¡Hola! ¿Como han estado? ¡Espero que muy bien! Lamento mucho haber desaparecido de esta plataforma, no fue mi intención. A lo largo de estos años que no estuve aquí e adquirido un poco mas de experiencia a la hora de escribir, creo yo, ustedes díganmelo. Vengo a terminar esta historia si o si, pero ahora con mas contenido nuevo y sin caer en lo cliché. Eh borrado todos los capítulos porque la narración es fatal y me da vergüenza que lean algo así. Espero puedan entenderme. Sin mas, a los que se quedaron y esperaron, muchas gracias, no les fallare, sin mas... ¡a leer!
1° COMIENZO
Entro a un largo pasillo, no doy ni cinco pasos cuando gritos, palabras obscenas y golpes hacia lo que creo yo son los casilleros captan mi completa atención.
Llego a un punto del pasillo donde se divide en dos, izquierda y derecha, el corredor de la derecha está completamente despejado mientras que el corredor izquierdo está repleto de chicos y chicas que son los culpables de tanto alboroto.
Enarco una ceja.
Dudo en si ir ahí o no, pero al final mi curiosidad gana.
Me acerco un poco para ver qué pasa, sin embargo la multitud tapa todo el espacio para observar lo que está ocurriendo.
No tengo que ser una adivina para saber lo que pasa.
Estoy enfrente de una pelea.
Dos chicos están frente a frente, ambos son altos y en musculatura están desiguales.
El más grandulón da un paso intimidatorio hacia el flacucho, este último solo se muerde su labio para no reír o gritar por ayuda.
Es muy obvio que el grandulón gana por musculatura, ya que tiene un buen físico hecho gracias por horas y horas en el gimnasio, pero quien sabe, a lo mejor el flacucho tiene un as bajo la manga.
Observo al grandulón. Sus brazos se tensan en cada movimiento que hace, su azulada mirada está atenta para cualquier cosa que suceda no se le pase por alto y evalúa a su oponente como si estuviese en una pelea profesional o algo parecido.
Un puño se estampa a su mandíbula.
Me quedo con los ojos abiertos por la sorpresa.
El flacucho lo acaba de golpear. Mierda. El grandulón mueve su boca para que el adormecimiento desaparezca y con su pulgar quita el rastro de sangre en sus comisuras.
Todos los presentes, incluyéndome, miramos al castaño, esos ojos verdes resaltan a la perfección pánico y terror.
Lástima es lo que siento por el chico en este momento, está perdido, sin duda alguna.
Me cruzo de brazos. Espero los puñetazos del grandulón, pero estos se están tardando en llegar. Lo observo con detenimiento. Tiene una sonrisa macabra. Es una de esas sonrisas que dicen que disfrutara mucho lo que va hacer y lentamente para disfrutarlo aún más si es posible.
Paso saliva con dificultad.
Mis manos se mueven en un gesto nervioso, la desesperación del flacucho la puedo sentir yo.
Nadie hace nada para salvarlo.
Todos están grabando con su celular para así subirlo a YouTube y ganar vistas.
No sé el motivo que ocasionó todo este embrollo, no conozco a esos dos chicos, pero de lo que si estoy segura es que las cosas no se resuelven con violencia.
Tomo una profunda bocanada de aire y hago algo muy estúpido.
Me coloco en medio de los dos chicos.
El pasillo queda en un silencio sepulcral. Nadie se mueve, nadie dice nada.
Unos ojos azules están fijos en mí expulsando sorpresa e incredulidad al mismo tiempo que un puño casi toca mi frente.
Jesús, maría y José.
Unos cuantos centímetros más y me golpea en mi primer día en la Universidad.
El rubio, lentamente, baja su gran puño. Yo solo puedo mirar su movimiento como una tonta. Ese puño pudo haberme matado de un solo golpe.
—¿Qué demonios te pasa?—Espetó, con una vos ronca e inquietante.
Veo hacia los lados en un intento desesperado de buscar ayuda, pero todos me ven con pena ajena.
Genial.
—¿Acaso no me escuchaste?
Lo observo.
—Te escuche claramente—murmuro, puedo sentir mi cara arder de la vergüenza que siente en este momento—. Intervine en esta absurda pelea porque esta no es la solución. Estamos en pleno siglo veintiuno. Las cosas no se arreglan a golpes.
