Disclamer: Shaman King no me pertenece ni tampoco sus respectivos personajes. Pero prometo que algún día me voy a ganar la lotería y me lo voy a comprar.
Because You Trusted Me
Capitulo 1
En El Autobus
Anna siempre había odiado los autobuses. Cada centímetro de este. Odiaba el rítmico movimiento lento del autobús que hacia que se le revolviera el estomago. Odiaba el estrecho pasillo en línea recta del autobús. Odiaba el asqueroso olor que transmitía el baño publico al final del autobús, que le mismo olor hacia que se te quitaran las ganas de hacer tus necesidades. Odiaba los hombres gordos y pesados que apenas cabían en los asientos. Sobre todo cuando empezaban a roncar cuando se quedaban dormidos, con la fuerza necesaria como para llenar el autobús entero con sus ronquidos. Odiaba a los niños pequeños que se aburrían y empezaban a patear el respaldo del asiento en frente de ellos. También odiaba que empezaban a desesperarse a través del viaje y no podían dejar de preguntar a su mama ´´Ya llegamos?´´ Odiaba las películas de mala calidad que transmitían en los autobuses. Y sobre todo, odiaba que una persona molesta se sentara junto a ella.
Anna entro en el autobús con unos diez minutos de adelanto. Quería alcanzar un buen asiento esta vez. La última vez que había estado en un autobús (Aunque ella siempre buscaba la forma de evitarlos) le había tocado un asiento de lado del pasillo. Había soportado las ´disculpas´ de las personas que pasaban a su lado todo el camino y haciéndose a un lado cada vez que una persona corpulenta pasaba por el pasillo. Por lo menos desde el asiento de lado de la ventana podía evitar esas calamidades.
Se aprovecho de que todavía no había muchas personas a bordo y se paseo por el pasillo en busca de un par de asientos vacíos. Encontró unos a cerca de la mitad del autobús y se deslizo rápidamente en el asiento junto a la ventana. Puso su mochila en el suelo recargándola junto a la pared y junto a sus pies. Jamás se había fiado de los compartimientos de equipaje. A su amiga Pilita le habían robado la maleta entera unos meses atrás.
Anna suspiro aliviada. Pos lo menos ahora no tendría que soportar a toda la gente con sus ´disculpas´.
-Maldición- murmuro ella para si misma buscando entre su mochila sus walkman. No los encontró. Probablemente los había olvidado en la casa de su abuela. Genial , pensó ella dejando la mochila en el piso junto a sus pies de nuevo. Ahora se aburriría todo el comino hasta Tokyo. No tenia la menor intención de de ver la película de mala calidad que transmitirían y se rehusaba a quedarse dormida sentada junto a un extraño.
Poco a poco, y al mismo ritmo que marchaba el reloj, el autobús se fue llenando de gente. Anna había cambiado de opinión. Había puesto su mochila junto a ella para que las personas que pasasen junto a ella en busca de asiento pensaran que el asiento estaba ocupado. Anna se sentía un poco mal por eso, pero su odio por las autobuses y las personas molestas era más grande que su culpa.
La fila de pasajeros para entrar al autobús se iba haciendo cada vez mas corta. Al final solo quedaba una señora. La dama le dio su boleto al conductor del autobús y se apresuro a sentarse en uno de los asientos vacíos al final del autobús. El conductor por su parte miro a su reloj de muñeca. Luego se aseguro de que no había más pasajeros para entrar al autobús. Entro en el autobús serrando la puerta detrás de el y encendió el motor del autobús y empezando el molesto sonido que Anna tanto odiaba.
Anna suspiro aliviada una vez más bajando su mochila y poniéndola junto a sus pies por tercera vez. Además del sonido molesto del motor, todo parecía ir de perlas. Tal vez ese viaje no iba a ser tan malo.
No sabía lo correcta que estaba.
El autobús había empezado a moverse y Anna apenas se estaba relajando en su asiento recargándose y haciéndolo un poco hacia atrás. Un golpe en la puerta del autobús casi la hizo brincar.
Un muchacho con respiración agitada trataba de llamar la atención del conductor golpeando la puerta del conductor del autobús, aun con este en movimiento. El conductor abrió la puerta dejando al muchacho entrar no sin antes preguntar por su boleto.
-Hoy estas de suerte, chico.- comento el hombre después de tomar el boleto del muchacho.
