¡Hola fanáticas de los Dramiones! Estoy de vuelta más inspirada que nunca y es que la primavera a sangre altera.

Os traigo este short fic que no sé cuantos capítulos tendrá, dependerá de mi inspiración ¡y lo bien que sea recibido por vosotras! Depende de lo que os encante y me sirva para inspirarme un poco mas.

A las que leéis El secreto de las Morgan tranquilas que no lo he olvidado pero me he quedado un poco bloqueada con la trama, tengo ideas peri necesito organizarlas.

Muchas gracias por vuestro apoyo y espero que os guste mucho.

Disclaimer: El mundo y los personajes de Harry Potter pertenecen a la maravillosa J.K Rowling.


Capítulo 1: El que la sigue, la consigue.

Taconeó impaciente con su pie derecho aquel pulido suelo de mármol blanco y volvió a cruzarse de piernas completamente incómoda con ese vestido negro tan ajustado a sus caderas. El dobladillo no paraba de arremolinarse en sus muslos y ella no cesaba de revolverse en la silla para que volviera a su sitio, exactamente cinco dedos por encima de su rodilla.

Apuró de un trago su segunda copa de vino blanco ligeramente afrutado y se le pasó por la cabeza atacar la cesta de pan si no quería emborracharse antes de que su querido y ausente acompañante se dignara a llegar al restaurante.

Maldito Malfoy

Miró su reloj por novena vez esa noche y, a pesar de que había transcurrido un minuto más desde que lo consultó la última vez, no podía estar mas enfadada ya que ese aristocrático sangre pura había rebosado los cinco minutos de cortesía hacía exactamente treinta y siete minutos.

Para Hermione Granger eso era una falta grave en una primera cita. Cita que, por cierto, el slytherin llevaba pidiéndole un mes, dieciséis días y catorce horas desde que había aceptado a regañadientes esta misma mañana.

Tiempo el cual, Kingsley como Ministro de Magia les había encomendado una misión en común dadas sus especialidades; ella como Jefa en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas y Draco Malfoy como Especialista en Rompedor de Maldiciones pues, gracias a sus antecedentes en el conocimiento de Magia Oscura, decidió emprender su potencial en deshabilitar estas maldiciones generalmente en sitios históricos o en tumbas antiguas. Además, también podía trabajar para el banco de Gringots con el fin de traer nuevo oro gracias a sus truculentos descubrimientos y, por supuesto, llevarse una interesante comisión gracias a ello.

Por algo los Malfoy son inmensamente ricos.

Así pues, la cordialidad que poseían entre ellos desde que acabó la guerra hacía siete años y tras verse las caras más de lo debido los últimos meses, no era de esperar que el galán más seductor y arrogante del mundo mágico se decidiera a pedirle una cita a la más famosa heroína de Guerra.

- Señorita, ¿otra copa de vino?- Preguntó la camarera con una pequeña sonrisa de complicidad al ser la única mujer solitaria del lugar- Invita la casa.

- Gracias, es muy amable- Asintió indiferente a las miradas del resto de parejas que le lanzaban a su alrededor.

Maldito Malfoy, otra vez.


Hace un mes

- Vamos Granger, una cita completamente formal, prometo que no habrá segundas intenciones ni jugueteo entre nuestras manos.- Dijo fingiendo una sonrisa que pretendía ser inocente- Aunque no prometo robarte un beso en la despedida"

- No, Malfoy, ya he tenido bastante en el mundo del cotilleo tras romper con Ronald y que los paparazzis me persiguieran por todo Londres para que ahora me vean con mi ex archi-enemigo favorito que además es un mujeriego de renombre"

- Ah Granger, pero tú misma lo has dicho… ex archi-enemigo, ahora nos llevamos bien y formamos un buen equipo- se acercó a ella y le agarró un rizo entre sus dedos para colocárselo tras la oreja- Vamos, una cita esta noche tú y yo en el mejor restaurante del Callejon Diagon.

-No insistas Malfoy, no estoy interesada.

Unos días después.

- He hecho una reserva The Golden Witch, esta noche - Dijo Draco echando extra de azúcar a su café de máquina mientras observaba a la sabelotodo de Granger remover su té con leche.

- Disfruta de tu cita entonces- Dijo sin mirarlo dando un pequeño sorbo y quemándose los labios en el intento- ¡Maldita sea, he marcado leche templada en esta puñetera máquina no que esté a tres mil grados!"

- La cita es para los dos, bruja sabelotodo- dijo alzando su mentón para que lo mirara- Pero antes ponte pomada en el labio o no podré morderlo a gusto.

- Por millonésima vez, Malfoy, no voy a tener ninguna cita contigo. - Dijo retrocediendo un poco por la cercanía del rubio.

