Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Jin, esto lo hago sin fines de lucro, para pasar un buen rato escribiendo y que tú pases un buen rato leyéndolo. Así que si decides darme la oportunidad y leerlo desde ya te lo agradezco. La imagen de portada no es mía, créditos a su autor, del cual desconozco su nick.

Update 29-12-15: Por incoherencias cronológicas.

Capítulo 1: Mi mejor amigo.

Esos cálidos rayos de sol que se colaban por las aberturas de la madera lo despertaron, ese sería un día bastante agradable... eso dirían los demás.

Bostezando mientras se frotaba un ojo abrió la ruinosa puerta de ese galpón que le había servido de casa desde que tenía memoria. Caminó hasta el grifo que había a mitad del patio y como cada mañana se lavó sus manos y rostro allí, sólo con agua fría, el jabón era para otras personas.

Golpeó la puerta trasera de la casa y esa señora gorda con su inalterable rostro molesto lo recibió –¿Tienes hambre?– preguntó, y sin esperar respuesta se metió a la casa saliendo segundos después con un plato de impecable cerámica con algo de comida en él –Que luego no digan que no te alimentamos– murmuró antes de meterse en la casa –. No recibimos suficiente dinero del Estado por ese mocoso– fue lo último que le escuchó decir.

Se sentó en los escalones que había bajo la puerta y comió feliz, cuando no llovía podía comer disfrutando del sol en su rostro, que le calentaba el alma... No le gustaba nada ese galpón donde dormía, había insectos que le picaban brazos y piernas, y por las noches hacía mucho frío.

Pero era mejor que la calle...

Por eso debía sentirse agradecido...

Luego de comer y dejar el plato en el umbral de la ventana como le habían enseñado corrió hacia la calle, en ese pequeño patio no había mucho que hacer.

Un niño recogido de la calle, eso era él, se sentía muy mal por no recordar a sus padres, no sabía nada de ellos, ni como eran ni qué les sucedió, le habían dicho que murieron, que desaparecieron, que él era muy mal hijo y por eso lo abandonaron.

Muchas teorías... pero él prefería pensar que eran un par de policías, que luego de una investigación muy importante habían ganador poderosos enemigos, por eso se vieron obligados a separarse de su hijo por un tiempo... para protegerlo... Había visto esa trama una vez que en la casa estaban de buen humor y le permitieron mirar una hora de televisión con los hijos de la pareja.

Esos niños de siempre lo vieron pasar, a veces tenía suerte y no se topaba con ellos, había escuchado por ahí que eran esos días en los que ellos tenían escuela, no sabía que era eso, y por lo visto ese no era uno de esos maravillosos días.

Las risas y los insultos siempre acompañados de piedras comenzaron a llover sobre él. Y como siempre cubriéndose instintivamente la cabeza corrió lejos de ellos, pero él era más pequeño y sus delgadas piernas no eran rápidas...

Era débil, por eso no podía enfrentarlos...

Era lento, por eso no podía escapar...

Y era cobarde, por eso no podía dejar de llorar...

¿Por qué todos lo odiaban? ¿Por qué nadie le sonreía como a los demás? ¿Por qué era tan desagradable? ¿Por qué nadie lo protegía?

"¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?"

Logró sacarle ventaja a su menudo cuerpo metiéndose a un lugar abandonado por una grieta en la pared, exhaló aliviado habiendo perdido a esos niños... Pero las preguntas seguían en su cabeza mientras se colgaba del marco de la ventana mirando hacia afuera...

Todas esas personas, niños, adultos... ¿Cómo serían sus vidas? ¿Pensarían igual que él? ¿Sentirían miedo, frío o dolor de la misma forma que él? Realmente quería entender el mundo, pero era tan torpe con las palabras... ¿Habría otra forma de entenderlo?

Exploró ese lugar por casi una hora, pero no encontró más que polvo y algún mueble viejo con astillas que se clavaban muy adentro cuando pasaba la mano sobre él, también había arañas, muchas... y él les temía. Decidió salir y disfrutar del día, esos niños parecían haberse ido.

Caminó una vez más por las calles, observando con atención a los adultos, había algunos niños, pero iban de la mano con los que probablemente fueran sus padres, también había muchos autos, camiones, y demás vehículos que se veían peligrosos. Se detuvo frente a una calle como todos lo hacían, y cruzó cuando ellos cruzaron... Le parecía maravilloso que lo hicieran todos juntos, pero ninguno de ellos habló, ¿podrían comunicarse de una forma que no fueran palabras?

