La vida de Rose había cambiado de un modo tan rápido que ni siquiera había tenido tiempo para recapacitar, a verdadera profundidad sus acciones, pues a estas alturas se daba cuenta que si hubiera obrado de una manera diferente no habría arruinado su vida. Había llorado, maldecido y suplicado para ser liberada, pero nadie se apiado de ella, se había convertido en una esclava, y nadie se apiadaba de los esclavos.
Mientras era conducida a la tarima en donde exponían a los esclavos para su venta, no podía dejar de pensar en el modo en el que había llegado ahí, todo había sido culpa de su estúpido orgullo, de su estúpida manía de querer ser reconocida por sus propios logros y no por los de su madre, si le hubiera dicho a los oficiales que la habían arrestado, quien era su madre, seguramente le hubieran avisado y ella hubiera resuelto el problema de una manera u otra. Pero ahora era demasiado tarde, si por casualidad alguien la reconocía como hija de la Coronel Granger, todo seria aun peor para ella, seguramente la enviarían en pedazos a su madre, para cobrarse algún tipo de venganza.
Rose tenía una buena idea de sobre en donde se encontraba, debía de tratarse del pequeño planeta Taika, era el único planeta dentro de la confederación en el cual se podía comprar y vender esclavos de manera legal.
Mientras esperaba en la palestra junto con otras tres chicas de más o menos su edad, estaba pensando en múltiples planes para escapar. Ella había sacado las mejores calificaciones en su generación en la academia, estaba bien entrenada en estrategia y en combate cuerpo a cuerpo. No debería tener muchos problemas para desarmar a uno de los guardias, seguramente hubiera salir del edificio antes de que pudieran organizar a los demás guardias para que la buscaran, claro que luego tendría que robar ropa para poder perderse entre la multitud. Todo eso era simple divagaciones, pues sabía perfectamente que si lo intentara el rastreador seria activado y seria paralizada con un poderoso choque eléctrico. Rose se había dado cuenta que todo estaba perdido cuando la llevaron a aquella oscura sala de operaciones, fue entonces que dio su último esfuerzo para liberarse de sus captores, dejo a tres guardias inconscientes, y al menos rompió dos huesos, pero eso no fue suficiente, sus compañeros la derribaron y la golpearon, no demasiado, pues no querían dañarla y disminuir su valor, pero aun así fue muy doloroso para ella. La recostaron boca abajo en la plancha de operaciones, en donde rompieron la ropa que traía (restos de su uniforme militar) y procedieron a hacer la operación. Primero abrieron una pequeña hendidura cercas de su cuello, dejando al descubierto su columna vertebral, luego colocaron lo que parecía ser un anillo de oro con una extraña joya roja, se lo mostraron antes de proceder a colocárselo, simple crueldad seguramente. Ella había estudiado el procedimiento, y sabia que el anillo no era lo que parecía, era un chip de esclavo, se lo colocaron en una de sus vertebras, luego dicho anillo extiende pequeños alambres que rodearían la totalidad de la columna, haciendo imposible cualquier intento de extirpación. Al cauterizar la herida, solo dejan al descubierto la pequeña joya. Un símbolo seguramente. Lo que siguió no era quirúrgico ni mucho menos, tal vez menos doloroso, pero igualmente humillante, después de que la examinaran medicamente con gran detenimiento, se dieron cuenta que era virgen, lo cual seguramente subiría su valor en el mercado, pero para mantenerla así le colocaron un cinturón de castidad electrónico, su llave era digital, este tenía el objetivo de que los guardias no pudieran violarla, al menos hasta que fuera vendida. Fue el primer día cuando sintió los estragos que le podían hacer si desobedecía. Solamente fueron unos insultos, pero fue suficiente como para que el guardia accionara el mecanismo y la dejara paralizada en el suelo, retorciéndose por la electricidad. Definitivamente lo harían de nuevo si intentara huir, además, aunque no lo hicieran, sería muy fácilmente rastreable.
El lote en el que sería vendida, estaba compuesto, por otras tres chicas y ella misma, todas eran novatas. Recientemente convertidas en esclavas, según lo que le habían contado, procedían de los planetas del anillo exterior de la confederación. Curiosamente no habían sido secuestradas, sino vendidas por sus propias familias. Por lo que podía comprender, era una costumbre entre esos planetas. Sus compañeras estaban igual de asustadas que ella, pero seguramente más resignadas, pues durante sus vidas sabían que esa era una de las posibilidades.
