El despertador sonó nuevamente con su horrible sonido que le rompía los tímpanos. Abrió rápidamente los ojos y estiró un brazo para apagarlo con un fuerte golpe.

Tenía que hacer lo mismo de cada día, pero de alguna manera sus hijos lograban que nada fuera rutinario. Con ellos la monotonía no existía.

Se sentó en la cama y miró a su esposa. Dormía plácidamente ajena a todo el caos que estaba a punto de pasar en ese hogar. Pero no la culpaba para nada, ella es la que se encarga del caos de las tardes. Pudo fácilmente despertarla para que le ayudara, pero ella siempre se acostaba tan tarde que prefería dejar que descansara. Las cosas son así, el se acuesta temprano para levantarse temprano, y ella se acuesta tarde para levantarse tarde. De todas formas, es él quien comienza a trabajar a las ocho y media de la mañana, por lo que no veía necesario despertar a las seis de la mañana a su esposa que comienza a trabajar a las cuatro de la tarde.

Se levantó y entró sus pies en esas pantuflas afelpadas que Hermione le regaló para su cumpleaños, y la miró. Se veía tan bella durmiendo. La arropó más con las mantas y besó suavemente su frente. Sus rizos castaños se apoderaron de las almohadas y un delgado hilo de baba seca adornaba su barbilla. Demonios, amaba tanto a esa mujer.

Esa mañana Hugo entró por la puerta con su mantita bajo el brazo y abrazando a su osito de peluche.

"¿Qué pasa, hijo?" preguntó suavemente.

Su pijama de cuerpo completo decorada con ositos de peluche lo hacían ver muy tierno con su expresión de sueño, pero sus ojos estaban rojos y aguados. Se acercó a él y se arrodilló para quedar lo más a su altura posible. Él hizo un tierno puchero.

"Tuve una pesadilla y ya no quiero dormir nunca más en la vida" su labio inferior temblaba, igual que el de Hermione cada vez que estaba a punto de llorar.

Sonrió de lado. Era obvio que, por mucho que lo intentara, el sueño acabaría venciendo a su pequeño, pero no podría convencerlo, así que lo mejor sería distraerlo.

"¿Me ayudas a alistar a tu hermana, entonces?" preguntó acariciando su corto y rizado cabello castaño.

"¿Rosie ya se va?" preguntó con un nuevo puchero.

"Solo en dos horas más, pero sabes que tarda mucho en arreglarse" sonrió. Las comisuras de los labios de Hugo temblaron hacia arriba, él se parecía tanto a su madre.

"Está bien" sonrió ahora completamente, mostrando sus nuevas paletas (o incisivos, como insistía Hermione) y algunos dientes por crecer.

"Vamos, entonces" lo tomó con un brazo poniéndose de pie y cerró la puerta detrás suyo. Caminó por el pasillo hasta la puerta con un trozo de madera colgado y decorado hermosamente por Hermione con la inscripción de "Rosie".

Tomó la manilla y la giró para abrir la puerta. La habitación era grande para una niña de seis años, pero estaba muy bien amueblada. Y repleta de peluches.

Las paredes eran blancas y decoradas con flores rojas y doradas, pintadas por él y Hermione. No quedaron tan mal como pensó que quedaría, y los colores eran por Gryffindor, la casa a la que obviamente Rose y Hugo irán cuando crezcan. Pero por ahora debería conformarse con arreglar a Rose para llevarla a esa escuela muggle en la que Hermione tanto insistía que fuera.

Al principio él no lo creyó necesario, pero con los meses Rosie siempre llegaba a casa hablando sobre algo nuevo que aprendió, y la verdad es que aprendía bastante. Hugo estaba desesperado por poder ir tambien, pero Rose siempre le enseñaba las cosas que aprende, así que él calcula que para cuando Higo entre a esa escuela va a saber todo lo que le enseñen. Estaba tan feliz de que sus hijos hayan heredado la inteligencia de Hermione y no su estupidez.

Llegó a la pequeña cama de Rose, con el cubrecama de flores, y se arrodilló ante ella. La miró unos segundo, durmiendo se ve igualita a Hermione. Con sus rizos apoderados de la cama y un delgado hilo de baba. Pensó unos segundos antes de tomar una decisión.

