Me provocaba. Su mirada era algo que no podía evitar. Ninguna de las dos podía de hecho. Nos sentábamos alejadas en el desayuno, almuerzo y cena, pero aun así nuestras miradas se cruzaban cada 6 segundos, por reloj.

Piper era su nombre, aunque era Pipes para mi. Era rubia con algunas mechas mas oscuras, de ojos claros, celestes. Su sonrisa era tímida, le costaba entrar en confianza.

Nos conocimos hace unos 15 años, en un bar. Recuerdo que ella buscaba trabajo allí, y yo estaba tomando unos tragos, cuando entró. Tenia el pelo mucho mas largo que ahora, con unas hondas que me hacían perder. Fui a hablarle de inmediato, así era yo.

Esa noche terminamos en mi casa, una de las mejores de mi vida. Ella nunca había estado con una mujer, menos una como yo, así que di lo mejor de mi. Parece que le gustó, porque quiso hacerlo más de una vez esa noche. A la tercera, ya había tomado la mano y lo hacia mucho mejor que muchas de las chicas con las que había estado, que decían tener experiencia.

Pero esto fue mucho tiempo atrás, muchas cosas pasaron y es así como estamos acá, así y ahora. Mi amor por ella no se fue, el tiempo no lo borró. Y como hice esa noche, fui a hablarle. Ya no soporto el entrecruce de miradas y nada de acción.

Me senté en su mesa, estaba sola. Me miro como preguntándome qué estaba haciendo. Levanté una ceja y me sonrió. Ninguna emitió palabra. Siguió comiendo su yogurt de frutilla muy tranquila, yo la observaba detenidamente. Como sus labios rosaban la cuchara de metal, los extrañaba, los quería , que fueran míos otra vez. Terminó de comer, y me agarró de la mano. Se levantó, me arrastró con ella y caminó en dirección a la ducha. No entendía nada, si ya se había bañado, qué quería hacer?. Y como si hubiese leído mi pensamiento, giró la cabeza, sin dejar de caminar, y lamió sus labios después de morderlo. Ella sabía que eso me podía. Y ahí entendí todo.

No había nadie en las duchas, ya todas se habían terminado, lo que fue mucho mejor para nosotras. Me empujó contra uno de los cubículos, los azulejos estaban llenos de humedad, algo mojados. Se apoyó sobre mi y comenzamos a besarnos. Nos extrañábamos, nos deseábamos, nos conocíamos mas que nadie, sabíamos los que nos gustaba una a la otra. Sus manos iban desde mi cadera hasta mi pelo, jugaba con él. Mis manos estaban muy inquietas también, así que le saqué la remera marrón que llevaba puesta.

Me gustaba llevar el control, pero ella lo estaba haciendo muy bien, así que seguí el juego. Abrí la ducha y su cara se transformó en un segundo. Se estaba riendo muy fuerte, así que puse una mano sobre su boca. La movió y comenzó a chupar dos de mis dedos, mientras me miraba fijo a los ojos. Sin correr la mirada, tomó mi muñeca y metió mi mano dentro de su pantalón. Estaba tan húmeda, y eso se lo provocaba yo. Siempre lo hice. Comencé a mover suavemente, como le gustaba a ella, mis dedos alrededor de su clit, subiendo y bajando, entrando y saliendo, mientras nuestras miradas seguían fijas y sin emitir palabra.

Me arrodillé, bajé su pantalón marrón también, y metí mi cabeza dentro de sus piernas. Ella cerró la cortina de la ducha, mientras el agua caía sobre mi cabeza. Mi lengua seguía a mis dedos, recorriendo toda su zona. Nunca me aburría de ella, era tan perfecta. Pipes jugaba con mi pelo, mientras emitía sonidos callados.

Podía sentir como gozaba, en mis dedos. Comenzó a tensarse, mientras sus manos agarraban mi pelo mas fuerte. ''I'm coming, I'm coming'', dijo, en medio de gemidos. Aparte mi cabeza y dije: ''Shh, show, don't tell''. Sus gemidos aumentaron, mientras lo hacían sus gemidos. Sentí en mi dedos como su vientre se contraía y dilataba, hasta que la humedad comenzó a correr por mis dedos. Nuestras respiraciones estaban agitadas, comenzamos a besarnos, cuando Nikki entró al baño y dijo: It's eleven, not lesbians, mientras se reía.