Hola amigas... nuevamente por aqui con otro proyecto... se me vino a la cabeza y aqui esta... va a ser un fic cortito, de no mas de siete caps... espero os guste...
Besos a mis hermanas... las extraño y las adoro...
Disclaimer: Nada es mio, solo la historia...
Vivan los Sly!
Enjoy!
EL IMPACTO
Se paró en seco en cuanto vio la noticia publicada en "L´Informatore", el diario italiano que le llevaba la lechuza a diario.
Sus ojos se abrieron como platos, mientras las piernas le temblaban tanto que tuvo que sentarse para no caer al suelo. Se quedó observando fijamente el diario, clavando la mirada en la fotografía mágica que se encontraba plasmada en el mismo. No podía creerlo, le parecía una burda broma del destino, pero tenía la prueba entre sus manos y no podía menos que escuchar a su frío y racional cerebro, que le decía que era verdad.
Escuchó una voz proveniente de la habitación. Elisabetta había salido del baño, y ahora le llamaba. Su dulce voz no le produjo el mismo sentimiento de antes, seguramente continuaba pasmado por lo que acababa de leer. Invocó su varita y su abrigo y salió sin decir nada. La puerta del departamento se cerró justo cuando Elisabetta, su amante, salió a su encuentro, decidida a preguntarle donde cenarían esa noche.
Se quedo de pie en medio de la sala, con la palabra en la boca, y un vestido en cada mano, preguntándose a dónde habría salido Blaise tan apurado…
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Se desapareció rumbo a la Mansión Zabini, esperando que su madre y su nuevo esposo no se encontraran en ella, pues no tenía ganas de hablar con ninguno de los dos. Para su suerte, el elfo que acudió ante su presencia le aseguró que su madre y Cesare Napoli, su nuevo esposo, se encontraban de viaje en las Bahamas.
Blaise rodó los ojos con fastidio, pero agradeciendo al mismo tiempo su buena suerte. Caminó hacia el despacho, y arrojando un puñado de polvos flú, enterró la cabeza en la chimenea, a fin de hablar con Theodore.
Theodore Nott suspiró cansado, y mientras se ponía de pie, profundamente intrigado por los ruidos provenientes de la chimenea, se preguntó quien sería el que importunaba sus momentos de descanso. Se sorprendió cuando la cabeza de Zabini se asomó por entre las llamas.
-Nott, abre la chimenea-
-Buenas noches para ti también, Zabini-
Blaise asintió, mientras se acomodaba mejor. Theodore hizo unos simples movimientos con su varita, y mientras esperaba a que Blaise saliera de la chimenea, se arrimo al bar de su despacho y sirvió un par de vasos de Whiskey de Fuego. Blaise apareció en medio de una nube de hollín verde, sacudiéndose el fino abrigo oscuro, igual de vanidoso que siempre.
Theodore le alcanzó el vaso de Whiskey, y haciéndole un gesto para que tomara asiento, el mismo se sentó en su sillón favorito, frente al amplio escritorio oscuro.
-¿Y bien, que te trae a mi humilde hogar a estas horas intempestivas?-preguntó el castaño.
Blaise dio un trago a su vaso, mientras hacía una mueca burlona. Nott Manor era todo menos humilde. Suspiró imperceptiblemente y preguntó a bocajarro:
-¿Desde cuándo están juntos?-
Theodore lo miró sin ocultar que sabía a que se refería. Dio unas cuantas vueltas al turbio líquido dentro de su vaso, dando un largo trago. Después de algunos segundos, finalmente contesto.
-Bueno, desde hace algún tiempo…-
-¿Por qué nadie me había dicho nada?-
-Tal vez si quisieras contestar las cartas y asistir cuando se te invita a algún evento…-dijo sarcástico.
Blaise cabeceó afirmativamente. Era cierto que había mantenido el mínimo de contacto con sus amigos después de la guerra, siendo Theodore el único que sabía donde vivía y a lo que se dedicaba, aunque por mera casualidad. Había querido enterrar el pasado en lo más profundo de su mente, para ver si lograba olvidar el horror de la guerra, y su amor no correspondido.
No había asistido a la boda de Theodore, ni a la de Daphne. Ni siquiera había respondido las invitaciones a los cumpleaños, ni las notas de felicitaciones por el suyo, o por las fiestas navideñas. Se había aislado del mundo mágico lo mejor posible, pero aún así, había conseguido seguir informado con algo tan mundano como el diario, aunque nunca El Profeta.
No quiso pensar en todos los cumpleaños, bodas, compromisos y fiestas decembrinas que se perdió, pues no quería recordar ese tiempo en el que había logrado quedarse suspendido. Lo único que le seguía recordando su vida pasada se encontraba dentro de su pecho, bien guardado bajo montañas de cinismo y orgullo absurdo. Pero a veces ni eso lograba hacer que sus recuerdos remitieran.
Porque ni un solo instante durante esos diez años dejó de pensar en ella.
Tragó saliva imperceptiblemente, mientras apuraba el resto de su trago. Dejó el vaso en una mesita cercana y observó fijamente a Theodore antes de hablar.
