Hola! Sí, soy lo suficientemente desvergonzada como para publicar OTRA historia, pero quiero asegurar que el cap de nuestra pirata Hermione está siendo escrito .
Quiero aclarar algo sobre esta historia: es un UNIVERSO ALTERNO, parte canon y parte no. Y en realidad quiero que ustedes vayan descubriendo qué sí y que no. Pero en este fanfic, sip, Hermione es la profesora y Fleur la alumna e.e
Espero que les guste! Ahora sí a la lectura…
Parte I: Nuevo año escolar.
Para ser honesta, si no fuera por su total lealtad hacia la escuela que había sido su hogar por tantos años y por supuesto, su gratitud a la nueva directora, Hermione no estaría allí. Y el hecho de poder continuar con su participación en el ministerio de magia, por supuesto, promoviendo los derechos para todos los seres mágicos, como había sido su objetivo principal luego de graduarse.
Las puertas del gran salón se abrieron, y Hermione sonrío con una alegre melancolía, observando a los estudiantes en sus caminatas apresuradas hacia las mesas, satisfecha al ver la mezcla de colores que abundaba en todos los tableros. Luego de la paz, finalmente llegó un cambio de mentalidad en cuanto a las casas, y los alumnos comenzaron a sentirse más libres de interactuar en aquellos espacios que antes se encontraban sectorizados. Y eso llenaba de orgullo el pecho de la joven bruja, que iniciaba junto a ellos el año lectivo, esta vez, desde su posición de nueva profesora de defensas contra las artes oscuras.
Pues bien, rompamos la maldición… pensó, dándose ánimos. Con un poco de suerte, bastarían un par de años para saciar su necesidad de retribuir a Hogwarts todo aquel conocimiento brindado.
Finalmente, comenzó su caminata hacia la mesa de los profesores, sonriendo con verdadera diversión porque ahora fuera ella quien ocupara un lugar allí. En el camino, ignoró los cuchicheos constantes de los estudiantes, que miraban a la heroína de guerra como si fuera alguna especie de heroína glorificada caminando entre simples mortales. A decir verdad, siempre había detestado ser el centro de la atención y a pesar de que seguía siendo un poco torpe en ciertas situaciones (como qué expresión era la más correcta para una foto), al menos ya no se sonrojaba furiosamente y se tropezaba con sus propios pies
Se distrajo de aquellos pensamientos al notar dos rostro familiares que le sonreían amigables.
-Bienvenida, señorita Granger.- dijo satisfecha Minerva, inclinando suavemente su barbilla en su dirección.
-¡Hermione! ¡Es bueno tenerte aquí!- exclamó el ahora profesor de herbología, Neville.-Por fin alguien que tiene menos de un decenio.- susurró por lo bajo, y Hermione reprimió una risita ante el comentario cómplice de su antiguo compañero de estudios.
Con un poco de esfuerzo, pensó la castaña, sentándose en una silla libre al costado de Neville, las clases irían bien y el año se pasaría volando.
Después de un gran esfuerzo por reconstruir su vida luego de la guerra, Hermione no podía ser menos que optimista.
Las cosas irían bien. Luego de tocar fondo, sólo queda ir hacia arriba.
NNNN
Pero Hogwarts tenía otros planes.
Porque a los ministros les parecía una idea estupenda, en realidad…
El torneo de los tres magos volvería a celebrarse tras más de cien años… en nombre de la competencia amistosa y la fraternidad entre los países.
Hermione quería golpearse la cabeza contra el gran tablón, mientras escuchaba las palabras rimbombantes del nuevo ministro de magia, y buscaba la mirada de Minerva pidiendo explicaciones.
¿No había sido ya suficiente violencia y rivalidad? Por lo que había leído, el torneo de los tres magos no tenía más que pruebas estúpidas y peligrosas, que incluso comprometían la integridad de otros seres mágicos como los dragones.
Resopló indignada cuando el ministro llamó a los aplausos y casi todo el cuerpo estudiantil aplaudió con entusiasmo.
NNNN
Como cede, Hogwarts estaría recibiendo a las dos escuelas invitadas y sus representantes. Aquella mañana nublada en Gran Bretaña no fue problema para el estruendoso barco de Durmstrang, y menos lo fue para el opulento carro de Beauxbatons.
Hermione permaneció en el umbral del ingreso al castillo, dejando a Minerva las presentaciones y a Hagrid el bonito trabajo con las bestias gigantes que tiraban el carro alado.
Si los muchachones de Durmstrang parecían rudos y acostumbrados a las bajas temperaturas. Las señoritas de Beauxbatons habían resultado gráciles y educadas, lo suficiente como para no hacer demasiado alboroto cuando, al salir del carro, el día frío les arreboló las mejillas haciendo revolotear sus capas celestes y torcer los bonitos sombreros.
