— Maldición.- Despotrica viendo la carta en sus manos.
Tenía muy poco tiempo para desalojar el lugar. Entro al pequeño departamento, arrugando la carta con su mano libre. Ella no va a rogar, iba a empacar las pocas cosas que le quedaban y se iría de ese lugar. Tras cerrar la puerta tras ella se dirige a su habitación. Saca una maleta que en realidad era muy costosa y empaca en ella sus ropas y algunas joyas que aún no ha vendido, entre ellas su más apreciado tesoro. Una cadena en forma de luna llena con su nombre grabado en ella. Era de oro puro, pero eso no le importaba, si no que era el último regalo que su abuelo le dio antes de morir.
Suspiro antes de guardar la cadena en su bolsillo del jean negro que llevaba puesto. Saco el poco dinero que le quedaba del armario. Lo conto. No le alcanzaría más que para otra semana. Se maldice a si misma por no haberse llevado más dinero que eso. Ella era rica, de seguro pudo a ver sacado más dinero si todo lo hubiera hecho con tiempo.
Cerro la maleta algo enojada, era el tercer lugar que tenía que irse este mes, así el dinero menos le iba alcanzar. Salió del edificio que en realidad no era un hotel cinco estrellas. Hace un par de semanas atrás Malia no podría llamar eso ni siquiera un lugar habitable.
Tal vez camino un par de minutos u horas, no sabría decir, al alzar la mirada se dio cuenta que ya era noche, no había encontrado un lugar para dormir esa noche sin decir tampoco que no había comido nada. Estaba empezando a creer que escapar no había sido buena idea. Se sentó en una banca de un parque. Estaba hambrienta, cansada y con sueño. Miro su reloj. Eran las 20:04, de seguro sus padres estaban en casa cenando, ella podría llegar y hacer como nada, a sus padres tampoco les importaría con tal de que ella se case… con él. ¡No! Definitivamente volver no es una opción.
Conto de nuevo su dinero, se dio cuenta que solo puede tener una cosa, o comer o pasar una noche en una cama. Comer será. Se levanta de la banca y vuelve a caminar arrastrando su maleta de ruedas. En realidad estaba harta de caminar, cree que lo que más extraña en realidad es su auto último modelo. Siempre fue la envidiada en la universidad por ese auto, claro, después de que ella tenía "el mejor novio de todo". Ese último solo era una ilusión.
Sacudió la cabeza, no quería recordar ahora los motivos de porque estaba huyendo. Dio un paso adelante, para cruzar la calle, la mala suerte estaba con ella todo ese maldito día. Un fino auto negro la golpeo en su muslo. Ella gimió de dolor, su maleta de ruedas quedo olvidada en el suelo cuando paso sus manos al muslo, el dolor invadiendo todo su cuerpo.
— ¿Qué demonios te pasa?- Le grita al que conducía. Malia mira como un chico sale del auto, de la parte trasera de él. Por un momento se olvidó del dolor que aun palpitaba en su muslo.
— ¡Lo siento tanto!- Exclama el chico, tal vez de unos 23 años. Se acerca a ella, y Malia se queda paralizada apretando su muslo. ¿Por qué este chico la hacía sentir así? — Es nuevo chofer y es algo torpe, al parecer no te vio.-
Alza una ceja. Entonces él es un chico rico, lo puede deducir al ver su cara ropa y el auto, y obvio, porque él tiene chofer. Aun con dolor Malia da unos pasos atrás, el chico la ponía algo nerviosa con su cercanía.
— Diré a tu maldito chofer que se valla al demonio.- Habla por fin, su voz un poco más ronca de lo normal.
El chico ríe un poco y asiente con la cabeza. — Creo que ya te oyó.- Sus hermosos ojos chocolates dejan de mirar los de Malia, para ver el muslo donde el auto la golpe y ella aun sostenía con una mano. — ¿Estas bien?- Ante su pregunta el parecía de verdad apenado y preocupado.
Se encoje de hombros. — Voy a estarlo.- Baja la mirada a su muslo, no quería seguir viendo al chico frente a ella.
— ¿Segura? ¿Quieres que te llevemos a una clínica?- Seguía hablando el chico, Malia se preguntó cuál sería su nombre.
Negó con la cabeza. — Estoy bien, solo necesito.- Recorrió con sus ojos el lugar y no encontró su maleta. — ¡Mi maleta!- Grita, en esa maleta tenía el dinero. Con dolor aun surculado en su pierna Malia se agacha y busca la maleta hasta debajo del auto.
