que tenía delante, tomó la resolución de matarlo enseguida. Si no podía matarlo con verbena o quemaduras, utilizaría el modo que nunca fallaba: devolverles al momento de su muerte original. Se alejó del vampiro y echó mano de su arma con rapidez, lo dormiría y lo cargaría en su furgoneta acondicionada. Le apuntó directamente al pecho y, agradecido porque las cadenas le impedían moverse ni un milímetro, le disparó el calmante.

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Enzo comenzó a parpadear sin ser capaz de enfocar la vista. Lo único de lo que era consciente era del traqueteo que lo balanceaba, y de las cadenas que le impedían levantar las manos más allá de sus rodillas. Parpadeó varias veces hasta que percibió su alrededor: estaba en la parte trasera de la furgoneta de Tripp, y… Damon estaba tirado a sus pies, inconsciente. ¿Damon?

No había que ser demasiado inteligente para saber cuáles eran las intenciones de Tripp, pero el pequeño cristal que le permitía comunicarse con el conductor le permitió ver el camino que seguían: se dirigían a Mystic Falls. Enzo se revolvió intentando partir las cadenas que le aprisionaban las muñecas pero era imposible, "putos cazadores de vampiros…", pensó. Si no conseguía salir de allí, y sacar a Damon, ese hijo de puta les metería en el pueblo, que estaba hechizado por los viajeros para que ningún vampiro entrara allí. ¿Qué significaba aquello? Muy sencillo: volverían a morir, y esta vez de forma definitiva. Un leve quejido le sacó de sus pensamientos, sabiendo que Damon había despertado.

—Buenos días, bella durmiente.

—¿Enzo? —parpadeó Damon con el ceño fruncido, desorientado. Algo tambaleante se incorporó del suelo de la furgoneta, sentándose—. Vaya, esto me trae recuerdos —ironizó mirándose las cadenas de las manos, ocultando el nerviosismo que eso sembraba en su interior.

Enzo estaba completamente inmóvil, apoyando los brazos sobre las piernas separadas, con las manos entrelazadas. Parecía una postura casual, pero en su interior se debatía entre el odio y la lealtad a Damon. Vaya, al final iban a morir juntos de todas formas. Parecía que el destino sí existía después de todo, escaparon a la muerte en Augustine, pero no había sido más que retrasar el momento. Bien, al menos Damon moriría.

—Me alegro de que te hayas despertado, amigo —replicó con retintín—. Aunque me temo que esta va a ser una reunión muy breve; estamos yendo directamente a Mystic Falls, conocida por sus puentes, el encanto de un pequeño pueblo y un increíble hechizo exterminador de vampiros —canturreó con una mueca de ironía.

—Stefan me podría haber avisado de que había un cazador de vampiros en el pueblo —susurró Damon con seriedad, recordando las torturas del pasado.

—Probablemente se le olvidó porque estaba muy ocupado siendo el responsable de que yo vuelva a ser un prisionero —musitó Enzo y sonrió algo sarcástico, aunque su tono no llegó a sonar tan cortante como hubiera deseado.

—¿Por qué haría eso Stefan?

—Probablemente esté celoso de mi acento —bromeó, haciendo que Damon volteara sus ojos irritado—. O quizás lo hiciera porque maté a su nueva novia —sonrió Enzo de nuevo.

—Sí, esa podría ser la razón —replicó Damon fastidiado, apoyándose sobre los codos, todavía recostado en el suelo de la furgoneta.

El sonido metálico producido por el traqueteo del vehículo era lo único que rompía el silencio que se había creado, además del leve silbido musical de Tripp. Enzo bufó fastidiado, no les podía quedar demasiado para llegar a Mystic Falls; vaya, cuando por fin conseguía ser libre acababa muerto. No era pesimista, en absoluto, lucharía si tuviera una mísera oportunidad, pero después de tantos años en Augustine había aprendido a detectar cuándo estaba a punto de morir. De repente la furgoneta dio un frenazo, con lo que ambos se incorporaron ligeramente nerviosos por no saber qué ocurría, todo lo que sabían era que no habían llegado al pueblo, porque todavía respiraban.

—Buenas tardes, intentaba llevar a un amigo a una fiesta y se nos ha parado el coche. ¿Crees que nos podrías ayudar a salir de aquí? —escuchaban aguantando el aliento cómo Alaric hablaba con Tripp en la ventanilla delantera.

—No sé nada sobre coches —escuchaban cómo se excusaba Tripp con nerviosismo.

Ni Damon ni Enzo osaban moverse, temerosos de romper la única oportunidad que tenían de salir de allí con vida. Tenían los músculos en tensión, preparados para salir con rapidez en cuanto tuvieran una mínima ocasión.

—Bueno, tal vez nos podrías llevar, entonces —insistía Alaric presionando al cazador de vampiros.

—¿Quién es ese? —le preguntó Enzo a Damon sin ocultar su preocupación, odiaba no saber qué estaba pasando y se removía en el sitio con nerviosismo.

—Ric. Trama algo —susurró Damon igual de intrigado—, y mejor que sea algo bueno, el muy capullo me lo debe.

—Perdona, tengo un poco de prisa —oían que se excusaba de nuevo Tripp, y era evidente que estaba cerca de perder el control.

—Sí, nosotros también —musitó Alaric.