La castaña suspiró, mirando el revuelo general con expresión ausente, sintiendo una extraña sensación en el pecho, al que de forma meditabunda intentaba ponerle un nombre.
Por el momento, fue totalmente ajena a la mirada de una joven señorita que clavaba su mirada certera en ella, aún en la lejanía y de pie al costado de la imponente directora de su escuela natal.
NNNN
La cena de bienvenida fue sinceramente grata. Minerva, con una sorprendente cintura política, desarrolló un discurso ameno, con algún que otro halago que estaba lejos de ser relamido como los de los representantes del ministerio, y sin necesidad de extenderse demasiado, dio inicio al banquete.
Hermione se sorprendió al notar que las grandes bandejas, mágicamente aparecidas, contenían recetas de las tres partes del mundo, e hizo una nota mental de felicitar a los elfos domésticos por ser tan considerados.
-Es como si los estudiantes se hubieran multiplicado…- dijo Neville a su costado, mirando con los ojos bien abiertos a la masa de estudiantes a unos metros de ellos.
Hermione se encogió de hombros.
-No son tantos, sólo han venido un puñado de representantes de cada escuela. Supongo que han tenido que pasar algún tipo de prueba.- desestimó, estirando su tenedor hacia una bandeja para servirse unas cuantas patatas.
El joven mago a su costado, le dio una sonrisa nerviosa como respuesta.
-¿Crees que serán demasiados para manejar en las clases?
-No lo creo, la mayoría son estudiantes de los dos últimos años, con suficiente edad como para comportarse.- observó, negándose interiormente a dejarse llevar por los miedos de su compañero.
-Eso espero.- exhaló Neville, finalmente fijándose en la comida.-Ugh, ¿Qué es esto?
Hermione miró en la dirección hacia la que señalaba su amigo, sonriendo al reconocer una sopera llena de bouillabaise.
-Es delicioso.- dijo simplemente, tomando la sopera y sirviéndose un poco en un cuenco.-Lo he probado hace años, en unas vacaciones con mis padres en Francia.
Neville arrugó la nariz por toda respuesta, mirando a la joven bruja sorber un poco de la cuchara.
-Bien, pues provecho, me quedo con las patatas.
La castaña sonrió divertida, saboreando tranquilamente el plato. Un poco más relajada, se dedicó a observar el estudiantado unos minutos.
El año sería un poco llamativo, y esperaba poder manejar el asunto del idioma, preguntándose si los estudiantes extranjeros tendrían algún conocimiento básico.
Observó tranquilamente los intercambios, una parva de los estudiantes más jóvenes de Hogwarts rodeaban con entusiasmo la mesa en que estaban sentados aquellos de Durmstrang, al parecer, por lo que le había comentado Neville, una joven estrella del Quiddicht, Viktor Krum, estaba en la comitiva que representaba su colegio. Aunque a Hermione no le resultaba tan sorprendente, porque no era muy aficionada al deporte, la mayoría del castillo parecía pensar distinto.
Luego estaban las señoritas Beauxbatons…
Y la mirada de Hermione se congeló en un lugar preciso en ese instante.
Un par de ojos cerúleos le devolvieron la mirada con ímpetu en cuanto pasó a mirar al amplio grupo de uniformes celestes.
Por unos segundos, Hermione pensó que se había olvidado de respirar, mientras no podía quitar los ojos del rostro de aquella estudiante rubia, que lentamente comenzó a sonreír en su dirección. Hermione jamás había visto una expresión tan abiertamente depredadora e ineludible en su vida.
Rápidamente sintió que sus mejillas comenzaban a arder llegando incluso a la punta de su nariz.
Tosió, cerrando fuertemente los ojos, removiéndose incómoda en su asiento. Y sin atreverse a devolver la sonrisa o volver a mirar en aquella dirección, continuó obligándose a llenar el estómago aunque fuera un poco, porque imprevistamente se le había quitado el buen apetito.
NNNN
La niña que no dejaba de darle aquellas miradas extrañas tenía un nombre bonito: Fleur Delacour.
Hermione se obligó a sí misma en no pensar en su traducción, y en general, a ignorar sus pensamientos sobre la joven rubia.
Pero había averiguado algunos datos. Por ejemplo, que gran parte de la población de Hogwarts no podía resistir a sus encantos, y varios estudiantes ya habían intentado invitarla a Hogsmead en las escasas setenta y dos horas que llevaba Fleur en el castillo.
Y además de ser un rostro bonito, era habilidosa como bruja según sus propias compañeras. Y dedicada al estudio, o eso quería pensar para entender el por qué siempre la encontraba en la biblioteca.
