PROLOGO
UN DIA DEL AÑO 737
Toda acción, tiene su reacción. Es una ley natural.
Conocía a la perfección el hecho de que al existir un ser más poderoso que él –conocido en aquel planeta como el SSJ- conllevaba a que también existiera una fuerza de la misma magnitud que pudiera contenerlo o por lo menos disminuir ese poderío. El problema, era identificar de donde podía provenir dicho don de contención o poder defensivo. Hasta que en los manuscritos antiguos de ese planeta acerca del concepto SSJ halló la respuesta: el género opuesto.
Ahora tenía otro problema, ¿cuál de todas las etapas de la vida? ¿Algún anciano? ¿Algún adolescente? ¿Algún niño? Ahí mismo estaba la respuesta a esa inquietud.
En el mismo pergamino, se leía que en la misma ley fenomenológica, la reacción/acción debe ser de la misma magnitud: es decir, que aplicado al concepto del cual debía protegerse, ambos seres debía ser de la misma fecha biológica de venida al universo o de la misma esencia creadora de raza. Además, se agregaba que entre más intacta evolutivamente estuviera la fuerza, más poderosa sería, y que dicho ser tendría un rasgo distintivo con el fin de que su sociedad lo reconociera. Por obvias razones y por los argumentos hallados en ese escrito, el debía encontrar a ese ser y guardarlo como si fuera el tesoro más preciado para convertirlo en su arma defensiva que al largo plazo lo haría ganar y ser el amo indiscutible del universo, como lo habían sido sus antepasados.
-Esto si es irónico: hay mucha información del escudo pero no demasiada del arma.
Este ser, ideó la manera de evitar que envejeciera esa criatura porque no sabía en que momento de la existencia podía aparecer aquel legendario guerrero. Si lograba que físicamente no se degenerara pero dejaba que su metabolismo interno funcionara en el mismo lapso, lograría que esa fuerza defensiva se mantuviera intacta, y entre más "pura", el don sería indestructible.
O eso creía, aunque sonara ilógico.
Antes de destruir el planeta Veyita, el individuo se acercó a la sala de maternidad de la raza saiyayin para encontrar entre los neonatos del género femenino aquel que guardaría celosamente como su escudo.
Anduvo de manera sigilosa por el pasillo observando entre los cristales a los recién nacidos en sus cunas, y se asqueó al pensar que uno de ellos podía ser el que acabara con sus planes futuros, aunque también debía cuidarse del príncipe ¡y si que le molestaba recordarlo!, porque también podía ser ese chico el legendario guerrero saiyayin. Podía matarlos a todos en ese preciso instante, pero era demasiado generoso y prefirió quitarles la vida junto con los demás en un par de horas.
(Como ustedes sabrán… ese fue el error más grande, y se daría cuenta muchos años después)
Observando cada detalle de cada recién nacido, detuvo su "mecha chair" al notar algo extraño en un bebe que le llamó poderosamente la atención: una niña abrió involuntariamente una de sus pequeñas manos, y mostró una mancha de gran tamaño de color oscuro.
Tocando el cristal con su dedo para llamar a una enfermera que estaba dentro del área, le indicó que por favor le mostrara la palma de las manos de aquel pequeño ser, a lo cual la joven accedió, expandiendo con cuidado el sentido del tacto de aquella criatura para que aquel Gran Señor las observara con más detenimiento.
En ese momento, el jefe de todos aquellos seres se percató de que era una especie de punto marrón de melanina de gran proporción en esa parte del cuerpo de la fémina, pero lo que no comprendía era que estuviera en ambas manos y cubriendo toda la palma, ya que los lunares no eran comunes en la sociedad saiyayin.
Instantáneamente, tuvo una iluminación divina…
¿Acaso el destino estaba a su favor?
-¿Quiénes son sus padres?- preguntó con serenidad.
-La pequeña es huérfana, mi señor- contestó la enfermera, con leves rasgos de descendencia tsufur –Su madre falleció al nacer e infortunadamente, nos acabamos de enterar de que su padre acaba de morir en una misión a un planeta cercano.
El descendiende de King Cold alzó una ceja a manera de suspicacia
-¿Quién era su padre?
-El guerrero Toma, Gran Freezer.
Inmediatamente, el aludido recordó al integrante de mayor estatura de la compañía de Bardock.