El chico la mira extrañado mientras ella se ponía de nuevo en pie. — No eh visto ninguna maleta.-
Malia se mordió la lengua para no empezar a decir groserías. ¿Dónde pudo ir una maleta? Oh Dios, adiós a su cena. Con frustración se sentó en el borde de la acera. Ahora no tenía ni dinero ni ropa. La única opción que le queda aún, para no vivir como una indigente el resto de su vida, es volver con sus padres y casarse con él. Como odiaba esa idea.
— ¿Estas bien?- La misma pregunta sale de la boca del chico.
— ¡No!- Malia grita, el enojo y la frustración saliendo a flote. Cuando ella mira los ojos de él puede notar que se sentía mal y tal vez hasta culpable. Ahora ella fue la que se sentido mal. — Lo siento.- Susurra. — Es que mi día ha sido del asco.-
El chico se sienta con pasos torpes al lado de ella. — Te entiendo, el mío tampoco ha sido el mejor.-
No le cree. Él no había escapado de casa y quedado sin dinero, de seguro si había comido. Arg. No lo puede negar. Ella era una chica rica antes, lo tenía todo, ¿Por qué lo dejo todo atrás? Fácil. Por su maldito corazón. ¿Por qué tenía que enamorarse? Ese sentimiento solo trae problemas al mundo.
— Lo dudo.- Dice Malia, acariciando su muslo aun adolorido.
El chico ríe. — Vale, ¿Por qué no me dejas llevarte a cenar y ponerte una venda en el golpe?-
Era una propuesta tentadora. Estaba muriendo de hambre, y al verlo no parece un loco psicópata. Lo mira con las cejas alzadas. — ¿Tu madre no te enseño a no aceptar invitaciones de desconocidos?- Comenta ella con una pequeña sonrisa. Quería bromear un poco, para aligerar los nervios que ese chico le provocaba.
— Tienes razón.- Estira su mano hacia ella. — Me llamo Stiles.- Malia recibe su mano. ¿Stiles? ¿Qué clase de nombre es ese? — ¿Ves? Ya no soy un desconocido.-
Malia ríe. — Soy Malia.- Cuando el suelta su mano ella siente un hormiguero. Su piel era cálida contra la de ella.
— Okay.- Stiles se levanta. — Ahora que ya no somos desconocido, podemos ir a mi departamento a comer.- Malia lo mira con atención, él era tan guapo.
¡Malia no pienses en eso! Se regaña mentalmente. — De acuerdo, pero no pienso entrar al auto con el chico que me atropello.-
Stiles mira atrás, el chofer los miraba realmente apenado. — Bueno, podemos ir en un taxi.-
Malia asiente. — Es lo más apropiado.- Se levanta del duro cemento. Stiles la ayuda agarrándola de la mano, de nuevo ese calor paso por su cuerpo. ¿Qué le pasaba? Nunca antes había sentido algo así.
— Puedes apoyarte en mí.- Habla Stiles. Malia no tiene más opción, pasa su brazo por los hombros de él, y cuando Stiles pasa su mano por su cintura ella siente su estómago dar un revuelco. Su tacto era tan… Concéntrate Malia.
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El apartamento de Stiles estaba lejos, muy lejos de donde ellos se encontraban. Los dos estaban atrás, no hablaron más, no se conocieron más, lo cual desilusiono un poco a Malia. A ella le gustaba tanto oír su voz.
No sabe con exactitud cuándo fue que ella se durmió. Ella descansaba en el sofá que se notaba era muy costoso de él. ¿Cuánto había dormido? ¿Cuándo habían llegado? ¿Quién la bajo del taxi? Su cabeza se llenó de miles de preguntas. Miro al alrededor de ella. Era un apartamento muy grande. Las paredes blancas combinaban con los muebles negros y grises del lugar. Un gran televisor pantalla plana frente de ella, en el pudo ver su reflejo. Estaba hecha un asco.
Se restregó los ojos, se sentó en el sofá y miro el lugar en busca ahora de Stiles. No estaba. Bajo un poco la vista solo para encontrarse con una foto en la mesita al lado del sofá negro. Agarro la foto entre su mano. Era Stiles, con una chica rubia-fresa al lado de él. Otro sentimiento que Malia odiaba lleno su pecho. Lo más seguro es que la chica era su novia.
