"De los sonidos extraños"
Un extraño se vuelve tú amigo.

BY: Ness Vallot

Draco M./Luna L.

Y nuestra historia comienza con los mismos sucesos de hace tres días y de los que Luna ya se había dado cuenta. Ella, como de costumbre, iba a alimentar a los thestrals en pijama, a las siete de la mañana y con su bolso lleno de carne cruda que se encargaba de ir a recoger a las cocinas del castillo cada noche. Era el quinto año en Hogwarts y ya estaban a punto de salir de vacaciones de navidad. Solo faltaba una semana y media.

-Vamos, bonito. –Llamó Luna con voz cariñosa al thestral más pequeño- Acércate y come.

El pequeño animal, que en realidad no era tan pequeño, se acercó dando traspiés hacía donde estaba el brazo extendido de Luna, con un filete crudo colgando de su mano. Cuando de repente se escuchó el sonido de una rama rompiéndose proveniente del mismo árbol de siempre, el "de los sonidos extraños" según ella misma lo había denominado antes de que descubriera de que, o más bien de quien, se trataba.

Luna ni siquiera mostró que había escuchado algo fuera de lo normal y siguió alimentando a los thestrals, aunque una sonrisa picara se había formado en su rostro.

Al terminar de alimentar a cada uno de los thestrals, Luna tomó su bolso del suelo húmedo y se lo colgó atravesando su pecho. Sonrió una vez más hacía los grandes animales alados, acarició al más pequeño y caminó, casi danzó, de nuevo hacía el castillo, sin mirar siquiera hacía el árbol "de los sonidos extraños" donde un chico de ojos grises y cabellos rubios la observaba con demasiada curiosidad.

Draco Malfoy se estaba limpiando la túnica donde se había ensuciado de fango gracias al tropezón que se llevó al tratar de ver a Lovegood más de cerca. La obsesión que tenía por esa escuincla ya le estaba cansando a tal grado que cada vez quería acercársele más. Sonaba extraño, él lo sabía. Pero pensaba que si tal vez se convertía en su amigo o le hablaba, ya no se sentiría tan atraído hacía ella. Porque no le gustaba del todo sentirse así, vulnerable. Y menos hacía una de las amigas de Potter, suerte al menos, de que no era la Granger.

Luna tenía algo que a él le gustaba mucho y no sabía del todo que era. Tal vez su forma de ser. Era siempre tan distraída y amigable con todos, tan sincera y tierna. Tan amable. Hasta con esas criaturas que él no lograba ver. Los thestrals. Y era, definitivamente, lo opuesto a él. Y definitivamente, también le encantaba.

-¿En dónde habías estado, Draco? –preguntó Pansy cuando el Slytherin se sentó junto a ella en el Gran Comedor.

-En ningún sitio –contestó Draco, sirviéndose de todo lo que tenía enfrente. Pansy le dirigió una mirada resentida pero ya no dijo más.

Mientras, Luna podía sentir claramente como Draco Malfoy la miraba desde la mesa de Slytherin. Pero ella sabía que tenía que estar pendiente de su comida por si alguna criatura extraña quería echarle alguna cosa rara en sus alimentos y no quería estar luego llena de manchitas como cuando era pequeña. Aunque también sentía ciertas ganas de levantar la mirada y sonreírle. Draco era un chico lindo, un poco arrogante pero lindo, además ella sabía perfectamente que esos ojos grises la espiaban todas las mañanas mientras ella se encarga de alimentar a esas criaturas tan maravillosas que son los thestrals. Y tenía que admitir que eso la halagaba mucho, después de todo a ella siempre le había gustado Malfoy un poco.

Al siguiente día, y al siguiente, y el que iba después de ese también, Draco había ido de nuevo a observar a Luna alimentar a los thestrals y cada vez se sentía más presionado. Había tomado la decisión de hablar con Luna antes de las vacaciones de navidad, y para eso le quedaban solamente cinco días. Pero no sabía cómo acercarse, se sentía tonto al sentirse intimidado por una chica que hablaba con animales que solo veían las personas que han presenciado la muerte. Pero es que quería hacerlo, en verdad que quería ser amigo de esa chica, amigo o… tal vez después algo más. Draco puso los ojos en blanco por ese pensamiento y azotó su cabeza contra el árbol.

En ese momento Luna acariciaba al más pequeño de los thestrals, ese era su favorito. Tenía un color oscuro pero como aperlado y unos ojos plateados que le encantaban. Eran atentos y cuidadosos, pero cuando se enfadaba tenía una mirada que le recordaba mucho al chico que se escondía detrás del árbol "de los sonidos extraños".

-¡Hola, Luna! –saludó Hagrid cuando ella ya iba de camino de vuelta al castillo, justo iba pasando frente a su cabaña, pero parecía que Hagrid venía del bosque.

-Hola, Hagrid –contestó Luna y se acercó hacía él- tienes unos cortes muy feos en las mejillas, deberías curarlos. –comentó la chica y sacó de su bolso uno de los filetes crudos que le quedaban- Ponte esto, tal vez ayude.

-Oh, gracias Luna –dijo Hagrid sorprendido y tomó el filete que Luna le ofrecía.

-No hay problema –respondió ella y siguió su camino alegremente.

