Disclaimer: Los Jóvenes Titanes no me pertenecen, son de la única e inigualable editorial DC Comics.

Capítulo I

Primera impresión

En una tienda una chica verificaba en su lista de compras qué le faltaba buscar, su nombre era Koriana Anders, mejor llamada Kori. Ella posee una larga cabellera de un rojo intenso, hermosos ojos verde esmeralda, piel dorada y tersa, además de una figura delgada. Lleva puesto una blusa beige de manga larga pero acampanada, con flores y mariposas de tonos rosadas en el borde de la misma blusa, shorts azules y botas vaqueras cafés. El día siguiente sería su primer día del último año en la preparatoria de Jump City, apenas hace una semana se mudó.

Del otro lado de la ciudad un joven esperaba un auto en la entrada de un edificio alto, casi imponente. Él es de tez blanca, ojos perfectamente azules, cabellos azabaches peinados rebeldemente hacia atrás con un par de mechones en la frente. Vestía una camisa de botones celeste claro con líneas verticales blancas, era de manga larga pero las andaba recogidas. El jeans era blanco y tenis cafés. Cabe mencionar su estatura es alta, cuerpo bien formado y un aura, si se podría decir, venerable.

Al lado de este joven pasó una mujer que trataba de tranquilizar a su bebé sollozante en el coche, al lado de ella, otra hija de aproximadamente siete años comía una galleta. Un hombre con abrigo y gorra se acercó rápidamente hacia esta madre y le arrebató su bolso.

-¡Mi bolso! –Exclamó la mujer – ¡Se lo está robando!

El joven antes mencionado al ver que el ladrón empezó a correr, miró la hora en su reloj en su muñeca y caminó hacia la mujer.

-Recuperaré su bolso –Le dijo poniendo su mano en el hombro de ella –Espere aquí.

La mujer observó como aquel chico de cabellos oscuros se dirigía hacia el ladrón con gran velocidad. Unos policías observaron la persecución y se sumaron a la carrera, el autor del crimen se dio cuenta de que lo seguían, por lo que se subió a la entrada de un bus que apenas estaba arrancando. Para su mala suerte, aquel muchacho que lo seguía era sorprendente rápido y se subió al bus a tiempo.

Después de que los oficiales apresaran al ladrón y recuperar el bolso, el pelinegro se quedó en el vehículo público, necesitaba regresar al lugar en el que estaba y ese bus pasaba por ese punto.

Al lado del bus, Kori trataba de alcanzarlo, a pesar de que llevaba más de una bolsa de compras en sus manos, no le fue impedimento para correr, además de que también tenía un cono de helado sin terminar en su mano izquierda.

-¡Pare, por favor!

El chofer miró por el retrovisor a la chica pelirroja que gritó, él detuvo el bus y abrió las puertas. Ella le pagó y le agradeció, pero casi da un grito porque el chofer arrancó de una manera muy brusca. Trató de mantener el equilibrio pero cayó en las piernas de alguien que venía sentado. Kori reaccionó y se apartó de la persona.

-Lo siento mucho –Se disculpó y luego miró hacia el conductor –Que forma tan precipitada de conducir.

La pelirroja sintió que tomaban algo de su bolso, desvió la mirada al chico en el que había caído, y en efecto, él se estaba limpiando restos de helado en su camisa. Ella no se detuvo a pensar que cuando se tropezó con él accidentalmente le derramó helado, si no que ese chico se estaba limpiando con el pañuelo que ella le había comprado con tanto cariño a su cachorro Sedita, el blanco del pañuelo estaba ya de diferentes tonalidades y el bordado con chispas de chocolate.

-¡Oye tú! –Le llamó exaltada – ¡¿Con qué permiso tomaste eso?!

-Es obvio que necesite limpiarme, untaste perfectamente tu comida en mi camisa. ¿O eres muy despistada para no haberlo notado? Darme esa cosa para quitarme el helado es lo mínimo que pudiste hacer por mí –respondió irritado por el reclamo de la rara chica.

-¡Pero fue un accidente!

-No cambia el hecho de que mi camisa se estropeó, además, solo es un pañuelo.

El pelinegro se levantó a tocar el botón de parada, ignorando que dejó boquiabierta a la chica con su última frase. Cuando se bajó del bus, botó el pañuelo en el basurero. Kori, quien se bajó inmediatamente él lo hizo, recogió el pañuelo del basurero además de una lata de bebida y se la arrojó al muchacho quien ya había empezado a caminar en dirección contraria.

-¿Qué diablos? –Éste se volteo para encontrarse con la chica bastante furiosa – ¡¿Por qué hiciste eso?!

