NADA ES MÍO, YA SABEN.
James abrió la puerta de golpe, todos en la habitación se volvieron. Remus alzó la vista un momento, y volvió a su libro, el pequeño Peter miró a su compañero, cuando James abría de aquella manera la puerta y olvidaba desordenarse el pelo, cuando los miraba cómo diciendo, "hos conozco, a mi no podeis engañarme", Peter sabía que lo mejor era esconderse. Era así, siempre, en ese orden.
Sirius lo miró con una ceja alzada, y se enterró de nuevo entre las sábanas.
-¿Quién diablos cogió la escoba?-gritó James, desde la puerta.
-No grites cornamenta.-masculló Sirius.
-¿Qué escoba?.-preguntó Remus, aun mirando las gastadas páginas del libro.
-¿Qué escoba va a ser idiota?.-preguntó el muchacho de pelo negro, mientras apartaba de una patada un par de cajas de pizza, y sacaba el estéreo de debajo de la cama, junto con unos vaqueros mal parados, y un baso de plástico.
-¿Miraste en el armario?-se atrevió a preguntar Peter.
-¡Claro que miré!,-gritó James. Levantando las sábanas de su cama, aún sin hacer.
-¿Y en el comedor?-preguntó Sirius, con el cabello azabache desordenado, y la vista nublada, enredado entre las mantas color rojo, rojo griffindor, porque no podía ser otro rojo.
-¿Qué diablos iba ha hacer mi escoba en el comedor , canuto?.-apuntó James, al borde de la histeria.
-Qué se yo.-contestó, y se escondió bajo la almohada.
James abrió el armario, sacó la ropa, y un par de revistas.
-¿No la olvidarías en el campo, James?-preguntó el rubio de ojos color miel.
-¿Qué campo?
-El de quidich.-respondió Remus con paciencia.
-Nunca la olvidaría.
-Yo creo que si.-murmuró Peter, y Sirius rió desde debajo de la almoada.
-Pedazo de inútiles.-masculló James.
-Hay que joderse, él pierde la escoba y nosotros somos los inútiles.-sonrió Sirius, sentándose al borde de la cama.
Remus suspiró y dejó su libro a un lado, se levantó y empezó a mirar bajo las camas. Peter fue tras él.
-Bueno, cuando la encontreís...-murmuró el de ojos grises, volviéndose a tumbar.
-¡Sirius!-le gritó James.
-Mierda.-masculló, y se levantó. Porque Sirius era un idiota, pero sabía que no lo dejarían volver a dormir.
Los ojos de Remus se iluminaron, y alzó la cabeza.
-El baño.-dijo, y Peter salió disparado hacia el lavabo.
Todos esperaron, inmóviles.
-Nada.-dijo el pequeño, apareciendo tras las puerta.
-¿Dónde...?.-preguntó James, sentándose sobre la cama y enterrando el rostro entre las manos. Entonces la puerta se abrió, del mismo modo en el que la había abierto James. Y una muchacha de cabello rojo aparació ante ellos, los ojos llenos de ira y los labios formando una fina línea.
-Hola pelirroja.-saludó Sirius, con una media sonrisa.
La prefecta miró al muchacho que había alzado el rostro nada más escucharla entrar, el de ojos avellana y cabello revuelto.
-Lá última vez, James Potter, o no la volverás a ver.-masculló, clávandole con descaro un par de ojos verdes.
Le lanzó la escoba, y el chico la cogió al vuelo. Entonces ella se marchó, cerrando de un portazo.
-Apuesto a que estaba en los vestuarios.-apuntó Remus.
-¿Y como no se te ocurrió antes moony?.-le reprochó James.
-Pero Lily no puede entrar en los vestuarios.-apuntó Peter.
-JÁ, seguro.-dijo Sirius, y se volvió a enterrar entre las sábanas.
James frunció el ceño.
-Es incréible.-murmuró, mirando con cariño la vieja escoba.
-¿Lily?.-preguntó Remus.
-No, que haya aparecido, pero ella también.-sonrió el muchacho.
Remus sonrió de medio lado, y miró la estantería un momento.
-¿Alguien ha visto mi libro?-preguntó.
bueno, es el primer fic que subo, espero que les haya gustado, aunque sea sólo un poco, y haber si merezco algún review;)