El grandulón frunce su ceño, enseguida hace una sonrisa llena de burla al mismo tiempo que se pasa sus manos a su cabello rapado en forma de frustración, da dos pasos hacia atrás y me mira descaradamente de pies a cabeza.
En ese momento me arrepiento de no ponerme algo decente.
—Naruto.
Con miedo observo a un pelinegro colocarse al lado del rubio, le susurra unas cuantas cosas a "Naruto", varios segundos después él asintió sin dejarme de ver, se da la vuelta y se marcha.
Ya puedo respirar mejor.
Me doy la vuelta para poderme ir también, no obstante el flacucho, al que le salve el trasero minutos antes, me estorba porque está "procesando" lo que acaba de pasar mirando a la nada.
Cuando el "shock" se va, niega un par de veces con la cabeza y con un gracias se aleja con sus amigos que se burlan de él porque una mujer lo salvó.
Yo solo asentí minutos más tarde porque no sabía que contestarle. Estoy completamente sola a mitad del pasillo, dando más pena ajena que nadie más.
¿Qué estupidez acabo de hacer?
—¡Diablos, chica!
Me giro con confusión en mi rosto, una peli rosa con grandes lentes de montura roja y ojos jade me pasa su brazo por mi nuca con toda la confianza del mundo. Yo soy más bajita que ella, bueno, pensándolo bien, todos son más altos que yo.
—¿Qué ocurre contigo?—Continua ella, negando con la cabeza divertida—. Tendré que explicarte cómo se maneja este lugar.
Enarco una ceja.
—Gracias, pero en este momento no me apetece—digo, deshaciendo su abrazo—, tengo que ir a mi salón.
—Es inicio de un nuevo ciclo escolar –explica la peli rosa, lentamente, como si estuviese hablando con alguien inferior a ella—. Eso significa ir al gimnasio principal para escuchar una plática de media hora sobre la escuela y nuestra bienvenida.
Parpadeo sin poder asimilarlo.
—Perdón, yo no sabía, eso no estaba en la carpeta que me entregaron.
Ella le quita importancia con la mano y me hace una seña para que camine con ella a su lado.
La sigo porque ya no tengo nada nada que perder. Los propósitos que me plantee toda la noche para que mi primer día en la Universidad fuera perfecto, se fueron al carajo hace menos de diez minutos.
—Para introducirte por completo en este lugar—prosigue la peli rosa, yendo hacia otro pasillo—: debes saber que aquí no hay reglas. Ya eres muy grandecito para saber qué quieres hacer con tu vida, ya sabes, aprovechas esta etapa al máximo o te quedas estancado en tu vida.
Concuerdo con esa chica. La Universidad es un mundo donde tienes que madurar sí o sí.
—Me llamo Hinata Hyuga.
Ella sonríe de medio lado.
—Lo sé –expresó como si fuese normal esa respuesta. Ahora llegamos por un gran pasillo con medallas y trofeos—. Eres hija de un comandante y tienes una hermana menor, no digo nada más porque no quiero tocar fibras sensibles en ti. Eso sería muy grosero de mi parte.
Estoy en shock.
—¿Cómo sabes eso?—Le espeto, deteniéndome en el pasillo—, ¿eres integrante de una mafia o algo parecido?
La chica niega con su cabeza, haciendo que su cabello rosado brille con ayuda del sol que entra por la ventana.
—No —contesta ella, soltando una risilla—, mi padre es el sub director de esta escuela, tengo acceso al sistema desde antes de que entrara. Revise tu perfil cuando mirabas a Naruto como si fuera a matarte. Mi nombre es Haruno Sakura, un gusto en conocerte, espero que podamos ser amigas.
Bueno, eso explica todo.
—Claro.
Retomamos el caminar, en segundos llegamos al gimnasio, abrimos la puerta y todo el mundo nos mira.
Veo a Sakura, tiene su ceño fruncido, como si allí encontrara la respuesta saca su IPhone, teclea un par de cosas y me ve.
La miro sin entender lo que está ocurriendo. Ella carraspea un poco incomoda y me pasa su móvil. Un video se está cargando. Abro mi boca por la sorpresa y puedo sentir mi cara muy caliente.
No es cualquier video, ahí aparezco yo en la última pasarela que participe como modelo, sin embargo no son vestidos feos o ropa rara que inventan los diseñadores, no, es todo lo contrario, estoy portando lencería que no deja para nada a la imaginación.
Bueno, una "x" más para mi lista, ya no podre pasar desapercibida.
—¿Quién subió este video?
