Invader Zim no me pertenece y este es otro pobre intento de FanFic.
Advertencia: Este Fic contiene Psicoterapeutas. Y OCs, si no te caen bien, no recomiendo que lo leas.
Gaz va a terapia
Capitulo 1
...
Todo el asunto comenzó por culpa del día más espantoso en la vida de Gazlene Membrana. Este día fue el detonante de todas sus desgracias que se desencadenaron durante toda esa semana.
Gaz comenzó su día, despertándose muy enfadada con la alarma de su despertador nuevo. El aparato emitía un horrible sonido muy similar a la de afiladas uñas rayando un pizarrón. Por supuesto que la pequeña niña gótica, antes de salir de su cama, destruye la dichosa baratija para que deje de atormentarla con el bate de baseball que tenía debajo de su cama.
Su "contador de ira" marcaba justo en ese instante un 2%.
Al caminar por el pasillo para llegar al comedor, llevando su pijama favorito con alitas de murciélago, no se percata aún que su padre estaba en el sótano con su laboratorio en pleno funcionamiento. El profesor Membrana había llevado parte de su trabajo a casa, y sufre un pequeño percance, haciendo estallar en su laboratorio una especie de líquido pastoso color verde moco, que cubrió todo el pasillo de la casa.
Por supuesto que el pijama favorito de Gaz fue cubierto por una sustancia verde y pegajosa. No se había preocupado por esto, hasta que su padre dijo esas terribles palabras al verla cubierta de esa extraña sustancia…
-Lo siento calabacita, pero esto mancha y no sale- Membrana dictaminando el fatídico final de ese pijama de forma amena y calmada.
El "contador de ira" de Gaz marco un 20% en ese instante, pero decidió contenerse solo porque se trataba de su padre. Además podría comprar otro pijama, no era tan grave.
No tenía porque armar un escándalo, se cambiaría de ropa y se alistaría para ir a la eskuela.
Pero estaba muy equivocada. Cuando iba a buscar la caja de leche a la nevera, para comenzar su tradicional desayuno de cereal endulzado con dudosos químicos artificiales, se dio cuenta de algo terrible:
La caja estaba vacía.
-¡DIB! ¡TE ODIOOO!- Gaz ruge el nombre de su hermano. El espantoso alarido se escucha en todo el vecindario. Es tan poderoso que las alarmas de los autos se activan, los perros aúllan espantados y los bebés lloran desconsolados.
Hasta Dib logró sentirlo, aunque estaba a kilómetros de su casa, vigilando a Zim, escondido detrás de unos arbustos. En ese momento, el alien oriundo de Irk se disponía ir a la eskuela, y el joven Membrana lo estaba acechando.
-¡Por Saturno! ¡Gaz descubrió que me acabe la leche!- Dib comienza a temblar de miedo al escuchar la voz de su hermana a lo lejos, y arranca el arbusto que tenía enfrente de él para camuflarse.
–Debo evitar que me encuentre durante todo el día, o por lo menos hasta que se le pase el enojo- Sabiendo que esto iba a ser imposible, y que iba a terminar muerto cuando el día acabe, Dib guardaba las esperanzas de que el destino no sería tan cruel, y no moriría tan joven. Por lo menos hasta que logre salvar a la Tierra de las garras de Zim.
-…-
Gaz en ese momento estaba por salir de casa, para dirigirse hacía la eskuela. Su contador de ira marco un 50% de rabia, e iba en aumento. Sube al autobús y nota que todo estaba en orden allí.
Bien. Les convenía.
Seguía furiosa y no se molestaba en ocultarlo con su linda cara de diez años recién cumplidos. Estaba esperando el momento para encontrarse con Dib, iba hacerle sufrir tanto por hacerla enfadar, que deseará nunca haber nacido. Ella no iba olvidarse de esto, iba a desquitarse de tal forma que a su hermano se le quitará la maldita costumbre de acaparar toda la leche de la casa.
-Pero si es Gazlene-Perdedora-Membrana- Un niño gordo, de cabello verde y rostro desagradable se planta delante de Gaz. Era Iggins, no cabía duda de esto.
-¿No te habías muerto?- Gaz levanta escéptica su ceja izquierda, mientras una vena crecía en su sien en forma exponencial. La sola presencia de ese horrible sujeto hizo que su contador de ira subiera a un 62%.
-¡Sal de mi camino! ¡Asquerosa masa de carne!- Zim llega desde el pasillo y empuja a Iggins lejos de Gaz, para sentarse al lado de ella.
