Es parecido, pero me niego a que sea.

Mogami Kyoko , había crecido como persona a través de sus personajes, había interpretado y sentido los sentimientos de sus personajes como si fueran los suyos propios. Pero había uno que simplemente no podía expresar, en el pasado, siempre que trataba de actuarlo salía con una especie de falsedad que simplemente daban ganas de llorar, ahora era mejor pero no transmitía ni la más mínima sensación.

Era aquel sentimiento que estaba a punto de florecer cuando lo perdió, el cual Sho lo destrozó sin el más rastro de compasión, ese sentimiento de que pudo haber llegado a ser puramente amor, se desvaneció, convirtiéndose en odio y desprecio a la persona la cual había triturado sus sueños de cuentos de hadas, de lo que comparten príncipes y doncellas, el sentimiento más importante para el ser humano.

Se sentía hueca tan solo pensarlo, como un hada a la cual le habían arrancado sus alas sin haber volado antes y las cuales nunca más crecerían. Nadie podía hacerla sentir mejor o reparar el daño, pero ahí estaba su sensei, el actor numero uno de todo Japón, Tsuruga Ren.

Era indescriptible el afecto que le tenía, era la persona que más admiraba y deseaba serle útil, tal vez algún día la podría ver como una potencial compañera de elenco, con su mismo nivel en el mundo de la actuación.

Kyoko siempre se sentía segura a su lado, la llenaba de una sensación pura e inocente que la hacía volar, que le hacía sentir como si una parte de ella estuviera creciendo, abriéndose y saliendo a la luz del mundo, pero no eso no era más que su sentimiento de admiración hacía su sensei, lo que ella llego a creer que sería la experiencia más cercana al afecto y al amor. Parecido, se decía, pero no lo era, no podía serlo, no de una persona rota como ella.