Ni Little Nicky ni High School DxD me pertenecen, pertenecen a sus respectivos autores. Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato.
Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.
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Capítulo 1:
EL HIJO DEL DIABLO
El Infierno. El lugar donde las almas de los pecadores humanos van a sufrir durante toda la eternidad… que no es precisamente poco. Un lugar lleno de fuego, demonios y otras criaturas. En la entrada principal, un demonio de cabello rubio llamado Saji Genshirou custodiaba la Entrada. Dicha entrada era un muro de llamas por la cual iban entrando las almas.
Saji estaba sentado en una alta silla parecida a la que usan los socorristas. Para el rubio, aquel era un trabajo gratificante. Ver a todas esas nuevas almas a punto de empezar su sufrimiento era algo maravilloso para su persona. Además, algunos eran de lo más divertidos… como era el caso actual.
Un hombre de unos treinta años moreno con una mecha rubia y perilla acababa de aterrizar frente a él.
-Hostia puta. – masculló el hombre de nombre Azazel – Puto crio de mierda. No podía dejarme ver a su madre en pelotas. – al incorporarse observó asombrado a su alrededor – ¿Dónde coño estoy? – dio un brinco al ver caer a un tío a su lado.
-¿No eres tú el salido que fingía ser un pajarraco mientras mirabas a esa madre maciza? – preguntó Saji inclinándose sobre si silla.
-Ese soy yo. – dijo orgulloso Azazel mientras hinchaba su peso.
-Pues ahora vas a saber lo que es un pajarraco salido.
-¿Eing?
-¡En el Infierno! – exclamó con una sonrisa colmilluda.
Al instante un enorme cuervo apareció detrás de Azazel, abrazándolo, empezando a darle por culo. Saji empezó a carcajearse mientras daba palmas totalmente divertido
-¡Nooooo! ¡Suéltameeeee! – Gritó espantado mientras se soltaba y corría lejos - ¡No me lo merezco! ¡No me lo merezcooo!
Azazel no miró a su alrededor, pues en su mente solo estaba huir el pájaro porculero. Si lo hubiera hecho se hubiera fijado en un enorme castillo compuesto por varias torres; cuajadas de múltiples elementos: muros, pináculos, almenas, una corona sobre la torre más alta y otros elementos de hierro y acero, como las puertas... todo ello negro y sombrío.
Pero, si alguien supiera quien habita en dicho castillo y se hubiera acercado lo suficiente, hubiera visto a través de una ventana a un joven chico de cabello castaño.
Su nombre… Issei Lucifer.
Tenía una escoba en su mano, simulando tocar una guitarra eléctrica mientras escuchaba una canción de rock. Dando saltos, derrapando por el suelo de su cuarto, agitando salvajemente la cabeza, con los ojos cerrados imaginando estar tocando en un concierto junto a su admirado Ozzy Osbourne.
Si hubiera tenido sus ojos abiertos se hubiera dado cuenta de que una hermosa mujer de largos cabellos plateados le observaba con una sonrisa. Luego de unos segundos tocó la puerta con algo de fuerza, provocando que el joven Issei abriera los ojos y mirara a su puerta.
-Oh, Grayfia, hola. – saludó mientras detenía su baile y apagaba la música.
-¿Qué haces Ise? – preguntó la mujer mientras se adentraba en el cuarto.
-Solo tocar un poco.
-Sera imaginar que tocas un poco. – sonrió de lado.
-No seas mala conmigo. – sonrió también.
-Lo siento. Tu padre quiere veros a ti y a tus hermanos en el Trono.
Issei abrió sus ojos hasta casi salirse de sus cuencas para después pasar a una cara preocupada.
-No ira a jubilarse hoy, ¿no?
-Quiere hablar con Vali, Sairaorg y contigo sobre quien reinara en el Infierno durante los próximos diez mil años. – explicó mientras se acercaba al joven.
Sabia cuanto le disgustaba ese tema al menor de los hijos de Lucifer.
-Y para que tengo que ir si todos sabemos que no me va a escoger. – murmuró mientras se sentaba en su cama.
Soltando una risilla, Grayfia se sentó a su lado.
-Estoy segura de que tú serias un grandísimo Diablo.
-Nah. No me va el Mal, ni la tortura ni todo eso. Prefiero pasar mi vida rodeado de pechotes. Sonrió lascivamente mientras movía sus dedos. Grayfia solo rodó los ojos – Además, el Rey del infierno tiene que ser alguien distinguido, y admitámoslo, no soy Chris Hemsworth ni Ricky Martin ni parecido. Soy normalito.
Levantándose de la cama, Grayfia se acercó hasta un perchero mientras cogía una gabardina negra.
