Atrapada por más de dos horas, sin agua, comida o algún medio de comunicación, ya casi no entraba aire. Annabeth Chase estaba desesperada nada funcionaba para escapar, quería darle golpes a la puerta si era necesario, pero aún le queda un rastro de humanidad. Rendida se deslizaba por la puerta hasta quedar sentada recostada a ella

— ¿Estas muy callada chica lista? —decía Percy Jackson, sentado justo al frente de ella, otra pobre víctima de sus captores trataba de levantarle un poco el ánimo, debido al rotundo y vacío silencio que se armó en la habitación.

—Ya no sé qué decir —dijo ella en un leve susurro

—Qué tal si cuentas porque Rachel y Leo nos enceraron en el armario del conserje —él pobre chico se hallaba confuso. En el momento en que la pelirroja trajo arrastras a Annabeth hacia él y el duende latino grito "Sorpresa" para luego empujarlos hacia el cubículo, no habían sido muy implícito de en sus acciones.

—Ya te dije que no sé, Rachel llego hacia mí, me dijo algo como "Ya es todo" luego me arrastro y eme aquí —ella buscaba una razón por la cual su amiga le hizo esto, no quería estar con Percy, hace mucho decidió apartarse de el por la propia Rachel. Al saber que a ellas les gustaba el mismo chico lo empezó a ignorar, le dejo el campo libre a la pelirroja, incluso tuvo una relación con otra persona, lo olvido y ahora su amiga la encierra con él y ¿Qué tiene que ver Leo en todo esto?

—Chica lista ¿Cómo te va con lo de Luke Castellan? —no esperaba que mencionara algo como lo que paso con el rubio, nadie lo sabía, pero cuando comenzó a salir con él, Percy y ella tuvieron una fuerte pelea de esas que separan amistades, otras de las razones por las que ya no se hablaran.

Igual Luke era parte del pasado y lo que más odiaba Annabeth es que Percy al final tuvo razón con el— Debes estar feliz, tenías razón era un tonto —Vio la amargura de la rubia debido al mencionar el tema de su exnovio y comenzó a sentir culpa por si quiera mencionarlo e ira porque él sabía desde un principio que el rubio cínico terminaría lastimando a Annabeth.

— ¿Te hizo algo malo?

Annabeth observo los ojos de Percy, estaban desviados de ella, la cólera identificaba su rostro, temía porque volverían a discutir como la última vez. Tampoco quería hablar sobre que paso entre Luke y ella, no le explico a nadie, ni a Piper, Thalia o Rachel, que le habían rogado que les contara, simplemente guardo silencio.

—Él no hizo nada —Annabeth sobó su muñeca lentamente, el recuerdo del rompimiento solo le traía repugnancia y una sabor amargo a la boca.

El chico la interrogaba con su mirada verde, pocas veces la vio así; débil, con el cuerpo oprimido y queriéndose hundir en su propia sombra para desaparecer. Percy no se contuvo más, algo había pasado, algo que nadie sabía, algo que era doloroso para su rubia, algo que él necesitaba saber.

—Annabeth —dijo con la voz más paciente que tenía— Sé que te hizo algo. Por favor, dime ¿Qué sucedió?

—Perseus Jackson, tu eres el que menos me puede preguntar eso —escupió cada palabra molesta.

Percy trago profundo, era más serio de lo que pensaba, pero ella tenía razón, era el responsable y se lamentaba todo los días por eso. Agacho su cabeza con la mayor pena, no hallaba como ver a los ojos de Annabeth. Tímido, nunca fue muy bueno hablando con una chica (aunque todos pensaban lo contrario) y menos si le gustaba tanto como Annabeth.

—Yo nunca imagine que llegáramos a distanciarnos tanto y sé que es mi culpa —Annabeth alzo su vista sorprendida, en su versión de la historia la culpa era de ella—. Sé que te abandone, sé que debía haber estado a tu lado mientras salías con Luke, sé que debí consolarte cuando terminaron...

—Percy no te martirices —ella lo interrumpió, acercándose toco su mano para que prestara la mayor atención a sus ojos grises—. Yo soy responsable de mis propias decisiones, tú lo único que hiciste fue ser firme a tu palabra. No deseo que te hagas el villano y yo ser la pobre víctima, es mi culpa.

Percy quedo estático, el gris de los ojos de la rubia brillaban en la leve oscuridad del armario. Sabía que Annabeth no dejaría que se disculpara como era debido. Decidido tomo la mano de la chica y entrelazo sus dedos.

— ¿Podías dejar que compartamos la culpa? Eh, Chica lista —mostro una sonrisa de medio lado, solo para poder ver la de Annabeth, sin embargo ella desvió la mirada, quiso soltar la mano de Percy, pero tanto tiempo de no tenerlo cerca se negaba a separarse de él.

