Los personajes son de la grandiosa Stephenie Meyer, las criaturas mágicas mencionadas pertenecen a los griegos. Todo lo demás es mío, por supuesto.


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Sea addiction

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I: Edward.

– Garrett– cuando el chico oyó que le llamaba casi le da un infarto– ven, necesito que hablemos un momento.

Garrett Riverson se trataba de uno de mis mejores empleados por su eficacia, exactamente por eso nunca le he precisado en la oficina. Una sonrisa sincera se abrió paso en mis labios pensando en la noticia que estaba a punto de darle. Cuando llegó a donde estábamos, se veía nervioso.

– ¿Es para algo malo? – Preguntó muy tenso.

–Todo lo contrario – Le dije sin mirarlo, mientras abría la puerta de mi oficina, y el asintió.

Antes de llegar a mi despacho, se encontraba una pequeña oficina con porta retratos y muchas estupideces de colores alrededor. Era la oficina de mi secretaria Tanya.

Esto no me molestaría, si no fuese porque la mayoría de porta retratos contenían fotos mías y las estupideces eran corazones y flores.

Cuando la contraté, lo primero que pensé fue "es jodidamente buena" (o está buena, no me acuerdo) realmente era muy buena haciendo lo suyo, dentro y fuera de la oficina… Como sea, entre su eficiente forma de trabajar y otras cosas, la contraté porque era rubia. Por esas épocas tenía una obsesión con las rubias. Mi secretaria tenía que ser rubia y todas mis empleadas, pensaba que las rubias eran la bomba. La mayoría de mis novias y amantes fueron rubias. Más tarde descubrí que la apariencia no tiene nada que ver con la forma de ser y aunque este dicho fuese muy popular, todavía existe gente como yo que no sabía la veracidad de la frase. Actualmente la empresa cuenta con empleadas de cualquier raza, tono de pelo, nacionalidad, religión… Porque varias personas habían amenazado con demandar a la empresa si esto no era corregido, así que empecé a aceptar a gente diversa, pero no solamente por la denuncia que me vendría, sino también porque había aprendido.

No me molesté en saludarla. Tanya no entendía indirectas, y las directas las obviaba. Una vez, me acosté con ella y porque estaba borracho. Bueno, más de una vez, pero esa fue la primera. Era de noche y era el único en la empresa, tuve una decepción amorosa y empecé a beber, Tanya salió de la oscuridad –parecía que lo estaba esperando, a juzgar por su cara– y me… "consoló"como solo sabría hacer una mujer de su tipo.

Garrett se sentó, pero yo me quede mirando por el ventanal el lago Burley Griffin. Era artificial.

–¿P-para qué me h-ha llamado, Señor Cullen? – Tartamudeó. Me giré hacia él y estaba con cara triste, pero apenas notó que lo miraba compuso una sonrisa. Entrelacé mis manos por detrás de mi espalda.

– ¿Sabes Garrett que es para mí todo un placer hablar contigo? – Le dije de sopetón. Segundo casi infarto del día. Murmuró algo así como "nunca he hablado con mi jefe ni le he visto, jamás sale de la oficina…"

– No Señor, el placer es mío.

Me levanté de la silla, y fijé mi mirada en el lago por segunda vez. Ah, el agua…

–Me tengo que retirar de la empresa por unos meses, tal vez un año– Dije, sin un ápice de sentimiento. Me giré para ver a Garrett por encima de mi hombro, y toda la tristeza que yo no tenía, la reflejaba él. Quizá era porque me consideraba un muy buen jefe, y pensaba que sin mí, la empresa se iba a pique.

Bueno, tal vez un análisis un tanto egocéntrico.

No me dijo nada, supuse porque no se atrevía a preguntarme el por qué. Joshua no era el vicepresidente de la empresa, pero planeaba colocarlo a él de jefe, después de todo, creo que a Jasper no le molestaría. Al fundar esta empresa lo nombre vicepresidente porque era mi hermano (sí, ya sé que hice mal solo por ser familia), pero nunca se presentaba a las reuniones ni contestaba a las llamadas, así que…

–Te explicaré el por qué. – Me giré completamente para verlo y comencé mi historia a la vez que pensaba en una versión que obviara un poco los detalles personales – Mi madre me abandonó a los ocho. No me tengas lástima ni compasión, porque yo no la tengo. Ella no merece ni una opinión, ni una crítica.