—Damas y caballeros, esta noche nos complacemos en presentarles una oferta especial, una novedad que no se ve todos los días…
Era obvio que todo lo promocionaban de manera exagerada, antes de ellas, habían vendió a un par de gemelas bailarinas. Las había promocionado como si hubieran salido de la sociedad intergaláctica de ballet, pero por sus expresiones, era obvio que eran un par de veteranas, que ya poco les importaba quien las comprara, eran bellas ciertamente, pero con una tristeza tal, que, al menos para ella, les quitaba toda hermosura que pudieran tener. Rose y sus compañeras no se parecían mucho entre ellas, las habían juntado simplemente porque eran vírgenes, un platillo raro en ese lugar seguramente.
Aunque el subastador intentaba venderlas en paquete, las estaba ofreciendo una por una. Primero daba cierta descripción de su pasado, para luego descubrir sus cuerpos desnudos. Algo no demasiado difícil, considerando el modo en el que estaban vestidas, pues solamente les habían dado una especie de camisón semitransparente, todo de color blanco, posiblemente para simbolizar que aun eran vírgenes, detalle acentuado por los cinturones de castidad que portaban.
—Esta es sin lugar a duda, la joya del grupo—dijo el subastador, mientras forzaba a Rose a pasar al frente—, esta hermosa flor no es ninguna campesina ni obrera, es nada más y nada menos que una teniente del ejército de la confederación, una piloto condecorada que se corrompió y recibió sobornos de los piratas—ante las acusaciones intento atacar al subastador, pero con sus brazos fuertemente sujetados a su espalda, no fue más que un ridículo empujón—, es una florecilla rebelde sin lugar a dudas, pero estoy seguro que disfrutaran mucho entrenándola a punta de látigo y penetraciones—idea que horrorizo a Rose.
El vendedor sabia como sacar provecho a su "mercancía", sabía que los precios aumentarían cuando supieran que una del grupo había sido una oficial del ejército. Claro que disfrutarían humillándola. Las ofertas estaban aumentado rápidamente, y más lo hicieron cuando el vendedor termino por desnudar a Rose. Hasta el momento había logrado no mostrar ningún gesto de sufrimiento, pero no pudo acallar un grito cuando el subastador le estrujo uno de sus senos, para mostrar lo grandes y firmes que eran. Rose siempre se había sentido incomoda por sus propias medidas, durante sus estudios y durante su servicio en la milicia, había modificado sus uniformes para que no se notaran tanto. Pero ahora desnuda y con los brazos forzados en su espalda los lucia ostentosamente.
—Diez mil oros, quien me da once mil, once mil, quien meda doce. —continuo con la subasta.
—Veinte mil oros—dijo un hombre de gran tamaño y poco cabello, que era un conocido dueño de burdeles.
—Yo doy veinticinco mil oros—dijo una mujer, que no solo era rival en a subasta sino también en el negocio del entretenimiento para adultos.
—Veinticinco mil, a la una, veinticinco mil a las dos—el subastador estaba pletórico, estaba recibiendo casi diez mil por encima de lo que hubiera aceptado.
—Cincuenta mil oros—dijo un hombre que se había mantenido en un rincón del salón.
Con esa cantidad de oros, hubieran podido comprar tres grupos como ese, por eso todos los presentes guardaron silencio y voltearon a ver quien había hecho tal oferta. Los que lo reconocieron, o al menos imaginaron de quien se trataba sintieron verdadero temor, pues era un hombre verdaderamente temido en los planetas habitados.
—Cincuenta mi oros, a la una, a las dos, a las tres—dijo rápidamente, casi explotando de alegría.
Claro que el subastador se había dado cuenta de quien se trataba el comprador, lo había visto pocas veces, pero ciertamente era una persona difícil de olvidar. Era un reconocido enemigo de la confederación, así que no le sorprendió que estuviera dispuesto a pagar esa cantidad de dinero para poder torturar a la pequeña piloto prodigio del ejército. Aunque era la primera vez que compraba esclavas, seguramente siempre había una primera vez para todo.