- Por ahora- Arrugó el vasito de papel y se encaminó a su Departamento- Mueve el culo Granger o nos tocará pasar aquí otra noche y se me ocurren mejores cosas que hacer contigo que papeleo- sonrió de lado mientras ella le propinaba un golpe en el hombro.

- ¡Cierra la boca idiota! O todo el Ministerio sabrá de tus nuevas andadas lujuriosas

- Si, y tú ocupas toda la lista.

A la semana siguiente.

- ¿Qué te parece si vamos a…?

- No

- Aún no he dicho nada, Granger.

- Ya sé que me vas a pedir y la respuesta sigue siento un rotundo NO

- Eres una engreída Granger- Dijo alzando una ceja ante su ceño fruncido- Te veo aquí, cada días durante horas y horas y en el único momento que se nos permite relajarnos un poco de las trivialidades del trabajo me desprecias una propuesta que aún no te he hecho.

Hermione suspiró y se cruzó de brazos mientras miraba como la máquina de café se tomaba su tiempo en prepararle un capuccino de mocca.

- ¿Qué ibas a decirme entonces?

- Te iba a preguntar si quieres que continuemos en mi casa después del trabajo ya que te rehusas a ser vista conmigo en público, mis elfos domésticos preparan un delicioso…

- ¡Rotundamente No!- Gruñó como una leona y tras coger su capuccino le apuntó con su dedo amenazante- Y deja libre a tus elfos domésticos, no quiero discutirlo mas contigo.

- Discutámoslo esta noche tu y yo en mi Villa del bosque frente a la chimenea…

- ¡Olvídame, Malfoy!


- Aquí tiene señorita- Dijo la camarera dejando su copa de vino frente a ella sacando a Hermione de su ensoñación- Que la disfrute.

- Casi tanto como las tras dos- murmuró dando un pequeño sorbito y relamiéndose los labios.

No podía creer que Draco se hubiera olvidado de su compromiso con ella después de tanto insistir e insistir… ¡Por Merlín si prácticamente le tendía emboscadas por todos los rincones del Ministerio!


Esa misma mañana.

- ¡Malfoy qué diablos haces!- Gritó echa una furia cuando el slytherin agitó su varita.

- Encerrarnos en el ascensor, Granger- Dijo encongiéndose de hombros.

- ¿Y lo dices así de tranquilo?- Gritó buscando su varita para romper el hechizo que los tenía prisioneros entre la quinta y cuarta planta- Has perdido la cabeza y tus bromas no me hacen gracia.

- ¿Bromas?, yo siempre hablo muy en serio. Si no es por las buenas… - de un tirón le arrebató la varita a la bruja lanzándola al suelo sin que pudiera hacer nada- … será por las malas.

Antes de que pudiera replicar la empujó sosteniéndola por la cintura y clavó sus labios húmedos y entre abiertos de la bruja. No fue un beso exigente, no demandaba ni siquiera que se lo devolviera, únicamente necesitaba saborear aquello que le nublaba el juicio cada instante que pasaba con ella.

- Una cita Granger. Esta noche. Tu y yo.

Hermione apenas podía controlar su respiración cuando el rubio estrelló su aliento mentolado sobre su oído abandonando sus labios que ansiaban ser besados hasta que le dolieran. Se sintió terriblemente sedienta, un anhelo que creía que nunca podría volver a sentir desde hacía mucho tiempo y cuya única salvación fuera la boca de esa astuta serpiente.

Le daba miedo, pánico en realidad, volver a enamorarse de alguien. Su amor de juventud con Ron había sido divertido, pasional… por muy poco tiempo, hasta que la realidad de sus extremas personalidades salió a la luz en un bucle interminable de rupturas y reconciliaciones cuyas treguas duraban cada vez menos.

Conocía la personalidad de Malfoy, arrogante, prepotente, exquisitamente encantador y un embaucador de corazones femeninos. Pero también inteligente, astuto, trabajador y obstinado en lo que quiere.

¿Podría ser que la quisiera a ella?

Su cerebro dejó de trabajar cuando sintió los dientes del rubio morder su lóbulo para después propinarle un beso tras la oreja provocándole un escalofrío con el que tuvo que apretar los dientes para evitar soltar un gemido.

- Te prometo que no te arrepentirás. Llevas mucho tiempo dándome evasivas. Dame lo que quiero, Granger- Susurró descendiendo lentamente por su cuello.

- Malfoy… yo...- Logró decir casi entre jadeos mientras sus puños se apretaban a ambos lados de su cuerpo ya que se negaban a aferrarse a su espalda y perder completamente el control.

- ¡Por Merlín quien ha hechizado el ascensor!

- ¡Algún becario de Kingsley seguro!, estos malditos niños que salen del colegio y se dedican a molestar a los que verdaderamente nos rompemos el cayo aquí.