-¡Esa es mi línea!

-Vaya que estás loca.

-¡Reitérate!

-¿Cuál es tu problema? –su familia le había enseñado dirigirse respetuosamente hacia una mujer, pero la chica en frente de él le estaba provocando un dolor de cabeza.

-¿Mi problema? ¡Es que no aceptaste mi disculpa y echaste a perder el regalo de Sedita!

-¿De quién? –exasperado se llevó la mano a su cabeza –Oye, tú, solo aléjate de mí.

-Antes discúlpate.

-Claro que no lo haré.

El chico caminó hacia la entrada del edificio en la que estaba, detrás de él Kori le seguía reclamando, pero él actuó como que si ella no existiera. Un carro negro se estacionó en frente de él.

-¡Tú, detente! –Decía Kori viendo cómo el chico se subía al vehículo- ¿No dejarás esto así?

El pelinegro no le respondió, simplemente ya sentado dentro del carro, cerró la ventana dándola una mirada despectiva a la pelirroja. Ella no pudo más que decir un último insulto cuando el carro arrancó.

O

Kori llegó a su nuevo vecindario, abrió el portón de la que era su nueva casa, la cual es rodeada por un jardín con flores de diferentes tonalidades, un árbol de naranja al costado derecho del jardín y dos bancas con un camino enmarcado. Subió las gradas hasta llegar al corredor principal que rodeaba el perímetro de la casa, y estaba todo entechado y con barandal. Dos columnas se alzaban a ambos lados de la puerta principal con su respectivo techillo. Las paredes exteriores estaban pintadas de color crema y todas las láminas del techo de rojo. Esta casa de dos plantas y el estilo americano.

La pelirroja ingresó a la sala principal, ésta tenía dos ventanas grandes con cortinas azul oscuro y los sillones verdes, con marcos de madera. Varios retratos de su familia estaban en las paredes y los muebles.

Sus padres fallecieron en un accidente de tránsito, cuando ella tenía nueve años. Su madre era de cabellos negros, mirada segura y cariñosa. Su padre era pelirrojo, centrado en el bienestar y seguridad de su familia además de un hombre servicial. Perderlos fue un golpe bastante fatal para ella y sus hermanos, Komand y Ryan, pero sus tíos los ayudaron a superarlo y les dieron un nuevo hogar.

Galfore es su tío paterno, alto, corpulento y cabello pelirrojo que normalmente amarraba con una liga. Su esposa se llamaba Elisa, una mujer de pelo castaño oscuro, personalidad astuta, amable y que inspira confianza. Esta pareja no pudo tener hijos por razones biológicas.

Kori recorrió las escaleras en dirección a su cuarto, una vez allí dejó las bolsas de compras en una silla. Sus pies fueron acariciados por un cachorro macho golden retriever con un pañuelo celeste alrededor de su cuello y una cadena con su nombre. Esta simpática mascota había sido su regalo de parte de sus tíos y ese preciso día cumplía un año.

-¡Oh, mi adorable Sedita! –Ella se agachó y abrazó al juguetón cachorro entre sus manos. –Pido que me perdones, ya que debido a un tonto solo pude traerte juguetes como obsequio.

-¿No es suficiente con eso? ¿Y de qué tonto hablas?

-Hola Ryan –Saludó ella a un joven de su igual estatura a pesar que él era menor un año, de igual piel dorada, cabello rojo y algo desordenado pero a la vez con gracia. –Es que también había comprado un nuevo pañuelo para Sedita, pero un chico arrogante lo botó al basurero. Traje el pañuelo conmigo, pero está muy manchado, no tiene arreglo.

-Acabamos de llegar a esta ciudad y ya tienes problemas –Él ahogó una pequeña risa, sabía que su hermana no se quedaba callada por nada ni por nadie, y más cuando se meten con algo valioso para ella –Pero no creo que él lo hiciera porque sí, tuvo que existir una razón.

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El joven que hace unos minutos había tenido el accidente con la explosiva pelirroja, apoyó su cabeza en la almohadilla del asiento del carro, llevaba una nueva camisa roja de botones que compró pasando por una tienda, la anterior la echó con enfado al basurero, recordando el molesto momento por el que esa chica lo hizo pasar. No podía quedar con un atuendo que luzca una gran manchar multicolor, porque se dirigía a un importante evento.

Al llegar a su destino, el conductor le abrió la puerta. Su madre lo estaba esperando en la puerta del edificio, ella vestía un vestido largo azul y un abrigo de piel. Su hijo la saludó con un beso en la mejilla y juntos ingresaron. Era la familia más privilegiada de la ciudad, envidia de muchos y competencia de otros.