La niña gótica sintió que su ira subió a un 64%. En ese momento, Iggins había caído en la parte trasera del bus, y al golpear la puerta de atrás, esta se abre. Iggins cae al duro asfalto, gritando para que todos lo oigan antes de su "inminente final".
-¡Volveré Gaz! ¡Siempre vuelvoooo!- Por una extraña razón que resulta imposible para que la física lo explique, Iggins rebota por el asfalto una tres veces y luego explota. Puede verse a lo lejos una columna de humo negro elevándose al cielo.
-…-
-¡¿QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO AQUÍ ZIM?- Gaz sentía hervir su sangre, mientras el irken ataviado con su malogrado disfraz, la empuja hacía el otro lado para acomodarse en su respectivo asiento.
-Dib-mono no me molestará mientras este a tu lado- Zim mira a Gaz con aire magnánimo, como si le hubiera dado el mejor argumento que jamás haya oído en su corta existencia.
La niña gótica sintió su ira subir un 70%.
-No se porque no lo había pensado antes- Dice Zim, hablando completamente solo, mientras Gaz rechinaba los dientes de tal forma que sus encías comenzaron a sangrar –¡Que brillante soy! ¡El temor que te tiene puede ser usado en mi beneficio para mi más reciente plan de conquista mundial!-
-Eres un idiota Zim- Gaz dice esto con veneno, viendo como el resto de los niños giraban para verlos –Un incompetente como tú jamás logrará nada, deberías seguir un camino más honorable y acabar con tu patética existencia-
-¡Silencio apestosa humana! ¡Zim es asombroso y esta es una asombrosa idea también!-
Gaz patea a Zim para lanzarlo al pasillo. Este cae al piso, donde Gaz usa su espalda como alfombra. Pisa su PAK y luego su cabeza, asegurándose de causarle el mayor daño posible.
-No te me acerques, estoy teniendo un muy mal día- Y se aleja dejando a Zim tirado en el piso, con la marca de su zapato en su cabeza.
(…)
La ira de Gaz había llegado a un 75% cuando entro al aula. Y solo una niña nueva en su salón pudo hacerla alcanzar el 100%.
Su nombre era Candy, y todo en ella empalagaba de dulce y amable que era. Lo más extraño de ella, era la forma en la que se sonreía, como si le hubieran operado la boca para hacer solo esa expresión.
Gaz no deseaba que nadie fuera amable con ella y le preguntara si algo malo le pasaba. Ella solo quería terminar sus horas escolares sin cruzarse con nadie más que la haga enfadar, darle una paliza a su hermano mayor cuando llegue a casa y encerrarse en su cuarto a jugar videojuegos.
Pero no, el universo había confabulado en su contra para hacer perder la poca paciencia que le quedaba. Aparentemente Candy estaba programada para sonreírle al mundo entero como si estuviera en un concurso de belleza, y para colmo de males esa rubia con olor a goma de mascar deseaba ser bondadosa con todos.
-Me llamo Candy- Saluda la niña rubia vestida de rosa chicle con una sonrisa radiante, que parecía brillar de tal forma que Gaz tuvo que cubrirse el rostro para no quedar ciega -¿Por qué esa cara larga? Es un hermoso día, hay que sonreírle a la vida aunque seamos miserables en nuestro interior-
-Yo no tengo que ser falsa, si me siento miserable haré que los demás paguen por ello- Gaz dice esto con suma seguridad en sus principios, haciendo que Candy se estremeciera. Un sonido de engranajes se escucho levemente, y un mensaje de "Alerta" parecía provenir del interior de Candy.
Gaz miro a todos lados, pero noto que venía de la misma Candy. Inclino la cabeza hacía un lado con algo de duda. Algo raro pasaba con esta extraña niña.
-No deberías decir esas cosas, las niñas buenas no se enojan- Dice Candy tratando de mantener su sonrisa, pero su voz dejo de ser dulce y parecía más robótica. De repente de sus oídos salía humo y de su boca emergían pequeñas chispas.
-¿Quién dijo esa tontería? Nadie puede obligarme a no expresar lo que siento, yo estoy harta de todos los idiotas que me hacen enojar, los odio a todos- Gaz dice esto con mucha dureza. Y así sin más, la cabeza de Candy comienza a girar como un carrusel, asustando a Gaz y haciéndola retroceder.
Eso era muy extraño, pero nada se comparaba con los gritos de una maquina gritando un mensaje de ¡Peligro sobrecarga!
