Capitulo 1: Remordimientos

Los aldeanos de Hanglenton apenas se acercaban a la antigua mansión Riddle.
Desde la misteriosa desaparición de Frank el jardinero, el lugar era ya una leyenda Urbana, si antes le temían el miedo que producía ahora era inigualable.
Todas las noches las luces de la abandonada mansión, donde los 3 Riddle fueron asesinados más de 50 años atrás, se encendían siendo que en ella no vivía nadie.
Pero seguro eran vándalos o drogadictos que usaban el lugar como resguardo en las noches, para los ritos o algo por el estilo, eso era lo que pensaban los aldeanos, pero la realidad estaba muy lejos de ser esa.
Un joven se despertó sobresaltado en medio de la noche, sentía el cuerpo sudoroso, había perdido la cuenta de las veces que despertó así.
Se sentía solo, sucio, había arruinado su vida, ya no tenía nada, lo que antes era su fortuna ahora era un privilegio del que no gozaba, tampoco iba a regresar al colegio, y nunca le importó mucho no graduarse de Hogwarts, pero la vida en el colegio de Magia y Hechicería era mucho mas fácil que la que llevaba en la roñosa y vieja mansión.
Miró la cama que estaba al costado, un apenas pequeño rayo de luna daba en el rostro de un hombre de cabello graso y nariz ganchuda quien tampoco podía dormir y en parte era su culpa, si no fuera porque le entro el pánico cuando tubo la oportunidad de matar al profesor Dumbledore, el hombre no tendría porque estar con el, ser un prófugo, vivir como un mortifago escondido.

-Tampoco puedes dormir — Le dijo Severus Snape con una mueca de desprecio que nunca le había dirigido mientras estaban en Hogwarts.

-No, me cuesta conciliar el sueño — Dijo Draco Malfoy arrastrando las palabras.

-Así veo — Dijo el antiguo profesor de DCAO mirando al que antaño era su alumno favorito - ¿Haz sabido algo de tu padre?

-No, mamá me dijo que en Azkaban hay nuevo guardianes, pero no sabe quienes son, y no dejan entrar ninguna lechuza. — Recordó a su madre, una mujer muy buena, sumisa quien siempre hacía lo que su marido mandaba, estaba tan sola el era su única compañía antes, porque los traidores a la sangre no cuentan.

-Es una lastima — Se burlo Snape —Vuelve a dormir — Le indicó - Mañana debemos rendir cuentas al Señor tenebroso, si bien la muerte de Dumbledore lo dejo muy contento, no le hace gracia que Potter siga con vida, y es probable que nos mande a buscarle.

- Como si fuera muy sencillo atrapar a Potter- Se dijo Draco así mismo, ignorando a su antiguo profesor que seguía hablando

Snape miraba con cautela al joven que estaba en la cama siguiente a la suya, en cierta forma sentía lastima por el, ya no era el jovencito de presencia imponente, perfectamente vestido y acicalado. Las ojeras y el cabello alborotado le daban muy mala apariencia.
Estaba perdido, tal como lo estuvo el cuando era joven, y ya no estaba un Albus Dumbledore para que le diera una oportunidad, claro que no estaba, el lo había asesinado.
¿Le creería alguien que en verdad no deseaba hacerlo? Fue por esa maldita promesa inquebrantable, al menos el Señor tenebroso lo recompenso como debía, es decir apenas le dio un Crucio que según el se merecía por los años que estuvo en el bolsillo de Dumbledore.
No, nadie le creería eso estaba claro, había fallado una vez y después otra, no importaba la información que entregó sobre Voldemort — El nombre lo hizo estremecer — Si alguien lo pescaba lo encerraría en Azkaban, pero si Potter lo hacía lo mataría sin ningún problema.
Trató de conciliar el sueño, unos suaves ronquidos a su lado advirtieron que el mas pequeño de los Malfoy ya dormía, pero para el era imposible, cada vez que cerraba los ojos recordaba el episodio mas terrible de su patética vida; un Avada-Kedabra, Dumbledore pidiéndole "Por favor, Severus" y el mismo hombre en el suelo con los ojos abiertos y expresión de terror.

despedida.