—Luke no me hizo daño —dijo al fin en un susurro, avergonzada—. Yo fui quien lo lastimo.

El silencio volvió, Percy decidió callar para darle todo el espacio de hablar a Annabeth, quien ya sw arrepentía de lo que dijo. La rubia dio un fuerte suspiro, nerviosa, comenzó mover sus dedos en un puño cerrado.

—Él sabía que la única razón por la que estábamos juntos es porque quería olvidarme de alguien —empezó—, no quería utilizarlo, pensaba que si salimos y me alejaba de los demás esos sentimientos desaparecerían. No sé cómo lo supo, quizás, fui muy obvia.

Annabeth tenía un porte serio y firme, no parecía dolida y muchos menos quebrantada, pero en sus ojos y voz sentía pena y vergüenza, una expresión que odiaba usar cada vez que cometía un error.

— ¿Tu terminaste con él? —Annabeth negó con la cabeza, los mechones rubios de su coleta estaban desaliñados y no le prestó importancia en arreglarlos.

—Fue recíproco —dejo de encorvar su columna, ya más estabilizada—. Ambos sabíamos que no iba a funcionar.

—Entonces ¿Por qué... —la voz de Percy se cortó, cuidando el peligro de sus palabras— ¿Por qué te veías tan desdichada, por qué te alejaste, por qué no volviste a ser la Chica lista de antes?

La repuesta se atoro en su garganta, pensaba ya haberlo olvidado, algo de pasado. Ahora con Percy en frente buscando razones por todo no sabía cómo su corazón continuaba latiendo tan fuerte en su presencia.

—El rompimiento fue simple hasta que Luke descubrió a quien quería olvidar. Me lo reprochó, hubo gritos de su parte. Yo, solo me mantuve callada, sabía que estaba en su derecho a molestarse, no tenía como justificarme. Solo... —toco involuntariamente su muñeca de nuevo—, me gustaría que fuese diferente.

Recordó el momento donde, de mala gana, Luke la había agarrado fuerte de las muñecas, arrinconando su cuerpo en una esquina y obligándole a decir la verdad. El humano era capaz de hacer cosas horrible cuando los celos lo consumía, aun así, se alegraba de que no paso a mayores.

—Debe ser muy importante —musitó Percy devuelta en la realidad—. Esa persona.

Annabeth trago profundo, rogaba con no sacar ese tema, no estaba lista, nunca lo estaría. Decirle a Percy toda la historia como sin quererlo, se enamoró de él. Sin ninguna palabra asintió, orando que no preguntara más. Percy voltio su mirada y comenzó desordenarse lo cabellos azabache de su nuca, un tic que poseía desde siempre. Ella más relajada, noto que aún tenía una mano entrelazada.

—Igual, fue hace unos meses, no es como si pensara siempre en eso —hizo una pausa para analizar mejor lo que iba a decir, algo muy común en ella—. Luego de que todo termino me sentí más en paz.

Aunque Percy le gustaría haber escuchado que ya no se sentía atraída por Luke y mucho menos enamorada de otro desconocido. Annabeth y él fueron mejores amigos desde el kínder, cuando su padre le prohibió hablar con la niña rubia de la clase solo por odio hacia Atenea (la madre de Annabeth) lo tomo como "Lo prohibido es tentador" y al siguiente año ya eran mejores amigos. Por supuesto que Annabeth no fue fácil de converse, de pequeña era mala, mordía a los niños que la fastidiaban (Percy tenía marcas de ese tiempo) no compartía ni un color y poseía un obsesivo placer con corregir los errores de gramática de Percy, además que ella si le hacía caso a su madre y lo repudiaba. Es por eso que el azabache siempre se preguntó cómo fue que al final Annabeth le hizo su amigo y el de mayor confianza.

Y con todo lo que habían pasado porque nunca le contó sobre este chico, el sabia cuando la rubia le atraía alguien. Annabeth nunca dudaba en decírselo y el cómo su mejor amigo la ayudaba, aunque ella jamás quiso ser novia de alguien que solo le gustaba. Entonces que tenía de especial esta supuesta persona para que estuviera con Luke Castellan queriendo olvidarlo. La sangre le comenzó a hervir, sentía celos injustificados, no estaban juntos, ni siquiera se habían hablado durante un año.

— ¿Cómo está el Consejo? —dijo para olvidar su ira y hablar de algo totalmente diferente « ¿Y si el tipo estaba con ella en el Consejo estudiantil?»

— ¿En serio? —Inquirió Annabeth—. Como si nada hubiera pasado. Me preguntas del Consejo y ya. Paso un año.