Hasta que la cabeza de Candy salió despedida de su cuerpo, y se dio cuenta que era un robot. El pesado cuerpo de Candy cae al piso, lanzando chispas a todos lados. La cabeza del robot cae sobre el escritorio de Bitters y esta levanta su ceja izquierda.
-Señorita Membrana, veo que ha destruido la nueva estudiante para el control emocional de nuestro cuerpo estudiantil- Bitters dice esto como si no fuera extraño que la escuela introdujera inteligencia artificial en un aula de una primaria estatal –Por supuesto que estaba en desacuerdo con esta estupidez, y sabía que no iba a funcionar-
-Entonces lo dejamos así- Dice Gaz levantado los hombros. No tenía deseos de lidiar con los directores.
-¡Claro que no! ¡A la sala de la dirección, llamaremos a tu padre!- Bitters dice esto, señalando la puerta con su huesudo dedo índice. Gaz obedece, sin dejar de patear con rabia el cuerpo biónico de Candy.
-Todos pagaran caro por esto- Sisea con rabia Gaz al resto de su clase, por lo que la mayoría de los niños se ocultan temerosos debajo de sus pupitres.
(…)
Gaz espera con paciencia a su padre en la sala de la dirección. Había un par de robots que estaban limpiando el lugar, y de vez en cuando salían y entraban personas del despacho de la dirección.
Finalmente, lo únicos que asistieron a la dichosa reunión con los directores era una pantalla flotante, con la imagen de su padre, y Dib.
Gaz le dirigió una mirada llena de odio y desprecio a su hermano mayor. Este trato de hacerse el desentendido y para cuando los directores estaban por atenderlos, la niña gótica ya lo estaba moliendo a palos. Le había destrozado los anteojos y gran parte de la ropa, el pobre chico estaba escupiendo sus dientes con algo de sangre.
-Creemos que su hija tiene problemas de manejo de ira- Dicen impasibles los directores, los cuales no sabemos como se ven porque estaban ocultos en las sombras. Solo había en esa habitación oscura tres pares de ojos rasgados color rojo sangre.
-¿Mi calabacita tiene problemas? Eso es inaudito, su inteligencia sobrepasa al promedio y solo juega videojuegos, los cuales son muy buenos para los niños en crecimiento-
Dib al oír a su padre decir esto, pone los ojos en blanco. Gaz estaba un poco más tranquila después de desquitarse con su paranoico hermano, por lo que asiente de acuerdo con su padre. Ella estaba muy bien así y no tenía ningún problemas.
-Señor Membrana ¿Sabe en que país vivimos?- Dice uno de los directores, y no deja responder al Profesor agregando fervientemente –Es Norteamérica, la Tierra de la Libertad-
-Pero la Libertad es para aquellos que siguen las reglas y no se enfadan por estas- Dice otro de los directores.
-Es obvio que su hija tiene un problema de manejo de ira, y esto puede ser considerado insubordinación hacia su querida nación-
Membrana sintió que la vena de su sien creció un poco más de lo permitido a sus expresiones faciales. Era como si lo obligaran a festejar Navidad dos veces seguidas al año.
-Señores, esto es ridículo, todos nos enojamos alguna vez y…-
-Las mujeres norteamericanas no pueden enojarse, deben guardar todo su odio y resentimiento dentro de ellas, bloqueando sus emociones con antidepresivos, para luego formar familias conformistas y consumidoras- Dice otro de los directores.
-Así siempre ha sido, y así será- Dice el otro director –Si su hija no controla su ira, tenemos autorización del estado de declararla como una amenaza para la sociedad y doparla-
-¿Solo debe controlar su ira?- Membrana suspira aliviado, Gaz era lo suficientemente inteligente como para salvarse de consumir drogas por el resto de su existencia. Pero esto no era todo.
-No solo debe controlarla, su hija nos costo medio millón de dólares en equipo robótico-
-Yo hubiera construido un robot mucho mejor, esto es un pedazo de basura- Dice en tono de burla Membrana, mientras Dib se golpeaba la cabeza con la palma de su mano, por la falta de tacto de su padre.
-Y por eso deberá hacer Terapia de Manejo de la Ira- Dice uno de los directores. Dib al oír esto salta de alegría y comienza a burlarse del destino de Gaz.
-¡Si! ¡Vas a ir a un loquero! ¿Quién esta loco ahora, Gazlene? ¡Eh! ¡Eh!- Dib comienza a reír, hasta que su hermana le da una ligera patada en la espinilla. Adolorido cae el piso, quejándose de dolor.
