AVISO: Este fic participa en el Reto#7: "Desempolvando retos" del foro "Hogwarts a través de los años". Reto especial: "De batallas, héroes caídos y cumpleañeros". [Batallas]
DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.
HIJO DE LA DERROTA
"Me he convertido en la Muerte, destructora de mundos".
Harry era incapaz de recordar de dónde había sacado esa frase, pero no podía ser más acertada. Así se sentía él: un asesino. Tiempo atrás, creyó que la mala suerte lo seguía allá donde fuer, pero al final lo había comprendido: era él. Él había traído la desgracia a todo aquel que se atrevió a quererle.
Primero habían sido sus padres, asesinados por intentar protegerlo.
Después su padrino, Sirius, encarcelado en Azkaban por un crimen que no cometió y asesinado porque Harry había sido demasiado estúpido como para reconocer que estaba cometiendo un error.
Dobby, cuyas últimas palabras habían sido "Harry Potter". ¿De qué le sirvió la libertad? La única elección que pudo hacer fue la de ser libre para morir.
Pensó en el cadáver de Fred sobre el frío suelo, rodeado por su familia. Los Weasley habían perdido a un hijo, a un hermano, por luchar en un guerra que ni siquiera era suya.
La siguiente imagen que le vino a la mente fue la de Remus y Tonks; sus cuerpos sin vida unos al lado del otro, sus manos extendidas, como si intentaran tocarse por última vez. Ya no podrían hacerlo. Se imaginó a Teddy con su abuela, demasiado pequeño para entender por qué sus padres no volverían a casa nunca más.
Esa era la esencia de ser el Niño que Vivió: para que él sobreviviera, otros debían sacrificarse.
Y allí, vagando entre las ruinas de lo que una vez fue Hogwarts, Harry Potter se preguntó si alguna vez dejaría de oír las voces de los muertos en su cabeza, susurrando una palabra: "asesino".
