Los personajes de crepúsculo son propiedad de Step Meyer. LA HISTORIA NO ME PERTENECE es de la autoría de Shaila Black.

.

.

NOTA: ESTA HISTORIA HA SIDO ADAPTABA MUCHISIMAS VECES EN ESTE FANDOM, PERO FUE UNA HISTORIA CON LA QUE EMPECE MI VIDA ACA EN TWI, LA HABIA BORRADO HACIA MUCHISIMO TIEMPO Y HACE UN PAR DE DIAS LLEGO A MI CORREO, AYER MIENTRAS LA LEIA ME DIERON GANAS DE VOLVER A COMPARTIRLA, ESPERO NO METERME EN PROBLEMAS POR ESTO. (O TENDRÉ QUE BORRARLA) ESTE LIBRO ES HERMOSO Y UNO DE LOS PRIMEROS QUE LEÍ SOBRE HOMBRES OBSESIVAMENTE LOCOS Y MALOTES ASÍ QUE ESPERO LES GUSTE TANTO COMO A MÍ YA QUE HAY MUCHO DE MÍ EN ELLA.

LA BETA DE ESTE FIC FUE MERYSNZ.

.

.

Pecados Paternos"

Cap1

.

.

Bella Pov

Siempre me he sentido culpable por lo que mi padre le hizo. Únicamente a él. Su protegido, su mano derecha. Lo engaño, lo uso, para después correrlo de manera despiadada de los hoteles. Ese es el motivo por el cual tiene un corazón tan duro como una roca, pero aun así, nunca aceptare sus absurdas condiciones, con el tiempo se ha trasformado en un maldito bastardo. Aunque no puedo negar que es un bastardo muy sexy, a sus 35 años se ha convertido en uno de los hombres más poderosos de Seattle. Su inteligencia, astucia y lo han convertido en lo que es ahora.

Nada queda de aquel joven de 20 años del cual me enamore, ahora es frio, arrogante y despiadado. Estoy segura que no se tocara el corazón para destruir a mi familia.

Su mirada enigmática y penetrante me cohíbe, me enamora… pero no puedo mostrarme débil ante él, debo recordarme que solo desea destruirme.

Ahora él está frente a mí, sentado en la que alguna vez fue el trono de mi padre. Sonriéndome seductoramente, su sonrisa torcida me cala los huesos, me hace olvidar quien soy y porque estoy aquí. Hice mis mayores esfuerzos para salvar New Moon, pero no fue suficiente, en estos momentos nos tiene a su merced, a mi madre, mi hermano y a mí.

No tengo miedo, o al menos eso intento demostrar.

.

.

EPOV

Está sentada frente a mí, como un gatito asustado aparentando ser un temible león. La veo sumida en sus pensamientos, si fuera inteligente dejaría de pensar y aceptaría mi propuesta de una vez. Ella es tan ruin y controladora como su maldito padre.

Charlie uso y robo todas mi ideas, me despidió, pero no me deje vencer. Las ganas de vengarme me dieron la energía suficiente para luchar día a día. Trabaje en las peores condiciones hasta juntar una cantidad considerable de dinero, hice buenas inversiones y hoy soy uno de los millonarios más influentes y poderosos Seattle, corrijo del mundo.

Se veía tan hermosa, mis recuerdos no le hacían justicia. Los demás hombres podían considerar a Isabella Swan como una mujer fría, insípida y sin gracia alguna, pero para mí… Me enamore de ella como un estúpido adolescente. Recordaba claramente el día que la conocí, aún era una niña y Charlie la llevaba a la oficina para que aprendiera a manejar el negocio de la familia, pero ya no es la jovencita que conocí, ahora era una mujer en toda la extensión de la palabra, su cuerpo no mentía, y es justo lo que haría, la convertiría en mi mujer.

—Entonces, ¿Te casaras conmigo, Isabella? –le pregunte directamente, sin preámbulos. El tiempo que le di para pensar se había acabado.

— ¿Dis…Disculpa? –tartamudeo. Vi la confusión en sus hermosos ojos chocolates, los cuales parecían que fuesen a salir de sus orbitas. —Creo que no he oído bien.

—Has escuchado muy bien, Bella. Te casaras conmigo a menos que quieras que la prestigiosa familia Swan viva en la calle. –dije sonriente, disfrutando del momento.

—¡No!. –Me respondió con ira, negando con la cabeza. —No seré tu juguete, ni tu adorno. No me utilizaras de esa manera Edward Cullen.

La mire de los pies a la cabeza, trate de contener mi coraje. Ella no tenía otra opción, soy yo o ser la burla de la sociedad. —Claro que puedo, pero no lo repetiré otra vez. –Le afirme con mi mirada penetrante. Sabía que estaba excitada, podía ver sus erectos pechos sobresalir por encima de su camisa, pero trataba de no evidenciarse.

— ¡No seré tu maldita puta! –me reclamo enfurecida.

Reí.