-No eres feo Ise. Ciertamente no tendrás el atractivo de Vali, pero sin duda alguna no eres para nada feo. Y tampoco del montón, te lo aseguro. Además, tus hermanos son de lo peor que he visto, pero tú no Issei. No hay nada de qué avergonzarse. – le dijo cariñosamente mientras le ayudaba a ponerse la gabardina – O casi nada.
-¡Los pechos son mi vida! – exclamó alegre – Por cierto, ¿puedo tocarte los tuyos?
Grayfia solo le dio un fuerte capón en la cabeza, provocándole mucho dolor.
-Lo siento, lo siento. – Se disculpó mientras se acariciaba el lugar del golpe – Además, sus madres eran las dragonas Ddraig y Albion, y la mía una cabra. ¿Cómo cojones voy a competir contra eso? – masculló.
-Tu madre no era una cabra ni nada parecido. Tus hermanos solo te toman el pelo.
-Aun así si el viejo elige a uno de esos pirados… entonces la abre cagao.
Grayfia le daba palmaditas en las espalda, coincidiendo con sus palabras. Si Vali o Sairaorg se convertían en Rey del infierno, entonces todo se iría por el desagüe.
XXXXX
En el salón del Trono, los dos hijos mayores de Lucifer, Vali y Sairaorg, se encontraban esperando a su padre mientras se entretenían. Ambos lanzaban dardos a una diana. Pero, lo curioso, era que en el centro de dicha diana había una cara humana. El resto del cuerpo estaba atrapado en el pilar que sostenía dicha diana.
-Lo sabía Vali. Por fin se jubila. – dijo Sairaorg con gran alegría.
-Sairaorg, llevo esperando este día casi diez mil años. – dijo Vali sonriente mientras lanzaba un dardo, dando bastante lejos de la cara del humano, el cual suspiró.
-Si el viejo me escoge para gobernar me voy a pasar el día torturando sin parar. – dicho esto lanzo con fuerza su dado.
-¡Aaaaaahhhhhh!
-En todo el ojo. – se carcajeó Vali.
Ambos empezaron a carcajearse pensando en las posibilidades. Issei, que había presenciado la charla, intentó escabullirse sin que le notaran, pero para su desgracia Sairaorg le vio. Sonriendo colmilludamente con un brillo malicioso en los ojos, el mediano de los hermanos le detuvo.
-Vaya, vaya, vaya, mira quien tenemos aquí. ¿Cómo está hoy la nenita de papá? – preguntó con burla.
-No os había visto. ¿Cómo os va? – el nerviosismo de Issei era notable.
Observando de reojo a todos lados, intentaba encontrar algún sitio en el que pudiera librarse de sus hermanos. Maldecía que Grayfia se hubiera tenido que marchar a buscar a su padre.
Entonces Sairaorg empezó a chasquear los dedos como solo él sabía hacerlo, llamándole la atención.
-Oye cara anchoa, una lucha mental. – le retó.
-No… la verdad es que estoy cansado… había pensado mejor en dar una vuelta por el trono.
-*Vamos a tener una lucha mental te guste o no* – escuchó Issei en su cabeza.
Sin duda era la voz de su hermano. Sairaorg sonreía aún más.
-*Pues te advierto que he mejorado mucho* - también habló mentalmente.
-*Entonces no me dejarás hacer esto, ¿verdad?*
Los ojos de Sairaorg empezaron a brillar. Su sonrisa había dejado paso a un rostro de concentración. Issei, alarmado, se dio cuenta de que su cuerpo no respondía a sus órdenes, sino a las de su hermano. Entonces empezó la lucha. Cerrando su puño y alzando el brazo, Issei empezó a golpearse las pelotas una y otra y otra vez.
-*¡Vale! ¡Piedad! ¡Tú ganas! ¡Me rindo!* - gritaba mentalmente entre golpe y golpe, pero Sairaorg no se detenía.
Vali observaba divertido la escena, disfrutando de como Sairaorg machacaba al inútil e imbécil de su hermano pequeño. Sin darse cuenta, cierto hombre de cabello pelirrojo hizo acto de presencia junto a Grayfia. Sus ojos de color agua marina observaban serios y desaprobatorios como su hijo más musculado abusaba del tercero.
-¿Qué está pasando aquí? – exigió saber con voz imponente.
Al instante Vali y Sairaorg se pusieron firmes, el segundo liberando a Issei de la lucha mental. El pobre se golpeó una última vez antes de volver a sentir que su cuerpo era suyo. Notó la mirada de su padre sobre él, y no queriendo mencionar la lucha mental a la que había sido sometido contra su voluntad, respondió lo primero que le vino a la cabeza.