Rose había estado asqueada al ver a sus posibles futuros dueños, pero el miedo no lo sintió realmente hasta que vio al que por fin las había comprado. Era un hombre muy alto de cabello negro muy desordenado, de complexión atlética, aunque su rostro ya empezaba a tener algunas arrugas. Se le veía peligroso, y seguramente lo era, en algún momento de su vida había perdido un ojo, pero el ojo que le quedaba era de un color verde impresionante. Cuando la vio directamente fue como si hubiera podido ver su alma, increíblemente la hiso sentirse mas desnuda de lo que ya estaba. Lo que más la intrigo, fue que no la estaba mirando como los demás, claro que había deseo en su mirada, pero no como la de los demás, que la veían como un pedazo de carne o un juguete nuevo, fue algo mucho más posesivo. Esto solo fue un momento, pues cuando rompieron el contacto su mirada volvió a un estado de piedra como si pudiera disparar con la mirada.
— ¿Quiere que las empaquetemos, capitán? —dijo servilmente el vendedor.
—No, encadénalas, me las llevare inmediatamente.
Intentando cubrir un poco su desnudes, las cuatro jóvenes habían vuelto a colocarse sus mini camisones, lo cual aunque no les cubría gran cosa, era mejor a que estuvieran desnudas. Con ayuda de un guardia les coloca collares de cuero conectados a una cadena larga, con la cual las podía conducir en una sola línea, Rose estaba hasta el frente. Gracias a su lugar, pudo ver como llevaban a cabo la transacción. El hombre tuerto tenía una pequeña computadora en su brazo izquierdo, con la cual llevo a cabo la transacción electrónica, luego fue transferido también los códigos de activación de los chips de control de las chicas y los códigos para abrir los cinturones.
—Una gran compra, le felicito, capitán.
—Más le vale que estén ilesas—con un tono frio, que hiso sentir cierto temor al vendedor.
—No se preocupe, están completamente sanas, confié en mi, mi reputación está en juego.
—Eso espero, por su propio bien—era obvio que no era una amenaza sin valor, o al menos por la expresión de temor que vio en el rostro del vendedor, realmente le había afectado.
Ni Rose ni sus compañera tenían idea de quién era el misteriosos hombre que las había comprado, solo sabían que no era como las demás personas que habían intentado comprarlas. Cuando salen a la calle, Rose se da cuenta que no llaman tanto la atención, como ella se hubiera imaginado. Era obvio que estaban en la zona de burdeles, pues había mujeres intentando convencer a las personas que entraran a sus respectivos negocios, además de que había varias personas que también llevaban a esclavas como ellas, incluso algunas completamente desnudas. Seguramente lo único que las resaltaba era el color blanco de sus camisones, era un color poco común en el lugar.
—Miren niñas—fue la primera vez que les hablo directamente a ellas, tenía una voz profunda y autoritaria, la de alguien que no está acostumbrado a que le lleven la contraria, Rose no pudo evitar estremecerse—, este no es el lugar más seguro de la galaxia, así que no se les ocurra alejarse de mi, la que me dé el mas mínimo problema la regalare al primer vago que me encuentre.
Rose quería gritarle o incluso golpearlo, pero sabía que aunque tuviera sus brazos libres no se atrevería a hacerlo, incluso ante la perspectiva del castigo eléctrico. Mientras caminaba detrás de él, Rose puso atención a su espalda, cubierta por una gran gabardina negra y con un escudo de armas en la espalda que no pudo reconocer con precisión. Era dorado, y en el centro había un león, una criatura mítica que supuestamente había existido en la tierra uno, era un símbolo que se parecía mucho a los de las familias nobles, ella pensó que seguramente era algún tipo de broma, una burla a las grandes familias. Lo que la saco de su concentración fue los extraños murmullos que estaban diciendo detrás de ella. Cuando puso más atención, se dio cuenta que sus compañeras estaban rezando. Ella también había rezado, pero lo había dejado luego que le colocaran ese maldito aparato en la espalda.
— ¿Es que no reconoces ese símbolo? —le pregunto la que estaba detrás de ella, al ver la expresión de curiosidad que tenia al verlas rezar.
