Dueño de tus sueños
Sentir la dulce y suave caricia en sus hombros, que luego pasan a sus brazos y terminan en su cintura, apresándola y embriagándola con el adictivo aroma que entraba por sus fosas nasales, y que por más se convencía en recordarlo, sabía que no sería capaz de hacerlo. Luego puede percibir el estremecedor aliento en su cabello y que llega claramente a su oído izquierdo, despertando en ella una extraña sensación placentera. Estaba totalmente indefensa y expuesta, y a pesar de eso, se rendía ante aquel ser que producía en ella las mejores emociones.
-Umh… -murmuró suavemente.
Después siente que la giran y queda frente a frente a esa persona desconocida. Está frágil, por lo que cree que abrir los ojos sería un gran error. De pronto, su cuerpo se había convertido en trapo, y se dejaba manipular y manejar como la esclava de su honorable dueño. Un dueño invisible. Un dueño que ahora había cambiado la dirección de su nariz y rozaba con ella su cuello. Aquello se sintió como el clímax, la gloria eterna y la victoria sobre Hermione. Las fuertes y firmes manos de "ese" sostenía a la chica, mientras que ella deliraba y daba su cabeza vueltas, una y otra vez.
Y sin poder evitarlo, sin negárselo por mucho más, hace un esfuerzo sobrehumano y abre los ojos con lentitud. Hay una luz con origen dudoso, pero puede percibir y divisar una mirada perturbadora, una mirada dominante… Una mirada que producía calma pero mostraba la marea incesante de una terrible tormenta. Una mirada muy parecida al agua dulce, y al cielo despejado de un día soleado.
Y es cuando, siempre, su cuerpo y mente le demandan que debe levantarse, porque extrañamente tienen una especie de alarma interior.
¡Es hora!
Hermione no se sobresalta. Medita sobre la almohada y observa las arrugas de la tela. Le echa un vistazo a la habitación desde su posición y dentro de unos minutos vuelve a la realidad, creyendo una vez más en lo ridículo que había sido ese tipo de sueños. Divisa el amanecer por la ventana y encuentra a sus compañeras aun durmiendo plácidamente, con la esperanza de dormir una hora más.
Se levanta, con mucha pasividad, y suspira pesadamente. Coge ropa interior limpia y entra al baño, antes de que cualquier chica se atreviera a disputarse el tiempo. Se relaja y deja que el agua le ayuda a pensar sobre la razón de aquel ser que causaba mil y un sensaciones sobre ella.
Con la muda ya puesta y un conjunto abrigador para esas escalofriantes mañanas, sale a la Sala Común y se encuentra agradecida de ser la única madrugadora de todo Gryffindor. Egresa y decide tomar un paseo solitario, aprovechando que nadie ni nada podría interrumpir sus teorías. Y es que, tan solo volvió a pensarlo, volvió a revivirlo. En esos momentos, podía sentir con claridad el roce tibio sobre su cuerpo, temblaba de nuevo y dentro de ella surgían las ansias de volver a la cama y regresar a un mundo irreal. Y es cuando llega la parte de los ojos penetrantes y misteriosos, increíblemente eternos y llenos de emociones. ¿Podía existir una persona con ese tipo de don?
De pronto, aparta la mirada del suelo y vuelve a sus sueños. Allí mismo, estaba durmiendo, al parecer de pie. Él la miraba, la contemplaba y admiraba expectante. Y ella se paralizaba, meditaba y fantaseaba. Quería gritar con ansias que la abrace, que estuviera con ella, desesperadamente.
-¿Hermione?
¡Pum!
Descubre algo nuevo. No estaba durmiendo. Estaba más despierta que nunca. No estaba soñando. Esto era realidad. Estaba en shock, se había quedado petrificada por unos momentos antes de darse cuenta de que quien la miraba era real y tenía un enorme y descomunal parecido con el que se apoderaba de sus sueños cada noche.
Parpadea un par de veces y se convence de que ésta era la vida y ambos eran reales.
-Ron…
Él sonríe y chasquea los dedos.
-Te me fuiste por un momento, ¿estás bien? –no necesitó que Hermione le respondiera, pero de todos modos lo tomó como un "Sí, Ron, me encuentro bien"-. ¿Sabes? Has estado muy rara últimamente.
-¿Ah sí? Ni cuenta me di –respondió un poco ida-. Tú también estás raro. No te he visto mucho desde hace dos semanas, ¿dónde has estado?
-Eh… Tomo clases extras de Adivinación –contestó un poco dudoso.
-Vaya, increíble que alguien tenga tiempo para esas tonterías –comentó Hermione, regresando a sí misma por completo.
-Pues, aunque no lo creas, es de mucha ayuda –dijo sonriendo con amplitud. Dio un paso y otro, lentamente, hacia Hermione, con vacilación y cierto juego entre sus intenciones-. Trelawney enseña la interpretación de señales, leer la mano, la bola de cristal, y otras cosas interesantes como… hipnosis…
Hermione se quedó de piedra. Fue como si sus palabras, para ser exactos la última, fuese una extraña señal. Frunció el ceño y se volvió. Lo último que vio fueron los ojos azules de Ron y cómo se volteaba para irse en dirección contraria.
Aquella misma noche, Hermione no pudo conciliar el sueño a pesar de que su cuerpo ansiaba entregarse a los brazos de Morfeo. Sinceramente, los ojos de Ron Weasley no dejaban de rondar por su cabeza.
Se encontraba sentada en su cama, con las manos juntas y contemplando la media luna por el ventanal, cuando de pronto un sonido agudo interrumpió el silencio. Alguien intentaba entrar a su habitación y ninguna de sus amigas parecía notarlo. Cogió la varita y la apretó con fuerza.
-Lumos –susurró.
La pequeña luz no era de gran ayuda, pero podía ver muy poco sus pasos. Un sonido aquí y un sonido allá y su varita iba a donde oía Hermione. No obstante, sintió que la capturaban, sus brazos y su boca para que no gritara. Le arrebató la varita y ella sintió un gigante pánico crecer.
-Sshh… sshh… -murmuró una voz masculina muy cerca de su oído. Una voz que emergía paz y tranquilidad. Una voz muy conocida.
Volvió a sentir cómo se iba de este mundo real, cómo su cuerpo y su mente se separaban y éste último lo abandonaba para irse muy lejos de aquí. No sin antes volver a reconocer esa mirada de aguas traidoras y serenas, de cielo pasivo y sentimientos variados.
Ron alzó en brazos a Hermione y la dejó reposar sobre su cama. Yacía quieta y sosegada. Se acuclilló y contempló su rostro por largo tiempo. Definitivamente esta era su parte favorita del día, a pesar de usar hipnosis con la chica a la que quería con ansias. Hermione habría de creer que todo era un sueño, un simple y perturbador sueño. Besó su frente por dos segundos infinitos y salió de la habitación con rapidez y elegancia. Y para ser francos, la asignatura de adivinación le fue de gran ayuda a Ron.