-Nada papá. Solo estaba… rascándome las pelotas.
Negando con la cabeza, Sirzechs Lucifer, el actual Rey del infierno, volvió la mirada a su hijo.
-Sairaorg, ¿cuántas veces he dicho que no juegues con la mente de tu hermano?
Vali, viendo lo que se venía, decidió alejarse de su hermano, dejándolo a su suerte.
-Se me olvidó. – respondió.
-Entonces así a lo mejor lo recuerdas.
Y haciendo un movimiento de mano hacia su frente, hizo que Sairaorg se golpeara con toda su fuerza en su propia frente, cayendo varios metros hacia atrás. Así como el había abusado de Issei, ahora su padre le castigaba a él.
Guiñándole un ojo a Issei, Sirzechs avanzó a través del salón en dirección a su Trono.
-Bien. Venid todos a sentaros. Tengo algo importante que comunicaros.
Con una sonrisa de agradecimiento, Issei fue junto a su padre.
-Y dime hijo, ¿qué tal te va con tus contactos en el mundo humano? – le preguntó Sirzechs mientras le pasaba el brazo por el hombro.
Vali observaba ese acto padre-hijo con una mueca de desagrado.
-Pues la verdad es que va muy bien. Ahora mismo Ichiei lo está petando con su novela de DxD.
-Eso me alegra. Salgo muy bien en ella.
-Y yo tengo un harem de hermosas mujeres. Pero luego te tengo que comentar, si no estás muy ocupado, sobre un nuevo trabajo que tengo planeado.
-Muy bien chico. Cuando acabemos esta reunión hablamos tranquilamente. – dándole unas palmaditas en la espada, el Rey del Infierno fue a su trono.
Los tres hermanos también fueron a sus respectivos asientos. No muy lejos, asomándose a una ventana, Azazel hacia acto de presencia.
-Anda, una ventana. – dijo mientras se asomaba – Hola señor Diablo. – saludó burlonamente - ¿Lleva ropa interior? Jajajaja.
Saludando del mismo modo, Sirzechs hizo aparecer al enorme cuervo a espaldas de Azazel. Ante ese acto, el hombre se dio la vuelta, observando horrorizado la enorme ave a su espalda.
-¡Nooooo!
Intentando huir inútilmente del cuervo, que pareció atraparlo varias veces por los quejidos de dolor de Azazel al sentir como le perforaba la puerta de atrás.
Volviendo a un serio gesto, Sirzechs tomó asiento en su trono, en un altar, y sus hijos le imitaron. Sus asientos estaban varios escalones más abajo, demostrando quien era el que nadaba en aquel mundo.
-Chicos, como sabréis, hoy cumplo diez mil años como Príncipe de las Tinieblas, o Rey del Infierno. Como cada uno guste llamarlo. Y es el momento adecuado para decir quien me sucederá.
Grayfia tosió con fuerza, llamando la atención del cuarteto.
-¿Si, Grayfia?
-No olvide que tiene que meterle una piña por el culo a Hitler a las cuatro exactas. – explicó la mujer.
-Entiendo. Ciertamente no debo hacerlo tarde. Bien, estaré puntual. Luego te quiero en mi cuarto con ese nuevo conjunto de lencería. – sonrió lascivamente.
Sonrojándose y frunciendo el ceño, la mujer asintió y se marchó.
-"Joder que suerte tiene el tío." – pensó Issei.
-Bien, volviendo al tema principal. – Sirzechs volvió su mirada a sus tres hijos – Ha sido una decisión realmente difícil, pues tengo tres hijos maravillosos y con gran potencial. Esta Vali, tan listo y despiadado.
Vali hizo un gesto de arrogancia, obviamente complacido por la descripción de su padre.
-"Y se maquilla" – pensó divertido Issei.
-Y Sairaorg, tan fuerte y duro…
Sairaorg hizo gala de sus músculos.
-"A base de esteroides cualquiera"
-E Ise, un chico tan dulce aunque pervertido.
-Me adultas. – sonrió mientras hacia un gesto de mano.
-Pero, tras mucho pensar y sopesar detenidamente, he decidido que el próximo Rey del Infierno durante los próximos diez mil años va a tener que ser… - se hizo el silencio unos segundos mientras los tres hijos miraban expectantes a su progenitor – YO. – se señaló a sí mismo.
-¡¿Qué?! – exclamaron indignados Vali y Sairaorg.
-¡Aleluya! – Gritó Issei más feliz que una perdiz – Digo, que putada… ¿no? – se corrigió al ver la mirada de puro odio de sus hermanos.