—Ojala no hubiera sido tanto —dijo entre susurros, que ella no alcanzó a escuchar

Percy alzo los hombros despreocupada. No era muy bueno con las ideas. Pero estando Annabeth allí deseaba seguir donde se quedaron.

—Ok —acomodo sus piernas restregando el pantalón de jean en el polvoriento piso—. La nueva chica, Reina, estoy segura que quiere mi puesto de presidenta, lo había sido en su antigua escuela, aunque me cae bien, se da a respetar y su mirada da miedo, me recuerda algo a mí, no como Octavian. Octavian, es como una espinilla en el trasero, hace todo para llevarme la contraria, pone palabras en mi boca ¡Lo detesto! ¡Y odio que sea rubio! Por suerte esta Malcom para ayudarme, es como mi escudero.

Y así continuó y Percy trataba de ver en los ojos grises de Annabeth una pisca de brillo cuando hablaba de algún chico del consejo. Sin embargo, nada, solo un profundo odio a Octaviano el cual compartían.

—El otro día Leo trato de ponernos una bomba apestosa —dijo con asco—. Solo Octavian estaba en la sala —comenzó a reír.

Todo el ambiente cambio. Annabeth tenía la mejor risa y más bella sonrisa a su parecer. Ponía una mano en el estómago para evitar desfallecer y mostraba al aire sus labios tentadores enmarcando alegría. Siempre se presentaba como una chica seria, fría con un semblante de hierro. Percy sabía que solo era una máscara ella tenía una personalidad leal, afectuosa y honesta, si te tomabas el tiempo de conocerla, al ganarte su confianza (que no es fácil) podrás atesorar una de sus sonrisas.

— ¿Y tú? —Preguntó Annabeth más animada— ¿Qué tal el agua?

Percy rascó detrás de su nuca agotada, su cabello azabache se despeinó aún más, estar todo el tiempo en las piscinas le dieron la mala costumbre de no peinárselo muy a menudo si lo volvería a mojar. Era el capitán del equipo de natación hace más de dos años.

—Tu ex me tiene irritado, creo que está molesto porque le gane las ultimas diez veces.

— ¿Cuantas te ha retado?

—Diez —Luke también pertenecía al equipo, por supuesto que no tenía la velocidad de Percy. Vamos a su padre le apodaban Poseidón prácticamente nació en el agua.

—Siempre te tuvo celos —ella agacho su cabeza, si hablaban de Luke sería volver al mismo tema de antes.

— ¡Lo sé! —Dijo Percy frustrado— y ni sé que hice. Todos saben que soy el mejor en el agua.

—Alerta ego.

—No, no, no, no —movió su dedo índice negando rotundamente—. Ego, no. Orgullo, sí. Es lo único en lo que soy bueno. No digo mentiras por algo soy el capitán.

Annabeth le dio un fuerte golpes con el lomo del libro de química que tenía en la mochila. Percy comenzó a sobarse la coronilla de la cabeza quejándose.

—Nunca pienses eso Perseus Jackson —siempre que se molestaba lo llamaba por su nombre completo —. Tu tonto cerebro, aunque este solo lleno de algas, sirve para otra cosas y no eres el capitán por ser el mejor...

—Tampoco es una mentira —la rubia hizo una mueca de disgusto odiaba ser interrumpida. Percy calló para que Annabeth continúe y dejara de verla con esos ojos grises, eran impresionantes e intimidantes.

—Como decía, no eres el capitán por ser el mejor, si no, porque eres un líder natural —Annabeth toco su hombro algo afectuosa—. Las personas te siguen sin pensarlo. No debes pedir respecto o ganarte su confianza, tu carisma es más grande y tus decisiones son humildes. Todos saben que los guiarás al camino correcto porque velas por el bien de tu equipo.

Percy quedo inmóvil. ¡Diablos! Como extrañaba los sermones de Annabeth, cada vez que decía uno, se veía lo madura y sabía que era, poseía una total admiración. Tomo la mano de la rubia en su hombro, sin perderla de vista. Annabeth entrelazo sus dedos nerviosos de no excederse.

—Te extrañe como un loco —la chica desvío la mirada, ella también sufrió y sufría por no estar con Percy del modo que deseaba. Alejarse fue su peor idea, el sentimiento que tenía por él creció más gracias al dolor y lo necesidad al punto de amarlo.

—Yo —carraspeo sentía un calor inmenso—, necesito agua.

Percy busco entre su mochila, un buen atleta traía su propia bebida. No soltó la mano de Annabeth lo que hizo más incómodo encontrar su botella y pasárselo a ella.

— ¿Esto es azul?

—Me ofende que te asombre —dijo sarcástico— Ya conoces a mamá. Si papá y yo lo pedimos todo es azul.