Draco que había oído y visto todo desde su árbol, no pudo evitar sonreír. Esas eran las cosas que le gustaban tanto de la Ravenclaw.

-¡Harry! –exclamó Luna cuando se topó con él entrando al castillo.

-¡Luna! –Se sorprendió él -¿qué haces a esta hora levantada?

-Siempre madrugo, Harry –contestó ella encogiéndose de hombros- a los thestrals les gusta desayunar a las siete de la mañana en punto.

-¿Alimentas a esos animales? –cuestionó Harry con una mueca de preocupación, no estaba seguro si por la salud física de su amiga, o de su salud mental.

-Sobre todo al más pequeño, son tan adorables.

-¿Adorables? –cuestionó una voz a la espalda de la chica, Harry enseguida levantó la mirada y frunció el ceño. Luna volteó lentamente para encontrar la mirada de Malfoy.- ¿Piensas que esas cosas son adorables?

-Nadie estaba hablando contigo, Malfoy –espetó Harry dando un paso hacia adelante.

-Tampoco yo te hable a ti, Potter.

-Tranquilos, ¿de acuerdo? –pidió Luna con voz calmada y luego dirigió sus brillantes ojos azules hacía Draco- Y en realidad si pienso que son criaturas adorables, tú debes pensar lo mismo, ¿no?

-¿Yo? –bufó Draco, tratando de no mirar fijamente a Luna a los ojos.

-Sí, tú. Porque si no es así, ¿entonces por qué vas a verlos todas las mañanas? –cuestionó la chica con una gran sonrisa en el rostro, Draco la miró con los ojos como platos mientras se ruborizaba ligeramente y Harry tenía una cara de desorientado totalmente. La chica no esperó respuesta por parte del rubio y se dio medio vuelta, dirigiéndose hacia la Sala Común de Ravenclaw.

Draco caminó con la mirada perdida al otro día hacía su árbol habitual, no había dejado de darle vueltas a las palabras de Luna, ¿acaso ella ya lo había visto? Si era así, ¿por qué no le había reclamado nada? Dejo de pensar en aquellas posibilidades y se escondió detrás del árbol a esperar a que Luna apareciera. Cinco minutos después, la chica apareció danzando hacía el Bosque Prohibido, con una pijama de color azul cielo y su típico bolso naranja.

Y ese era el día, solo faltaban cuatro días para que llegaran las vacaciones de navidad y Draco no quería presentarse con Luna justo un día antes. Quería tener más tiempo. Así que mientras Luna acariciaba a un thestral que parecía no ser muy grande ya que la chica acariciaba un punto a la altura de su cintura, él salió de su escondite y caminó cuidadosamente hacía donde la chica estaba.

-¿Hola? –saludó cuando estuvo justo detrás de Luna.

-Hola, Draco –contestó ella sin siquiera voltear a verlo.

-¿Cómo sabías que era yo? –cuestionó el rubio situándose a lado de la chica.

-Lo sé desde hace mucho, -explicó ella mientras le dedicaba una cálida sonrisa y no dejaba de acariciar al pequeño thestral- y francamente no sé porque no habías saludado antes.

-No sabía cómo… presentarme –admitió Draco un poco avergonzado.

-Es muy sencillo –obvió Luna y se limpió la mano con la que había estado acariciando a la criatura en su pijama, luego la extendió hacía Draco.- Hola, soy Luna Lovegood y es un gusto conocerte.

Draco miró la mano que Luna le ofrecía por unos segundos antes de sonreír y estrecharla con la suya.

-Draco Malfoy. Y el gusto es mío.

Luna sonrió ampliamente y volvió a acariciar al caballo alado.-Mi favorito -murmuró para sí.

-¿De qué hablas? –cuestionó Draco alzando una de sus cejas al más puro estilo Malfoy. A Luna le gustaba tanto que él hiciera eso.

-Ven –pidió Luna y tomó una manó de Draco guiándola hacía el frente, donde ella podía ver al pequeño thestral.

-Ahí uno de ellos ahí, ¿verdad? –preguntó Draco sin ocultar del todo bien el temor en su voz.

-No tengas miedo, él te reconocerá –explicó Luna y Draco la miro como si jamás lo hubiera hecho antes.

-¿Quién? –preguntó el rubio.

-Draco –contestó ella como si fuera algo obvio.

-¿Draco? –repitió él, mirándola cada vez más extrañado.

-Mi favorito –contestó Luna sonriente, mientras Draco ponía una mano sobre Draco.

-¿El thestral lleva mi nombre? –se alarmó el chico sin saber a ciencia cierta cómo tomarse aquello.

-Sí. Tiene unos ojos grises tan brillantes como los tuyos. Es muy adorable, pero a la vez es tan testarudo… igual que tú. Y además…

-¿Además? –la instó Draco, mucho más tranquilo.

-A Draco también le gusta observarme.

FIN.

(N/A): Bueno, este fic llegó a mi mente tratando de imaginarme algo diferente a lo que hacía de forma habitual (DRARRY) Y pues me gustó la idea de un Draco/Luna. Además lo escribí dedicado a mi amiga Mary Alice Snape que según tengo entendido, nunca ha leído uno. Haz sido una gran amiga últimamente, Mary. Y tus fics me han sacado más de una sonrisa. Así que espero que te guste.