Los tres volvieron la mirada a su padre, exigiendo una explicación a esa decisión.
-Lo importante para la estabilidad de nuestro reino es mantener el equilibrio entre el Bien y el Mal, y me parece que ninguno de los tres está preparado para esa responsabilidad todavía.
-Papá… ¡y una mierda! – gritó furioso Sairaorg.
Levantándose de su asiento con toda su autoridad y poderío, Sirzechs miró a su hijo con toda seriedad.
-No me gusta que me hables así. – advirtió.
-Ejem, ejem. – Grayfia volvió a aparecer mientras señalaba su reloj de muñeca.
-Voy, voy. Hazle pasar. – asintiendo la mujer se retiró un momento – Lo lamento chicos, tengo que trabajar.
Sairaorg y Vali se retiraron con pasos rápidos y furiosos sin despedirse. Issei sonrió contento. De veras estaba contento. Para él era mil veces mejor que gobernara su padre a alguno de esos dos energúmenos.
-Bueno, yo me marcho. Hasta luego papá. – se despidió.
Sirzechs asintió devolviéndole la sonrisa a su hijo. Poco después de marcharse, por la misma entrada por la cual había entrado y salido Grayfia, esta aparecía nuevamente junto a Hitler, el cual vestía un traje erótico de sirvienta.
Sirzechs, Grayfia y Hitler caminaron hasta un pequeño almacén en el cual habían piñas de todos los tamaños. Sirzechs la abrió, dejando espacio a Hitler para que entrara y eligiera una. Dejando el plumero a un lado, el antiguo líder de los nazis se agachó y cogió una piña relativamente pequeña. Sirzechs le miró aburrido mientras negaba. Bufando, el nazi se agachó nuevamente, dejando la piña pequeña y cogiendo una bastante más grande, enseñándosela a Sirzechs, el cual sonrió complacido.
-¿En serio? – preguntó con acento alemán.
Quitándosela de las manos, Sirzechs se puso en posición. Hitler avanzó un par de pasos, respirando profundamente mientras se inclinaba, exponiendo su trasero. Grayfia y otro demonio le agarraron por los hombros para evitar que se moviera y le levantaron la falda.
Y, con una sonrisa perversa, Hitler hundió la piña hasta lo más profundo del recto del nazi, eso sí, sin tocarle el trasero.
-¡Arg! ¡Mieeerda!
XXXXX
-¡Quitaos de en medio!
Vali empujaba sin misericordia, apartando de su camino, toda alma humana o demonio que se encontrase. Estaba cabreado... bueno, más bien furioso con su padre y su decisión. Obviamente él pensaba que debía ser el próximo Rey del Infierno o Príncipe de las Tinieblas o cómo demonios se dijese. ¡Él debía ser el próximo Diablo! Se sentó cerca de la Entrada mientras Sairaorg golpeaba con fuerza lo que parecía ser un enorme colmillo de elefante.
-Hace veinte mil años el yayo Lucifer dijo que era mil veces mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo. ¡Pues ya estoy harto de servir en el Infierno! – Sairaorg, sin hacerle caso, cogió una enorme roca – Necesitamos un sitio donde poder liarla parda.
El musculitos buscó entre almas humanas y demonios hasta que encontró un objetivo… un demonio grande y peludo que recordaba a Chewbacca. La enorme roca le dio en la espalda, provocando que se diera la vuelta cabreado, empezando a rugir. Sairaorg se empezó a carcajear, llamando la atención de la copia barata de Chewbacca.
-Venga campeón. A ver que sabes hacer. – le retó arrogante.
Al ver de quien se trataba, el peludo demonio prefirió dejarlo pasar, retirándose. Sairaorg volvió a reírse hasta que Vali le dio un pesco.
-¿Puedes concentrarte cinco segundos?
-Estoy concentrado, tío.
XXXXX
En la sala del Trono, Issei observaba trabajar a su padre. El poderoso Lucifer estaba sentado en su trono y un humana frente a él, en lo más bajo del altar.
-Lo lamento, tras sopesarlo detenidamente debo rechazar su oferta.
-Oh venga, no sea malo. Quiero que sea la más bebida. No sea así. Deme la formula.
-¿A cambio de la maldición eterna de su alma? Yo quiero unos fieles como los directivos de Pepsi.
-Lo ha hecho antes. – refutó.
-Eso es cierto, pero ellos ya tenían un pie aquí.
Indignado, el humano se levantó.
-Es no es justo. – Y empezó a marcharse de la zona – Yo mismo robaré la formula… ¡y solo se beberá Pepsi! – las últimas palabras las gritó desapareciendo por un pasillo.