-¿Y Draco?-
-Draco… en su luna de miel supongo, feliz con la pequeña Greengrass… si la recuerdas ¿Verdad?-
Zabini apretó los puños, él hubiera creído que…
-Yo creí que ellos dos…-
-Vamos, Zabinni, no busques pretextos, todo el mundo sabía que ella estaba enamorada… y no precisamente de Malfoy. Si, no niego que cuando mas joven estaba obsesionada con él, pero te recuerdo que después de un tiempo ambos dijeron ser solo amigos…-
-Pero ella seguía enamorada de él…-
-Si tú lo quieres ver de ese modo…-
Blaise lo observó pensativo. No tenía caso negarlo, dentro de él sabía que ella ya no estaba más enamorada de Draco, siempre lo supo, pero su estúpido orgullo, no le había permitido ser el premio de consolación. Como si nunca hubiera deseado ser aunque sea eso.
-¿Cuándo?-preguntó de improviso.
-Dentro de un par de meses-
Sus hombros cayeron, mientras un semblante decaído cruzaba fugazmente su rostro. Theodore no quiso dejar pasar la oportunidad para picar su orgullo herido.
-La próxima semana es el cumpleaños de Daphne… por supuesto que estas invitado…-dijo como si nada- nos vamos a reunir todos…-dijo.
Blaise escuchó la palabra justa, y mientras se ponía de pie, asintió lentamente, confirmando su asistencia. Caminó hacia la chimenea, y antes de arrojar los polvos para desaparecerse rumbo a la mansión, observó atentamente a Theodore.
-Nos veremos-dijo, y desapareció en medio de una nube de hollín verde.
Theodore suspiró, sintiendose repentinamente revitalizado. Eso no se lo perdería por nada. Se detuvo durante algunos segundos, pensando si no era mejor prevenirla, no fuera que se llevara un trago amargo, pero unos ruidos en la puerta del despacho lo sacaron de su ensimismamiento.
-¿Theodore? ¿Ya se fue Zabini?-
Theodore observó a su esposa fijamente. El largo y rubio cabello le caía en delicadas ondas alrededor de su cuerpo, mismo que llevaba enfundado en semi transparente camisón, que si bien le llegaba hasta debajo de la rodilla, poco lograba ocultar sus definidas curvas. Sintió su miembro endurecerse debajo de sus pantalones, y con un gesto decidido caminó hacia ella.
-Si-fue todo lo que logró articular antes de tomar a su esposa en brazos, y comenzar a comerle los labios a besos.
Después de varios segundos de intensos roces y apasionados gemidos, se separaron para tomar un poco del ya tan necesitado oxígeno.
-No creo que a Pansy le haga mucha gracia-dijo Luna, observando a su marido con los brillantes y saltones ojos empañados de deseo.
-El sabrá apañárselas-dijo Theodore, para a continuación alzar a su esposa en brazos, e iniciar el camino hasta su habitación…
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Pansy se observó al espejo, mientras Madame Rachelle terminaba de acomodar el dobladillo de su vestido. Acaricio la tela con sus manos, mientras escuchaba el tafetán de Florencia crujir bajo sus dedos. Sonrió melancólicamente, clavando sus azules ojos en el pequeño que la observaba como si fuera un ángel.
Theodore Ian Nott-Lovegood, a sus tiernos siete años, era ya todo un caballerito. Había sido designado para la importante misión de ser el paje que llevara las argollas para el matrimonio de su tía Pansy con… ese. Theodore hijo tenía un sentido de observación muy desarrollado, y aún no terminaba de gustarle el hombre con el que iba a casarse su tía.
Frunció el ceño, enfurruñado, cuando su madre hizo el amago de cambiarle por tercera vez el corbatín del traje, buscando que combinara con éste y la hermosa túnica azul marino bordada con hilo de plata, que su Tía se había empeñado en que usara para la ocasión. Y aunque al principio se había negado, había terminado por aceptar, puesto que ella, sutil y astuta como una Slytherin, había sabido convencerle.
Theodore observó nuevamente su figura en el espejo, alzando una fina ceja castaña, evaluando el resultado de la combinación de prendas. Pansy lo miraba sonriente, orgullosa porque su sobrinito era ya todo un caballero, y estaba bien segura de que sería un perfecto Slytherin. Observó el semblante orgulloso de Luna, y se preguntó no por primera vez, cómo una ex Ravenclaw, miembro de la Segunda Orden del Fénix, amiga del Niño que vivió y venció, se había terminado casando con un ex Slytherin, ex mortífago e hijo de mortífago.
Suspiró quedamente, dándose la vuelta hacia el amplio ventanal que se encontraba frente a ella. Durante la media hora que llevaba de pie sobre el escabel, permitiendo que Madame Rachelle terminara con el vestido, varias personas se había asomado a contemplarla, admirados por su porte y belleza, inflando aún más su ego.
Pero cuando volteó hacia el amplio ventanal, se petrificó.
Porque quien la miraba del otro lado, quien parecía comérsela con los ojos, no era otro que aquél a quien durante tantos años había esperado, aquél a quien nunca le había importado, puesto que a pesar de tantas cartas que había mandado, las mismas que se habían quedado sin respuesta, nunca regresó por ella.
Blaise Zabini la miraba fijamente, como si no pudiera creer que fuera ella. Pansy sacudió la cabeza imperceptiblemente, tratando de salir de su estupor, recordando quien era ella, y que era lo que hacía en esos momentos. Levantó la cabeza, orgullosa y altiva como toda Slytherin que era, arqueando una ceja con soberbia.
Y entonces la serpiente enseño los colmillos y se preparó para atacar…
Bueno, hasta aqui por hoy... gracias mil por leer...