"Hugo ¿ves estos números de aquí?" preguntó señalando el reloj digital en la mesita de noche. Hugo asintió efusivamente. "Dime los números que ves" ordenó. Hugo centró su atención en el reloj antes de responder.

"Hay un seis, un dos y un cero" susurró lentamente. Ron asintió.

"Muy bien, hijo. Ahora, escúchame bien. Cuando ahí haya un seis, un tres y un cinco, en ese mismo orden, Rose debe estar saliendo por esa puerta y bajando las escaleras ¿entendido?"

"Entendido" Hugo asintió con una sonrisa antes de subir a la cama de Rose con algo de esfuerzo, dejando su mantita y su osito en el piso.

Ron sonrió y se puso de pie para salir de la habitación. Bajó las escaleras saltándose algunos escalones, cosa que solo hacía cuando sus hijos no lo veían, y llegó hasta abajo.

Se dirigió a la cocina para preparar unos waffles, les agregó frutos secos a la masa porque así les gustaba más a sus hijos y a Hermione, él se dejó cinco waffles sin esos frutos secos, porque los odiaba.

Él nunca había sido una persona puntual, pero como su hija heredó ese mismo defecto, él se esforzaba mucho por imponer horarios. Quería ser un buen ejemplo para sus pequeños, y con Hugo estaba funcionando.

Miró el reloj, eran recién las 6:40 cuando vio a Rosie bajando las escaleras con Hugo jalándole una mano, un escalón delante de ella. Rose aún estaba con los ojos un poco cerrados y ahogando un bostezo, mientras Hugo se las arreglaba para sostener su peluche y su mantita con una sola mano y continuar jalando a su hermana con la otra.

La mesa ya estaba servida cuando ambos llegaron al comedor.

"Papi, lo siento, me atrasé un poco, pero es que Rosie es una pesada" se quejó señalando a su hermana. Ella en cualquier otra ocasión habría comenzado una discusión con él, pero ahora estaba a punto de quedarse dormida apoyada en una silla. Ron sonrió, amaba mucho a su familia.

"No pasa nada nada, campeón" apartó una silla y elevó a Hugo para sentarlo ahí "Ahora, come tu desayuno mientras Rosie se lava la cara para despertar" habló levantando a Rose y dirigiéndose al baño del primer piso.

Lavó el rostro de Rose y ella entre quejidos despertó completamente.

El desayuno estaba delicioso según sus hijos, y luego de beber el jugo de naranja era el momento de comenzar la acción.

"De acuerdo, Rose, ve a ponerte tu uniforme mientras papi se cambia ropa, y Hugo... acompáñame" tomó a su hijo en brazos mientras Rose subía las escaleras delante de él. Se aseguro de que su hija entrara a su habitación y entró a la suya con Hugo.

"No despiertes a mamá" lo dejó en la cama y buscó una camisa blanca con unos pantalones de tela negros y una corbata.

"Papi, ¿cuándo voy a poder ir a la escuela de Rosie?" preguntó dulcemente.

"Falta poco" le sonrió Ron, entrando al baño y cambiando su ropa lo más rápido posible, trastabillando peligrosamente en más de una ocasión. Salió del baño y volvió a tomar a Hugo. "Vamos a ver qué tal está tu hermana"

"Apuesto tres besitos a que está durmiendo" sonrió su hijo. Ron rió.

Cuando entraron a lahabitaciónefectivamente, ella estaba durmiendo. Pero al menos tenía su uniforme puesto. "Me debes tres besitos" Hugo lo apuntó con su dedito índice.

"Muac. Muac. Muac" Ron le dio tres sonoros besos, uno en cada mejilla y uno en la frente, y lo bajó al suelo entre risas.

"Cariño despierta" sacudió un poco a Rose mientras ella se sentaba en la cama. "Ve a cepillarte los dientes" La pequeña obedeció a regañadienses y se perdió en su baño.

"Papi, cuando yo sea grande quiero ser como tú" Merlín, esas palabras le derritieron el corazón. Despertar temprano cada día y esforzarse en edespertar a Rosie cada cinco minutos mientras entretenía a Hugo para que olvidara su pesadilla era un esfuerzo pequeño si oía esas palabras. Sonrió y acarició los rizos de Hugo cuando Rose llegó sosteniéndo su peineta entre sus manitas, y estirando su brazo para darle un elástico de cabello muy grueso.

