Disclaimer: Digimon no me pertenece, sino a Toei animation.
Este fic participa en "la semana de la diversidad sexual II" del foro "proyecto 1-8"
Tipo de Fic: Combinación 1 (pareja prohibida) con Hikari y Sora
Título: Amor secreto o Mujer contra mujer.
Nº Palabras totales: 1278.
Estaba arreglando el escaparate de su tienda, la tienda de modas más exclusiva de la ciudad y alrededores, donde no salía cliente sin su traje a medida hecho, fuese hombre o mujer. Le había costado trabajo levantar esa tienda, pero ella nunca se rendía en nada de lo que se proponía. Nunca fuese lo que fuese y se tratase de lo que se tratase. Si por algo se caracterizaba, además de preocuparse y cuidar de los demás sin tesón, a veces a costa de sí misma; era por su tenacidad. Estaba orgullosa de sus logros y sobre todo estaba orgullosa de lo que era, aunque a ojos de la sociedad no lo pudiese mostrar libremente, pues eran de una mentalidad muy conservadora.
Aprovechó que no tenía ninguna clienta para mirar al exterior de la tienda, hacía la escuela que había frente a ella, intercambiando una sonrisa cómplice con una de las maestras de la escuela, una preciosa muchacha que parecía completamente un ángel, una mujer con la que tenía una gran amistad. Mucho mayor tras las puertas de la Habitación que alquilaban en un lugar discreto. Esa misma mañana habían estado cruzado un par de palabras, acordando verse en la cafetería en la que habitualmente se juntaban.
Al llegar se sentó en una de las mesas, pidiendo su habitual copa de vino y esperando que ella acudiese, Hikari, como le gustaba pronunciar ese nombre entre susurros cuando encontraban un hueco para estar verdaderamente a solas, para vivir lo que sentían sin preocupaciones ni prohibiciones de ningún tipo. Sonrió al verla llegar y sentarse frente a ella.
— ¿Cómo te ha ido el día? — Le preguntó, dejando sobre la mesa apoyada la mano para que discretamente pudiesen rozarse los dedos; a fin de cuentas no había nada de malo en que dos amigas se cogiesen de la mano.
— Bien, entre otros profesores y yo hemos ideado una dinámica de juego con los niños; son bastante competitivos, algunos incluso demasiados. ¿Y a ti como te ha ido con la tienda?
— Han entrado un par de clientas importantes, por lo demás la mañana ha sido muy tranquila.
El camarero trajo un té con Limón para Hikari, siempre tomaba lo mismo; y como solían frecuentar el local sabían bien que servirle. Estuvieron compartiendo por un rato los detalles de lo que ambas habían estado haciendo durante la mañana, hasta que terminaron sus respectivas bebidas y salieron del local tras pagarlas.
— ¿Te apetece que demos una vuelta por el parque?
— Claro, ya sabes Sora que contigo voy a cualquier sitio. He traído la cámara, podría sacarte alguna foto.
— Sería estupendo, siempre pensé que acabarías haciendo un curso de fotografía; tienes mano para ello.
— Si, pero la fotografía es únicamente algo que me gusta. Pero no siento lo mismo con ella que dando clases.
Tomaron el camino largo del parque, caminando una junto a la otra muy próximas, pero sin tocarse demasiado, no podían hacer nada que resultase poco propio en público; pues, siendo como era la gente, se armaría un buen revuelo antes incluso que pudiesen hacer nada por remediarlo. Era mejor ser prudentes.
— Sora, se me ocurre algo para que podemos vivir tranquilas; sin tener que escondernos ni buscar lugares discretos para vernos como realmente nos gustaría — Le comento mientras caminaban cerca de un pequeño estanque — Podríamos vivir juntas.
— Eso sería arriesgado, Hikari. Muy peligroso.
— No tanto. ¿Cuántas amigas solteras hay que decidan vivir juntas? Solo habría que encontrar el lugar ideal.
— Eres demasiado intrépida cariño — Susurró, curiosamente era precisamente aquello lo que le había atraído de ella, Hikari era alguien muy valiente pero comedida al mismo tiempo, eso la diferenciaba del hermano de esta — Eso no sé si estaría demasiado bien.