-¡Así se habla!
-Eres un buen Diablo, papá. – alabó Issei.
-Es que prefiero la Coca Cola. – le susurró divertido.
XXXXX
Vali daba vueltas y más vueltas, pensando y pensando. Entonces se detuvo de pronto, llamando la atención de Sairaorg.
-Y dime, hermano. ¿Qué te parece la Tierra? Crearíamos nuestro propio Infierno. – sonrió ladinamente con un brillo perverso en los ojos.
Sairaorg entrecerró sus ojos mientras miraba al techo.
-¿Quieres ir ahí arriba y matarlos a todos? – señaló con un dedo.
-Con el tiempo. Pero primero debemos corromper todas las almas que podamos. – empezó a andar hacia la Entrada de fuego – Así cuando los destruyamos…
-Sus almas malditas serán nuestras. – finalizó sonriente Sairaorg.
-Es nuestra hora hermano. – le miró a los ojos y luego ambos miraron con determinación la Entrada.
Las almas no dejaban de entrar, una detrás de la otra. Entonces ambos empezaron a avanzar juntos hacia la pared de fuego. Saji, que estaba en su silla tan tranquilo, observó desde la altura a ambos hermanos. La forma en que caminaban y apartaban las almas humanas y el brillo malévolo en sus ojos era algo que no le daba buena espina.
-Esto no me gusta. Esto no me gusta. – se repetía. Se bajó raudo y se puso delante de ellos – Alto, alto chicos. ¿Qué hacéis aquí?
-¡Aparta! – exclamaron mientras lo apartaban a base de pura fuerza bruta.
Girando sobre su cuerpo, y al ver a los hermanos a punto de traspasar el fuego, se alarmó por completo.
-¡No podéis salir por ahí! ¡El fuego es de entrada, no de salida!
Sin hacerle el mínimo caso, ambos hermanos atravesaron el fuego… congelando las llamas al instante.
-Oh mierda… ¡oh mierda!... ¡OH MIERDA! ¡ESTO ES UN PUTO MARRON!
Corriendo con toda la velocidad posible de sus piernas, Saji corrió por el largo camino hasta el castillo de Lucifer, apartando a toda alma o demonio que se encontrara. Los demás demonios le observaban curiosos debido a que estaba abandonando su puesto.
Una vez llegó al castillo corrió hacia el salón del Trono, donde Lucifer, Issei, Grayfia y los demonios guardaespaldas se encontraban.
-¡Rey del Mal! ¡Rey del Mal! – llamó a gritos a Sirzechs. El Diablo le miró extrañado - ¡Sairaorg y Vali han escapado del Infierno! ¡Han salido por el fuego y lo han congelado! ¡Yo he intentado detenerlos pero soy muy débil y han podido conmigo! ¡Han podido conmigo! – se postró mientras lloraba falsamente, esperando que el demonio más poderoso no le castigara.
Sirzechs se levantó como resorte mientras miraba a Saji y luego desviaba la mirada, pensativo y en parte alarmado. Issei observaba incrédulo, al igual que el resto de demonios presentes.
-Levanta. – le ordenó.
-Oh, gracias Rey del Mal. – Se levantó rápidamente – Es usted el mejor, siempre lo he dicho.
Mientras decía tales palabras, Sirzechs hizo un movimiento con ambas manos, como dibujando un circulo, y luego las elevó. Saji notó como le salían dos grandes protuberancias en la cabeza. Alarmado se llevó las manos temblorosas, palpando, tocando… dándose cuenta de lo que tenía.
-¡Tengo tetas en la cabeza!
Issei se acercó rápido hasta donde estaba su viejo amigo, observando la nueva obra de su padre.
-Sí, y bien gordas. Yo les daría un ocho.
-¡Cállate capullo!
Dejando de lado lo divertido que era ver a su viejo amigo con tetas en la cabeza, Issei desvió la vista a su padre, que empezaba a toquetearse el cuerpo con no muy buena cara.
-¿Qué te ocurre? – le preguntó Issei preocupado.
-Me muero Ise. Las puertas se han roto y ya no pueden entrar más almas… lo que significa… que me desintegraré en la nada.
-¡No me digas eso, joder!
-¡Eh! ¡¿Qué son todos esos lloriqueos?!
Haciendo acto en escena apareció un hombre con una bata.
-Todo va bien papá. – le dijo Sirzechs mientras era sostenido por Issei.
-¿Qué todo va bien? ¡No me jodas! La última vez que me dijiste eso empezó el Renacimiento.
-Por favor papá, vuelve a tu cuarto. – le dijo más serio mientras avanzaba un par de pasos hacia él.