»Toda mi infancia la pasé en Estados Unidos, y cuando vivíamos todos en familia, mi padre insistía en vivir en ciudades costeras, y mi madre siempre nos arrastraba a la ciudad, así que yo acordé que pasaríamos dos años en una, y dos años en otra, como ves, tuve que madurar muy rápido, porque fue un niño de cinco años el que dijo eso.

Hice una pausa y pensé en los problemas con los estudios y con mis amigos que eso me trajo en los años siguientes, pero no venía a colación, así que no lo mencioné

–, En fin – continué mientras recordaba – Polos opuestos. – me reí sin reírme realmente

– Mi padre la pasaba mal en la ciudad, de hecho, mal era poco su pecho se movía nerviosamente cuando llovía y estaba entre calles y edificios. Su salud fue menguando; se reflejaba en su piel, en su humor. Se volvió arisco y huraño. Por la noche se que tenía pesadillas y que se pasaba largas horas con la mente en otra parte, ausente, mientras pensaba en el vaivén de las olas.

»Esta devoción se debe a que viene de un linaje de pescadores, marineros, navegantes, o puede que incluso piratas. Sus antepasados, todos vivían en las costas, o en pueblitos de tradición ballenera… Ah, y él porque nació con el don de apreciar el océano. Hay simplemente gente que nace con eso. A mí por lo menos me enseñó a tensar y tejer una red, me enseñó las partes de un barco, me enseñó a izar una vela, me explicó sobre muchos animales marinos, leyendas, a nadar, a bucear, y me enseñó a guiarme por las estrellas... En resumen; me enseñó de astronomía y navegación y muchas cosas más, pero su mayor enseñanza fue que el mar es un mundo paralelo al nuestro, el cual jamás debe ser descubierto, porque como él decía: "un misterio es un misterio, y un misterio debe permanecer, porque si estuviese diseñado para ser descubierto, resuelto o lo que sea, entonces la naturaleza no nos pondría tantos impedimentos y nos habría facilitado el conocer su mayor secreto; el fondo del océano." –Garret hasta ahora, escuchaba mi historia embelesado. Me agradaba dejar mi empresa en manos de un chico sensible y tan buen oyente, porque mira que mantener la concentración durante tanto tiempo…

–Volviendo a mi madre, se casó con ella, porque ya se había embarazado de mí, y ante todo mi padre era un hombre de principios. Él la describía tan hermosa como una sirena o ninfa del mar– intenté recordar a mi madre de esa manera pero me era imposible, yo la veía como una arpía – Nunca se trataron como verdaderos esposos. Mi padre llegaba, me saluda a mí e ignoraba a mi madre y mi madre me ignoraba a mí. Era una rutina.

»Una noche que hablamos, me confesó que su gran y único amor siempre sería el mar, pero llegó una época en la cual verlo no le era suficiente, necesitaba estar dentro…

– ¿Nadando?– Me interrumpió perplejo Garrett.

–No, como… En barco, sí, en barco – Me pasé la mano por el pelo, un gesto que hacía cuando me ponía nervioso. – Intentó llevarme a una de sus tantas expediciones en barco, pero a mí me daba muchísimo terror el agua. Después de varios intentos, decidió irse solo.

En la oficina se produjo un silencio, mientras los dos estábamos perdidos en nuestros pensamientos, Tanya se asomó por la puerta.

– Escuche que habíais dejado de hablar, ¿pasa algo?– ¿Sería mi secretaria capaz de escuchar con la oreja pegada a la puerta?

–Todo bien, se puede retirar – Asintió y la volví a llamar – Tanya, si puedes, pide mi café en la tienda que está al otro lado de la ciudad. Gracias. – Me miró decidiendo si enfadarse o adorarme por sentirse útil.

– Pero, ¿se fue así como así? ¿Sin despedirse ni nada? – La cabeza de Garrett se ladeó. Seguramente se preguntaba si mi padre era tan hijo de puta como mi madre.