— No lo está, pero ¿Qué le vamos a hacer? Mejor eso que estar mirando constantemente tras nuestras espaldas por si descubren nuestra relación — Razonó mientras se sentaba en uno de los bancos sin dejar de mirarla, de mirarse ambas — Necesitamos un lugar donde poder ser nosotras mismas a todas horas, no simplemente buscar un lugar donde podamos serlo tan sólo un par de horas al día.
— Tienes razón, tenemos que buscar algo.
Pasaron los días. Siguieron reuniéndose clandestinamente, también lanzándose miradas furtivas cuando estaban entre más personas, entre aquellos que habían sido sus amigos durante la infancia. No les habían contado nada, sabían que la mayoría de ellos no lo comprenderían ni aceptarían, es más, no eran precisamente lo que se podía entender como discretos, menos si la situación les resultaba molesta o estaban enfadados. No iban a correr ese riesgo. Pese a sus precauciones, había uno que si se había percatado de sus sutilezas, más decidió callar él también, pues veía que ambas eran felices y para él la felicidad de quien consideraba su mejor amiga y de quien había sido de las primeras en dejar de tratarlo como un niño era importante. En silencio se cuestionaba sobre si tratar con ellas el tema y proponerles escribir sobre ello, en un tono sutil y por supuesto sin dar ningún dato que resultase en que quedasen expuestas. No deseaba eso, pero sí cambiar un poco la forma de pensar de la sociedad, provocar que con sus escritos hiciesen un poco de autocrítica. Quizá fuese un proyecto que valiese la pena. Ambas se encontraron con la mirada del hombre mirándolas, y no pudieron intercambiar una mirada de preocupación, más el joven hombre tan solo les sonrió afablemente y se puso a hablar sobre una recién estrenada obra de teatro que estaba causando sensación. Terminada la cena, mientras se ponían a jugar una partida al monopoli, ellas salieron al balcón, marcando una distancia prudencial mientras admiraban como la luz lunar bañaba la noche.
— No dirá nada.
— ¿Qué te hace estar tan segura, Hikari?
— Es TK. De todos ellos es el que tiene la mente más abierta. De haber querido delatarnos lo habría hecho en el momento.
— Espero que tengas razón, sino...
— Tendremos que huir.
Se estableció nuevamente el silencio entre ambas, mientras del interior llegaban risas y protestas, parecía que el juego los estaba animando bastante. Eso era alentador, podrían conversar más cómodamente si no les prestaban mucha atención.
— He encontrado el lugar ideal para que sea nuestra casa. Es una vivienda unifamiliar, cerca de donde vivimos ahora y de nuestros respectivos trabajos.
— Eso suena bien Sora, pero... ¿No será un poco caro?
— Tengo unos ahorrillos, cherie. Pienso invertirlos para ambas en ese lugar. Quedará como que lo compramos a medias, así nunca habrá problemas de ningún tipo.
— No es una proporción justa para ti.
— Lo es siempre que podamos estar juntas.
El día de la mudanza llegó más pronto de lo que habían pensado, el día fue acogido con alegría. Resultó ser un fin de semana; así ambas podían hacerlo sin tener mucho problema, una sin tener que pedir los correspondientes permisos al trabajo, y la otra sin tener que cerrar la tienda. Fue una ardua jornada, pero no acusaron el cansancio. Para disimular, habían cogido una habitación cada una, pero tenían ambas claro que de ahora en adelante podrían dormir juntas todas las noches. Al finalizar el día, ambas se miraron profundamente, sintiendo que habían dado un paso más en alcanzar su felicidad; sonriendo compartieron un largo y apasionado beso.
— Te quiero — Dijeron al unísono.
Por prohibido que fuese su amor, nadie podría evitar que lo viviesen como querían vivirlo, pues ahora, en su casa ellas ponían las normas. Ahora, allí dentro ambas podían ser completamente libres, aunque de puertas para afuera únicamente fuese una amistad.
