Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
Este fic participa en el Reto del mes de Noviembre "Amores Prohibidos" del foro "Hazme el amor".
Espero no ofender a nadie con la temática, solo es con fines dramáticos y para dar vida al tema de "Amores Prohibidos".
DESTINO
Parte I
Caminaba por los blancos pasillos del lugar, era bueno que después de mucho, mucho tiempo que para él era incontable, finalmente le sacaran de su enclaustro. Eso significaba que tenían un trabajo para él, su primer trabajo fuera del cielo.
El cielo, un lugar tan pacífico, que fue su hogar desde que recordaba.
Le agradaba ese lugar, pero había algo que lo inquietaba. Él era el único ángel que tenía una cicatriz justo donde va el corazón, no recordaba cómo se la hizo, pero lo más extraño era que los ángeles sanaban por completo, no tenía por qué tenerla.
Salió de sus pensamientos al darse cuenta que había llegado a la habitación donde le esperaban.
― ¿Mandaron por mí?― preguntó al abrir la puerta y ver a dos arcángeles, Gabriel y Miguel.
― Inuyasha, bienvenido de vuelta, pasa.― Miguel fue el primero en hablar.― ¿Cómo te sientes?
― En perfecto estado.
― Estupendo... Como sabes ya es hora de la llegada de un nuevo salvador.― comenzó explicando Gabriel.― Solo que hay un problema.
― ¿Cuál es?
― La elegida no cree en nosotros, necesitamos que la vuelvas creyente.― contestó Miguel.
― ¿Quién es?
― Ella.― Gabriel le mostró en un espejo la imagen de la mucha.― Su nombre es Kagome Higurashi, su familia es de un templo budista.
― Quieren que valla a la tierra y le haga cambiar sus creencias.― dijo Inuyasha al intuir lo que tenía que hacer.
― Ya entendiste lo qué tienes que hacer.― dijo complacido Miguel.― No lo olvides, de ti depende el destino de la humanidad.
― Descuiden, no fallaré.
― Entonces ve donde Mioga, él te dirá la identidad que tomarás en la tierra.
Inuyasha salió de la habitación, era bueno estar de nuevo en servicio.
No podía creer lo tarde que era, se quedo dormida de nuevo. Pero ella no tenía la culpa, de nuevo soñó con ese chico que la traiga loca. El problema era que no lo conocía, jamás le había visto y soñaba con él, se había enamorado de un sueño. Y lo que más le frustraba era que no recordaba por completo sus sueños, solo recordaba la sensación de felicidad al estar junto a su amado y los hermosos ojos miel de él.
Se detuvo a comprar un yogurt, no había desayunado y le rugía el estomago, pero cuando salió de la tienda, sintió que la jalaban y luego algo romperse, miró el suelo y una maseta yacía en el suelo. ¡Esa cosa estuvo a punto de matarla!
Inuyasha observo a la azabache, la vio muy pálida y se arrepintió de la manera en que decidieron juntarlos, el plan era salvarla, ir a la misma escuela que ella y hacerse amigos, para luego irla convenciendo; pero al parecer se les fue de la mano el ponerla en peligro, ella seguía en shock.
― ¿Estás bien?
Volteo a ver a la persona que la había ayudado y se sorprendió al ver a un chico, que tenía unos hermosos ojos miel, su cabello corto negro y una voz demasiado sexy.
― ¿Quieres ir a un médico?― preguntó al verla en shock.
― No, estoy bien.― contestó al salir de su letargo.― Gracias, con permiso.― dijo al retomar su camino.
― ¿Vas a la escuela?― le preguntó Inuyasha mientras la seguía.
― Sí, de hecho ya voy tarde.
― Vamos juntos, yo también voy para allá.
― ¿Vas en la Universidad?― preguntó con algo de desconfianza.
― Sí.
― Jamás te había visto.― lo recordaría, recordaría a alguien como él.
― Me transferí de otro campus, hoy inició.