—Pensé que habías madurado —bebió despacio, sabia a mora. Percy solo le saco la lengua como un niño de cinco—. Te tengo una pregunta ¿Si tendrías que escoger entre el agua y la comida azul cual sería?

—Si la comida es de mi mamá. Comida azul.

—Ok y si fuera entre graduarte o la comida.

—Si no tuviera comida azul no fuera feliz. Comida —respondió sin remordimientos.

—Y un trabajo.

—Comida.

—Un carro.

—Co-mi-da.

—Y...

— ¡COMIDA!

— ¡Déjame terminar! —gritó— Y si fuera entre la comida azul y yo ¿Qué escogerías?

Annabeth ya sabía la respuesta "¡COMIDA!" Tenían un año sin hablarse. Tal vez había sido una mala comparación, con la respuesta sentiría más insignificante en la vida de Percy.

—Tú —sin pensarlo dos veces Percy respondió al segundo siguiente.

Los ojos de Annabeth enmarcaron al chico, con una leve sonrisa de medio lado, al decirlo apretó más la mano de ella, escuchar la respuesta su corazón se detuvo. Percy era una persona impulsiva que no tenía filtro al hablar, lo primero que venía a su mente lo decía, todo su opuesto, convirtiéndose en alguien valiente y algo tonto.

— ¿Y la comida? —él dio una leve risa ingenua, acomodo sus piernas, poniéndose a frente. El verde de sus ojos la derretía y trataba de verse recta aunque le temblaran las piernas.

—Tu, mi familia, mis amigos, siempre estarán primero. Incluso antes que la comida azul — ¿Que decir? Ella no sabía ¿Porque la apartaba de los amigos? Antes se consideraban como familia. Sally (la mamá de Percy) llegó a decir que Annabeth quedaría prefecto con Jackson, tal vez la escritora anhelaba una hija. Después de la pelea pensó en bajar tanto de nivel hasta "La conocida de los pasillos".

Retrasada a responder Annabeth solo le dio un golpe con su palma en la frente de Percy. Demasiado tiempo sin hacer eso, ya le picaba la mano.

—Eres un tonto Perseus.

—Esa es la Chica lista que conozco —Percy reía feliz. Cuanto deseaba abrazarla, sentir su delicado cuerpo abonando con el suyo, que sus rizos rubios le hicieran cosquillas en la nariz. Sin embargo debía abstenerse de su impulso de idiotez.

— ¿Por qué me sigues llamando así? —pregunto la rubia con algo de curiosidad y para ignorar la pequeña llama de esperanza que crecía en su pecho.

— ¿De qué hablas?

—Hace mucho que ni siquiera nos dirigimos una palabra, ahora me hablas y me llamas Chica lista —jugo impaciente con las mangas largas de su camisa vino.

—Annabeth siempre fuiste y serás mi Chica lista, es una marca registrada y aunque no nos hablemos por cincuenta años, eso no va a cambiar —golpearía a cualquiera que se atreviera a decir Chica lista a Annabeth en su cara, nada más él tenía derecho.

Cuando cuentan esta historia Annabeth dice que actuó sin pensar, que su cuerpo se abalanzo sobre Percy como si no obedeciera a su cerebro. Pero eso era una mentira, desde la separación deseaba que el azabache rodeara su cintura y le proporcionará la calidez de sentir los latidos constantes cubierta por el pecho de él. Desbordaba tanta felicidad, conversaban normal, no importaba que pasaba ella era su Chica lista y Percy su Sesos de alga.

Él conmocionado la sostuvo con fuerza, nunca (hacia una promesa) estarían separados. El abrazo tardo más de lo normal, era como si ambos hubieran viajado a lo lejos y se rencontraran después de tanto, no querían soltarse.

—Sesos de algas —hablo por encima de la nuca del pelinegro, pensó jamás decir ese apodo de nuevo. En los oídos de Percy sintió como millones de emociones despertaran en su cuerpo.

—Si —respondió hipnotizado sin deshacer el abrazo.

—No dejes que me vuelva a ir.

—No lo haré —posó una sonrisa emotiva, los cabellos de Annabeth cubría su rostro. Debía de confesarlo, amaba que fuera rubia.

—Hablo en serio —se adelantó, rompió el abrazo aun con Percy sosteniendo su cintura, las manos de ella apoyadas en los hombros del chico, ubicada en frente de él, con una mirada seria, sin chiste, como si estuviera a punto de hacer una estrategia o queriendo descifrar al pelinegro molécula por molécula.

—Tengo un gran orgullo Seso de algas —avanzo el dedo índice, señalando su nariz—. Es tu responsabilidad. No permitas que eso me aleje.

— ¿Y qué hago si estás muy molesta y gritando? —omitió el decir "Como ahora" eso llevaría a otra estúpida pelea.