–No, no, para nada – Me dijo: "Pequeño marinero – aún sabiendo que odiaba el mar y todo lo referente a él – tengo que partir para más aventuras. Ver el mar ya no me es suficiente, necesito adentrarme una temporada larga. Necesito regresar a mis raíces, donde vivieron mis antepasados"Se iba a ir. Y con todo lo que contaba era con una señora que resultó ser un infructuoso intento de madre.

–"Son distintos tipos de amores. Mi padre no tuvo esta sensación por y necesidad del mar, pero mi abuelo sí, y me enseñó todo lo que debería saber, y todo lo que debo saber es que no puedo estar lejos de él, porque podría conducirme a la locura, y tú mismo lo observaste cuando vivimos en ciudad"Claro que lo había hecho. Tics nerviosos, respuestas sinsentido, conductas neuróticas... "Espero que cuando seas mayor, encuentres a una sirena que te ame y no a una bruja del mar. Escoge con cuidado. Te amo hijo"Un beso en la frente, unas cuantas lágrimas y se fue.

»Subió a una embarcación llamada "Edward I" que era como se llamaba mi padre. A los tres días, hubo un incendio en el barco, y se informó en las noticias que murieron todos menos uno, el capitán, mi padre, había sobrevivido lanzándose al mar en una caja de madera sin tapa y con provisiones. Estuve muy orgulloso. Después de todo, mi padre sí que había nacido para el mar, y había resultado ser un verdadero argonauta.

Terminé mi historia, en realidad la de mi padre, la mía se desarrollaría más tarde.

– ¿Está vivo? – Ni yo lo sabía. A estas alturas, dieciséis años más tarde, era imposible que lo estuviera, y por eso la versión oficial es que ha muerto, aunque eso sería como firmar un destino que no está sellado, pero estoy casi seguro que no sobrevivió él solo en plena altamar.

–No lo sé.

Garrett siguió acribillándome a preguntas.

–Entonces, usted, ¿no heredó el don para…–Se rascó la cabeza confundido – oír la Canción del Mar?

–No. Y me voy a Nueva Caledonia, precisamente para eso, intentar estar más cerca de mi padre de esa forma. Intentando conectar con el mar aunque sea lo que más odie… Es algo así como una terapia de choque – Miré la pecera de mi oficina.

Podía ver la cabeza de Garrett trabajando rápidamente para entender donde encajaba él en todo esto. Así que se lo aclaré:

–Quiero que te quedes tú de jefe de la empresa.

Por tercera vez en el día, al chico tuvo otro intento de infarto.

II.

Después del abandono de mis padres, uno por su devoción al mar, la otra por… lo que sea, mis tíos Esme y Carlisle acudieron al rescate con su hijo Jasper. Despistado, excéntrico y con afanes de libertad.

Esme es la persona más dulce que he conocido jamás. Tiene instintos tan fuertes, no solo materno, sino también cuestiones como esperar a su esposo despierta hasta que viniera del trabajo, o cuidar las plantas en el jardín… Tengo que admitir que era la perfecta esposa y madre. Tal vez demasiado inofensiva, pero para eso estábamos los hombres de la familia, para protegerla. Por otro lado, Carlisle, a pesar de tener pocos recuerdos con el debido a su trabajo de médico, podía decir que los momentos que pasamos, fueron intensos. Gracias a Carlisle y a Edward, me pude manejar de esta forma en la vida.

La verdad es que no puedo quejarme de mi familia. Me dieron más amor del que alguna vez yo soñé. En pequeños detalles como un beso en la frente, una mirada de apoyo, leer un cuento por la noche, compartir juguetes, dormir todos juntos cuando tenía una pesadilla… podías notar el amor que esta familia me profesaba.

Cuando crecí, tomé la decisión de venirme a vivir a Australia, a las raíces de mi padre, para… alejarme de los recuerdos que tenía en Estados Unidos, y como siempre, Esme y Carlisle respetaron mi decisión y la apoyaron, me pagaron la universidad aquí, me llamaban todo el tiempo para saber cómo estaba, incluso todo el año ahorraban – casi no les hacía falta ahorrar, porque gozaban de buena posición económica – para pasar las Navidades conmigo. Respecto a Jasper, un día llegué a casa, me eché en la cama, ¿y adivinen quien estaba al lado? Sí señores, Jasper Cullen.