El muchacho le dio una breve sonrisa despreocupada el conductor y se sentó en el primer asiento vació que encontró: Junto a Anna.
A Anna apenas le dio tiempo para reaccionar. Sus esperanzas de tener un viaje tranquilo se habían esfumado en un dos por tres en el momento en el que el muchacho se había sentado a su lado.
El muchacho le sonrió a Anna.
Anna se sonrojo.
Demonios! Porque tenia que ser tan apuesto? Llevaba su cabello castaño ligeramente despeinado que era sostenido por un par de audífonos detrás de las orejas. Sus grandes ojos color onix la miraba como si fueran amigos de toda la vida. Llevaba pantalones y camisa casi totalmente desabotonada dejando que Anna viera su musculoso pecho y abdomen.
Aunque no tenia ni una pizca, Anna se sentía un poco fea junto al muchacho. Sus cabellos rubios caían con gracia sobre sus hombros y sus ojos oscuros reflejaban profundidad mezclada con misterio. Llevaba una blusa negra de manga larga y falda corta del mismo color. De fea no tenia nada, pero no podía evitar sentir esa sensación junto al muchacho.
El autobús empezó a moverse son mayor velocidad, pero aun así Anna supo que no pasaba de las 60 millas. Ese si que iba a ser un viaje largo.
El muchacho por su parte había dejado de observar a Anna y se había concentrado en sus propias cosas. Se había puesto los audífonos que traía correctamente y había encendido su música rock tan alto que Anna casi podía escuchar la música.
Pero aun así, a Anna no le molestaba en absoluto la música. Esta tenía buen ritmo y Anna se entretuvo escuchándola por algunos minutos. El muchacho a su lado había serrado los ojos y movía los labios conforme a la letra de la canción pero sin dejar que palabra alguna escapara de sus labios. También estaba moviendo su pie al ritmo de la música.
Anna se divirtió un poco observando al muchacho.
De un momento a otro, la música había dejado de oírse para los oídos de Anna tanto como en las del muchacho. El muchacho abrió los ojos y despistadamente se dio cuenta que la rubia a su lado lo estaba mirando, pero decidió disimular que no se había dado cuenta. Se quito los audífonos de las orejas y empezó observarlos en busca de alguna falla en ellos. Le faltaba un cambio de batería. Las gastadas se habían acabado hacia un par de minutos. Al parecer, el muchacho no había calculado bien que tanto le durarían las baterías.
-Maldición- murmuro el muchacho de la misma manera que lo habia hecho Anna al descubrir que había dejado su walkman.
El joven dio un pequeño suspiro echándose los audífonos hacia atrás. Metió su mano en uno de los bolsillos de sus pantalones y saco un paquetito de goma de mascar. Con su rápida y aguda mirada, Anna pudo distinguir las letritas en la envoltura: Coconut
¿Coco? Anna jamás había probado la goma de mascar con sabor a coco y tampoco lo había visto jamás de venta en las tiendas. Valla, apenas podía creer en lo que estaba convirtiéndose el mundo.
El muchacho se metió uno de los chiclosos a la boca y mastico con fuerza para suavizarlo. Luego de esa acción, se quedo mirando al paquetito de chicles con cara de… ¿idiota? Bueno, eso era lo que Anna había pensado. El muchacho se había quedado viendo al paquete abierto de chicles como preguntándose como le hacían para hacerlo tan chicloso.
El muchacho dejo de mirar la goma de mascar y repentinamente, extendió su mano con el paquetito hacia a Anna ofreciéndole la goma de mascar, dándole a la rubia una sonrisa de oreja a oreja que hizo sonrojar de nuevo a Kyouyama.
-¿Goma de mascar?- pregunto el.
La mente de Anna estaba a punto de hacer que su boca dijera un gran NO (con todo y mayúsculas) al muchacho. ¿Qué era eso de aceptar cosas de extraños? Estaba a punto de decirle eso pero su estomago la hizo callar. El lento ritmo del autobús había empezado a hacer de la suyas en su estomago y este sabia que algo dulce, amargo, o de menta calmarían la revoltura que había hecho el autobús en ella. Anna acepto la oferta del castaño tomando uno de los chicles.
-Gracias- musito ella metiendose el chicle a la boca. De inmediato, el sabor coco había llenado su boca y lengua de la joven.