-Hola abuelo Rizevim. – saludó Issei.
-Hola nieto. – Entonces se fijó en Saji y un brillo se posó en sus ojos – Oye, ¿me lo puedo llevar?
-Claro que sí. Lo que tú quieras. Cara-teta, ve con el yayo. – le dijo a un asombrado Saji.
-P-pero me llamo Saji. – murmuró lloroso ante su mala suerte.
XXXXX
Una vez que el viejo Rizevim abandonó el salón del Trono junto a Saji Cara-teta, Issei, Sirzechs y Grayfia abandonaron el castillo para ir a la Entrada. Padre e hijo se quedaron a una distancia mientras Grayfia lo inspeccionaba. Se podían escuchar las nuevas almas que llegaban al Infierno y como estas chocaban contra el fuego helado. Después de un rato, la mujer dio su veredicto.
-Está más duro que una piedra. Ningún alma puede entrar.
-Pues este trasto tiene que volver a arder. ¿Hay algún modo? – le preguntó a su padre, que avanzó hasta casi toda el fuego helado.
-Sairaorg y Vali deben volver a entrar por el otro lado.
-¡Pues ve a por ellos!
-Yo estoy débil. El proceso ha empezado.
Entonces le mostró su mano izquierda. Su dedo índice prácticamente le estaba colgando. Todos se lamentaron.
-Pues ve por ellos Grayfia. Eres la hostia de fuerte.
-Solo soy un demonio. No tengo sangre de Diablo. – Dijo triste – Puedo ser fuerte, pero no le duraría ni dos minutos a tus hermanos.
-Entonces… ¿depende de mí? – preguntó asustado.
-¿Eing?
Todos se quedaron cayados, incrédulos. ¿Qué el destino del inframundo y de todo dependía de Issei? Pues genial. Todo se iba a ir al carajo.
Grayfia asintió.
-¡Has dicho que ningún alma puede pasar por ahí! – expuso en un intento de librarse.
-Pero Ise – Grayfia se acercó hasta él, hablándole en tono maternal – ¿eres un alma… o eres el hijo de Satán?
Issei desvió entonces su mirada al fuego helado y luego a su padre, que le miraba esperanzado. Sentía que era demasiado para él.
-Pero papá, nunca he estado en la Tierra. Cierto es que tengo algunos contactos, ¡pero poco más! ¡Ni siquiera me he quedado a dormir en casa de un colega!
-Hijo, lo peor que te puede pasar en la Tierra es que te maten. – Grayfia asentía – Y en todo caso solo 'bum', vuelves a aparecer aquí.
-Entonces… ¿tengo que ir a la Tierra a matar a mis hermanos?
-No tienes que matarlos. – Le dijo Grayfia – Han salido de aquí exactamente al mismo tiempo, y deben volver exactamente al mismo tiempo.
Entonces Sirzechs se acercó con una brillante petaca de plata.
-Toma. Haz que beban esto. – le dijo mientras se lo daba – Un sorbo y quedarán atrapados dentro. Cuando los tengas a los dos pasa la petaca por la puerta.
-Espere un momento, señor.
Grayfia se puso a su lado, arrancándole el dedo colgando.
-Te queda menos de una semana. – le dijo a Issei antes de alejarse un momento.
Issei se quedó mirándola, luego el fuego congelado y luego a su padre.
-P-pero papá… no sé si podré hacerlo.
-Hijo, - le pasó el brazo por los hombros – haz lo que puedas.
Cuando estaban a na de tener una charla padre-hijo, la mala copia de Chewbacca empujó a Issei, el cual atravesó el fuego congelado. Sirzechs le miró ceñudo, pero el peludo demonio se señaló la muñeca, buscando una excusa.
XXXXX
En lo que sería la terminal de metro de New York, alguno de los tantos que hay, un agujero apareció en el suelo cerca de las vías, alejado de la luz de las lámparas de la estación. Por ella, con algo de dificultad, Issei apareció por primera vez en el mundo humano.
-Hum, pues no está tan mal. – murmuró mientras observaba a su alrededor.
Dio un par de pasos, poniéndose sin darse cuenta en el centro de las vías. Entonces, a su espalda, escuchó algo. Una especie de pitido. Giró sobre sus talones, observando a algo muy grande de metal acercándose rápidamente. Ese enorme trasto era lo que pitaba. Al no saber de qué se trataba, solo saludó como un idiota hasta que…
PUAJ
El tren lo arroyó, convirtiendo su cuerpo en papilla.