Draco se alejó de Hermione justo en el instante en que las puertas se abrieron y les dirigió una mirada qu podría congelar el mismísimo infierno.

Los hombres que esperaban tan impacientes y enfurecidos se sintieron intimidados al instante.

- Señor… Malfoy, disculpe, no sabíamos que estaba usted encerrado con la señorita Granger- Dijo uno de ellos con la voz temblorosa al ver como el joven mago salía del ascensor como un dementor haciendo ulular su capa negra.

- Ciertamente me han interrumpido una conversación muy importante con ella. ¿Va a disculparse usted?- Dijo frente a ellos con la voz mas dura posible.

- Pero señor Malfoy, el ascensor estaba hechizado y…

- Eso lo sé muy bien, yo mismo me he encargado de ello para que mi querida compañera de trabajo deje de rehuirme por los pasillos. ¿Tiene usted algún problema?

- ¡Malfoy!- Gritó Hermione saliendo del ascensor tremendamente avergonzada- ¡No te atrevas a regañarlos si quiera!, esta vez se te ha ido de las manos, maldito loco.- Giró sobre sus tacones y se alejó de ellas erguida como una flecha sin que se le moviera un solo rizo- ¡Y sigo diciendo que NO!

Draco frunció el ceño visiblemente molesto y volvió a encarar a los señores que le volvieron a mirar aterrorizados e incluso retrocedieron un par de pasos.

- Espero que tengan una buena disculpa porque me acaban de joder una cita con ella.

Esa misma tarde.

Hermione cerró de un portazo la puerta de su despacho y arrojó su bolso y capa sobre una de las butacas de cuero que rodeaban su escritorio que ahora compartía con esa resbaladiza serpiente acosadora. No veía la hora de acabar con esa misión que les obligaba a compartir sus ocho horas laborales más las extras por todo el papeleo que demandaba aquel trabajo. Ni si quiera la hora del almuerzo podía estar tranquila porque Malfoy coincidía sospechosamente con ella por todos los restaurantes del Callejón Diagon. Asi que, no había tenido más remedio que comer en su casa, pero hacía semanas que no realizaba una compra decente y su nevera esta prácticamente comida por las telarañas. Tuvo que conformarse con hacerse un té con leche y comer cereales directamente del cartón.

Debía hablar con Malfoy y poner fin a esa persecución que amenazaba con quebrantarle lo poco que le quedaba de paciencia.

¿O era cordura?

Quizás sea eso, estaba volviéndose completamente loca al descubrir que deseaba… necesitaba volver a besar a Draco. Por un instante creyó que moriría de asco al ser besada por alguien que no fuera Ron y tras su ruptura se había negado a volver a si quiera sopesar la idea de volver a querer estar con alguien en mucho tiempo, centrarse en su trabajo, su familia y sus amistades. Nada más.

Pero la cruda realidad es otra y tiene ojos de mercurio y una boca ardiente.

Comenzó a buscar entre los libros que había encima de la mesa intentado aparcar sus pensamientos unos minutos cuando, de repente, una gota de agua se estrelló sobre una de las hojas, a la que le siguió otra y otra y otra…

Antes de que se diera cuenta una ráfaga de agua comenzó a caer directamente del techo de su despacho como si del diluvio universal se tratara.

Ahogó un grito del susto y rodeó corriendo su escritorio buscando su varita en el bolso. El agua estaba helada y tiritaba de pies a cabeza por lo que no le fue fácil gritar correctamente el hechizo.

- ¡Fi...fini...finite Inca….FINITE INCANTATEM! - un rayo de luz roja salió desprendido hacia su techo pero nada ocurrió- ¿Qué diablos…? ¡Finite Incantatem!

Casi como si fuera una provocación por osar detener la lluvia, esta comenzó a caer con más fuerza provocando el mismo estrépito que una catarata. Hermione corrió hacia la puerta y giró el picaporte mientras escupía agua y trataba de quitarse su pelo mojado de la cara, pero nada ocurrió, la puerta estaba herméticamente cerrada.

- ¡Por Merlín qué ocurre aquí! - Gritó estirando del picaporte con toda sus fuerzas- ¡Ayuda!...¡ Que alguien abra la maldita puerta!

- ¿Granger, me llamabas?

Hermione detuvo su lucha contra la puerta y se quedó mirándola atónita como quien ve a un poltergeist, es más, podía ver a través de ella a un Malfoy apoyado sobre el marco de madera con una sonrisa petulante en su pérfida cara.

-¡Has sido tú!, ¡Maldita sea, Malfoy, rompe el hechizo de una puñetera vez!

- Me temo que no, Granger- Dijo mirando a ambos lados del pasillo para que nadie encontrara sospechosa su postura de guardián frente al despacho- He lanzado el hechizo "Muffliato" así que nadie puede escucharnos.