—No sé, cálmame o distráeme con otra cosa, pero no dejes que... —lo que más odiaba en el mundo era ser interrumpida. Entonces pensó que todo era bueno debido a la circunstancia que pasaba. Porque, fue callada, callada con la mejor cosa que los dioses pudieron crear, los labios de Percy.

No esperaba un beso, jamás se le pasaría por su mente que Perseus Jackson la besara, sin embargo paso y eso quería ella, que pasara. Un simple rose de un corto y dulce beso e hizo que todo en su cuerpo vibrara deseando más. No tuvo la oportunidad de saborear sus labios como quería o siquiera cerrar sus ojos. Solo una mínima probaba de lo que más anhelaba y necesitaba.

Percy sabía que era el mejor momento (o quizás no) ¡A la mierda! no quería esperar a volver y ser solo amigos, tenía que hacerle saber que él quería algo más y como sabía que Annabeth no lo dejaría hablar por más de un minuto sin interrumpirlo, la mejor solución fue callarla. Ahora seguro Annabeth lo golpearía o reiría o ambas.

Ese día conoció a una nueva Chica lista; la que no le importaba su cerebro o el sentido común para volver tener lo que deseaba. Annabeth sostuvo su dedo índice con el pulgar y dio un pequeño golpe, un simple toque a la frente de Percy. El gris de sus ojos se volvía cristalino y expandió sus labios en una sonrisa, como deseaba volver a besar esa sonrisa.

—Eres un Seso de algas —fue suficiente para acariciar sus mejillas rosadas con los pulgares y acercar su rostro a solo unos milímetros sintiendo la respiración fuerte de Annabeth.

Funcionando sus labios, el suave tacto se convirtió en uno intenso y de necesidad a medida que avanzaba. Podía sentir la pequeña sonrisa en la comisura de los labios rosados y húmedos de la rubia, como buscaba insaciable cumplir el deseo codicioso de años. Amaba como Percy era cuidadoso y cuando se hizo más apasionado le dio el permiso de llevar el control.

Aunque Percy estaba pasando el mejor momento de su hormonal vida. Trataba de negar esa vocecita en su cabeza que gritaba que Annabeth ya quería a otro, que por culpa de "Él" se había separado en un comienzo. La ira crecía y su pecho se sofocaba, ella empezó a sentir como el cuerpo del pelinegro se tensaba y Percy paso sus manos a los hombros de Annabeth para alejarla triste.

—Annabeth. Yo... —sentía en su garganta una píldora dura difícil de tragar.

La chica no estaba mejor tenía una palabra exacta para esto RE-CHA-ZA-DA. Él fue quien la beso ¿Se arrepentía? ¿Es un impulso hormonal?

—Percy sé que es extraño —para ella no.

—Lo es —tragó profundo—. Sabiendo que quieres a alguien más.

Annabeth parpadeo un par de veces. Miro atrás, adelante, a la izquierda, luego a la derecha, arriba, abajo, de diagonal ¿Estaba hablando con ella? ¿Acaso no lo sabía? Era demasiado obvio todos lo sabían, el típico cliché de la nerd enamorada del deportistas. Como odiaba ser parte de un estereotipo.

—Sesos de algas no sabes nada de las chicas —hizo una leve sonrisa. Percy tenía una expresión de funeral viendo hacia el piso. Annabeth tomo su mentón firme y lo obligo verse a los ojos. Gris contra verde chocaron—. Eres tú tonto.

Los ojos de Percy brillaron como dos peras barnizadas (o esmeraldas) Involuntariamente Annabeth mordió su labio inferior. El pelinegro estado tentado a besarla, aun así quería escucharla, tal vez las últimas palabras lo llenaba de felicidad, pero crecía su confusión.

— ¡Ups! Lo siento, solo paso —por primera vez deseaba ser interrumpida—. Un día me di cuenta y yo, sé que somos amigos o éramos —empezó a reír leve ¿Era posible que su corazón saliera por la boca?—. Siempre estuviste ahí, en mis mejores y peores momentos y casi todos fueron a causa tuya, no sé si agradecerte o golpearte. Ese es mi dilema contigo que; no sé. No sé si estoy bien, no sé cómo actuar, no sé ni pensar. Nunca me imagines estar diciendo esto en voz alta, yo...

La mano de Percy tapó su boca rápidamente. Del impacto su cuerpo se inclinó hacia atrás.

—No permitiré que lo digas primero —Percy tenía una sonrisa tan grande que podría competir con el Joker—, tu siempre te me adelantas.