― Transferencia.― eso explicaba todo.― ¿En dónde estabas?
― En Sapporo, ¿Qué estudias?
― Historia ¿Y tú?
― Psicología.
― Nos toparemos en muchos salones, cuando ustedes salen de una clase, nosotros entramos o al revés.― decía Kagome al recordar.― Llegamos justo a tiempo.― dijo al estar ya en la escuela.
― Entonces te seguiré viendo, nos vemos Kagome.
― ¡Espera! ¿Cómo supiste mi nombre?
― Cuando estabas en shock te lo pregunté.― mintió.
― No lo recuerdo.
― No importa, mi nombre es Inuyasha, nos vemos.― se despidió con una sonrisa y el corazón de Kagome latió como loco.
Llevo sus manos a su pecho y vio el pasillo por donde él se alejaba, sonrió como tonta y espero toparse de nuevo con él.
Un mes paso e Inuyasha se hizo amigo de Kagome, en los descansos comían juntos o en ocasiones salían al cine, sin duda se la pasaban muy bien juntos.
Pero ese día en particular Kagome estaba muy ansiosa, iba a cumplir 23 años y su madre le organizo una comida para el domingo, ya había invitado a todos sus amigos, menos a uno, a Inuyasha. No es por no querer, moría porque Inuyasha fuera a su fiesta, pero, todos los domingos iba a la Iglesia, su fiesta era en la tarde pero ese día él lo usaba solo de descanso. Nada de fiestas, salidas al cine, no iba a la tienda, solo se la pasaba en su casa meditando.
¿Por qué su madre no lo organizo el sábado?
― Kagome, dile lo importante que es que vaya.― dijo Sango al ver a su amiga sostener aquella invitación entre sus manos.
― Pero ese día es muy importante para él.
― Explícale que también lo es para ti, no creo que por un día que falte a su rutina se acabe el mundo.― bromeó Sango.― Aprovecha que esta solo.― animó al ver al chico sentado bajo un árbol.
― Bien, allá voy.― dijo al tomar aire y caminar hasta el árbol donde Inuyasha descansaba.― Inuyasha.
― Kagome ¿Qué pasa?
― ¿Otra vez tienes que ir a misa?
― Sabes que voy todos los domingos.
― ¿Podrías faltar solo un día?― preguntó esperanzada y al verlo negar estuvo por decirle de su fiesta, pero él se le adelantó.
― Sabes que eso es más importante que cualquier otra cosa.
Ante esas palabras el mundo se la azabache se desborono, ella no comprendía del todo las creencias de Inuyasha, pero en verdad pensó que tenía una oportunidad.
― ¿Pasa algo malo?― preguntó Inuyasha al verla decaída.
― No, es que...
― Ven un día conmigo, te gustará y...― intento convencerla por millonésima por vez, pero ella negó.
― Nos vemos el Lunes.― se despidió y fue hasta donde Sango.
― ¿Qué paso?― preguntó preocupada la castaña.
― No importa.― intentó sonreír pero no pudo y Sango la abrazo.― Solo me hago falsas ilusiones, jamás se fijara en mí.
― No es verdad, la prueba son los padres de Kouga, su padre es musulmán y su madre budista.
― ¿Qué hay con la chica que parece muñeca de porcelana que luego lo viene a ver? Sabes que es con ella que va a misa, con ella pasa el domingo.― decía al recordar la vez que les vieron.
― Una amiga de la infancia.― sugirió Sango.― No te desanimes, hay más hombres en el mundo.
En todo el fin de semana no dejo de pensar en Kagome, la había herido y no sabía la razón, la cara de tristeza que puso no le dejaba tranquilo. Miró el reloj y ya era hora de irse a la universidad, pero al salir de su departamento, escuchó la conocida voz de Miroku, un compañero humano que era novio de la mejor amiga de Kagome.
― ¡Serás tarado!― le reprendió.
― ¿Ahora qué hice?― preguntó al recibir un golpe en la cabeza.
