El siguiente prólogo forma parte de una colección de 3 historias que se entrelazan y que han sido escritas en colaboración por dos autoras, Jane Andersen-Wilde & Aidan Schrodinger que se unieron para formar a un nuevo autor: Art-et-Deco.

La historia aquí propuesta corresponde al punto de vista de Haruka, encontrarán el punto de vista de Michiru escrito por Andersen-Wilde en el perfil de autor, así como la continuación de ambas historias en Art-et-Deco.


El arte de seducir

HARUKA

Haruka tomó el avión a Italia sintiéndose culpable por haber estado tan pendiente del trabajo y tan distante de Michiru, tenía el corazón dividido entre su pasión por los autos y la mujer que amaba.

Sentada en el asiento junto al pasillo, Haruka no recordó ninguna ocasión en la que hubieran estado así de distantes, apenas tenían tiempo para charlar, y no se diga en la cama, nunca había estado más helada, ni siquiera en las veces que discutían se habían privado de uno o dos encuentros, y ahora, tenían meses sin intimar, y sabía que su aguamarina estaba perdiendo la paciencia. ¿Pero qué podía hacer? Con todos los compromisos y las actividades que tenían no les quedaba tiempo ni energías para nada. Y ni hablar de las ganas, fue lo primero que perdió y que esperaba que sólo fuera temporal debido al cansancio y al estrés pero empezó a preocupase. ¿Cómo era posible mirar a Michiru en lencería y no sentir nada? ¿Cómo era posible tenerla desnuda en la cama, tocarla y aún así caer rendida ante el sueño? ¿Cómo? ¿Cómo podía estarle fallando a su aguamarina? Michiru le daba tanto, ¿y ella no podía darle lo único que sabía que quería y que era lo único con lo que le retribuía?

¿Puedes simplemente demostrar que me deseas? —Reclamó Michiru una noche en la cama.

Mi… Michiru… —dijo Haruka desviando la mirada—. Perdón, no… he tenido esta clase de impulsos hace tiempo.

No te forzaré si no me deseas. A veces siento, que para ti estar conmigo es obligatorio. Entiendo que estás cansada, que tu trabajo ha sido demandante pero, es frustrante no provocar en ti el deseo de antes.

Sólo es la falta de tiempo y el cansancio. Y el estrés también, quizá.

Decepcionada de sí, Haruka continuó sin mirarle y tallándose los ojos enfocó el reloj en el velador: las 3 de la mañana. En 4 horas debía estar de nuevo en las pistas.

¿Me deseas? —Michiru preguntó tajante, su labio tembló con temor.

Michiru… —Haruka se apoyó en el brazo y tomó su barbilla—. Esto no se trata de ti, o de tu cuerpo. Que no tenga deseos ahora, no significa que no te ame o que no quiera estar contigo.

Sin más, la aguamarina se acomodó en su pecho.

El cuerpo de Michiru tembló en brazos de la rubia que arropándola cubrió su cuerpo desnudo con una manta. Haruka hubiera querido poder hacer más esa noche, pero en lugar de eso, cerró los ojos sintiéndose inútil, e impotente.

Haruka exhaló frustrada, una vez más los hombres la tenían fácil, ante la falta de potencia les bastaba con tomar una pastilla azul para remediarlo. "Pastillas…" Pensó. Tal vez, sólo era cuestión de dormir bien. Haruka buscó en su chaqueta y miró el par de pastillas en su mano.

—Michiru…


Recuerda, sigue leyendo esta historia en Art-et-Deco y también la versión de Michiru de este prólogo de Jane Andersen-Wilde