Porque había hábitos que no cambiaban, y Hermione se sentía muy cómoda pasando sus horas libres leyendo en la adusta biblioteca del castillo, en caso de que el día no se prestara para una lectura bajo un árbol a la orilla del lago.
En la biblioteca fue también el primer acercamiento de Fleur.
Esa tarde, Hermione levantó cuidadosamente la vista de su libro, tras sentirse observada por lo menos por una hora entera de reloj, y oír finalmente los pasos cuidadosos de alguien acercándose a su mesa.
Por lo general, los estudiantes habían sido lo suficientemente considerados en esperar a que finalizara sus lecturas antes de acercarse a preguntar lo que fuere. Esta vez fue distinto.
La estudiante de Beauxbatons estaba de pie al otro lado de la mesa, sosteniendo un libro entre sus manos, mirándola expectante.
Hermione arqueó una ceja, marcando con cuidado la página que estaba leyendo y cuadrándose de hombros ante semejante interrupción. Otra vez, una lenta y brillante sonrisa se extendió por el rostro de la bonita rubia.
-¿Puedo ayudarte?- dijo por fin, porque la extraña tensión en el aire estaba comenzando a ponerla nerviosa.
Fleur sonrió todavía más, y si no fuera por la extraña forma de mirarla, Hermione la habría encontrado casi angelical.
-¿Usted es Hermione Granger? La…- comenzó Fleur, hablando con un acento ligeramente marcado.
-La heroína de guerra, sí.- interrumpió con una mueca, bastante cansada de aquellas denominaciones.
La francesa soltó una risita entonces, y habló luego:-Iba a decir la nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras; pero lo cierto es que su fama ha atravesado todo el continente.
Hermione se sintió sonrojar, sintiéndose como una estúpida, temiendo haber quedado como una ególatra, apretó los labios buscando en su mente una forma de desviar la conversación.
-¿Puedo ayudarte en algo?- repreguntó, juntando las manos sobre la mesa, enredando sus dedos para intentar calmarse.
Fleur se acomodó tranquilamente un mechón de su larga cabellera rubia antes de continuar, y Hermione siguió aquella acción con un extraño deleite.
-De hecho, quería preguntarle sobre el plan de estudio de la materia este año. Creo que tienen un enfoque un poco distinto al de mi colegio.- explicó la estudiante, que luego esperó con expectación su respuesta.
La bruja inglesa tardó unos cuantos segundos en reaccionar, perdida como estaba en cada uno de los gestos de la francesa.
Hasta que un libro se cerró de golpe en alguna parte de la biblioteca y la sobresaltó.
-¡Oh! Claro, mira, te anotaré la bibliografía que utilizaremos este año. Está disponible aquí, así que no será difícil de estudiar.- le dijo ofreciéndole una pequeña sonrisa de labios cerrados, mientras tomaba un trozo de pergamino y rápidamente garabateaba los títulos.
Aquellos minutos, breves pero que parecieron eternos, Fleur permaneció de pie, mirándola como si fuera la cosa más interesante en todo aquel inmenso salón.
Hermione terminó de escribir, mirando rápidamente las palabras, notando en el proceso que sus dedos estaban sucios con tinta otra vez.
Vaya impresión que estoy dando… pensó, y con un suspiro de rendición, avergonzada de querer aparentar un poco más de seriedad delante de la estudiante, estiró el pergamino hacia Fleur.
La francesa alcanzó su mano, y la inglesa se sintió estremecer cuando Fleur rozó sus dedos suavemente para tomar el pergamino.
-Le agradezco sinceramente.- le dijo de forma compuesta la rubia, como si aquel momento electrificante en el que habían rozado sus dedos no había sido nada.-Estoy muy entusiasmada por su clase. No siempre se tiene la oportunidad de aprender de alguien como usted.
Hermione volvió a sonrojarse ante el cumplido, y le dio una sonrisa nerviosa por toda respuesta. Incapaz de formar palabras.
Pero para Fleur había sido suficiente, porque tranquilamente se despidió, anunciando que estaría a primera hora mañana, para asistir a su clase.
Hermione no entendía desde cuando un par de sonrisas y palabras bonitas de una estudiante cualquier podían volverla masilla de aquella manera.
Pues bien, Fleur Delacour no era cualquier estudiante.
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La clase para el último año se desarrolló con normalidad.
La normalidad de Hermione esa semana incluía varias preguntas personales de sus estudiantes a cerca de sus experiencias, que la bruja respondía siempre que no se trataran de alguna tontería como si era pareja de Ron o Harry.
Bien, la normalidad fue interrumpida un poco por cierta señorita francesa, que era extrañamente entusiasta y atenta, y cuya sonrisa tan peculiar no desaparecía por nada en el mundo.