Suspiro irritada con ella misma. No debía sentir esto, ella no conocía a Stiles, ella no debería sentir nada, nada más que enojo con él porque su maldito chofer la atropello, bueno, casi.
Malia puede oír una puerta abrirse y cerrarse, ella puede ver salir a Stiles de una habitación, ya no vestía su cara ropa, no, ahora tenía un camisa blanca que se pegaba a su pecho y unos pantalones que parecían más cómodos que los que llevaba antes. Qué bonita forma de vestir cuando tiene invitados.
— Que bien, ya despertaste.- Una sonrisa se extiende en el rostro de él.
Lo mira, sus cejas se juntaron en un gesto de confusión. ¿Cuánto había dormido acaso? Deja la foto en su lugar, se levanta del sofá e intenta evitar su mirada a toda costa.
— ¿Qué hora es?-
— Las 22:04.-
— Oh.-
No sabe con exactitud cuántas horas durmió, cuando estaba en la calle no tenía ni la menor idea que hora era. Estas últimas semanas ella ha estado algo desorientada con los horarios. Lo miro unos segundos, estaba parado frente de ella, con una encantadora sonrisa amable en su rostro. El silencio se hizo presente, y este no le incómodo.
— La cena ya está.- Entonces el habla. Malia parpadea para concentrarse en sus palabras y no en los ojos hipnotizaste de él. — No soy muy bueno en la cocina he de confesar, pero se hacer pasta. ¿Te gusta la pasta?-
Asiente. — Si, gracias.- Agradece siendo sincera, el no tenia en realidad que cocinar para ella, fue el chofer de el quien casi la mata.
Él se acerca, lo suficiente para que Malia pueda oler su colonia francesa costosa, la que su padre usaba por obligación de su madre, decía que eso hacia parecer más joven. Eso es estúpido. No por una colonia vas a ser más joven.
— ¿Pasamos a la mesa?- Pregunta tan formal, siendo elegante como cuando a Malia la obligaban a participar en invitaciones de alta sociedad.
Ella quería decirle que parara, dejara su elegancia con ella, pero en vez de eso solo se encogió de hombros. Stiles la agarra de nuevo en la cintura, delicadamente. Malia podía acostumbrarse a su tacto. Se dirigen a la mesa que estaba junto a una gran ventana, se podía ver gran parte de la ciudad. Es hermoso. Se sentó algo difícil, la molestia en su muslo aun palpitando.
El chico sirve la pasta, a Malia se le hizo agua la boca cuando vio la comida. De hecho parecía que en realidad sabía cocinar pasta. Y el sabor era aún mejor de lo que parecía, lo mastico lentamente al principio, disfrutando al sabor del queso y la salsa boloñesa. ¡Él podría hacer un restaurante y seria todo un éxito!
— Entonces…- Malia levanta la mirada para verlo, la boca llena de comida, en realidad no le importa sus modales ahora, ella estaba muriendo de hambre. — ¿Qué hacías en la calle tan tarde y con una maleta?- Era notable la curiosidad que el tenia.
Hay estaba. Ya era tiempo de las preguntas y respuesta incomodas. ¿En realidad ella tenía que decirle toda la vedad? No, podía omitir todas las cosas que quisiera y así no pareciera una loca. No tenía ganas de oír burlas ahora. Y menos oírlas de él. Come otra cuchara de pasta, evitando unos minutos más la respuesta de esa pregunta.
— Hui de casa.- Responde, su noto saliendo más seco de lo que pretendía.
Los ojos de él se abren demasiado, debe ser muy sorpresivo tener a una chica de 20 años que huía de casa. Eso la convención para no decirle porque huyo. Los motivos nunca son necesarios.
— ¿Po-porque huiste?- Ella no puede evitar sonreír un poco ante el tartamudeo de él. Se veía tierno.
— Ellos querían controlar mi vida.- Se encoje de hombros, toma un largo trago al jugo que él le había servido.
Ahora es el quien sonríe. — Entiendo.- La mira directamente a los ojos, ella intenta evitarlo. — Pero, ¿dejaste todo atrás por eso?-
No fue solo por eso. Ella no quería hablar de la verdad, la verdad era mala, no hay nada mejor que bonitas mentiras. Tenía experiencia sobre eso, había vivido casi toda su adolescencia en una bonita mentira que su exnovio inventaba ante sus salidas desconocidas. O la mentira de toda su vida sobre sus padres. Si ella nunca hubiera enterado de la verdad, ella aun seguiría siendo una niña rica con sus amigos burlándose por detrás. Pero eso estaba bien. Eso se acostumbra cuando eres de una familia con dinero y poder.
