Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, es propiedad de Rumiko Takahashi.

Notas de autor: Sigo de vacaciones, soy solo un fantasma errante dejando que su inspiración salga libre.

杀生丸

Pertenencia

杀生丸

—¡Pero niña que te pondrás peor! — Kaede regañaba a una adolescente que mantenía su rostro en una mueca llena de dolor. —No puedo dejarlo esperando, él va a…— las palabras de Rin se quedaron inconclusas cuando sintió la mirada del demonio sobre ella—, ¡Señor Sesshômaru!

Intentó incorporarse, pero gruñó sosteniendo su estómago cuando una ola de dolor la recorrió. Sesshômaru olfateó ligeramente captando el olor a sangre de la muchacha.

—¿Quien te ha hecho eso? —demandó con frialdad pensando en la lenta tortura que tendría aquel que había osado tocar a su protegida, pero en cambio ella río graciosamente conteniendo una mueca ante una pequeña punzada en su vientre.

—Esto pasa cada mes, cuando una mujer está lista para tener bebés.— explicó Rin con voz dulce para no provocarle un sobresalto a su señor.

Frío, Sesshômaru estaba casi literalmente congelado en su sitio al darse cuenta de la magnitud del cambio que sus ojos se habían negado a ver hasta ese momento.

Rin, la niña que habían dejado al cuidado de la vieja sacerdotisa ahora era toda una mujer.

Nadie sé lo había advertido, nadie le había siquiera insinuado de que los años habían pasado; para él, el tiempo era algo de lo que no debía preocuparse al ser casi inmortal. Y era un casi, porque podría vivir más demás un siglo como si no fueran más que un día monótono y aburrido a pesar de que sabía que algún día moriría, uno muy lejano.

Pero para ella no.

Entonces, el verla ahí frente a él con todos esos cambios habían provocado un pequeño choque de ideas en su cerebro. ¿Cuanto realmente estaba perdiendose de su compañía? Porque demonios, a Sesshômaru era lo único que le salvaba de no morir de aburrimiento; él tener que elegir un regalo a su protegida y volver para encontrarla esperando en lo alto de la colina por su llegada.

Y ahora esa cosa que la hacia sangrar cada mes estaba ahí diciéndole que estaba lista para tener cachorros cuando él no se había preparado ni siquiera para verla crecer; mucho menos para que ella buscara marido como el idiota exterminador o la cría crecida de zorro. El sólo pensarlo hizo que su ceño se frunciera apenas unos milímetros, pero la chica pudo notarlo como si tuviera un anuncio de colores en su frente.

Rin le sonrió aún en medio del dolor que sentía, tomó la mano del taiyoukai y la apretó un poco.

—Me alegra verlo con bien, señor Sesshômaru.

El demonio miró la unión de sus manos por unos segundos, como si con ese gesto ella le contestara una pregunta silenciosa.

Ella lo esperaba a él, a Él. No a Kohaku o a Shippô (quienes habían demostrado ser sus más fuertes pretendientes) solo a él, a su señor. Porque desde el momento en que se habían encontrado; ambos se habían pertenecido.

杀生丸

• A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es, como han dicho otras autoras:"como manosearme la teta y salir corriendo."

No volveré a mencionar esto, solo que estoy un poco... ¿molesta/triste/jfdsjfs? Si han leído historias que son super largas nada les quita tomarse otros cinco minutos en dejar un comentario.

Hayden