-La terapia está sobrestimada, es obvio que el nivel intelectual de Gaz no necesita…- Membrana trata de evitarle la terapia a su querida hija.
-Es la terapia o las drogas, Membrana- Dice el otro director –Aquí se acaba la reunión, Gazlene Membrana comenzará asistir a terapias de manejo de la ira a partir de mañana y durante toda esta semana-
(…)
Gaz mira con cierta desconfianza el edificio en donde se llevaba a cabo la reunión de terapia para el manejo de la ira. Sabía que le esperaba unos exasperantes ejercicios con muñecos de felpa para golpear y charlas aburridas entre sujetos que no saben expresar su ira de forma "adecuada".
La niña estaba dispuesta a ir, solo porque no quería estar dopada por el resto de su vida, pero aún así no le tenía mucha fé a la terapia de grupo. El solo hecho de hablar sobre tus problemas con un grupo de extraños que podrían estar más locos que tú, le parecía una verdadera perdida de tiempo.
Para su suerte, le había tocado un grupo que parecía ser bastante "normal". Había un par de chicas universitarias que parecían ser muy inofensivas, porque vestían como muñecas Barbie; un muchacho de veinte años con una playera de los Delfines de Miami, un chico de anteojos gruesos que daba más pena que miedo y otro chico que debería estar en la secundaria baja con Dib y Zim, el cual tenía una expresión de molestia al igual que ella.
"Se ven bastante normales" Pensaba Gaz, que con su apariencia de gótica, resaltaba en ese pequeño grupo, como un grano en medio de una linda mejilla rosada.
Pasaron unos pocos segundos para que llegara su terapeuta. Este les sonrío de forma afable y comenzó a pasar lista. Solo faltaba uno allí, un chico llamado "Billy-niño-normal". A Gaz ese nombre le pareció un tanto extraño y sospechoso.
-¿Quién demonios se llama así? Es obvio que ese nombre es falso- El chico que parecía ser de la edad de Dib dijo esto con aire de entendido, pero nadie se animó a apoyarlo. Gaz le dedicó una mirada de hastió, que el chico ignoró por completo.
De repente, la puerta se abre y un extraño muchacho ingresa al salón de reuniones. Todos observan al recién llegado, que llevaba puesto un disfraz horrible, para parecerse a un niño normal. Y dentro de ese disfraz estaba Zim.
El pequeño y oscuro corazón de Gaz se lleno de inmediato de una furia terrible. Ella estaba allí para solucionar su problema con la escuela, no para lidiar con las estupideces de Zim, que de seguro le provocara otro ataque de ira. Ese extraterrestre la hacía enojar casi tanto como lo hacía su estúpido hermano mayor.
-¿Billy-niño-normal?... Bien, Parece que están todos- El terapeuta lanza su tabla hacía la mesa de forma descuidada, haciendo que se precipité al suelo desparramando sus hojas. Luego se sienta entre los jóvenes que estaban allí y comienza hablar –Vamos a comenzar con un ejercicio básico de…-
J-Lee, el chico que había hablado para quejarse del falso nombre se Zim, levanta la mano. Parecía pedir permiso al terapeuta para hacer algo. Gaz esperaba que pidiera ir al baño o tirarse por la ventana. Realmente no le importaba, quería que se apresurara para comenzar con el estúpido ejercicio y acabar con esa tortura. Pero el joven solo atino a decir algo que la tomó por sorpresa.
-Señor, creo que Billy es un extraterrestre- J-Lee dijo esto tan serio y seguro, que por un solo instante el terapeuta miro fijamente a Zim para asegurarse de su verdadera identidad.
Gaz estaba punto de decir algo para herir el orgullo de aquel curioso muchacho, pero Zim interrumpe su insulto, gritando desaforadamente.
-No le hagan caso, yo soy humano y normal- Exclama Zim como si se jactara de eso.
-¡Yo también soy humano y normal!- Ahora el que estaba gritando era el enclenque de anteojos que estaba sentado junto al chico amante de los Delfines de Miami. Se paró de su asiento y se acercó a Zim para sujetarlo de su horrible disfraz y zarandearlo con violencia, sin dejar de gritarle -¿TIENES ALGUN PROBLEMA CON ESO, PEDAZO DE MIERDA?-
-¿Qué le pasa?- Gaz parecía estar interesada en ese pequeño arrebató de ira. No pareciera que Zim haya hecho algo para provocar al chico, solo fingir que es humano.