- ¡Abre la puta puerta ya!- Exigió enfurecida cuando el agua comenzó a llegarle por los tobillos.

- Esa lengua Granger… aún no la he probado pero juraría que es más dulce para andar soltando improperios.

- ¡Malfoy esto es el Amazonas!, ¡el agua está helada!

- No hay nada que una buena taza de té puede hacer para que recuperes el calor. O whisky de fuego si sigues tardando más.

- ¿Tardando para qué?- le dio una patada a la puerta de pura rabia y de repente se acordó de todos los pergaminos en los que habían trabajado hace meses- ¡Malfoy, todo nuestro trabajo se ha ido destruido!

- Seguro que conoces un buen hechizo reparador, sabelotodo- Dijo Malfoy con voz aburrida consultando su reloj de bolsillo- El tiempo corre Granger.

- ¡Qué quieres jodido loco! - Le gritó a la puerta deseando estrangularlo a través de ella.

- Una cita. Tu y yo. Esta noche.

- ¡Te he dicho que no!

- Serás una bruja que flota entonces.

- ¡Déjame salir, te lo advierto!, ¡haré que te echen del Ministerio, te entregaré a los dementores, no saldrás de Azkaban nunca!

- Me libré entonces gracias a mi heroína favorita de la Guerra, dudo que puedan hacerme algo ahora que soy un mago muy influyente para Gringots- Sonrió perversamente.

- ¡Haré de tu vida un maldito infierno!

- Oh Granger...- dijo fingiendo dolor- mi vida ya lo es desde que te niegas a cenar conmigo.

Hubo una pausa de silencio. Hermione, muy pero que muy, muy, muy a su pesar hizo un gran esfuerzo para no sonreír. Su lado del cerebro más ilógico aplaudía la osadía y "travesura" de Draco por ponerla en una situación tan ridícula con el fin de obtener la respuesta que él quería. No todos los hombres son tan obstinados en conseguir una cita con ella.

El agua ya le llegaba por las rodillas, su despacho era una piscina y ella tuvo que admitir la derrota.

- ¿Sigues viva Granger?- Preguntó dando unos golpecitos con los nudillos sobre la puerta.

- Está bien… tú ganas- Logró decir con los dientes apretados.

- ¿Qué gano?

- Una cita conmigo.

Draco sonrió de medio lado y un brillo pícaro apareció en sus ojos.

- ¿Estás segura?, no lo hagas si no quieres.

- ¡A ti qué te parece, como si tuviera otra opción!

- No sé si me gusta mucho tu respuesta, Granger- Agitó su varita levemente pero lo suficiente para escuchar aún mas fuerte el estruendo de agua tras la puerta.

De la chimenea comenzó a salir una catarata de agua con una fuerza espantosa que obligó a la bruja a agarrarse con fuerza del picaporte para no ser arrastrada por la corriente. El agua le llegó rápidamente más arriba de la cintura y ella golpeó la puerta ardiendo en furia.

- ¡Quiero salir contigo!

- ¿Cómo dices, Granger?

- ¡Quiero una cita esta noche contigo!

-¿Sólo esta noche?

- ¡TODAS LAS NOCHES DEL RESTO DE MI VIDA, MISERABLE BASTARDO!

- Está bien, está bien… ya que insistes- rió entre dientes y volvió a agitar su varita.

Hermione abrió los ojos y se encontró arrodillada aferrándose como si la vida le fuera en ello sobre el picaporte de la puerta, tenía los nudillos blancos por el esfuerzo y los labios morados por el frío. Miró a su alrededor y el despacho estaba inmaculado, perfectamente seco y ordenado como si no hubiera pasado ningún tsunami por encima. Incluso la chimenea estaba encendida invitándola a acercarse a ella y recobrar el color en sus mejillas.

La puerta se abrió y ella alzó la cabeza para ver a un muy arrogante Malfoy entrar por ella.

- A las 21:00 en punto te espero en "The Black Rose" y por favor, Granger, aparece seca, no queremos provocar un escándalo con tu ropa interior transparentándose tras la blusa.


Se sentía humillada. Completamente abochornada por las miradas de lástima que le dirigían a su alrededor. Cuarenta y cinco minutos no era llegar tarde, era plantón claramente. Vació su tercera copa de un trago y sacó unas monedas de su monedero para pagar la cuenta, dejó más propina de la que debía. Prefería que la recordaran como una dama que es generosa que a una pobre veintiseisañera abandonada y borracha.

Bajó su vestido, una vez más y tras coger su bolso desapareció por la puerta intentando caminar en linea recta.

Hacía una noche perfecta de finales Marzo, buena temperatura, el cielo estaba despejado y una luna creciente sonreía desde allá arriba casi riéndose de ella.

- Esta me la vas a pagar, Malfoy.

Continuará...


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