Mariposas en mi mano
Así que llegamos a la casa de los Wesley; estábamos temblando y cubiertos de tierra. Estaba asustada y no tenía energía para hablar; Harry aferraba mi mano con la suya muy fuerte cuando abrió la puerta, entramos y nos encontramos con todos ahí, los veía pasar y les oía hablar, pero para mí sólo eran figuras borrosas y balbuceos ininteligibles. Harry seguía jalando de mí, sus dedos entrelazados firmemente con los míos; yo lo veía abriéndose paso entre los muebles dispersos; sabía que Ron iba detrás de nosotros cuando llegamos a su casa, pero Harry avanzaba y yo no podía volver la vista atrás para asegurarme que Ronald siguiera ahí.
Me sentía desorientada; aterrorizada por lo que acababa de ver. La lógica me decía que ya estaba a salvo pero mi cuerpo seguía sacudiéndose ligeramente, mis ojos seguían muy abiertos y cualquier cosa me haría sobresaltar. Sin embargo, había algo… algo que me daba esperanza, era como una promesa de que todo estaría bien, de que esta locura tendría sentido y ya no tendría por qué temer. Lo que me conservaba en una pieza y evitaba que comenzara a gritar, lo que mantenía los latidos de mi corazón constantes y no erráticos como unos minutos antes de entrar a esa casa, era la presión de la mano de Harry sobre la mía.
Podía advertir su calor en mi palma, su cálido contacto me tranquilizaba. La determinación de no dejar ir mi mano me daba confianza; sentía un agradable cosquilleo en mi piel. Me aferraría a su mano hasta el fin del mundo.
Entramos a la cocina; la señora Wesley estaba ahí, se veía atareada preparando la comida para todos sus huéspedes: los miembros de la Orden del Fénix y del Ejército de Dumbledore.
Harry tampoco había volteado para mirarme, pero su agarre en mi mano era constante. Él estaba observando lo que sucedía en la cocina, varias mujeres ajetreadas preparaban los alimentos, creí ver a Ginny. Yo estaba a un paso del marco de la puerta y percibía la presencia de alguien atrás de mí, me parecía que era Ron cuando intenté verlo por el rabillo del ojo.
Era evidente que Molly Wesley estaba de muy mal humor, así que me quite del marco de la puerta para dejar pasar. Me acerqué más a Harry, por fin alzó la vista de lo que pasaba alrededor para verme a la cara. Sus dulces ojos azules me vieron con ternura y las mariposas volvieron a revolotear inquietas en mi estomago. Yo era consciente de que a todos en la casa de los Wesley no les habían pasado desapercibidas nuestras manos entrelazadas. Creo que Ron estaba afuera de la cocina, recargado en el marco de la puerta… donde sólo estaba el marco pero ninguna puerta; observándonos muy serio.
El calor de la palma de Harry subía por mi cuerpo como una corriente eléctrica que templaba mi corazón.
La señora Wesley nos lanzaba miradas cargadas de odio de vez en cuando, mentiría si dijera que no me intimidaban.
-Nos odia. –Le susurré a Harry.
Él estaba a punto de rebatirlo, cuando la señora Wesley sirvió con un gran cucharon mermelada roja sobre un plato, me salpicaron unas gotas manchando mi suéter. Me dedicó un vistazo desdeñoso y se marchó. Sospechaba que todos me odiaban por lo que le estaba haciendo a Ron, pero la cálida caricia de la mano de Harry alrededor de la mía y sus deslumbrantes ojos azules sobre mí, me aseguraban que estaba donde debía: a su lado con mi mano fuertemente afianzada a la suya.
Itzi
