Mírame…sé que me deseas. No trates de evitarme.
Mírame, soy todo lo que necesitas. Soy el que te complace.
Mírame, acércate a mí. Puedo ser todo para ti en estos momentos.
Mírame…ahora que nadie nos ve. Ven te daré lo que tanto ansias.
Desde aquel día en la tienda, no me apartaste la mirada, nos conocimos y sentiste amor a primera vista.
Tu sonrisa resplandecía, en tus ojos lo obvio era expresado.
Suspiraste al llevarme hasta tu casa, no lo habías dudado ni un solo segundo, tan solo te guiases por esa motivación diaria que bien te describe.
Pero, lo nuestro es algo que no está bien visto…
Tus amigas me critican, sus quejas no son de faltar en la cientos de reuniones que acontecen en tu habitación.
Aun así tú me amas y no puedes dejarme, soy tu debilidad.
Por que solo yo puedo hacerte suspirar con tan solo un beso.
Solo yo puedo lograr que sientas de mariposas revoloteen en tu estomago.
Soy quien te consuela en esos días duros, en aquellos que te decepciones, en aquellos que crees caer en el vacío mismo.
Yo soy quien te hago realmente feliz.
Por un tiempo decidiste dejarme, alejarte de mí.
Guiada por el pensamiento ajeno, dominada por los famosos dichos.
Me alejaste de ti, como si no significará nada en tu vida.
Más sin embargo, no lo has conseguido.
Lo sabia, sabia que no podrías vivir sin mí, por que me necesitas, me anhelas, me piensas constantemente.
Regresas aun a escondidas, no dudas en tomarme y sentirte única. Con prisa te apropias de mí mientras sonríes y vigilas la entrada de tu habitación, el momento se hace peligroso, lo sé, ya que tus acciones son precipitadas y con el tacto un tanto nervioso me besas al cerrar tus ojos, sumergiéndote en un placer incomparable.
Pronto la puerta del cuarto se abre, dejando ver a una figura femenina con el rostro horrorizado.
Rápidamente se acerca a ti, para posar una mano sobre tu hombro y jalarlo hacia su persona, avisándote que era expectante de nuestro acto.
— ¡¿Sakura que has hecho?! — Interrogo viéndola con enojo.
La pelirosada, sonrío algo nerviosa, para luego cambiar su expresión a una avergonzada.
— Lo siento, yo no pude contenerme – Mencionó apenada sobando se la nuca algo nerviosa.
Si que puedes, solo debes ser fuerte…- pronuncio arrodillándose para ponerse a su altura, ya que Sakura estaba arrodillada en el suelo.— ¡Esta porquería te aporta 500 calorías! — comentó tomando el chocolate que Sakura tenía en sus manos.
— Pero Ino-butta… hace mucho tiempo no pruebo bocado…debo vivir…— comentó en reproche bajo la mirada estricta de su amiga.
La rubia suspiro y la miro con algo desconcertada — Tu en verdad nunca cambiaras… — mencionó reincorporándose.
Pero antes de que se marchara, siente como tiran de su falda un poco, se volteo para saber el motivo de su detenimiento.
El rostro de su mejor amiga algo acongojado, en posición de plegaría, la miraba con el llanto infantil a punto de exteriorizarse.
Ino arqueo una ceja, no podía creer que Sakura Haruno con sus 23 años siga comportándose de esa manera por un simple chocolate. Tras un suspiro cansino, le devuelve el dichoso objeto de deseo y la vio devorárselo en tan solo unos segundos.
Es que eso era lo único que quería, lo único que deseaba era probar ese chocolate, como tantas veces…al demonio con el vestido de novia, en el que debía caber en tan solo una semana.