Annabeth quería que soltara su boca para decir algo como: "Eh, discúlpame, pero tú eres el que me acaba de besar"

—Cuando éramos niños tú fuiste la primera en hablarme —no olvidaba ese día, la profesora los había puesto junto a la hora de la siesta y ella dijo: "Babeas cuando duermes" entonces todo lo de Percy le irritaba—. También la primera que me abrazo, la primera que me invito a su casa, al cine, el primer mensaje de mi primer celular...

Annabeth le mordía la palma, él no se inmuto, seguía etiquetando ocasiones que ella gano. Sé que puede sonar desesperada y obsesionada en labios de Percy. No es su culpa que él sea un lento.

—La primera en maltratarme —la rubia rodó los ojos—. Me toca —quería gritar "TU ME BESASTE" Percy soltó su cara. Pasó sus manos a la cintura de Annabeth y atrajo su cuerpo hacia él.
Por tal acto ella quedo muda, sabía que el Sesos de algas era capaz de eso y más. Pero cuando estaba con ella, se convertía en alguien torpe y avergonzado. Esta vez toda era diferente.

—Tengo mucha suerte —Annabeth tocaba su pecho ancho por la natación—. Me enamore de mi mejor amiga.

Un pequeño grito salió de la presidenta del Consejo estudiantil, callado rápidamente por los decididos labios del capitán de natación. Annabeth configuro su cerebro en ese instante, Percy delineó su labio inferior y sin acobardarse en pocos segundos que abrió leve la boca sus lenguas se encontraron creando un choque de emociones: Necesidad, lujuria, placer, pasión y más. Jugó alejándose un poco de él y cada vez que lo intentaba el azabache se adelantaba, agarró con fuerza su cintura a orillas de las caderas de la rubia, sus pechos chocaron. Ella casi producía un gemido ante el impacto y trato de controlarse.

Sostenía la rebelde cabellera pelinegra de Percy por la nunca. Poco a poco Annabeth fue agarrando más dominio y marco el control cuando paso sus manos abajo de la chaqueta y camisa de Percy acariciando sus fuertes omóplatos. Él, presenciando el atrevimiento se les erizó los vellos y comenzó a subir la blusa de la rubia, al sentir el roce entre sus pieles, su cuerpo se calentó y Annabeth no lo soportó más dando un jadeo.

Percy sonrió orgulloso, se sentía tan bien, su Chica lista desprendía calor, acarició el contorno de su cintura y llevo una de sus manos a sus finos muslos, tratando de obtener todo de ella—. Eres-un-tonto —la voz entre cortada de Annabeth por sus besos acariciaba sus oídos. Si, el tonto más feliz del mundo. Le encantaba ver cómo sin objeción se dejaba llevar ante él, aunque ella no lo admitiera.

Debía mantener el equilibrio, porque, aunque estaban sentados la rubia sostenía todo su cuerpo en él y poco a poco lo obligaba a retroceder. Percy buscaba dominio mientras Annabeth le demostraba porque había codiciado sus labios delgados por tantos años. Con la comisura de su lengua paso por los límites de sus labios, la sensación le hizo perder totalmente el control al azabache. Parecía prohibido y empezó a descender sus labios por el cuello suave de la rubia, ella inclinaba su cabeza dándole todo el permiso accesible, sentía como su cuerpo rogaba a gritos ser tocado por él. Percy bajaba la manga larga por sus blancos hombros, ubicado en la parte que conectaba con su clavícula, escucho otro jadeo de Annabeth, ella había sentido como oprimían su piel, al punto de ser rojo intenso.

—Percy —en tono de súplica la chica bajo hacia él y volvía a conectar sus labios vorazmente. Quería gritar que siguiera, pero tenía que callar. No debía verse como una mujer necesitada, después de perder su orgullo y verse completamente entregada a él. Ya la había marcado, supo que era el único que la hacía sentir así, Perseus Jackson es su talón de Aquiles.

En un momento de idiotez, Percy después de oprimir los muslos de Annabeth, al tratar de apoyarse con la pared, empujo la colección de escobas y trapeadores del conserje Joe, haciendo que cayeran todos encima de ellos y matando el momento.

Al verse las miradas, con todo y los trapeadores como pelucas, sus respiraciones descontroladas, el cuerpo a punto de ebullición. El cabello rubio y rizado de Annabeth colgaba entre sus puntas la goma de amarrar y los mechones cortos decoraban su rostro, había perdido todo su dignidad y sintiéndose tan complacida que pensaba en desmayarse, el punto que conectaba su clavícula le ardía y pensó ser masoquistas porque le gustaba. Percy por un lado, ya no tenía puestas la chaqueta de capitán, con el calor que transpiraba iba ahogarse, aún mantenía las manos en el dorso de Annabeth, ahora desnudo, estaba demasiado tentado y la rubia no lo ayudaba dándole privilegios, su cabello negro están más despeinado que en sus prácticas y los labios le palpitaban.