El joven le sonrió una vez mas no sin antes mirarla con sus grandes ojos observando a Anna en cada sentido para luego apartar su mirada de la rubia.
Anna observo al muchacho por unos segundos con expresión sorprendida aun masticando la goma de mascar dada. El muchacho parecía tener esa risueña y despreocupada sonrisa muy a menudo ya que la llevaba bien ensayada y encajaba a la perfección a su apuesto rostro. Pareciese como si el joven tomase la vida muy a la ligera como si cada día de su vida fuera el mejor de todos. Si no¿porque estaría ofreciéndole goma de mascar a su compañera de asiento, en un autobús camino a Tokyo?
Si el muchacho continuaba sorprendiendo a Anna como lo estaba haciendo hasta ahora, seguramente no iba a ser un viaje tan aburrido después de todo.
Unos cinco minutos después el autobús se paro en un Circle K (¿Bueno, es que hay en todo el mundo, no?) de un pueblo en las afueras de Izumo que era tan pequeño que no le habían dado el privilegio de aparecer en el mapa, la cual era la razón por la que Anna no conocía el nombre. No importaba en realidad que se parasen una vez. Sabía que no se tardarían más de diez minutos y no tenía mucha prisa en realidad. Además, le causaba gracia que Pilika la tuviera que esperar un poco mas en la estación de autobuses.
Varios pasajeros se bajaron del autobús para comprar burritos, papas fritas, jugos, sodas y cafés en el Circle K. En ese grupo estaba el muchacho que estaba sentado al lado de Anna quien se había parado de su asiento, dejando todas sus pertenencias en su asiento sin importarle la seguridad de estas y se bajo del autobús casi dando saltitos.
Anna alzo el entrecejo mirando con atención al muchacho y luego siguiéndolo con la mirada desde la ventana de la ventana del autobús que Anna había abierto las cortinas para así poder entretenerse mirando había afuera que había pensado en que no se iba a entretener con nada más. El muchacho estaba tan tranquilo como si se hubiera acabado de despertar de una sienta extraordinaria.
El muchacho no tardo más que unos minutos en salir de la tienda con las manos ocupadas con dos vasos desechables con tapas llenas de chocolate caliente.
A el joven le debía de gustar bastante el chocolate, fue el primer pensamiento que cruzo la mente de Kyouyama al observar que el muchacho había escogido los vasos mas grandes que había. Nadie podía tomar tanta cantidad de líquido chololatoso a menos que le gustase bastante la bebida.
El muchacho llego por fin a su asiento y se sentó dejando uno de los vasos en el portavasos del descanzador de brazos de su asiento. El otro vaso se lo tendió a Anna.
-Toma- le dijo.
-¿Ah?
-Tómalo. Es tuyo- dijo el joven poniéndole el vaso en la mano de Anna.
La muchacha observo el joven castaño con ojos como platos. ¿Qué era lo que pretendía¿Le estaba diciendo que le había traído un vaso de chocolate caliente solo porque había querido? Nah, ese tipo de personas ya no existían en la tierra. El muchacho seguramente quería algo a cambio. No había otra explicación. Ya no existían los chicos que iban a Circle K a comprante chocolate caliente a menos que quisieran algo a cambio.
Pero algo la detenía a creer eso completamente. La mirada, acciones, y sonrisa del muchacho a su lado hacían que una parte del ser de Anna no se precipitara a hacer un veredicto simultáneo.
De alguna u otra forma, quería creerle.
-¿Porque?
-¿Por qué¿Qué se tiene que tener una excusa para comprar chocolate a la persona de a lado?- pregunto el muchacho como si comprarle chocolate a una perfecta extraña fuese la cosa mas normal del mundo. Y en realidad, eso era lo que el muchacho trataba de decir.
-Si. Digo, no. Quiero decir…
-Tranquila, calmate. No me tienes que decir nada.
-Pero…
-Oye, compre ese vaso de chocolate para ti. No me vas a decir que no lo quieres¿verdad? Porque no lo voy a aceptar de vuelta- dijo el castaño –Lo compre para ti.- repitió.
Anna observo al muchacho con mucha atención como tantas veces en el corto recorrido que llevaban juntos. Le costaba creer que el de audífonos no quería nada a cambio por el chocolate. Pero una voz detrás de la cabeza de Anna le susurro que tomara el chocolate.