Escucharon cómo un fuerte golpe partía la ventanilla, varios puñetazos y algunos quejidos. Un disparo, más golpes, y la furgoneta dio un fuerte tirón hacia delante arrancando a gran velocidad, haciendo que casi cayeran. Enzo y Damon se miraron con seriedad, sin saber qué estaba ocurriendo, cuando un fuerte golpe hizo que la furgoneta diera varias vueltas y volcara contra el asfalto.

En el instante en que el vehículo dio un último golpe contra el suelo, dejándolos contra el que era el techo, supieron que habían cruzado la frontera a Mystic Falls. Damon rugió con un quejido de dolor, al tiempo que una mancha de sangre nacía en su pecho, como si acabara de recibir un disparo. Enzo en cambio no emitía sonido alguno, tenía los ojos cerrados y la única señal de que estaba vivo era una tos continua acompañada de sangre. No podía ni sostenerse el pecho para amortiguar aquella tortura dado que las cadenas ahora mantenían sus manos en alto.

—¿Y he vuelto del Otro Lado para esto? —gruñó Damon con fastidio, con la mano bordeando la quemazón del disparo que le quitó la vida alguna vez.

Tenía el ceño fruncido y una mueca de ruidoso sufrimiento, frente a él Enzo no podía ni eso, estaba tan débil que sólo podía hundirse en el dolor hasta ahogarse.

—La tuberculosis tampoco fue divertida la primera vez —consiguió musitar Enzo, tras lo que volvió a sumirse en un silencio angustioso, manteniendo la quietud en parte porque estaba demasiado débil y en parte para ganar tiempo evitando un esfuerzo que le robaría los pocos segundos que le quedaban.

Intentaba aguantar la tos, sabiendo que cada vez que tosía destrozaba un poco más sus órganos, sin embargo no dejaba de fracasar en su intento; sentía que le ardían los pulmones con un dolor atroz, pero sin duda lo peor era la certeza de que moriría y esta vez sería para no despertar jamás. Él, que siempre había tenido esperanza en el futuro, cerraba los ojos para siempre, tras una vida que dudosamente le había reportado algo más que soledad y dolor.

Enzo comenzó a sentir ganas de dormir, como si un suave velo le cubriera el rostro y dejara de sentir su cuerpo con tanta intensidad; escuchaba su propia tos húmeda y los quejidos de Damon, pero él casi podía sonreír en aquel estado de apacible aturdimiento en el que entraba. Un ruido a su izquierda llegó hasta sus oídos, como si estuviera a mil kilómetros de allí.

—No, no, sácale a él —le pidió Damon a su hermano Stefan, que había abierto la furgoneta para sacarlos.

Stefan partió la cadena que aprisionaba a Enzo, pero a pesar de que nada lo retuviera ya el vampiro no se movió, tenía los ojos abiertos pero parecía no ver.

—Joder… —se preocupó Damon antes de aullar de dolor al incorporarse.

Enzo sintió que algo tiraba de él, pero cuando intentó enfocar la vista una imagen vino a su cabeza: unos barrotes que reconocería toda su vida, los barrotes de su celda en Augustine, y la celda frente a la suya, vacía. Otra imagen se superpuso a la anterior, no como algo nítido, sino rodeado de flashes y algo borrosa, pero pudo reconocer aquel rostro redondeado y una larga melena rubia: era aquella chica que volvió con ellos del Otro Lado a través de Bonnie, esa amiga de Stefan, solo que en la imagen que se reproducía en su cabeza la chica tenía el pelo ondulado, y le miraba con preocupación y urgencia a través de los barrotes.

Toda imagen se esfumó de la mente de Enzo en cuanto sintió un golpe en el rostro y la hierba arañándole la cara. A su lado Stefan y Damon, también en el suelo, hacían amago de incorporarse. Enzo se llevó la mano al pecho, la quemazón había disminuido considerablemente hasta desaparecer y unos metros más allá de ellos Alaric recuperaba su vida como mortal gracias a Jo y Luke Parker, haciendo que los hermanos Salvatore se acercaran hasta él. Sin embargo, Enzo no pudo más que incorporarse y quedarse allí parado con la mirada perdida y un rostro confuso; él no recordaba haber hablado con esa chica, ni mucho menos haberla visto en Augustine, ¡si ni siquiera sabía su nombre! Pero de alguna manera… en su interior parecía que ella le fuera familiar, como si aquellas imágenes que había visto le parecieran familiares. Seguía sin entender a qué venían aquellas imágenes de su cabeza ni por qué…

—Vamos a casa, Stefan en un habitual alarde de bondad ha prometido no matarte —le sonrió Damon con sorna.

Sin embargo Enzo no le escuchaba, había vuelto la vista hacia el cartel que rezaba "Bienvenido a Mystic Falls". No entendía por qué esa chica había venido a su mente pero sabía que tenía que ver con el hechizo de los viajeros.

—¡Venga, tío! —le tiró del brazo Damon hasta que Enzo se dio la vuelta y siguió a los hermanos, que caminaban por mitad de la carretera.

—Damon… —masculló Enzo algo fastidiado por necesitar su ayuda—, ¿cómo se llama la amiga de Stefan, esa chica rubia?

—¿Lexi? —le miró Stefan con algo de furia contenida.

—Lexi… —musitó Enzo intentando buscar en sus recuerdos, pero no había nada excepto la imagen que había acudido a su mente en la frontera.

Tal vez… tal vez si volvía a entrar en Mystic Falls…

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bienvenidos a una nueva aventura,

se aceptan sugerencias, críticas...

gracias por leer,

eos.