Después de unos minutos comenzaron a reírse, ellos se burlaban de las parejas empalagosas, ahora el que los viera le saldría una carie de tanto dulce, aún estaban cercanos, sabían que ese no había sido el último beso.

—Te quiero –saco un trapeador de la cabeza del pelinegro —Te quiero, te quiero, te quiero. Estoy ridículamente enamorada de ti.

Percy se sentía completo, empezó una silenciosa risa que fue callada cuando Annabeth dejo su meloso discurso para agarrar su mentón y halarlo a su dirección —. Y Sesos de algas no te atrevas a jugar conmigo —produjo una voz lúgubre y amenazadora—. No soy tan linda por las malas.

— ¿Siempre estás de malas? —alzo una ceja sarcástico. Iba hacer golpeado, pero detuvo el puño cerrado de la rubia para robarle otro corto besos en sus labios deseados—. Mataría a cualquiera que te lastimara, si yo soy el causante, dejaría que tú misma me clavaras el cuchillo.

Annabeth tenía la garganta vuelta un nudo. Sin embargo reunió fuerza para decir:

—Entonces ¿Perseus Jackson quieres ser mi novio?

—No ibas a dejar que yo lo preguntara primero ¿Cierto? —Ella negó con la cabeza—. Es por eso que te quiero. Acepto Annabeth Chase.

Cuando volvían a unir sus labios, se escuchó el cerrojo de la puerta y unas orejas puntiagudas de duende pasaron por la abertura—. ¡Están arrestados por actos obscenos!

Annabeth agacho la mirada frustrada.

— ¡Ahora no Valdez! —gritó Percy con su rubia abrazada

— ¡Leo Valdez! —dijo la pelirroja entrando furiosa—. Te dije que no los interrumpieran

—Esperen —Annabeth se levantó agarrando su mochila a un lado—. Ustedes escucharon todo lo que dijimos

—Qué asco, no. Nos fuimos por unas malteadas, luego se nos olvidó que estaban aquí, entonces fui a jugar play en mi casa, Zanahorias se quedó en el club de arte, después...

—Ya entendimos —detuvo Percy al latino mientras recogía sus cosas—Nos abandonaron

— ¿Que esperabas? que nos sentáramos aquí a esperar que se besaran, tardaron dos horas —acentuó la pelirroja al lado de Leo.

—Eso ya no importa —Leo abanico sus manos—. Están juntos. Tanto que son totalmente vomitables. —trato de darle un abrazo con Percy deteniéndolo poniendo su mano en la cara del latino, de algo servía doblarle de estatura y fuerza.

—No lo entiendo Rachel —se acercó Annabeth llevándosela más lejos del armario, para poder hablar en privado, mientras Percy sostenía a Leo por la camisa para que no escapara—. Tú estabas loca por el ¿No estas molesta?

Tal vez Percy le había hecho olvidar a su amiga pelirroja hace un momento, sin embargo, cuando la vio pasar en la puerta sintió la espina de culpa clavada en su corazón.

—No Annabeth, ustedes parecen sacados de un cuento de hadas —hizo una breve pausa antes de mostrar alegre una sonrisa que resaltaba sus cachetes salpicados de pecas—. Percy fue solo un capricho, no me interesan esas cosas, además está que se muere por ti.

—Buenooooo —Hizo que la rubia sintiera algo de vergüenza, al hablar de su reciente encuentro con Percy, cuando entro en razón que su blusa seguía levantada y trato disimuladamente bajarla. Entonces recordó la gran marca de Percy y estiró el cuello hasta ahorcarla— ¿Qué tiene que ver Valdez con todo estos? —pensó rápido en cambiar el tema.

— ¿Él? —respondió la artista— Solo quería hacerles una broma, cuando me escuchó hablando de esto fue el primero en postularse para ayudarme.

— ¡Chica lista! —gritó Percy desde el armario—. ¿Qué hago con él? —levantó a Leo como un trapo sucio, el cual se rindió de insistir para que lo soltaran.

—Creo que merecen una cucharada de su propia medicina —Percy entendió prefecto el plan de la ojos grises y antes de que Rachel Elizabeth Dare pudieran preguntar porque usaba el plural de la palabra "merece" ella y Valdez fueron empujados en el armario del conserje para luego ser encerrados.

— ¡Annabeth que rayos estás haciendo! —dijo la pelirroja desesperada golpeando fuerte la puerta, mientras Leo se levantaba.

— ¿No quieres profundizar tú en relación con Valdez? —escuchó a su amiga del otro lado de la puerta sin poder creérselo.

— ¡Maldita sea! ¡De que hablas, ya te dije que no me importan esas cosas! —trato de explicar

—Sí, y yo tengo novia, y no se pondrá contenta con esto —añadió Leo.