— Claro. No podía volver a la universidad, mis padres me encontrarían, tampoco es que extrañaría a mis "amigos".- Su voz se vuelve a una de desprecio cuando dice amigos. Ella estaba sola ahora mismo.
Sus ojos se centran a la ventana al lado de ella, la ciudad ya estaba por completo iluminada, con sus grandes rascacielos y edificios. New York era una de las ciudades más bonitas que ella ha estado, y mucho más grande que su pueblo natal.
— Right. ¿Dónde te quedas a dormir? Puedo llamarte un taxi para que te lleve.- Los ojos de él aún seguían pegados a ella. Eso la incomodo un poco, solo un poco porque no podía hacer lo que ella estaba pensando hacer con él.
Niega con la cabeza, más para alejar esos pensamientos que decirle a él no llame un taxi.
— No tengo donde quedarme, eso de llamar taxi no servirá para nada.- No sabe porque, pero su voz salió demasiado suave cuando ella quería ser ruda en realidad.
Stiles se rasca su nunca, de seguro apenado al darse cuenta que ella era ahora una indigente. No le gustaba la lastima, pero por lo menos gracias a la lastima y culpabilidad que el chico sintió ella comió.
— Mira, estoy bien.- Dice ella, dejando el cubierto en el plato vacío. — Ya me iré, gracias por la comida.- Se levanta de la mesa, pone demasiado peso sobre su muslo lastimado y ella cae de nuevo en la silla que había intentado levantarse. Ahora se sentía como una estúpida al ver la cara preocupada de él.
Stiles se levanta y agacha enfrente, su rostro a unos centímetros alejado al de ella. El traga en seco antes de concentrarse, y mirar donde la mano de ella descansaba, justo en el golpe que el auto le había dado.
— ¿Estas bien?- Pregunta, sus ojos mostrando sincera preocupación y no lastima.
— Si, lo estoy, solo me duele un poco.- Malia soba la herida encima de la tela del jean oscuro que portaba. No era poco, era mucho dolor, pero es completamente normal, después de todo fue un auto quien la golpeo.
Se estremece cuando el toca su muslo con las yemas de los dedos. Malia aguanta la respiración. Su mano irradiaba calor hacia ese lugar, se sentía como si no tuviera la estorbosa tela del jean impidiendo que el tocara su piel.
Respira Malia, controla tu respiración.
— Espera.- Stiles se levanta y desparece por una habitación, la cual Malia supone debe ser su habitación.
Suspira aliviada al sentirlo lejos, la cercanía del chico la hacía sentir extraña, sentimientos que nunca antes había sentido en sus 20 años. Tal vez en eso tenía culpa que ella siguiera siendo virgen.
El regresa en su mano un botiquín de primeros auxilios, y en la otra una falda. Eso le pareció extraño a Malia.
— Tu jean está manchado de sangre, puedes usar esto.- Le pasa la falda la cual ella agarra algo extrañada. ¿Por qué él tenía una falda en su casa? ¿Es de su novia?
Antes que ella pudiera siquiera decir algo él ya la sostenía de la cintura y la ayudaba ir al baño, el cual era enorme, con tina incluida.
— Vale, cámbiate, yo buscare algunos vendajes.- Es casi como una orden. Malia pone los ojos en blanco, cierra la puerta del baño.
Se mira en el espejo. Su rostro mostraba mucho lo cansada que estaba. Suspira antes de deshacerse de su jean que estaba un poco roto donde estaba la herida. La sangre salía de un corte en su muslo, era pequeño, de seguro la placa del auto fue el culpable de eso.
Se coloca la falda, no era para nada su estilo. Color rojo, cuadrada y demasiada corta. Nunca en su vida usa falda. Acaricia su muslo mientras se sienta en la taza del baño. No había sido fácil eso de quitarse el jean, la había dejado algo cansada. Su pierna además del corte tenía un gran morado. En serio no pudo conocer en un peor momento a Stiles.
Abre con suavidad la puerta del baño cuando ella se convence esta lista para enfrentar al chico. Él no se da cuenta, estaba de espalda a ella y mantenía una fuerte conversación por teléfono.
