—Hace rato he querido hacer un trío, dicen que es bueno… ¿no lo crees Minato? —dijo el Casanova.
El susodicho lo miró con el ceño fruncido ¿Qué estaba diciendo?
—Sí, sí, ya sé que estás pensando —dijo Jiraiya, moviendo sus manos.
— "¿Qué estupideces estás diciendo Jiraiya? Cierra la jeta" —remedó su mejor amigo.
—Te faltó: eres un maldito pervertido —dijo el peli-rubio.
Jiraiya sonrío de oreja a oreja.
—Sólo falta convencer a Tsunade.
—Estás loco si crees que Tsunade va a participar en tus fantasías morbosas, sabes que es muy celosa y cuerda, lo cual agradezco ahora —dijo el de mirada azuleja, molesto.
—Si —admitió el peliblanco.
El menor se perdió un momento en sus pensamientos. Su cabeza estaba a punto de explotar de frustración; hace tiempo quería hacer algo, bueno, para que andar con rodeos. Él llevaba con Kushina cinco meses de novios y nunca le había dado un beso. Cada vez que intentaba, no podía, alguien estaba con ellos o no se daba la situación.
Y quería besarla, en serio.
Después de decirle a Jiraiya que dejara de pensar en aquel trío y que se limpiara el cerebro de tantas perversiones, se dirigió a la casa de su novia.
Entró normal, aparentando estar normal. La vio comerse unas brochetas de chocolate, haciendo unas tareas. Oh, como le gustaría ser aquellas fresas... Movió su cabeza bruscamente y se inclinó sobre su hombro, simulando interés en lo que estaba haciendo.
—¡Minato! ¡Semejante susto el que me pegaste tonto! —Kushina gritó con la mano en su pecho.
—¡No grites tonta! ¡Yo pensé que te habías dado cuenta! —exclamó molesto el de hebras doradas.
La chica torció el gesto y se sentó en la cama, llevándose a su boca una fresa con chocolate.
—¿Qué pasa Minato? ¿Te preocupa algo? —preguntó la chica mirándolo fijamente.
Diablos, Kushina lo conocía perfectamente. Minato miró hacía el otro lado. No era momento de acobardarse, ¡Por Dios, era su novia! A eso había venido.
La chica se levantó preocupada y le preguntó de nuevo. Él la miró fijamente unos momentos y luego la beso rápidamente, sin darle oportunidad de decir o hacer nada.
Cuando la chica le correspondió y él disfruto de la gloria, se separaron. Ella sonrojada, él también.
—Así que eso te pasaba…—dijo jugando con las palabas la chica.
—Si –dijo con una sonrisa pícara y volvió a besarla.
Realmente no se creía que había pasado cinco meses sin besarla, joder, ella era deliciosa, más que chocolate.
Espero que os agrade este trabajo, sin mas que decir os dejo