XXXXX
En la Entrada se encontraban aun reunidos Sirzechs, Grayfia y compañía, pues apenas habían pasado unos segundos desde que Issei fue a la Tierra. Para su sorpresa…
-¡Ay!
Issei apareció volando, cayendo al suelo. Todos corrieron a reunirse a su alrededor.
-Pero si no has durado ni diez segundos. ¿Qué ha pasado? – quiso saber Grayfia.
-Es que me ha dado una luz muy grande que iba unida a un montón de metal.
-Era un tren, hijo. No te pongas delante. – le advirtió Sirzechs.
-Joder, pues decidlo antes, que yo no sé nada de allí.
-Por favor hijo, vuelve allí arriba. – nada más decir eso, su oreja derecha se desprendió – Mierda.
-Tranquilo. Ya lo recojo yo. – dijo Grayfia, recogiendo la oreja – Y, ahora que lo pienso, lo mejor será que te vistas para no parecer un bicho raro. – comentó mirando con ojo crítico la vestimenta de Issei.
-¿?
XXXXX
Nuevamente Issei atravesó la Entrada, apareciendo en el mismo lugar donde pocos minutos antes había sido atropellado por el metro. Ahora había cambiado sus ropas. Llevaba unas botas negras, unos vaqueros, una camisa, una chaqueta y su gabardina negra.
Volvió a mirar a su alrededor, esperando que no hubiera ningún metro cerca. Ya bastante había tenido con que le atropellara uno. Para su sorpresa, una gata negra de ojos avellana que sostenía un cartel con su nombre.
-Yo soy Issei.
Dejando caer el cartel, la gata se estiró, poniéndose de pie.
-Ya era hora. Estaba cansada de esperar. Así que espabila guapo, que tenemos muchas cosas que hacer.
-Ok.
Saliendo de las vías, el hijo del Diablo subió a la plataforma hasta ponerse al lado de la gata.
-Súbeme, que no tengo ganas de caminar.
Agachándose, el joven hombre dejó que la gata se pusiera cómoda en sus hombros y cuello, poniendo su rostro cerca de la oreja de Issei.
-Bien. Ahora salgamos de aquí. – dijo la gata.
Asintiendo, Issei subió por unas escaleras hasta salir a la superficie, a la entrada del metro.
-Bienvenido a la Estación Gran Central de New York. – dijo la gata una vez arriba – Yo me llamo Kuroka. Soy una vieja amiga de Grayfia y me ha pedido que te ayude.
-Yo solo quiero encontrar a mis hermanos y largarme de aquí. – murmuró mientras miraba a todos lados.
Algunas personas se le quedaban mirando, pero la gran mayoría pasaba de él.
-No será nada fácil. Tus hermanos pueden poseer a las personas de voluntad débil, así que no parecerán ellos mismos. Así que estate atento. Tienes que sospechar de todo quisqui.
-Entendido. – Cogiendo la petaca la abrió y se la puso a Kuroka en la cara, que le miró con una mezcla de aburrimiento y burla – Se acabó el pastel. Metete en la petaca. Venga, adentro.
-… no soy yo, payaso.
-Oh, perdón.
-Lo que tienes de guapo también de idiota, ¿verdad? – Masculló decepcionada – Bien, vamos afuera.
Caminando, el joven salió afuera de la estación, observando asombrado la gran ciudad de New York. Pero si algo le llamó la atención fue un hombre ciego.
-Tranquilo. Parece que esta poseído, pero solo está zumbado.
-Aunque no puedo ver con estos ojos sé que el señor me ama. – el ciego tenía el cabello rubio y los ojos verdes. Su nombre, aunque a nadie le interesase, era Dulio – El ama a todos sus hijos. Y te ama a ti, y te ama a ti y… - se detuvo al sentir a Issei cerca – Tú, pones al Señor muy nervioso. – le dijo a Issei mientras sujetaba con fuerza una cruz de madera.
-¿Lo lamento?
-¡Aaahhh! ¡Me quemooo! ¡Me estoy quemando vivooo! ¡Me quemooo! – se puso a chillar mientras se apartaba de Issei, corriendo por la acera, tirando a todo el que se encontrara.
Issei observaba alucinado al pobre ciego, el cual acabó cayendo por las escaleras que daban acceso al metro.
-¡Jajajaja! ¡Hay la hostia, la que se ha metido! – Se carcajeó Kuroka – Que, ¿haciendo nuevos amigos? – preguntó con burla.
-Ese tío tenía un problema muy gordo. – Murmuró aun asombrado – Hum… siento una extraña sensación en mi estómago.
-Ahora estas en el mundo real. Sentirás cosas que nunca antes has sentido. Una de ellas es hambre. Así que vamos a papear.