— ¡Claro que no se lo pediré a ella!... La acabo de conocer por eso… ¿Estás loca? Va a pensar que soy un loco… Si… Es linda, si… Deja de hablar como su fuera a comprar una nueva casa... Vale lo pensare, adiós.-
¿De qué estaba hablando? Malia no entendió nada de la conversación que el mantenía. Colgó y dejo el teléfono en la mesa –La cual ya no tenía platos-, se gira para encontrarse con los profundos ojos chocolates de ella.
— Hey.- Habla acercándose a ella. La ayuda a sentarse en el sofá. Cuando él la mira directo a los ojos, Stiles se sonroja. Eso parecía sumamente raro ¿Por qué se sonrojaría? — Esto puede ser un poco incómodo, pero tengo qu-que tocar tu pierna… Ya sabes, para limpiar la herida…-
— Stiles, no me importa.- Lo interrumpe. — Solo hazlo.- Quería que todo esto se acabara pronto, ya no quería sentir dolor, ni tampoco ese hormiguero donde el toca.
Stiles asintió y con movimientos torpes el pasa el algodón con agua desinfectante en la herida. Muerde su labio inferior fuerte, la herida ardiendo. Poco a poco el ardor se pasó, ahora ella seguía concentrada en los dedos de Stiles tocando su piel expuesta. Ahora saca una venda y la ata por el muslo de ella. Ya estaba, él había terminado, ahora se supone el debería dejar de tocarla, pero no lo hace. Sus dedos siguen acariciando la piel suave de ella.
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué ella no lo paraba? ¿Por qué maldita sea, se sentía tan bien?
— Stiles…- Susurra. Él se aparta en un movimiento apurado, como si se acabara de dar cuenta que estaba haciendo.
Malia no quería que se alejara, no, ella quería más. Respira hondo para aclarar sus pensamientos.
— Es mejor que me valla ya. Gracias por todo.- Se levanta esta vez lentamente, sin querer que su pierna doliera otra vez.
Stiles también se levanta, él era un poco más alto que Malia. — Espera.- La detiene de su camino. — Malia, tengo una propuesta para ti.-
¿Una propuesta? Alza una ceja, incitando al chico para continuar.
— Vale, yo que todo esto va a sonar muy loco, y créeme, entiendo perfecto si me quieras golpear…-
— Stiles, dilo ya.- No le gusta cuando el empezaba a balbucear.
Suspira. — Quiero que seas mi esposa.-
Los ojos de Malia se abren mucho, sorprendida ante lo que el acaba de decir. — ¿¡Que!?- Lo mira como si estuviera loco.
— ¡No es lo que parece! Seriamos esposos de mentira.-
Eso no explicaba mucho. Ella lo mira como si estuviera loco, lo que decía no tenía sentido. ¡El acababa de conocerla para pedirle ser su esposa!... de mentiras.
— ¿Sabes que creo? Que estas mal de la cabeza.- Da un paso atrás, alejándose de él.
— Lo sé, yo sé que debes pensar que estoy loco.- Ella asiente. — Pero juro que tengo una buena razón, sol-solo déjame explicarte.-
No parecer buena idea dejar que un chico explique porque quiere casarse con ella. La situación en realidad parecía algo divertida, ¿Por qué no? Ella tiene todo el tiempo del mundo para oírlo. Para estar a su lado unos minutos más.
Malia se vuelva a sentar, esperando que el chico empezara a hablar.
— Vale.- Él se sienta en la mesa de café, al frente de ella. — Mi abuelo murió, y para que su único nieto, yo, pueda heredar todo tiene que casarse.- Suspira. — Si no me caso toda la herencia pasara a su protegido.- Malia puede sentir que "el protegido" no es del agrado de Stiles al ver su cara. — Le dije a mi familia que me había casado… Hace dos meses atrás…. Ahora tengo que volver con una esposa para que me den mi herencia.-
Herencia. Esposa. Protegido. Abuelo. Familia. Malia procesaba todo muy rápido, ella sabía muy bien de eso, hace no mucho tampoco su abuelo se murió. La herencia había pasado por completo a ella, pero sus padres hicieron un trato, ella no podía manejar el dinero de su abuelo, ni las inversiones de la empresa hasta que fuera mayor de edad. Ella cumpliría los 21 años en dos meses. Eso no lo había pensado antes de escapar.