Hermione pensó que perdería el entusiasmo en su persona, eventualmente, como a la mayoría de las personas les sucedía luego de que la inglesa espantara cualquier intento de idolatrarla.
Esa noche se retiró a sus habitaciones con aquella extraña sensación en el pecho y unos ojos cerúleos grabados a fuego en su mente.
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Cuando supo de la herencia veela de Fleur, se sintió un poco engañada.
Después de haber sobrevivido a una guerra, al parecer, no podía resistir el simple encanto de una jovencita con sangre de seres mágicos.
Había podido averiguar poco, de hecho, pero sabía que eran descendientes de las sirenas, y que su "esclavo" funcionaba para atraer mayormente a magos, y que podía tener efecto en algunas mujeres.
Lo cual explicaba el club de fans masculino, y penosamente incluía a Hermione en el efecto de su atracción.
Unos pocos días de observación bastaron para comprobar que Fleur usaba su encanto en todos los profesores, bueno, salvada Pomfrey y Pince, y alguna que otra. Pero por ejemplo, Neville se volvía un completo idiota con sólo tenerla en frente.
Decidió entonces, avergonzada de sus propias reacciones, desestimar cualquier pensamiento de sentirse especial en cuanto al trato hacia Delacour.
No es que la joven fuera culpable de haber nacido con sangre veela… era sólo que a Hermione no le gustaba ni un poco que Fleur se aprovechara de aquello.
Por lo menos así era bajo su perspectiva.
Así que la clase siguiente se dedicó a ignorar las largas miradas de parte de la estudiante francesa, así como no devolvió su sonrisa cuando Fleur esperó a que todos los estudiantes se retiraran para acercarse y despedirse personalmente de su profesora.
Fue imposible para Hermione notar la expresión herida de la joven cuando apenas le devolvió el saludo, aparentando estar muy ocupada en la lectura de los trabajos que acababan de dejar sus alumnos.
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La ceremonia del Cáliz de Fuego fue pura fanfarronería, en su opinión. No entendía cómo adultos responsables, magos y brujas de alto renombre, podían estar orgullosos de que sus alumnos fueran escogidos para arriesgar su vida por un poco de fama y dinero.
Pensándolo un poco más, había miles de personas en el mundo que harían lo que fuera por un poco de fama y dinero… pero incentivarlos desde sus propios colegios era…
Bueno, era un poco esperable en las circunstancias anteriores a la guerra, pero Hermione creía firmemente en que las cosas debían cambiar.
En fin, evidentemente, estaba demasiado perdida en su diatriba interna que se perdió la mayoría de las formalidades. Para cuando volvió al presente, el Cáliz estaba escupiendo el primer nombre del campeón.
- ¡Por Hogwarts… Ceddric Digory!- anunció Minerva, y el muchacho de Hufflepuff dio un salto desde su lugar, festejando con sus compañeros el logro.
-Por Durmstrang… ¡Viktor Krum!
Parte del alumnado del mismo castillo y toda la comitiva del colegio nórdico rugieron festejando a su campeón.
-Y por Beauxbatons… ¡Fleur Delacour!
Hermione se sintió palidecer cuando escuchó el nombre del tercer campeón.
Pero se notaba que Fleur estaba orgullosa de haber sido escogida por el cáliz, y recibió dignamente las felicitaciones y los ánimos de sus compañeros y unos cuantos más. Sintiendo la mirada de su profesora, Fleur finalmente se giró en su dirección, dándole una sonrisa espléndida y maliciosa, como si aquello hubiera sido lo que esperaba desde el principio.
La inglesa sentía la boca seca, y probablemente se veía como un ciervo encandilado por las luces y a punto de ser atropellado, mirando casi fuera de foco la figura grácil de Fleur acercándose al Cáliz, para finalmente darle la espalda cuando enfrentó a la muchedumbre que ovacionaba a los tres campeones.
¿Sabía Fleur en lo que se estaba metiendo? La magia ya no era divertida cuando se trataba de la violencia ni el peligro.
Hermione no dejó de mirarla, los suficientemente angustiada como para que Neville se acercara a preguntar. Contestó que estaba bien, sólo un poco aturdida. Y Neville le creyó, aunque más bien se distrajo escuchando el anuncio del baile de navidad, y la próxima primera prueba.
Cuando Fleur volvió a mirarla más tarde, durante la cena, Hermione llegó a la realización de que su dolor de pecho provenía más bien de su corazón. Y que podía tener que ver con ella.
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Hasta aquí, espero que es haya gustado, tengo gran parte de la historia escrita, y el final bastante planeado, no van a ser muchos caps.
Gracias por leer! Espero sus comentarios a ver qué tal