—No lo serás, cariño. No quiero que seas mi amante, quiero más que tu hermoso cuerpo. –le aclare mientras me levantaba de mi silla, mirándola directamente a los ojos. Podía ver sus emociones como si fuera un libro abierto, el miedo, la excitación, rodee el escritorio y camine hacia ella. —Estoy seguro de que Charlie te ha enseñado muy bien el funcionamiento de los hoteles, con el fin de que fueras una mujer trabajadora e independiente, en pocas palabras, una digna heredera de su imperio.

— ¿Qué quieres de mí? –Preguntó gritando. — ¿Sexo? ¿Dinero? ¿La empresa? Tienes todo lo que era de mi padre… ¡Por Dios! ¿Qué más quieres tener? –se levantó de su silla, sus ojos demostraban el fuego que sentía y trato de empujarme con sus manos, como si sus débiles fuerzas pudieran dañarme. Aunque en estos momentos se encontraba bastante enojada.

Sonreí ampliamente para enfurecerla más, y lo logre. —Ya te lo dije… Todo… Lo quiero todo, no ser solamente el dueño de tu cuerpo. Si quiero entrar completamente en la empresa Swan tengo que ser un integrante de tu maldita familia. –Mi voz poco a poco se fue elevando. —Quiero casarme contigo, dejarte embarazada y tener todo el control sobre tu cuerpo. –sus ojos se abrieron completamente. —Tu madre y tu hermano esperan que tomes una buena decisión. Te doy solo dos opciones, cariño. La primera, que seas de mi propiedad y dejare en paz a tu familia. La segunda, rechaza mi oferta para salvarlos. ¿Podrás vivir sabiendo que los has condenado a una vida de miseria? No me gusta esperar, decide rápido.

—Eres un enfermo. –Isabella no contesto mi pregunta. La tome de la cintura para acercarla a mí.

—Mide tus palabras, piensa en tu madre y tu hermano. –apreté del agarre y la mire con odio. Bella se quedó en silencio varios minutos.

—Por favor… Matrimonio es mucho pedir, no soy un animal y no puedes ser mi dueño. –dijo tratando de persuadirme.

Mi matrimonio me hará ser tu dueño. –le deje claro. Ella entendió que enfatice la palaba mi matrimonio y no nuestro. — ¿Y bien? –pregunte quitando mis manos de su cintura.

-Con casarnos no serás mi dueño. El matrimonio no es una posesión.

-El mío lo será- le dije tajantemente.

-¿Bien?- me dijo quitando mis manos de su cintura -Continúa con tus exigencias desgraciada mente no puedo dejar a mi familia en la calle mucho menos cuando está en mis manos evitarlo qué diablos quieres de mí. -Me volvió a gritar con furia.

Volví a apretarla contra mi cuerpo. —Te hare mía cuando, donde y como quiera. Complacerás cada uno de mis caprichos y satisfaceras mis más perversas fantasías. –mire sus pechos, reaccionaron a mis palabras. —Tendremos tantos hijos como yo quiera, harás lo que te ordene. Nunca miraras, tocaras o desearas a otro hombre, seré tu único hombre Isabella. –murmure en su oído.

—Está bien, acepto, me casare contigo. –dijo resignada y de inmediato deshice mi agarre. La mire de arriba abajo, deteniéndome en sus erguidos pezones bajo su blusa inmaculadamente blanca.

—Muy buena decisión, cariño. –dije alejándome de ella.

—Si no tienes algo más que decirme, creo que es hora de irme. –la vi girar sobre sus talones y caminar hacia la puerta, en cuanto su mano toco la perilla de la puerta hable de nuevo.

—Antes de irte… ¿No se te olvida algo? –le dije, ella me miro desconcertada, la confusión era visible en su rostro. Camine hacia Bella. —Quiero un beso de mi hermosa prometida.

La tome nuevamente de la cintura y sin previo aviso estrelle mis labios con los de ella. Fue un beso brusco y salvaje. La sentí tratar de apartase pero no me importo, aproveche la oportunidad cuando quiso gritar e introduje mi lengua en su cálida boca, me deleite con su dulce sabor, nuestras lenguas se enredaban, saboreando cada centímetro de su boca. El beso me estaba llevando al éxtasis y conforme pasaban los segundos sentía que necesitaba más y más. La solté bruscamente y limpie mis labios enfrente de ella. —Vete, mandare a Carlisle a buscarte. Te llevara de compras dentro de dos días, después serás mía.

Ella también se limpió los labios pero no me importo, me di la vuelta y camine de regreso al escritorio.

Bella no pronuncio ninguna palabra, en silencio abrió la puerta y se marchó. Me senté otra vez en mi sillón de cuero, pensando en todo lo que había logrado.

Había sido mucho más fácil de lo que me había imaginado.

.

.

.

BPOV

Salí de su oficina con los ojos rojos, por las lágrimas no derramadas. No entendía por qué ese hombre se empeñaba en hacerme sentir de esa manera, pero a la vez lograba que deseara que lo hiciera.