—La verdad es que no.
—Es el símbolo de corazón de león, debe ser el capitán de la tormenta de fuego.
Claro que sabía a quien se refería. Ella había estudiado con detenimiento las batallas que había tenido le tormenta de fuego con los diferentes buques de la flota de la confederación. Aunque sabía que era un bandido y un asesino, también sabía que era un capitán brillante, seguramente el único al que la flota intentaba evitar.
Mientras llevaban a cabo el humillante recorrido, Rose podía recordar cabalmente, todas las veces que había imaginado situaciones parecidas, claro que en sus fantasías era ella la que llevaba a los piratas encadenados, para presentarlos ante los tribunales de la justicia. Pero ahora esos sueños habían quedado fuera de su vida, en un pasado que parecía tan lejano como si fuera una vida diferente. Había sido expulsada de la milicia, sus pocas insignias fueron retiradas, y sus archivos borrados, cuando alguien era condenado a la esclavitud, todos sus registros son destruidos, sin dejar ninguna huella de su existencia, y sus posesiones son subastadas para pagar su supuesto juicio. Aunque no era como si ella hubiera tenido muchas cosas, cuando salió de la academia rento un pequeño departamento junto con una enfermera militar, con la cual había mantenido una buena relación, no de amigas ni mucho menos, simple cordialidad. Probablemente nunca había tenido una amiga cercana.
Cuando llegan al puerto espacial, sus compañeras habían esperado encontrarse con la casi mítica tormenta de fuego, pero era obvio para Rose que no se iba a arriesgar a traerla hasta un lugar como ese. Aunque ese pequeño planeta era muy permisivo con los crímenes, seguramente hubieran dado la señal de alarma al ver esa temible nave de guerra. En cambio fueron conducidas a una pequeña nave de carga. Al entrar ven que la zona de carga se encuentra a rebosar de lo que parecían ser provisiones, básicamente alimentos. Al final son llevadas hasta la cabina, en la cual había espacio suficiente para ellas. Fue entonces cuando hiso algo que las sorprendió, de un armario dentro de la cabina saca cuatro trajes de color marrón.
—Cuando salgamos de la atmosfera la nave se enfriara, vístanse—mientras las desataba.
Las cuatro sintieron dolor al poder mover de nuevo sus brazos, pero estaban muy agradecidas de haber recuperado la movilidad. Eran simples overoles de trabajo, seguramente para mecánicos, pero en comparación con las ridículas ropas que las habían obligado a vestir hasta el momento, era un cambio realmente agradable. Seguramente estaban diseñados para personas mucho más grandes que ellas, pero eran cálidos y confortables así que no tardaron casi nada en estar de nuevo vestidas. Luego fueron de nuevo esposadas, pero ahora al frente, de un modo menos doloroso que antes.
Cuando despegan, Rose no pudo menos que impresionarse por el suave despegue que tuvieron, era casi imposible que un viejo vehículo como ese pudiera hacer algo así, era la simple maestría del piloto la que lo había permitido, seguramente en una nave de guerra seria asombroso.
Durante casi una hora guardaron silencio, el no parecía ponerles mucha atención, mientras que ellas no sabían que decir, curiosamente fue la más pequeñas de sus compañeras, que intento romper el hielo, no pudo evitar que el recordara la academia, pues levanto la mano para pedir permiso para hablar, casi como si estuvieran en clases.
— ¿Qué te pasa? —le pregunta el pirata, un tanto extrañado.
—Quisiera saber, ¿Qué será de nosotras, amo? —dijo muy nerviosa
— ¿Cómo te llamas?
—Katie Bell—le contesta, intentado que no se le quebrara la voz.
—Supongo que es lógico que te lo preguntes, Katie Bell, pero te recomiendo que no hagas ese tipo de preguntas, otro te castigaría.
No había sido una amenaza, ya habían visto como era cuando amenazaba, parecía más a una verdadera advertencia.
—Si les soy sincero, lo último que pensaba esta mañana era comprar un grupo de esclavas como ustedes, yo solo había venido a comprar provisiones y piezas de repuesto—les explico de un modo más suave, la verdad es que hasta el momento no le había dado importancia a la expresión aterrorizada que tenían las jóvenes.
