HOLA! SI, SOY YO, RESUCITE DE ENTRE LOS MUERTOS... MUAHAHAHA,,... NO NO ES CIERTO!
Vengo aqui en un nuevo fandom en el cual, hasta ahora, solo era lectora, pero mi sangre de escritora no me dejaba en paz y ahora vengo con una historia propia, la cual trato de ubicar desde el comienzo de la vida juntos entre los ninja turtles y Splinter, o como ellos lo llaman "El dia de la mutacion"
Es mi propia version, espero que les guste, como siempre se aceptan toooodo tipo de criticas.
Disclaimer: Lamentablemente las Ninja Turtles no me pertenecen... es mi corazon el que pertenece a ellas, desde sus inicios, a pesar de que mis tios trataran de sacarme lo que ellos llamaban la "basura esa" de mi mente, no lo lograron, pues a pesar de que en aquellos años destruyeron mis libros de apuntes y dibujos, ellos permanecieron en mi corazon hasta el dia de hoy.
sin mas, los dejo con mi fic!
Capitulo 1, Nos conocimos.
Yoshi Hamato salió esa tarde de su apartamento en Nueva York. El veterano maestro de artes marciales había cancelado sus clases esa semana debido a un brote de varicela entre sus alumnos. Asi que esa tarde de sábado la tenía libre, y decidió dar un paseo por el museo de arte y luego por el parque.
El museo de arte exhibía una colección de los mas famosos artistas renacentistas, y Yoshi como admirador de los grandes maestros no se la podía perder.
Mientras admiraba las obras en el museo, algo llamó poderosamente su atención. Un pequeño de unos seis años de la mano de sus padres parecía desesperado.
-Mamá, ya nos podemos ir? Esto es aburrido, vamos al parque – lloriqueaba el pequeño jalando la mano de su madre.
-Justin, mira la Monalisa, es una pintura del famoso Leonardo Da Vinci, no te parece bella? – decía el padre del pequeño.
-¿El que sale en Titanic la pintó? – dijo el niño con asombro.
-Ese es Leonardo Di Caprio, corazón – dijo la madre divertida, mientras tanto ella como el padre del niño reian alegremente hasta que un guardia se aclaró la garganta recordando que en un museo se recomendaba guardar silencio.
-Esta bien, tu ganas Justin, vamos al parque…- dijo la madre encaminándose a la salida, tomada de la mano de su hijo, el cual también daba la mano a su padre.
Yoshi Hamato sintió una punzada de dolor. El recuerdo de la muerte de su pequeña familia inundó su corazón. Decidió salir un momento, estaba cansado anímicamente y pensó que lo mejor sería ir a su casa.
Por el camino pudo apreciar algunas personas paseando a sus perros, y eso llamo su atención, tal vez con una mascota no se sentiría tan solo.
Aunque no estaba muy seguro de la idea de un perro, después de todo su departamento era pequeño, no tenía mucho espacio, y los gatos no eran del todo de su agrado. Vio una tienda de mascotas y decidió entrar, tal vez se animaría por un periquito o tal vez un pez, pero había un pequeño estanque con cuatro tortuguitas bebé. Yoshi entró y notó como una estaba sobre su caparazón mientras pataleaba con fuerza tratando de ponerse de pie, mientras otra trataba de colocarla bien, una más lo miraba y por un momento, Yoshi pensó que negaba con la cabeza, como si su compañero hiciera eso a menudo.
-Déjame ayudarte, amiguito – dijo el japonés metiendo su mano en el estanque, pero de inmediato, la otra tortuguita intentó morderlo, y parecía que lo miraba frunciendo el ceño.
Yoshi admiró al pequeño quelonio, - Vaya, tanta ira para un cuerpo tan pequeñito – pensó.
En eso, un jovencito de aspecto Punk salía de la trastienda, mientras la dependienta encendía la computadora y la tortuguita que negara con la cabeza miraba interesado el aparato, cosa que llamó la atención de Yoshi.
-Marlene, que vamos a hacer con las cuatro tortuguitas? – pregunto el chico mirando con desden el estanque.
-Tíralas al retrete, nadie las va a comprar – dijo la mujer comenzando a ver su computadora.
-¿Estas segura? – dijo el joven viendo el tortuguero.
-Si, mira, la mas pequeña solo sabe girarse para luego patalear como loca, la otra muerde a todo mundo, esa – señalando a la que pegaba su vista al cristal del estanque para ver la computadora – se queda como tonta viendo la computadora, como si pudiera entenderla… solo, deshazte de ellas –
-Si tu lo dices… - dijo el joven al tiempo que tomaba el estanque.
Yoshi escuchó aquello, y luego notó como la tortuga que intentaba voltear a la otra, le miraba con una rara expresión, parecía que le sonreía…
-Espere, por favor – dijo el maestro japonés.
Minutos más tarde, Yoshi Hamato salía de la tienda de mascotas no con un periquito o un pez, sino con cuatro verdes tortuguitas, una de las cuales nuevamente estaba encima de su caparazón.
Al salir, se topó con un extraño misterioso que lo empujó bruscamente. Algo le hizo desconfiar de ese hombre, parecía que tramaba algo malo, asi que decidió seguirlo. Yoshi hacía gala de sus cualidades de maestro Ninja, caminando con sigilo. Sin embargo, sin querer pisó una pequeña rata en la cola, provocando que el animal, salido quien sabe de donde, le arañara la pierna aun por encima de su pantalón lanzando un chillido, que alertó de su ubicación a los hombres misteriosos.