Aun no podía creer que haya aceptado ser su esposa. Quería gritarle y golpearlo, pero mi mente divago unos minutos… concluyendo que era lo mejor para todos.

Mi cuerpo aun ardía de deseo por Edward. Salí de New Moon maldiciéndome internamente, no debí ser tan débil, debía haber luchado. Lo bueno era que mi familia estaría a salvo de su maldad, lo único que pensaba cuando acepte era en Renée y Jake. Aunque podría trabajar y mantenerlos, no sería lo suficiente para darles el tipo de vida al cual estaban acostumbrados. No hay otra opción. Solo el maldito de Edward podría.

Camine bajo la lluvia, con el cuerpo mojado y frio llegue a mi departamento, la lluvia había logrado eliminar el fuego en mi cuerpo que ardía a causa de Edward, mi mente estaba más despejada. Una luz roja en el contestador me aviso que tenía mensajes.

Eran de Eleazar y de mi madre. Llame primero a Eleazar, el viejo abogado de mi padre. Escuche su contestador automático.

Maldito aparato, pensé.

—Eleazar, acabo de llegar a mi departamento. –suspire. —Tengo varios mensajes tuyos. Si lo que me ibas a decir es que el maldito Cullen es ahora el dueño del hotel, pierdes tu tiempo. –dije tragándome mi impotencia.

Colgué la llamada y fui directamente hacia el baño. Realmente me sentía cansada, prepare la bañera y me sumergí en ella. —Hice lo que pude. –me repetí varias veces.

Si tan solo Charlie no hubiese despilfarrado el capital de los hoteles y no nos hubiera dejado con tantas absurdas deudas hubiera podía hacer algo, pero era imposible. Por más que lo deseara nada cambiaria.

Deje que el agua caliente acariciara mi cuerpo desnudo, relaje mis hombros, tratando de eliminar la tensión. Al cabo de unos minutos comencé a enjabonarme, trate de olvidar a ese hombre. Desde mi adolescencia me perturbaba. ¿Cuántas veces lo adore en secreto? Lo conozco desde los doce años, a esa temprana edad Charlie ya me preparaba para administrar los hoteles.

Después me fui a Italia cuatro años, fui estudiante de un exclusivo internado. Cuanto volvía a Seattle Edward ya tenía 24 años, estaba aún más guapo que cuando lo conocía. Alto, brazos fuertes, cabello rebelde, apetecibles labios…

Mi cuerpo se tensó al recordarlo, mi vientre se estremeció con el simple recuerdo de su sonrisa y el contacto de jabón en mis pechos y en mis piernas me estaba volviendo loca.

Me moví incomoda en la bañera y gemí suavemente.

A mi mente llego la imagen de sus ojos verdes, mi cuerpo sintió una oleada de emociones desconocidas. Su sonrisa torcida, su aliento, su aterciopelada voz. Mis músculos interiores se contrajeron, indicándome que mi excitación me llevaría a un orgasmo. Agarre fuertemente la bañera, mientras que con mi otra mano separe mis labios íntimos, adentrando mis dedos, deseando obtener la liberación que mi cuerpo me pedía a gritos. Mis paredes vaginales se contraían con mayor rapidez.

— ¡Edward! –grite su nombre, buscando el éxtasis.

Bombee mis dedos dentro de mí con más fuerza, quería que llegaran más profundos. Esta desesperada. "Esto no me pasa desde que era una adolescente" pensé mientras seguía masturbándome.

Mi cuerpo lloraba por Edward, introduje otro dedo mas pero mi cuerpo seguía sin alcanzar la cima, él fue no se apagaba. Acaricie mi clítoris y comencé a fantasear.

— ¡Dios! –grite, imaginando a Edward entrando en mi baño, me tomaba sin contemplaciones, varias veces al día, en todas partes. Ahora si estaba jodida, ya estaba fantaseando. Con mucha fuerza de voluntad me levante de la bañera y deje salir el agua fría, gracias a Dios surtió efecto.

Salí del baño y tome la toalla más cercana, seque mi cuerpo. El sonido del timbre me sorprendió, mire el reloj que estaba colgado en el baño, eran casi media noche. ¿Quién podría ser a esta hora?

Camine hacia la puerta, dudosa de abrir.

— ¿Quién es? –pregunte precavida.

Soy yo… Edward. Abre la puerta. –ordenó.

Sentí mi entrepierna humedecerse al imaginármelo con su sonrisa torcida, me recosté contra la pared tratando de recomponerme. Acababa de fantasear con él y ahora está en mi puerta.

¡Isabella! ¡Abre! –gritó tocando la puerta varias veces.

Respire profundamente varias veces, tenía que calmarme, estar tranquila. No dejaría que me viera así. Camine hacia la puerta y rece para que no notara lo nerviosa que estaba, apreté la toalla a mi cuerpo y lentamente abrí la puerta.

Él estaba deslumbrante, como siempre, con un traje negro y su maravillosa sonrisa torcida .

¿Este hombre pretende enloquecerme? Pensé. En cuanto se fuera necesitaría otro baño.