El muchacho tenia que ser una persona o muy amable o muy estupida para andar por ahí regalando chocolate al primer extraño con el que se topaba.
-Pero… ¿Por qué?- insistió ella.
El joven dio un pequeño suspiro como si estuviera tratando de enseñarle como escribir su nombre a una niña de preescolar que se negaba a aprender.
-¿De verdad quieres saber al razón?- pregunto el.
Anna asintió.
El muchacho la miro a los ojos antes de responder.
-Muy bien. Te lo diré. Fue porque aceptaste mi goma de mascar.- respondió el castaño.
Dicha respuesta hizo que una gota de sudor resbalara de la de la nuca de Anna.
-¿Q-qué quieres decir?
El muchacho le sonrió.
-No muchas personas aceptan mi goma de mascar sabor a coco. A algunos porque no les gusta el sabor y otros porque no aceptan cosas de un extraño. Pero yo pude ver en tus ojos que tuviste una posca de confianza en mí. Eso me hizo un poco más feliz.
Anna no dijo nada pero no se atrevió a quitarle la mira de encima el muchacho.
-Además, ahora tengo una excusa para empezar una conversación contigo.- agrego el muchacho.
Anna se sonrojo. ¿Todo lo que el muchacho quería era tener una excusa para hablar con ella¿Qué tenia ella de especial?
-Muchas gracias por el chocolate- dijo Anna siendo mucho mas amable de lo que hubiera sido con nadie mas.
-Y… ¿de que quieres hablar?- pregunto el de audífonos.
Anna abrió la boca pero ningún sonido salio de ella.
-Lo lamento- logro decir ella –pero es que no conozco ni siquiera tu nombre.
El muchacho le sonrió.
-Mi nombre es Yoh.-dijo el, aun sonriéndole a la rubia como si esta fuese su mejor amiga de toda la vida.-Pero no tienes que decirme tu nombre si no quieres.- agrego dejando en claro que si le gustaría saber el nombre de la chica.
Anna río por lo bajo. Su risa era ligera y fue corta.
-Me llamo Anna.-respondió la chica dándole una pequeña sonrisa al muchacho.
Por lo general, jamás le hubiera dado su nombre a una persona que acababa de conocer. A un completo extraño. Pero además que sentía una ligera confianza por Yoh, sabia que tal vez jamás iba a volver a ver al castaño después de aquel viaje.
-Anna. Que bonito nombre.-dijo Yoh en voz baja. El autobús había empezado a moverse de nuevo e iban en camino a Tokyo sin más paradas. – ¿Y que te lleva para ir a Tokyo?
-… ¿el autobús?
-No! Digo, si! Quiero decir¿cual es tu razón para ir a Tokyo?- preguntó Yoh, al principio haciéndose bolas con sus propias palabras.
-Oh- murmuro Anna sintiéndose un poco tonta de no haber podido darse cuenta de lo que Yoh trataba de decir. –De hecho, me voy a mudar a Tokyo.
-¿A si¿Ya tienes donde vivir¿Vas a vivir sola¿Cuántos años tienes¿Necesitas un compañero?- Yoh le bombardeo el montón de preguntas que se le acababan de ocurrir de una sola vez.
Anna se sorprendió un poco por la cantidad de preguntas de Yoh.
Observo detenidamente a Yoh detenidamente antes de contestar. Bueno, a pesar de las preguntas, el castaño no parecía ser un acusador o asesino. Decidió contestar las preguntas una por una usando la misma excusa que había usado cuando Yoh le había preguntado su nombre.
-Si, pero aun no tengo donde quedarme. Pensaba empezar un departamento o algo así inmediatamente. Tengo dieciocho. Y no. No necesito un compañero por ahora.- respondió ella. Sentía que le estaba dando mucha información, pero se ocuparía de eso después.
-¿No tienes donde quedarte? Si quieres te puedes quedar en mi casa. Antes era una posada y tengo bastantes habitaciones desocupadas-dijo Yoh.-Vivo solo con unos amigos.
Anna enrojeció ante la propuesta del muchacho.
-Te agradezco, pero creo que me quedare con una amiga. Ella y su hermano viven con uno de sus amigos, y ella me aseguro que a el no le importaría que me quedara untar de días.- Anna rió. –Creo que solo me dijo eso porque le iba a estar fuera de la ciudad esos días.
Yoh le sonrió.
-Es una lastima que no te puedas quedar conmigo- dijo el. – La hubiéramos pasado muy bien.
