La primera vez que Scorpius Malfoy vio a Lily Luna Potter en persona fue durante la ceremonia de selección en su tercer curso.

Albus ya le habían enseñado alguna que otra foto de la pequeña de los Potter, y si bien siempre le había parecido una niña flacucha y tan pelirroja y pecosa como el resto de los Weasley que campaban a sus anchas por Hogwarts, lo cierto es que aquella noche no pudo evitar quedarse prendado de ella.

"¡Gryffindor!" gritó el sombrero seleccionador y la casa de los leones comenzó a aplaudir con entusiasmo ante la idea de tener a otra Potter en su casa, algunos alumnos de otras casas -incluida Slytherin- también aplaudieron.

Lily se bajó del viejo taburete una vez la directora McGonagall le había quitado el sombrero seleccionador y comenzó a caminar hacia su nueva mesa con expresión satisfecha y una pequeña sonrisa bailoteándole en los labios. A cada paso que daba sus pequeñas trenzas pelirrojas ondeaban a su alrededor embobando a Scorpius.

Albus, quien aplaudía al lado del rubio con orgullo, susurró para que sólo él pudiese escucharlo.

—La baba, Malfoy.