Me explicó que mamá y papá lo habían echado de la casa para que se independizara como su hermano, que tenía que tomar ese ejemplo. Me reí de su cara de fastidio y le dije que era bienvenido a mi casa y a mi vida.

En el trabajo, Jasper conoció a Alice, otra de mis mejores empleadas, y ya saben la historia. Jasper no le ha propuesto matrimonio pero están a un paso de casarse, con o sin anillo. Son de esas parejas que ves por la calle y piensas:"¡seguro son esposos!"

Me despojé de la ropa, lanzándola donde sea y me bebí un vaso de agua a la vez que encendía mi ordenador.

Ser jefe de una empresa tan grande me había enseñado a hacer varias cosas a la vez.

Cuando se terminó de abrir la página, confirmé mi pasaje a Noumea, Nueva Caledonia, y lo imprimí.

Una vez estuve allí con mi padre. Fue donde me enseñó a pescar y todo lo demás que le mencioné a Garrett.

Aquel lugar era un trozo de cielo en la tierra. Aguas cristalinas que a su vez actuaban como un gran espejo lo que hacía el cielo aún más azul si es que eso era posible, densos bosques y selvas de plantas que crecían y crecían compitiendo por la luz del sol, y una isla rodeada de leyendas. Leyendas que mi padre me había contado con todo detalle, y que en su momento escuché atentamente pero que ahora no me acordaba ni de qué se trataban…

Me desperté activo. En tiempo récord, desayune, me duché, me cepillé y vestí. Salí de la casa cogiendo las llaves, como si me hubiese tomado un redbull y me subí al ascensor.

–Oh mierda – Grité adentro en lo que me percaté de lo que me dejaba. Esperé que llegara abajo para volver a subir, cogí un bolso de cruzar en donde metí la documentación y las maletas, o sea cogí las maletas, no metí las maletas en el… Como sea.

Por el clima que hacía dude si coger una chaqueta o no pero abrí el armario y cogí la única que me quedaba, pues todas estaban en la maleta. ¿Por qué me desperté tan excitado?

Pedí un taxi, le indiqué que al aeropuerto de Canberra y casi me da un ataque al ver lo lento que el hombre conducía.

Pegué mi cabeza contra el asiento del taxista, bufando. No se sentía bien tener mucha energía contenida y de repente hacer las cosas lentamente.

III.

Me di cuenta que llegaba tarde por el despiste del ascensor y la lentitud del taxista.

Corrí por toda la terminal después de facturar las maletas y enseñar los pasajes, la gente me veía raro. Era obvio, yo también miraría mal a un chico joven que iba corriendo con un bolso cruzado que estaba a punto de caerse, una maleta de mano, medio vestido y con mirada de loco. ¿Estaba así porque tenía la sensación de que este viaje iba a cambiarme la vida? Ahora que lo pienso mejor, ¡qué idea más tonta! Es muy difícil por no decir imposible cambiarle la vida completamente a un hombre hecho y derecho de veintisiete años.

Ya subido en el avión, pedí un agua y vagamente pensé que se me había olvidado llamar a Esme y a Carlisle, Jasper seguro que estaría entre las piernas de Alice. Bah, los llamaría a todos al llegar.

No pude dormir en todo el viaje porque cada vez que cerraba los ojos tenía pesadillas con madres que te abandonan y con tiburones devorando gente. Después de tres horas de viaje, que se me hicieron eternas porque toda mi energía había sido drenada por una razón que desconozco, llegamos, y resumiendo, cargué con las maletas. Me entristecí un poco al ver los carteles con nombres, porque nadie me esperaba, pero era tonto deprimirme porque yo no había pedido que me buscara nadie.

Mis hombros automáticamente bajaron y agaché la cabeza. Si en el aeropuerto de Canberra parecía un psicópata persiguiendo a alguien, en el de Nueva Caledonia parecía un chico viajando para la muerte de un familiar.

Sin querer, me di cuenta que estaba haciendo alusión todo el tiempo a mi soledad. Mi mente gritó la palabra pareja, pero de eso a mí no me hacía falta, por lo menos no por ahora.

No por ahora… Qué lejanas parecían esas palabras.