Yoshi intentó defenderse cuando estos le atacaron, pero tenía el pequeño estanque en sus manos. Los hombres soltaron un cilindro con una sustancia misteriosa, la cual derramó su contenido por el callejón, salpicándolo en el rostro. Algo pasó, ya que de inmediato sintió un extraño temblor en todo su cuerpo, como una potente descarga eléctrica. Un dolor en su espina que llegaba a su estómago. Yoshi lanzó un grito, mientras los hombres huían. No se dio cuenta de cuando había soltado el tortuguero que fue a estrellarse al piso justo encima de esa sustancia extraña.
Yoshi sintió que los huesos de su cráneo de movían, estirándose y deformándose, cuando tocó su rostro pudo sentir que tenía una especie de hocico largo con bigotes, como los de un animal. Tambien notó que le crecían las orejas en la punta de su cabeza, y que su cuerpo se llenaba de un grueso pelaje color marron.
Cayó de rodillas adolorido y asustado, cuando comenzó a ver cuatro sombras que iban surgiendo a sus espaldas, giró y vio a las cuatro tortuguitas con una expresión de dolor en sus rostros mientras iban creciendo considerablemente, tomando la apariencia de pequeños niños verdes con caparazón. Esto no podía estar pasando. Tuvo que hacer gala de todo su auto control para no salir corriendo gritando histérico. Poco a poco la extraña sensación en su cuerpo iba pasando, pero éste ya había cambiado considerablemente, no era él mismo, ahora parecía una especie de monstruo, miró su reflejo en un charco de agua, y lo que vio casi hizo que le diera un infarto. Su rostro era el de una rata gigante.
Se puso de pie viendo sus manos, y giró a ver a las cuatro tortugas, que al verlo corrieron a una esquina arrinconándose, como tratando de protegerse de él.
Tras de sí escuchó el grito de una mujer: -"¡Ahhhhh, monstruos!" – para luego salir corriendo. Eso no podía ser bueno, debía irse de ahí, quien sabe que cosas podían hacerle. Sin embargo, no podía dejar a las tortuguitas, eran su responsabilidad. Se acercó y trató de tomar al que estaba más cerca, cuando uno de ellos, un pequeño con unos enormes ojos color esmeralda, intentó morderlo y se puso enfrente de los demás en actitud protectora.
-Creo que ya se quien eres tu – dijo el maestro. Vio como el más pequeño trataba de esconderse detrás de un contenedor de basura. Tenía unos lindos ojos color azul claro, y su rostro tenía varias manchitas, dando la impresión de ser un niño pecoso. –tranquilo, ven. –
Yoshi sabía que no tenía mucho tiempo, lo mejor era irse de ahí deprisa. Pero no estaba seguro si podía llevarlos a la fuerza, lo mas seguro era que no. Además, no quería asustarlos, mas de lo que estaban. El más alto de los niños tortuga lo miraba con curiosidad marcada en su infantil rostro. Sus ojitos color ladrillo brillaban con curiosidad a su alrededor, mientras que el cuarto pequeño se acercó un poco sonriéndole. Yoshi reconoció esa peculiar sonrisa, parecía que el pequeño comenzaba a confiar en él. El niño de ojos azules, aunque mas oscuros que los del mas pequeño, se acercó lentamente, y con su manita tridáctil tocó el rostro de Yoshi con curiosidad, como comprobando que fuera real, Yoshi permitió que el pequeño inspeccionara su rostro, talvez así tendrían mas confianza y podrían salir de ahí todos juntos más fácilmente. Tal parecía que al ver a su compañero, los demás también comenzaban a perderle el miedo a Yoshi, porque se fueron acercanso poco a poco. El pequeño tocó el rostro de Yoshi y lo recorrió suavemente. Yoshi no se dio cuenta de que el niño de ojos color ladrillo se había alejado un poco, hasta que sintió una presencia detrás de él, giró la cabeza y el niño estaba de pie frente a un hombre que apuntaba con un arma a la cabeza del niño.
-Es cierto, es un monstruo…- gritó mientras apuntaba sin piedad, a pesar de ser diferente, era obvio que se trataba de un niño pequeño.
Yoshi se lanzó y golpeó al hombre, que no tuvo tiempo de reaccionar para evitar el golpe de Yoshi, sin embargo, disparó su arma, aunque no logró herir al pequeño, ya que el disparo se desvió, pero si los cuatro niños se asustaron y corrieron a arrinconarse de nuevo. Yoshi sabía que era cuestión de tiempo para ponerse a salvo. Así que se acercó a los niños de nuevo.
-Tenemos que salir de aquí, síganme – dijo en tono autoritario, pero ninguno se movía, - ¡Ahora! – gritó.
El niño de la sonrisa dio un paso al frente, y luego miró a los demás, como invitándolos a seguir. Los demás lo vieron y decidieron seguirlos. Así Yoshi pudo llevarlos con él. Los llevaría a su apartamento, comenzaba a oscurecer, y sería más fácil moverse entre las sombras. Ya en su casa pensaría que hacer, pero ahora lo más importante era poner a salvo a esos chicos.
Muchas, pero muchas gracias por leer.
nota personal: si puedo hacer esto, debo agradecer de todo corazon a Yunuen por su invaluable ayuda, te dedico este fic!