-A Mordecai no le gusta que la gente alardee delante de él- Le explica J-Lee con aire casual –Creo que el alien va a recibir una paliza en unos pocos minutos-
-¿Sabes lo estúpido que suenas al decir que es un alien?- Gaz aprovecha la oportunidad para insultar al muchacho. Tal vez si él también se enfurecía, las cosas serían más interesantes allí.
-No me provoques mocosa- J-Lee mira a Gaz como si fuera una piedra dentro de su zapato –El hecho de que seas una niña no me detendrá a darte una tunda si te lo mereces-
-¡Me estas amenazando, pedazo de escoria!- Gaz se había levantado de su silla dejándola caer al suelo. En ese mismo instante, Mordecai estaba golpeando a Zim como si fuera un saco de boxeo y nadie reparaba en la discusión que tenían ellos dos.
-¿Y que harás al respecto, enana de circo?- J-Lee también se levantó de su silla, era más alto que ella y tal vez, más alto que Dib.
Gaz rechina sus dientes y se prepara para abalanzarse sobre J-Lee, sin importarle que sea un poco más grande que ella. Aún así, se contiene al darse cuenta que el chico la miraba de una forma horrible, pero no parecía tener intensiones de atacarla.
-Parece que eres un cobarde, de todos modos- La chica gótica vuelve a su asiento, tratando de tragarse su furia para no meterse en problemas -No tengo porque perder el tiempo con un estúpido pedazo de mierda como tú-
-Vaya, y con esa boca besas a tu madre- J-Lee parecía haberse tranquilizado, y no dudo en bromear para bajar la tensión entre los dos. Gaz no iba a permitírselo, ella no estaba allí para hacer amigos.
-Yo no tengo madre, imbécil- Dice con suavidad la chica gótica, creyendo que el chico no le prestaba atención. Sin embargo, J-Lee se cruzo de brazos y permaneció en silencio.
-¡SUFICIENTE!- El terapeuta grita desaforado, salvando lo poco que quedaba de Zim y Mordecai. Los dos seguían chillando como si fueran monos salvajes, pero se calmaron al escuchar al profesional –Vamos a continuar con la reunión, traten de presentarse y por favor, no alardeen-
Gaz gruño, J-Lee también lo hizo, y al darse cuenta de que reaccionaron de la misma manera, se dedicaron unas horribles miradas de odio.
Zim en cambio, estaba ocupado escaneando las ondas cerebrales de todos los allí reunidos con un dispositivo de origen vortiano que llevaba dentro de su horrible disfraz. Muy pronto, iba a tener la clave de la terrible ira de Gaz, y cuando obtenga ese secreto, iba aterrar tanto a Dib que nunca más se entrometería en sus planes de conquista mundial.
(…)
-Estúpida terapia, estúpido Zim, estúpido J-Lee ¡Los odio a todos!- Gaz entró a su casa, gritando y pataleando llena de furia. Estaba harta de sus compañeros de terapia, del terapeuta y de Zim acosándola para que le rebele la fuente de toda su ira.
Jamás en su vida se había sentido tan enojada. En ese instante, solo quería golpear, lastimar o herir a alguien. Pero no podía hacerlo, y hasta que no le hagan su evaluación psicológica personal, ella debía hacer un ejercicio de reflexión para aprender a lidiar con su enojo, sin necesidad de atacar a su hermano o a terceros para apaciguarlo.
Así que, cuando vio a su hermano con el culo aplastado en el sofá, embobado viendo Misterios Misteriosos, hizo algo que jamás en su corta vida haría.
Lo saludó con una pequeña sonrisa forzada, que casi la hacía lucir como una lunática.
-Hola, Gaz… trata de no hacer ruido, esta es la mejor parte- Dib siquiera se percató del esfuerzo que estaba invirtiendo su hermana menor en no caerle a golpes. Pero por lo menos le respondió el saludo, y a Gaz le pareció suficiente.
Fue a la cocina, busco algo de comer. Encontró una rebana de pizza y una soda en la heladera. Termino su solitaria cena mirando con aburrimiento la gotera que había en el lavado, y luego se fue a su habitación.
Al día siguiente, a media mañana, tenía que ir al psicólogo de la escuela. Luego de clases, vería al grupo de terapia.
Tal vez, debido a ese odioso panorama, las pastillas y un mundo sumido en psicofármacos, le parecían ser muy tentadoras a Gaz cuando se durmió intranquila en su cómoda cama.
(…)
Continuara