― Kagome quería que fueras a su fiesta, cumplió años y tu no fuiste.
― No me invito.― se defendió, él no sabía nada de una fiesta.
― Claro que no, le dijiste que ir a misa era más importante que cualquier otra cosa.
Fue en ese momento que comprendió todo, Kagome intentaba invitarle a su fiesta y él la hizo sentir mal.
― Yo no sabía...
― Amigo mío, sabes que mi familia desciende de monjes y tenemos obligaciones, pero en ocasiones hay cosas que son más importantes que tus deberes, la amistad y el amor son unas de ellas.
― Hablaré con ella.
...
Inuyasha faltó a su primera clase para comprar un regalo a Kagome, fue a varias tiendas y finalmente encontró algo que era perfecto. Ya en varias ocasiones la había visto sufrir por su mochila y al hallar una amarilla lo bastante grande para sus libros, no dudo en comprarla.
Regreso a la escuela y la busco por todos lados, al no encontrarla le llamó al celular pero no contestaba, lo más probable es que siguiera enojada con él. Ya perdía la esperanza de encontrarla, cuando la vio salir de la biblioteca.
― Kagome.
― Hola Inuyasha ¿Cómo has estado?― dijo sin el mismo animo de siempre.
― Kagome, yo... Feliz cumpleaños.― dijo al tenderle la bolsa de regalo.
― Gracias.― dijo al aceptarlo, el otro momento estaría feliz por recibirlo, pero en esos momentos seguía dolida.
― Yo no tenía idea que... Y no me dijiste que...― intentó excusarse, pero fue interrumpido por la chica.
― No hay problema, cada quien tiene sus creencias.― dijo comprensivamente.
― Pero, ¿Todo está bien?
― Claro que si.― le sonrió y caminó junto a Inuyasha rumbo a los salones.
El chico se le quedo viendo, no había hecho ni el intento de abrir su presente y eso le dolió, había dos opciones, que su obsequio fuera poca cosa o aún siguiera enojada.
Al final de la semana Kagome se había distanciado de Inuyasha, cuando se encontraba entre clases apenas si se dirigían la palabra, solo un saludo por cortesía. Y eso, de alguna manera extraña exasperaba al chico ángel.
En esos momentos Inuyasha estaba con Miroku almorzando cuando algo llamo su atención, Kagome estaba sola con Kouga, últimamente pasaban mucho tiempo juntos y eso no le gustaba.
― Habla con ella, arregla las cosas.― sugirió Miroku al observar que su amigo estaba molesto.
― Ella dice que todo está bien.― contestó Inuyasha.
― Yasha, Yasha, Yasha, ella sigue sentida, dolida y triste... ¡No es posible que no lo notes!― gritó al ver que su amigo se pasaba de inocente.
― ¿Notar qué?― preguntó confundido.
― A ella le...
― Inuyasha.― interrumpió un joven de larga trenza.
― Hablamos luego.― se despidió Inuyasha.
Miroku suspiro con pesar, él había querido ayudar a su amigo, pero fueron interrumpidos, le observo alejarse con el otro sujeto, algo en las personas que aparecían de nada conociendo a Inuyasha no le daba confianza, eran muy raros y su amigo les obedecía sin chistar.
― ¿Qué sucede Bankotsu?― preguntó Inuyasha al ya estar en un lugar apartado.
― Dicen que la chica se enojo contigo, recuerda que tienes que hacer todo lo posible para estar junto a ella.
― Tranquilo, me iré a disculpar y lo solucionaré.
― El tiempo se agota y ella no da señales de creer.
― Usaré otro recurso, no fallaré.
Prometió aquello, pero la verdad era que no sabía qué hacer, frecuentemente pensaba que allá arriba debían dejar en paz a Kagome.
Aquí el primer capítulo de la historia, ojala llamará su atención y espero terminarla completa a tiempo.
Nos estamos leyendo.
24/11/2014