Anna volvió a reír. Esta vez un poco mas abiertamente.
- Talvez me hubiera quedado contigo si te conociera un poco más. No tengo ni idea de lo que esta pasando por tu cabeza ahora mismo.
Yoh abrió un poco más sus ojos azabaches de despreocupación.
-No tienes que adivinar. Puedo decírtelo.
Anna, quien le había dado un par de tragos a su chocolate, se quito el vaso de la boca para darle la mirada de nuevo a su compañero de asiento.
-¿Que quieres decir?
-Ya se! Tú me haces preguntas y yo te las responderé. Así tendrás la oportunidad de conocerme mejor- dijo Yoh, sorprendido consigo mismo de su entupida y fantástica idea.
Anna dejo escapar una risita. No podía evitar sonreír o reír junto a aquel muchacho.
-Esta bien- respondió ella. –Mmm¿cual es tu color favorito?
-Anaranjado.- respondió Yoh señalando sus audífonos sin batería que posaban acomodados detrás de sus orejas. Los audífonos eran de color naranja.
-¿Día festivo favorito?- pregunto Anna.
-Navidad.
-¿Película favorita?
-Garden Falls.
Tras una hora de preguntas de parte de Anna, y respuestas de parte de Yoh, Anna habia descubierto bastantes cosas acerca del muchacho. Había descubierto que su comida favorita era el sushi y que odiaba los tomates. Su canción favorita era Perfect de Simple Plan. Y que odiaba tener que esperar en las filas de los supermercados.
Era una fortuna que un hombre gordo, uno de esos de los que Anna odiaba tanto se había quedado dormido y llenaba todo el autobús de ronquidos. Los ronquidos de hombre amortiguaban las voces de los dos jóvenes al hablar. Si no, seguramente hubieran tenido algunos pasajeros molestos de que no los dejaban ver la película o no los dejaban dormir.
Para ese tiempo, Anna parecía que conocía al castaño de pies a cabeza. Conocía todo lo que le gustaba. Todo lo que odiaba. Y hasta sus más deseadas metas. Bueno, solo le faltaban un par de preguntas más que eran algo personales y que Anna no se animaba a preguntar. Casi enrojecía en solo pensar en ellas. Temía que hiciera sentir incomodo al joven y a ella misma.
-¿Tu equipo favorito de Football?
-Dallas´s Cowboys.
Anna hizo una pausa antes de decir su siguiente pregunta. Era una de esas preguntas que eran personales y que seguramente la harían sonrojar con el solo mencionarla, pero esta había estado rondando por su cabeza y en la punta de la lengua por bastante rato y no podía sacarla de su cabeza, ni guardársela más tiempo.
-… ¿novia?
La pregunta de Anna hizo una reacción impresionante en Yoh. Sus ojos azabaches de Yoh se estremecieron un poco y la sonrisa característica d el se volvió forzada. Dejo su vaso vació de chocolate en el portavasos de su asiento descuidadamente que no lo puso correctamente. El vaso rodó por el suelo del autobús por causa del movimiento del mismo. Ninguno de los dos jóvenes se molesto en recogerlo.
Al ver la reacción del castaño, Anna se dio cuenta que había metido la pata.
-Pero no tienes que decirme…- se apresuro a añadir la rubia, pero Yoh la interrumpió.
-Si. Si, tengo novia.- murmuro Yoh sonriéndole con su forzada sonrisa.
Anna tenía ganas de patearse el trasero ella misma por la pregunta que estaba a punto de hacer. Ya había metido la pata una vez, y una vez más no empeoraría mucho las cosas.
-¿Pasa algo malo, Yoh?- pregunto ella, pero ya sabia la respuesta.
¿Que si le pasaba algo malo? Por supuesto que si! El muchacho junto a ella hasta ahora había estado dándole sonrisas sin importarle si era su amiga o una completa extraña. Y ahora la mención de su novia había hecho que se hubiera puesto tenso e incomodo.
-Eh, bueno…-comenzó Yoh mordiéndose el labio inferior.
-Lo lamento! Yo no quise…- soltó la rubia empezando a sentir como el nerviosismo se apoderaba de ella.
-Anna… ¿puedes guardar un secreto?- pregunto Yoh.
-P-por supuesto- asintió ella ligeramente.
Yoh dio un pequeño suspiro antes de continuar.