Al llegar a la zona comercial la cantidad de vehículos y transeúntes aumentó considerablemente, y como si fuera contra la corriente chocó con varias personas, algunas sólo lo miraban, otros le decían que tuviera cuidado, y otros lo insultaban. Le asustaba, se sentía en un mar de piernas implacables que lo arrastraban, al ver un pequeño callejón entre dos tiendas corrió hacia él, ganándose con esa acción un par de insultos más.

En ese lugar no había nadie, sólo un espacio vacío con algunas cajas y botes de basura. Era sombrío y no se sentía la calidez que en la acera, pero al ver a toda esa gente pasando rápidamente frente a él en ambas direcciones, le pareció un mejor lugar.

Se sentó apoyando su espalda contra una pared sin saber qué hacer, se aburría fácilmente, comenzó a observar el patrón de ladrillos frente a él, era lindo, quería seguir con el dedo una grieta, así que se levantó, pero en ese momento los tachos de basura cayeron estruendosamente haciéndolo gritar por el miedo y girar con lágrimas en los ojos.

De entre ellos vio emerger una cosita café, a medida que su miedo pasaba y se limpiaba los ojos con su brazo, la cosita tomó forma. Era peluda, tenía una cola muy graciosa que movía de un lado al otro, y podía escucharla jadear.

–¡Un perrito!– exclamó con su rostro iluminándose en una sonrisa llena de emoción, y corrió a abrazarlo, era uno de los pocos seres vivos que había visto últimamente que era más pequeño que él.

El resto de la tarde jugó, charló, y rió con él, claro que el perrito no podía hablar ni reír, pero incluso él podía darse cuenta de que era feliz a su lado. Por la noche regresó a la casa, esos niños nunca estaban afuera cuando el sol ya no se veía, y tenía hambre, mucha hambre.

De alguna forma logró que el perrito entendiera que no podía ser visto, así que lo encerró en el galpón suplicándole que no hiciera ruido mientras iba a pedir comida. Comida que le fue dada luego de un reto que no entendió, y la cual por supuesto compartió con su amigo.

Se quedó dormido abrazándolo, ese había sido sin dudas el mejor día de su vida.


Un mes después su amistad había pasado a otro plano, no sólo era su mejor amigo, era su compañero de aventuras y quien lo protegía de esos niños malos, y cada día le aseguraba que cuando sus padres regresaran por él, ambos irían juntos, vivirían en una linda casa y serían como hermanos. Sus padres también querrían mucho a su amigo.

Aunque aún deseaba saber qué pensaba su amigo, quería conocer sus historias, como fue su vida antes que se encontraran. ¡Sería genial poder comunicarse con otros sin palabras!

Entonces la tragedia sucedió... Esos niños atacaron donde más le dolía, a pesar de que lloró, pataleó, e intentó con todas sus fuerzas detenerlos...

Él aún era muy débil...

Aún era muy lento...

Aún era muy cobarde...

Saltó de ese puente sin pensarlo al ver como su amigo se hundía en el río sin poder hacer nada con sus patas atadas. Intentó gritar bajo el agua con todas sus fuerzas, pero sólo logró que el agua llenara sus pulmones, sus lágrimas se mezclaron con toda esa agua que lo rodeaba, y sus brazos y piernas perdieron fuerza de inmediato.

Todo su cuerpo dolía, estaba desesperado, abría la boca en busca de aire sólo para tragar más y más agua, pero lo más tortuoso era ver esa cosita marrón borrosa, hundiéndose rápidamente, ya sin moverse.

A pesar del ardor en sus ojos, no los cerraba, si lo hacía lo perdería de vista, y ya no habría posibilidades de encontrarlo.

Su conocimiento estaba casi extinto cuando logró atraparlo, sólo pudo abrazarlo haciendo acopio de las casi nulas fuerzas que le quedaban... Su amigo no se movía... y su mundo se oscureció de pronto...

¿Por qué le habían hecho eso? ¿Por qué no podía entenderlos? ¿Por qué nada en la vida tenía sentido para él?


Abrió sus ojos de pronto, estaba rodeado de agua, sin embargo era un lugar claro, y su pecho no dolía, podía respirar sin dificultad. Sintió algo tirar de su manga, y entonces observó a su amigo intentando arrastrarlo, quería llevarlo a un lugar... ¿Pero a dónde?

No podía recordar nada, no sabía como había llegado allí, sólo siguió las indicaciones del perrito, volviendo a desear poder entenderlo sin necesidad de palabras.

En medio del agua había una puerta blanca la cual su amigo rasguñó un poco, él comprendió el mensaje abriéndola como siempre lo hacía por las noches cuando él quería salir a hacer sus necesidades.

Entonces su amigo fue alegremente hasta atrás de él y empujó sus piernas con la cabeza.