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-Así que a eso de referías –Dijo Ryan secándose lo húmedo de los ojos por la risa que el relato de su hermana le provocó –No sé de qué lado ponerme, si al lado de él o del tuyo.

-No me falles como hermano, además, él no te compraría el nuevo videojuego que tanto querías.

-¿Lo compraste? –Ella asintió sonriéndole al tiempo que bajaba a su cachorro – ¿Dónde está?

-En aquella bolsa pequeña.

El pelirrojo sacó de la bolsa que le dijo su hermana el videojuego que ocupaba el primer puesto de las listas, y no solo eso, en la misma bolsa había una tasa de la serie.

-¡Kori! ¡Esto es fantástico! –Él se dirigió a ella y la abrazó –No tenias por qué hacerlo, yo estaba ahorrando para comprarlo.

-Tranquilo. Mejor ve a probarlo.

-De acuerdo. Muchas gracias –Ryan se dirigió al umbral de la puerta, pero allí se detuvo.

-¿Qué pasa?

-No es nada, solo pensé que sería genial estrenarlo con Komand.

Su hermana mayor. Ella ya había ingresado a la universidad a estudiar relaciones públicas. Podría ser una hermana algo desobediente, decir opiniones ofensivas o despreciar ciertas cosas, aun así ella era su sangre y alguien con un alto espíritu luchador, independiente y una chica muy divertida. Ninguno de los tres se odiaba a pesar de que, como en toda hermandad, hay peleas, sin embargo ellos tenían un gran cariño y tolerancia. Habían sufrido juntos, las experiencias vividas crearon en ellos un lazo fuerte.

Los pensamientos de ambos chicos fueron interrumpidos por el sonido de sus tíos entrando a la casa, regresando del trabajo.

-Bajemos, podrías jugar con Galfore.

Ambos se sonrieron y fueron a la sala a reunirse con sus cuidadores. Galfore es mecánico y Elisa chef. Ambos tenían sus propios negocios no muy lejos de la casa.

Tuvieron una cena entre risas, la anécdota de Kori y una batalla en la consola.

Kori se recostó en su dispuesta a dormir, al lado de ella estaba una pequeña cama propiedad de su mascota quien ya estaba descansando.

Su habitación reflejaba su personalidad. Las paredes pintadas de morado, alegres fotos de su familia y de amigos que dejó en su antiguo hogar, una fila horizontal de estrellas pegadas en la pared detrás de su cama, unos cuantos peluches por aquí y por allá. Al lado de la puerta estaba una varilla de ganchos en los que colgaba sus abrigos, sombreros, bolsos y bufandas. La puerta del closet siempre entreabierta dejaba ver lo colorida y variada que era su ropa y zapatos. Un tocador con joyeros, perfumes, cremas y pintura, pero solo le ponía color en su boca y ojos en ocasiones importantes, ella prefería estar al natural, después de todo, con su cabello y sus ojos siempre notables, le bastaba. Justo en frente de una ventana estaba el escritorio con su computadora, material para escribir y dibujar, agenda, cuadernos y libros de años anteriores y los nuevos destinados a su último año de secundaria. En otro mueble tenía una grabadora, discos de música, películas y un televisor mediano. Un mueble por aparte estaba ocupado por libros y destacaban esferas de vidrio con agua y figuras en su interior. Un espejo largo que era decorado con una enredadera de flores artificiales. Al otro lado de la habitación estaba una puerta de vidrio corrediza que daba a lo que era un pequeño balcón con techo, esta parte era la que más le gustaba de su habitación. Dicho balcón tenía un sillón pequeño y una mesa, un bombillo lo iluminaba y también le puso un florero. Allí se pasaba las noches que no podía dormir por su mente que constantemente era invadida por preguntas, reflexiones y recuerdos.

Su habitación no era enorme, pero sí lo suficiente para mantener sus cosas ordenadas. No gastaba mucho en cosas para ella, pero sí le gustaba cuidar lo que tenía.

Apagó la lámpara de su mesita de noche, pero una vez cerró los ojos, vino a su mente el chico que había dañado el regalo de Sedita. Suspiró y se cubrió más con las sábanas, no valía la pena atormentarse por eso, de todos modos mañana era su primer día de clases y en eso es lo que debe preocuparse.

Igualmente, no es como que si se volviera a encontrar con él. Era un simple desconocido.

Hasta aquí el primer capítulo, y por supuesto que tengo el propósito de seguir con esta historia si llega a ser de su agrado. Es mi primera vez publicando, acepto todo tipo de comentarios referentes al fic.

Gracias por leer.