—Tranquilo —se escuchó a Percy—. Cuando le explique a Calipso que paso seguro se reirá.

— ¿Y además quien dijo que era para que estén juntos? —comento la rubia haciendo confundir a sus ex-captores—. Es para que se lleguen a detestar un poco más —no era mentira que entre Valdez y Dare no existía la mejor de las amistades. Y con golpes y gritos Percy y Annabeth decidieron ignorarlos dentro de unas 3 horas.

—Seso de algas —Annabeth lo saco de sus pensamientos y las risas por Leo y Rachel—. Cuando contemos estos —agacho la cabeza avergonzada, frotándose parte de su clavícula—, podemos omitir ciertas partes.

Percy sonrió de medio lado, divertido de la súplica de Annabeth.

—No quieres que se enteren de que tu reputación de niña educada es una farsa —la rubia lo golpeo en el abdomen sacado su aire.

—No digas estupideces —no estaba molesta. La pena invadía su mente—. Tú eres el único que debe verme así.

Y así lo quería Percy, la actitud intensa y pasional en Annabeth era algo suyo y solo él la podía provocar. Delicado movió parte de la blusa de Annabeth y dio un tierno beso en el mismo punto. Sintió como el cuerpo de la rubia se tensaba.

—Solo mía —curiosamente no tuvo objeción por parte de Annabeth. Luego volvió a ocultar la marca— ¿Qué te parece si vamos por unas donas? —rodeando el cuerpo de su reciente novia, mientras caminaban por los pasillos de la institución.

-—Con la condición que tú pagas —dijo sin pensarlo Annabeth.

— ¿Había otra manera de que aceptaras? —su sarcasmo la hizo sonreír lo suficiente para querer volver a besarlo, esta vez fue ella quien lo agarro desprevenido jalando su chaqueta y dándole un fugaz y suave beso, nada comparado con el del armario.

—Si vuelves hacer eso, te compro hasta la tienda de donas —concluyo Percy hipnotizado para luego besarla con más fuerza.

Sintieron el carraspeo de alguien atrás. Al voltearse se toparon con la peor persona que podían ver ahora. Luke Castellán tenía el ceño fruncido haciendo su cicatriz más intimidante y los brazos cruzados. Iban a decir algo, pero el rubio comenzó hablar.

— ¿Soy el primero en saberlo? —Annabeth y Percy se miraron y Luke dio un suspiro agotador—. Creo que todo el mundo lo sabía excepto ustedes.

Annabeth estaba incomoda. Su novio la acercaba a su cuerpo con más fuerza desde la llegada del rubio y empezaba a sentir en un campo minado. Para sorpresa Luke hizo una sonrisa amarga.

—Jackson, no te diré que la cuides porque no se merece protección —en su voz se escuchaba el dolor—. Pero si está contigo será mejor que aprovechándose de los demás.

Empezó a caminar hacia adelante y cuando estuvo a la misma altura Percy lo detuvo con la mano en su brazo.

—Castellan, no te diré que tendré compasión de ti porque no te la mereces —Luke cerro los puños y sus nudillos se volvieron blancos—. Si descubro que le haces algo o siquiera piensas en ella.

Y sus miradas hablaron por si solas. Annabeth no quiso meterse, ya sabía que no necesitaba las amenazas de Percy, solo le encantaba sentir una pizca de celos en su voz. Luke se fue sin protestar, aunque Percy lo detestaba, Annabeth sabía que era más víctima que villano y después de todo le deseaba bien.

—Sabes —expresó Annabeth para desviar la ira de Percy—. No es una mala idea, eso de juntar parejas encerrándolas.

—Y es algo divertido, la verdad es muy divertido —sonrió recordando la mirada de Leo y Rachel cuando los atraparon y se preguntó si ellos se vieron así de graciosos.

—Pienso ahora, Pirpe me tiene harta de que Jason...

—No del primer paso —completo Percy—. Grace esta igual.

— ¿Qué dices, les hacemos un favor? —pregunto Annabeth algo divertida.

—Claro, luego de unas donas y 3 horas, no queremos que nuestros cupidos se pierdan la experiencia completa de las "Conversaciones en el armario del conserje"

Si no se confundieron. No entraron a la historia incorrecta. ACABO DE ACTUALIZAR ESTE ONE-SHOT (música de suspenso)

He pensado mucho en eso de seguir esta historia, haciendo una serie de mini-relatos de nuestras parejas de PJO y HOO, ya tengo un Jasper listo y solo falta editar.

Pero primero quiero ver si esta nueva actualización, como un reboot (jajajajajaajja XD soy tan graciosa) les gusta, porque el Jasper es prácticamente la misma dinámica.

Mis despedidas Alpha...