Algo hiso a Rose creer que él estaba siendo sincero, el no se había interesado gran cosa en ellas, hasta el momento en que a ella la pusieron en el centro de la tarima. Eso la llevaba a conclusiones que le causaban verdadero temor, por lo que podía ver quien realmente le interesaba era ella. Las miradas directas a ella le habían creer que su suposición era verdadera.
—Aun no decido que voy a hacer con ustedes—les dijo, regresando su mirada al tablero de controles—, ¿Qué saben hacer?
—Yo provengo de una colonia minera—explica Katie—, soy muy buena en el manejo de las maquinarias…
Katie Bell era la más baja de las cuatro, una chica muy bonita con el cabello castaño claro, parecía un pequeño duende, les intrigaba como se vería una chica de ese tamaño manejando ese tipo de maquinaria. Rose comprendía que estaba intentando hacer su compañera, estaba intentando mostrar que conocía un oficio útil, así tal vez le daría algún puesto de trabajo, en lugar de un harem imaginario. En opinión de Rose, eso era algo bastante inocente de su parte, si el pirata no la deseaba a ella en particular, la daría a su tripulación y luego la pondrían a trabajar. Luego de Katie, siguieron sus dos compañeras, en segundo lugar había quedado Alicia Spinnet, que provenía de una colonia agrícola, una rubia bastante bella, casi tan alta como Angelina Johnson, quien era la última integrante, una exótica belleza de piel oscura, y cabello lacio, de las tres era la mas voluptuosa.
Mientras que el pirata escuchaba las historias de sus nuevas posesiones, había colocado la nave en piloto automático y había volteado su asiento para verlas a la cara, las escuchaba con atención, sopesando sus posibilidades. Mientras que Rose también lo examinaba a él, ahora que lo veía con más detenimiento se daba cuenta que era más grande de lo que había pensado cuando lo vio, debía de estar empezando sus cuarenta años más o menos. Debía de tener más o menos la misma edad que su madre, pero eso no puedo evitar que lo encontrara realmente atractivo, posiblemente lo encontraba tan atractivo como lo hacían esos pequeños insecto que se acercan al fuego y terminan quemándose. Lo cual hiso que fuera horrorosamente consiente del cinturón de castidad que aun tenia puesto debajo de aquel enorme overol, al igual que sus compañeras. Pronto Rose se imagino cuales eran más o menos los gustos del pirata en cuanto mujeres, pues aunque Katie y Alicia eran bastante bellas, no habían llamado mucho su atención, mientras que sus penetrantes miradas habían estado destinadas para Angelina y ella. Rose siempre había considerado su figura más bien un incordio, pero ahora realmente hubiera preferido parecerse a sus dos compañeras.
— ¿También quiere saber cuáles son mis habilidades? —Pregunto muy rebelde—, ¿quiere saber si se confinar o remendar ropa?
Sus compañeras estaban horrorizadas, era posible que en venganza se desquitara con las cuatro. Pero al parecer al viejo pirata lo que le causo fue gracia el arranque de ira de la pelirroja.
—Si quiero que cocines, cocinaras, y si quiero que remiendes mi ropa, también lo harás—con una sonrisa torcida—, y si quiero que hagas otras cosas también las vas a hacer, pero por ahora quiero averiguar algo de ti.
— ¿Mis medidas? —aun con actitud retadora, en momentos como ese, ella misma realmente hubiera querido tener la capacidad de cerrar la boca.
—En otro momento—aun de buen humor—, lo que quiero saber es ¿Cómo pudo la hija de la gran coronel Granger, terminar siendo vendida como esclava?
NOTA DEL AUTOR: les presento un nuevo proyecto de fanfic, muy ligado a la ciencia ficción. Espero que los que han leído mi otro fic, lean este también, y encontrar a nuevas personas que les interese.
El fic se encuentra ubicado en un universo alterno, que poco a poco iré describiendo. Los personajes, se podrían ubicar en la línea del tiempo con la tercera generación, aunque los de la segunda seguirán siendo los protagonistas la mayor parte del tiempo. Es la primera vez que uso a estos personas (los hijos de Harry y Ginny, junto con los de Ron y Hermione), espero hacerlos lo más realistas posibles, pues no tengo mucho en que basarme.