Ron sentó a Rose en el piso y se sentó detrás de ella. Estaba esperando a que él y Hermione estuvieran libres para comprarle un bonito tocador en su cumpleaños. Comenzó a desenredar su cabello y cuando se volvió un poco más manejable lo peinó hacia atrás, intentando una cola de caballo.

Sostuvo unos momento el mango de la peineta entre sus dientes para peinar con sus dedos el cabello, hacía eso cuando estaba a punto de terminar para darle los toques finales. Hugo se acercó a él, restregando suavemente uno de sus ojos.

"Papi, tengo sueño"

Ron se quitó la peineta de la boca para hablar y amarrar el cabello de Rosie.

"¿Quieres acompañar a mamá a dormir?" preguntó, levantándose del suelo y ayudando a Rose a hacerlo.

"Sí" Hugo sonrió.

"Papi, ¿ya es hora?" le preguntó Rose. Ahora que estaba despierta era un poco más eficiente. Ron miró el reloj.

"Sí, ya nos vamos. Despídanse, chicos" Hugo miró a Rose con un puchero, y ella se acercó a abrazarlo.

"Está bien, hermanito. Voy a volver y te enseñaré todo lo que aprenda" prometió su pequeña.

Hugo le dio un pequeño bebesito en la mejilla antes de sonreír, y se dirigió a su habitación para acostarse a dormir con su madre. Rosie y él bajaron.

Se subieron al auto. Estaba bastante seguro de que llegará tarde al trabajo, pero no importaba si su hija llegaba a la hora a su escuela. La dejó con la profesora y volvió a su casa.

Se dirigió a la cocina, va a necesitar un vaso del jugo de naranja para recuperar energías. Cuando entró a la cocina, Hermione estaba apoyada, casi sentada, en la barra de cocina, tomando un café. Dejó la taza a un lado cuando lo vió, y él se acercó hasta aprisionarla contra la barra.

"Quería que siguieras durmiendo" tenía que mirarla hacía abajo, y se veía tan sexi con esa pijama.

"Te dije que me despertaras para ayudarte en las mañanas" murmuró, acariciando uno de sus musculosos brazos.

"Ayer te dormiste a las dos de la mañana" usó sus manos para acercarla más a él. "No te voy a despertar tan temprano ¿Hugo duerme?"

"Sí" ella sonrió tímidamente "Eres un padre espectácular" susurró, sacando su camisa de dentro de sus pantalones.

"Gracias" Ron sonrió de lado y la acercó aún más. "Amo a nuestra familia" susurró.

"También yo" ella desabotonó sensualmente cada uno de los botones de su camisa "Pero a veces tenemos muy poco tiempo para los dos"

"No importa, no cambiaría a mis tesoros por nada del mundo" susurró, apoderándose de los gruesos labios de su esposa. "Her... Hermione" gimió cuando ella comenzó a acariciar su trabajado abdomen.

Y de pronto despertó, con una cegadora luz y entre las cortinas de la enfermería de Hogwarts.

Había sido un sueño, un maldito sueño. Hermione estaba a su lado, apretando su mano y hermosamente sonrojada mientras Lavender salía corriendo y llorando.

Había sido un sueño, maldita sea.

Por supuesto, jamás podría ser tan feliz con Hermione. Casarse y formar una familia parecía demasiado como para que ocurriera, al menos que sea un sueño.

¿En serio fue tan idiota como para creer que esa era su vida? era demasiado perfecto, y no lo merecía.

Pero lo va a merecer. Algún día, se lo va a ganar.

Porque solo en ese momento se dio cuenta de la verdad. Estaba enamorado de Hermione, y salir con Lavender para sacarle celos era cosa de un cobarde. Si de verdad quería formar esa hermosa familia con esa hermosa mujer entonces va a luchar por eso, y algún día tendrá una dormilona hija llamada Rose, y un hermoso hijo llamado Hugo, y una preciosa e increíble esposa que justo ahora está avergonzada sosteniendo fuerte su mano, y se llama Hermione.

Algún día dejará de ser un sueño.

Algún día esa será su vida.

oOoOoOo

Bien, aquí está mi versión sobre lo que Ron soñó mientras estaba envenenado. Espero que les guste muchoooo. Porque yo AMÉ escribir esto.Por favor, dejen un review, aunque sea uno cortito.Besitos