— Pensé que me iba a casar.- La voz de él la vuelve de nuevo a la realidad. — Pero mi novia… exnovia me dejo. Ahora no tuve más tiempo hasta ahora de buscar una esposa para mañana.-
Todo lo que él decía parecía la locura más grande del mundo. Pero entendía. Ella sabía sobre todo eso. Malia acaba de escapar de un matrimonio… ¿Y ahora otro chico le pide lo mismo? Nadie podía tener más mala suerte que ella.
— ¿Para mañana?- Malia se encuentra preguntándole, no podía negar la curiosidad que tenía ante la situación del chico.
— Mañana viajare a mi pueblo natal, para presentarle a todos mi esposa y heredar todo lo que me corresponde.- Parecía triste.
Parecía injusto eso. Todo le correspondía a él, no al "protegido", nadie conocía mejor la injusticia que ella. Malia Tate no debería estar pensando en esto, pero Stiles necesitaba ayuda, y el en serio la ayudo mucho hace pocas horas atrás.
Más tarde ella tendrá que matarse por preguntar esto. — ¿Y yo que gano si te ayudo? - Recordatorio: golpearme con una pared más tarde.
Stiles alza su rostro, un brillo de esperanza cruzando sus ojos. — Cuando herede tendré mucho, mucho dinero, puedo pagarte todo el dinero que quieras, no tendrás que volver con tus padres nunca más.-
Eso sonaba realmente tentador. Venganza. Se podrá vengar de él cuando tenga dinero, dinero que no será de sus padres… si no de su esposo.
— Si, de acuerdo, lo hare.- Intento disimular su emoción con una expresión fría.
El chico sonríe, una muy enorme sonrisa, salta de la mesa donde estaba sentado y da un pequeño grito de emoción. — ¡Si! ¡Gracias, gracias, gracias!- Le da un furtivo abrazo, uno que ella no respondió porque estaba sorprendida.
No era para tanto, solo heredara, ella había ya pasado por eso, no era tan divertido como creerían algunas personas.
— Espera.- Habla Malia, alzando un dedo para que el parara de su palabras agradecidas. — ¿Me tengo que acostar contigo?-
— ¡No!- Exclama Stiles con los ojos muy abiertos.
No sabría decir si eso la alivio o la decepciono un poco. Suspira. — Bien.-
Stiles se relaja un poco. — Deberíamos ir a dormir. Mañana en la tarde nos iremos, en la mañana nos casaremos.-
Cuando dice eso pareciera tan real. Ella había aceptado una locura total. Pero ya no podía arrepentirse, aun no era tarde, pero ella tenía palabra, y también porque quería ayudar al chico.
Asiente, Stiles la ayuda a levantarse y la lleva a una habitación, él dice que estaba cerca a la de el por si necesitaba algo.
— Gracias.- Susurra Malia, antes de cerrar la puerta de la habitación antes que pudiera decir algo más Stiles.
La habitación era enorme. Una cama en la mitad, dos mesitas de noche a cada lado con sus lámparas, un televisor enfrente de la cama y dos puertas, que Malia imagina deben ser el baño y el armario. Eso le recordó que ella no tenía ropa, toda la había perdido junto a su maleta.
Mala suerte Tate.
Se recuesta en la cama, era tan suave y blanda. Ella no recordaría cuando fue la última noche que durmió en una cama con sabanas de hilos egipcios, almohadas con plumas, y colchón tan suave como el algodón. Ella no demoraría en acostumbrarse de nuevo a esto.
Toda la habitación olía a canela con manzana, era un olor relajante. Respiro hondo, llenado sus fosas nasales con la canela, la cual le recordaba a Stiles.
Stiles.
Ella se iba a casar con el chico y ni conocía su apellido. Ellos en realidad no se conocían para nada. Tendría que hablar de eso con él, era obligatoria conocerse o su mentira será descubierta en realidad muy rápido.
Saca la cadena de sus sostén –Tuvo que dejarlo hay cuando se quitó el jean donde lo tenía.-, esa pequeña joya era lo único que le quedaba de su familia. Ahora tendrá otra, que aunque sea falsa, para los demás será real.
— ¿En qué te has metido, Malia?-
Esta historia no es mía, bueno, de hecho sí, pero yo na la escribí, fue un regalo de una amiga, pero estaba en inglés y yo la traducir para compartirlas con ustedes. ¿Qué les parece? ¡Yo la amo! (Eh notado que digo que amo muchas cosas, jajaja)
Vale, comenten para saber si creen debo continuar en traducir.
Saludos: Melisa.