Sakura se remolinea incomoda, veo hacia las gradas, localizo a Naruto y su sonrisa me dijo todo.
Camino a zancadas hacia las gradas, mi enojo aumenta más cuando los chicos del lugar me miran morbosamente, pero lo dejo pasar.
Llego hasta la última fila de arriba. Mi pierna se empieza a mover de abajo hacia arriba y me muerdo mi uña del dedo pulgar.
Miro hacia el frente cuando escucho el micrófono ser tocado varias veces para saber si está funcionando, los maestros se sientan en una mesa larga y un señor ya mayor camina hacia el centro de la plataforma para poder tomar el micrófono.
—Alumnos, les damos la bienvenida a todos en este nuevo ciclo escolar. Soy el director de esta institución. Sarutobi para los que no me conocen. Esperemos que este semestre esté lleno de respeto hacia sus maestros y compañeros. Esperamos un buen comportamiento en todos ustedes—habla el director, calmadamente para poder proseguir:— sus grupos ya han sido asignados, busquen su nombre en las hojas que están en el patio trasero y en la cafetería. Mañana, oficialmente, empiezan las clases. Este día pueden aprovecharlo para presentarse con sus nuevos maestros y conocer la escuela. Es todo chicos, pueden retirarse. Bienvenidos.
Todos aplauden y gritan, mientras salen del lugar.
Salimos cuando casi todos los alumnos salen. Sakura camina a mi lado, saludando a algunas chicas que se ven más grandes que nosotros con una sonrisa radiante en su bonito rostro.
—No sabía que modelabas—murmura, mirándome como no creyendo que lo haga.
Me encojo de hombros.
—Lo hago por diversión, nada más, no me veo trabajando en ese ámbito a futuro.
El modelaje, es un hobbies pagado a un buen precio, lo hago en mi tiempo libre, específicamente en verano. Me gusta, pero las dietas que debo llevar descompensan todo. La comida es importante para mí, dejarlas tiempos no definidos es un martirio.
La peli rosa me lleva hasta la cafetería. Es modesta. El piso es normal, hay mesas de madera con sillas en color verde y azul, hay ventanales enormes que dan al campus, maquinas dispensadoras de bebidas y alimentos.
Nos sentamos en la mesa del fondo sin decir nada. Solo miramos como los chicos se dispersan afuera.
—Lo que pasó en el pasillo –murmura Sakura seriamente—, te traerá problemas, pero ya lo notaste. Naruto no es alguien que quieras de enemigo. Haz captado su atención, ahora será difícil sacarte de su retorcida mente.
Me quedo perpleja ante sus palabras. ¿Qué nadie en este lugar es maduro? Niego con la cabeza divertida ante la situación que estoy viviendo: primero una pelea, después casi me matan de un golpe, el grandulón que casi me mata me exhibe ante toda la universidad, y ahora ese mismo grandulón ya no me dejara en paz.
Vaya vida que me cargo.
—No le voy a seguir el juego—respondo—, perdón por la grosera que voy a decir, pero, que se joda él y todo su grupo de locos acosadores. Yo solo vengo a estudiar y vivir muy bien el resto de mi existencia, no a complicarme más de lo que ya he hecho.
Sakura asiente.
—No lo conoces suficiente, él y su…
Alguien se aclara la garganta. Ambos volteamos y me arrepiento de inmediato cuando veo a Naruto atrás de ella con varios chicos más.
—Joder, te vez preciosa en esa lencería— declaró él, colocándose enfrente de mí. Casi me da un infarto por tenerlo así de cerca—. ¿No prefieres acostarte conmigo en vez de meterte en donde no te llaman?
Mi silla hace un chillido de locos cuando la arrastro hacia atrás, me coloco frente a frente y enarco una ceja. Ahora si ha colmado mi paciencia.
—No, gracias, paso —lo veo de abajo hacia arriba de una manera burlesca—, yo no me acuesto con inmaduros, así que déjame en paz, grandulón.
Él sonríe de una manera macabra.
Sus ojos azules me están desarmando por completo, eso es algo que nadie puede lograr. Con mi cara en blanco me hago hacia un lado para poder pasar, pero él me detiene agarrándome por el brazo, se agacha y me susurra al oído:
—No te metas en mis malditos asuntos de nuevo, ¿estamos?
Lo acribillo con la mirada. Asiento. Me quito ante su agarre y me voy de allí con una Sakura caminando a mi lado.