–¿Quieres que entre?– preguntó obteniendo un ladrido y el movimiento de su cola como respuesta.

Le sonrió y dio un par de pasos hacia delante traspasando la puerta, sin saber que jamás volvería a verlo.

El lugar era oscuro, completamente oscuro, sin embargo pudo ver con claridad a la mujer que caminó hacia él. Su cabello de la misma oscuridad que el lugar tenía un lazo rojo que lo hacía resaltar, le pareció bonito.

–Entonces, ¿deseas poder saber qué piensan los seres vivos sin necesidad de las palabras?– preguntó directamente esa mujer que era apenas un poco más alta que él.

Su boca se abrió en sorpresa, esa señora sabía lo que él pensaba... Asintió varias veces –¡Si, eso quiero!

–Entonces lo tendrás– aseguró ella tomando sus manos mientras cerraba sus ojos rojos, sintió como si una serpiente se lo tragara... Pero claro, jamás recordaría aquello.


Despertó en el borde del río, había mucha gente sobre él, viéndolo y comentando cosas... Aunque sólo dos de ellos estaban moviendo sus bocas...

Pero había muchas voces...

Todo fue muy confuso... Esos para-médicos metiéndolo en una ambulancia, esos policías que aparecieron en el hospital después de un rato, esas voces... Eran muchas... Nunca había escuchado tantas.

Algunas hablaban de él, otras hablaban de otras cosas, cosas buenas, cosas malas, cosas tontas e inteligentes...

Se cubrió los oídos sin embargo las voces seguían allí... Esas voces jamás se callaban... Se sentía impotente, no podía hacer más que llorar.

¿Sus ojos siempre habían sido así de rojos?

Lo poco que pudo comprender en ese mar de palabras fue que la señora que cuidaba de él había hecho algo malo, la acusaron con una palabra rara y por algún motivo uno de los policías que lo visitaba le aseguró que no volvería con ella...

Ese mismo día lo trasladaron a un sitio, luego a otro y otro más, en ninguno de ellos pasó más de veinte días, no entendía nada de lo que sucedía, sólo que esas personas estaban cansadas, tristes, y algunas lo veían como una molestia.

Aproximadamente un mes y medio después, de la mano de una señora que decía ser "asistente social", pero estaba harta de ese trabajo que la obligaba a cuidar de niños que no llegarían a nada en sus vidas, llegó a algo que llamaban orfanato, su hogar permanente de ahora en más.

"Otro con esos ojos" escuchó decir al hombre que lo recibió, pero éste no había abierto su boca.

Y así fue como lo dejaron en esa habitación llena a reventar de otros niños, algunos de su edad, otros más pequeños y unos cuantos más grandes. Todos decían cosas... cosas hirientes, cosas tristes, cosas malas...

"Pobre chico..." escuchó a un lado de él, pero al girar no pudo ver quien lo había dicho.

"Se ve como un perrito asustado" el origen de esa voz si pudo determinarlo, era de un chico rubio que estaba sentado en la cucheta más alta con una sonrisa triunfal, no reparó en que sus ojos eran como los suyos propios, ya que se largó a llorar recordando a su amigo...

Nunca lo olvidaría...

Continuará.

Hola gente, dije que no volvería a escribir, no cosas largas y aquí estoy con algo que piensa ser un long fic... Y uno largo u.u

Después de escribir uno tras otro "angst" que quedaron en archivos a medio escribir en mi máquina, decidí explorar el terreno de los tres hermanitos, la idea es que cada capítulo vaya contado desde la óptica de cada uno de ellos, desde su niñez, pasando por lo sucedido en la serie. Quiero contar las cosas que no se vieron, por eso no me extendí demasiado con la historia del perrito, no quería hacerlo muy trágico... La intención no es hacer llorar a nadie.

Aclaro que sólo he llegado a leer lo que hay en inglés del manga, lo que hay traducido de las novelas (hasta parte del volúmen 3), y el anime con subtítulos en inglés de los cuales sólo se veía la mitad superior de las letras (así que no entendí un cuerno). Por lo que puede que cometa errores, aún así mi idea es documentarme bien antes de cada capítulo, pero aún así quedan advertidos, no duden en avisarme.

Comencé con Seto, porque mucho Kano y Kido y nada del pobre "chico rana" que me parece un personaje adorable con una historia muy muy triste.

Tiempo de escritura: 1:30 aprox. (Antes escribía más rápido, pero perdí la práctica).

Espero que les haya gustado, y espero poder publicar el siguiente pronto.

Por cierto, feliz navidad :D

Saludos.

Trekumy.