-Como tú digas. – suspiró mientras se acariciaba el estómago.
Caminaron a través de las calles, siempre por la acera por consejo de Kuroka. En todo momento Issei se mantenía atento por si veía algo sospechoso, pero también maravillado por la enorme ciudad de los rascacielos. Al final acabaron llegando a un parque, en el cual había un puesto de comida.
-Uh. Aquí hay algo bueno. ¡Compremos!
Asintiendo el joven se puso a la cola, esperando su turno. Cuando llegó compro una caja de lo que fuera que estuviera vendiendo el hombre, lo pagó con dinero que Kuroka sacó de quien sabe dónde y se fueron a un banco. Una vez sentados Issei cogió uno de los trozos de carne fritos y lo miró desde todos los ángulos, extrañado y curioso.
Kuroka, que estaba al otro lado comiéndose un trozo, le miró aburrida.
-Métetelo en la boca. – Le dijo Kuroka – Y ahora mueve los dientes. Arriba y abajo. Arriba y abajo. – Issei empezó a masticar con la boca abierta – Joder que cruz. – Masculló la gata – Ahora tienes que tragártelo. Mira, haz como hago yo. Mordió un trozo, lo masticó con la boca cerrada, echo la cabeza hacia atrás y se lo tragó. – echa la cabeza hacia atrás y deja que la carne te baje por la garganta. Tranquilo y no te ahogues.
Cuando por fin pudo tragárselo, con algo de dificultad, Issei miró la carne con un nuevo brillo en los ojos.
-El Pollo Popeye… es la polla.
-Sigue comiendo. Necesitaras energía pa lo que se nos viene encima.
-¡Tengo energía para parar un tren! – Exclamó poniéndose de pie – Vamos a salvar a mi padre. – Y empezó a correr hacia la carretera - ¡Vali, Sairaorg!
Para su mala suerte un autobús pasaba justo en ese momento, arrollándolo sin misericordia.
-Madre mía, que pedazo de atontao. – murmuró Kuroka mientras seguía comiendo más Pollo Popeye.
XXXXX
En el Infierno, Saji y Chewbacca se encontraban haciendo manitas. Saji estaba sentado y el demonio peludo a su espalda mientras le acariciaba los melones por encima del sujetador.
-Ufff, que gustito. – ronroneó Saji.
-¡Ay!
Pegando un bote, Saji se apartó de Chewbacca. Ambos observaron a Issei, que les miraba sorprendido.
-Hola.
-Hola.
-Me gusta tu sostén. Te queda bien.
-Oh… esto… gracias.
-¿Os importaría no contarle esto a nadie?
-C-claro. – Saji miró al demonio peludo – Esto, ¿te importaría no contarle esto a nadie?
-… por supuesto.
XXXXX
Volviendo a la Tierra, Issei mascullaba algo sobre los objetos de metal. Para su sorpresa Kuroka estaba en el mismo lugar que en la segunda vez que llegó a la Tierra.
-Tú eres muuuy tonto. – El castaño frunció el ceño – Venga vamos. – Igual que la primera vez, ambos salieron, pero esta vez por otra salida – Bien, como ya te dije antes, la acera es segura y la calle es la muerte, ¿entendido?
-Sí, sí. A partir de ahora evitaré todos los objetos de metal en movimiento. – masculló mientras le daba un mordisco a un Poyo Popeye.
-Me alegra escucharlo. – La gata observó el cielo, notando que empezaba a oscurecer – Creo que es hora de ir a tu nueva casa. Escucha, tu padre me dio dinero para alquilar un buen lugar, ¡pero no te lo vas a creer! ¡Me quitaron hasta el último duro!
-¿Cómo?
-No preguntes. – murmuró mientras desviaba la mirada – Así que he tenido que buscar otra choza… pero tendrás que compartirla con un chicarrón que no veas.
-¿?
Feliz año nuevo ! Que este 2017 os vaya bien gente ! XD XD XD
Bueno, por fin está aquí. Tenía muchísimas ganas de publicar esto. Mucho ha desde que lo tenía pensado y aquí está al fin. Lo tengo ya terminado. Ya aviso que será un fic muuuy corto. 5 capítulos en total, los cuales ire subiendo estos dias.
Si alguien lo ha notado, espero que todos, este fic es una "adaptación" de la película "Little Nicky". No será 100% igual a la obra original, pero espero que esta versión os guste tanto como a mí escribirla XD
Aunque ya aviso que no saldrán todos los personajes y no pienso cambiar lo ya escrito porque a alguien no le guste que un personaje represente a un personaje. Lo mismo para "parejas" y cosas por el estilo.