-Veras, las cosas con Tamao no están yendo muy bien que digamos- murmuro el, pero lo suficientemente alto como para que Anna lo pudiera escuchar. Esta espero en silencio para que Yoh continuara.- Quiero decir, ya no me siento tan cómodo con ella como lo hacia antes.
-Comprendo.- murmuro ella. Pero en su interior, ella sabia que estaba mintiendo. No podía saber lo que Yoh sentía en aquel momento. Jamás había estado en aquella situación antes, pero tenia que decir algo para que Yoh se sintiera mejor.
Sin pensarlo siquiera, puso su mano en el brazo del castaño.
Tras el contacto de Anna en su brazo, Yoh se sintió extrañamente reconfortado. Hasta ahora, en el poco tiempo que conocía a Anna, el había notado que la chica era algo introvertida y un poco serrada. La chica no le había dicho ni el mínimo de lo que el le había dicho a ella acerca de el, pero Yoh fue capaz de notarlo. No creía poder hacer que Anna confiara en el en tan poco tiempo. No esperaba recibir un detalle de cariño de Anna tan rápido. Y por eso, se sintió especial para la rubia.
-Pero no se lo que paso. Digo, todo iba un mar de bien y luego, BAM! Se acabo. Fue hace un par de meses. Es decir, ella es bonita, dulce, y la mejor cocinera del mundo. Ha vivido en mi casa desde siempre. La conozco desde que era un niño. Pero no es lo mismo. No me explico que fue lo que paso. – respiro profundamente antes de continuar.-Es por eso que tome ese viaje a Izumo. Para aclarar mis ideas.
Anna escuchaba atentamente a Yoh, aun con su mano en el brazo del muchacho. No podía evitar sentir pena por Yoh. El castaño parecía sentirse culpable de todo lo que había pasado entre el y su novia y realmente quería tomas la mejor decisión para que todo funcionase.
-¿Que es lo que vas a hacer?-la pregunta salio firmemente de la boca de la rubia.
El joven la miro en silencio. Sabía que estaba haciendo una estupidez. Decirle a la chica todo lo que se necesitaba acerca de el. Contarle su problema que le había molestado por bastante tiempo y que no se había atrevido a decirle a nadie más. A una completa extraña. Pero algo le decía Anna era alguien en quien el podía confiar. Alguien que jamás le daría la espalda.
Levanto su mano libre hasta posarla sobre la mano de Anna que estaba sobre su brazo. Le dio una media sonrisa a la muchacha en agradecimiento.
Anna se sonrojo al sentir la mano de Yoh sobre al suya, pero no se aparto.
-Voy a deshacer mi relación con Tamao- dijo Yoh firmemente- Yo se que es algo precipitado ya que hemos estado saliendo por casi un año, pero no puedo seguir con ella de esa manera. No puedo seguir mintiéndole.
Anna sintió que la mano de Yoh sobre al suya se apretaba mas fuerte a la de ella.
-Esta bien- dijo ella como si estuviera consolando a un niño pequeño que se habia caido de la bicicleta.
Sus palabras fueron simples, pero exactamente las que Yoh necesitaba en aquel momento.
-Entonces, espero verte pronto, Anna- dijo Yoh mientras tomaba sus cosas. Ya casi estaban en su parada.
-¿En una ciudad tan grande como Tokyo¿Como esperas encontrarme si no tienes ni dirección ni mi numero de teléfono?- pregunto ella dándole una pequeña sonrisa al castaño.
-Oh, no te preocupes. Te aseguro que encontraremos una manera de vernos pronto- le respondió Yoh con una de sus famosas risitas que Anna había escuchado tanto durante el viaje.
Ya habían llegado a su parada y el autobús se había detenido.
-Nos vemos pronto, Annita.- se despidió el mientras salía del autobús y agitaba su mano en señal de despedida hacia Anna. Esta devolvió el saludo.
Y así como Yoh había llegado, así se había ido.
Pero aun así, una pequeña sonrisa se dibujo en los labios de Anna.
Tal vez no odiaba tanto los autobuses como había pensado.
Continuara…
Notas de la autora: Se me ocurrio este fanfic mientras viajaba en autobus desde Reinosa para Monterrey. Muchos de los odios que tiene Anna para los autobuses son mios pero pense que talvez a Anna tampoco le gustaria viajar en ese transporte.
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