Hola, queridos lectores.
En esta ocasión tengo la oportunidad de corregir uno de mis escritos de Pandora. Agradezco los comentarios que dejaron en su momento.
Aclaraciones: Pandora Hearts pertenece a Jun Mochizuki.
El sueño de Alicia
Basado en Retrace 75.
"Alice" Point of view.
Aquel día…
Miré pasmada como Gilbert le disparaba a Oz, dejándolo tirado en el áspero césped. La sangre comenzó a salir de su cuerpo. Mis piernas entumidas reunieron toda la fuerza que pudieron, para correr hacia él, mis ojos se fijaron en los esmeraldas suyos, aún abiertos y con la sorpresa marcada.
Mi respiración se agitó, pero en menos de lo que pensé, mis rodillas chocaron contra el suelo, quedando frente a él. Oz se incorporó también, con la mirada triste, tal vez un poco ida.
Estaba a punto de regañarlo, seguramente él lo intuyó, por eso antes de poder decirle algo, él se adelantó.
—Alice… tú… —habló lentamente—, ya no puedes estar más conmigo.
Sus palabras me dejaron atónita, haciendo que comenzara a sentirme extraña, varias esferas de luz comenzaron a aparecer a nuestro alrededor. Noté que esas luces salían de mi cuerpo.
—¡¿Por qué?!
La mirada de Oz lucía perdida, como si en su interior no hubiera nada, sus manos se estiraron lentamente, tal vez en un intento de alcanzarme. Yo extendí mi brazo queriéndolo alcanzar.
Mis dedos se estiraron todo lo que pudieron, apenas un roce con los suyos, en ese momento desaparecí del mundo dejándolo solo.
ღ
No supe en dónde estuve después de eso, ni cuánto tiempo pasó, solo que poco a poco comencé a sentirme recostada en el suelo y que una extraña luz comenzaba a molestar mis parpados cerrados. Mi cuerpo comenzó a revolverse incómodo.
—¡Oz! —grité incorporándome.
No podía reconocer el lugar en el que estaba, pero sí podía notar un extraño aire familiar, como si en algún momento hubiera estado ahí. El césped debajo de mí era de un verde brillante, igual al de las hojas de los árboles, los rayos del sol se sentían cálidos y el silbido de las aves era claro. Era un ambiente tranquilo, como si las cadenas de Jack nunca hubieran encadenado ese lugar. Como si nada ocurriera ahí.
—¿Alice? —escuché a un lado de mí.
Miré sobre mi hombro, encontrando un rostro idéntico al mío, era Alyss. Instintivamente me eché hacia atrás, guardando mi distancia. Ella me observó fijamente, con un gesto de confusión.
—¿Qu-qué estás haciendo aquí? —pregunté.
—¿Debería de estar en otro lugar? —respondió desconcertada.
—¡Deberías estar en el Abyss!
—¿El Abyss? —repitió sin entender—, ¿qué es ese lugar?
No pude evitar mirarla con incredulidad, su pregunta no tenía sentido, ella había nacido en lo más profundo de ese lugar. Aún así sus ojos violetas titilaban con inocencia, sentí que decía la verdad. Suspiré cansada, mi cabeza comenzaba a doler, por lo que recargué mi espalda sobre el árbol detrás de nosotras.
Alyss se inclinó hacia mi lado, manteniendo su distancia, pero examinándome con cuidado.
—Alice —habló—, ¿te encuentras bien?
—No…
—¿Habrás tenido un mal sueño?
—¿Un sueño?
La posibilidad de que… todo hubiera sido un sueño… algo que jamás ocurrió.
—Caíste dormida después de que viniéramos aquí —Alyss me explicó—, tal vez te quedaste con una de las historias que Jack nos cuenta a veces —sonrió.
—¿Jack…?
Sentí una punzada en el corazón al escuchar su nombre, mis puños inconscientemente se cerraron con fuerza, con unas tremendas ganas de golpearlo. Jack había usado a Oz como a un muñeco, lo había herido y hecho gritar. Lo escuché. Jack era malo.
—Antes gritaste "Oz" —comentó.
—Sí —respondí—, ¿por qué?
—¡Alice, Alyss! —gritaron antes de que respondiera.
Ella estaba a punto de decirme algo, pero a lo lejos la voz de un hombre nos interrumpió. Lo miré de reojo, sorprendiéndome por el parecido con Leo. Alyss lo miró sonriente, yendo hacia él toda presurosa, el hombre le acarició el cabello cuando la tuvo en frente.
Era un sentimiento extraño, parecían una familia.
—¡Alice, Oz se quedó por aquellos árboles! —gritó Alyss, señalando un lugar.
Casi de un salto me levanté del suelo, corriendo hacia allá. Quería verlo, saber que él existía en ese extraño mundo, que, aunque los demás hubieran sido un invento, él no lo era.
—¡Oz!
Nadie contestó.
Mi mirada se movía continuamente, con la esperanza de encontrarlo arrinconado en algún lugar, pero no lograba vislumbrar rastro de él. Mis pies comenzaron a perder rapidez, quedándome quieta, mentalizándome que Alyss me había engañado.
Uno de mis pies chocó con una cosa pequeña, suave y liviana.
Lentamente me agaché para contemplarlo, un sentimiento de profunda tristeza me invadió de pronto y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
—Oz…
Cerca de mí, un lindo conejo de peluche negro con un gracioso lazo blanco, estaba tirado. ¿Ese era Oz? No podía ser cierto… pero probablemente así era. Ese mundo no se sentía como un sueño. Posiblemente las palabras de Alyss eran verdad, posiblemente todo lo que había conocido se había tratado de un largo sueño.
Los ojos del peluche brillaban de una manera especial, demostrando ternura, la podía percibir. Tiernamente lo tomé entre mis brazos, abrazándolo con fuerza, murmurando su nombre: "Oz".
Desde ese día…
Acostumbrarme a este mundo ha sido difícil. Hacerme a la idea de que solo desperté de un extraño sueño, todavía más. Pero con tal de ver al Oz que una vez conocí… dormiría por siempre, porque aun me faltan mis memorias por encontrar y Oz es el único que puede ayudarme.