-¡Oh, que desgracia le ha caído a esa pequeña criatura!- dijo entristecido y miró a la enfermera –Destinada a no ser criada por sus padres y ser enviada a un planeta para su colonización, dependiendo de su grado de fuerza.
-Es el destino de su raza, mi señor.
-¿Será posible que yo pueda adoptar a esa pobre criatura?- preguntó con cierta ingenuidad mezclada con nepotismo.
-Si usted así lo quiere, Gran Freezer, solo debe hablar con el Director- la joven se alejó para tomar un dato de la pulsera que llevaba el bebe en una de sus manos y se acercó nuevamente al vidrio –exprésele su interés en la pequeña y lleve consigo este número de identificación, que es el código del planeta al cual iba a ser enviada, para que asignen a otra criatura.
El hermano de Cooler hizo como si memorizara el dígito de 8 números que muy amablemente le había dado la mujer y agradeciendo su gesto, se alejó de aquel lugar, con una mirada maliciosa.
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Muchos años pasaron desde aquel fatídico día en que Freezer destruyó con una Death Ball en planeta de los saiyayins, dándose cuenta con el pasar del tiempo que aparte de Vegeta y Nappa, también sobrevivieron otros individuos que eran muy perjudiciales para sus planes futuros, ¡claro! Si es que no se los encontraba en su camino, y si ellos no se enteraban de la verdad.
Freezer era una criatura de decisiones frías y calculadas, pero desde que se llevó consigo aquel pequeño bebe, mantuvo la duda si había hecho lo correcto: si solo traer consigo a una sola niña, o haber traido a varias, pero el hecho de traer un grupo considerable era contraproducente al largo plazo. Pero tenía una corazonada, y sus corazonadas no se equivocaban De algo si estaba totalmente seguro: que ese pequeño ser de mirada color ceniza era el individuo más valioso de aquella raza –y ni siquiera lo era el príncipe- por la simple y absoluta razón de ser ella era la única mujer saiyayin viva de todo el universo.
Poniendo en marcha su plan para con ella, Freezer averiguó cual sería el mejor método para ralentizar el crecimiento de la niña y mantener intacto su don defensivo, hasta que encontró el indicado, en un planeta distante.
Por aproximadamente dos décadas, mantuvo en estado criogénico a la pequeña, bajo estricta observación médica de los doctores del planeta Yardrat (n/a: ¿se les hace conocido? el planeta donde Gokuh aprendió la famosa "teletransportación"), y bajo la total reserva de todo aquel que estaba bajo su mando, salvo Zarbon y Dodoria. Pero aquellos galenos le informaron a Freezer que el cuerpo del neonato no podía resistir mucho tiempo en estado de congelación suspendida, y que debían darle "de alta" para que el metabolismo se desarrollara en un medio ambiente sostenible, con el propósito de que su don escondido evolucionará mejor y a través de conocimiento, nutriera la fuerza fisica, emocional y psicológica.
Un poco en desacuerdo con los doctores en salud, Freezer aceptó con desdén el permitir que esa criatura empezara a "vivir", aunque en su interior reconocía que era la decisión más acertada: no podía permitir que su "escudo" se desintegrara sin antes usarlo; debía cuidarlo y pulirlo. Y así fue. Un diciembre del año 756, la bebe "vivió" nuevamente.
Dejó a la pequeña en ese planeta bajo la instrucción y el cuidado de los maestros Yardrat, y se la trajo consigo después de que la niña cumpliera cuatro años de vida y aprendiera los principios básicos del manejo de la fuerza interna; y fue una gran sorpresa para todos los subordinados el hecho de recibir la instrucción de su gran amo que "debían proteger, cuidar y dar la vida por esa criatura, y si algo le sucedía lo pagarían con sus vidas"
¿Quién era esa persona para que mereciera esa protección y esa dádiva del Gran Freezer? Era la gran pregunta que todos se hacían, pero que no tenían la valentía de consultarle a gran amo.
A excepción de Vegeta, quien supo verdad y no sabía como reaccionar ante semejante información.
-¿Una… una mujer Saiyayin?- le preguntó a su señor, mientras este permanecía de espalda y la niña se aferraba a la cola de filamentos musculosos que salía de la mecha chair, al escuchar el enojo de quien le hablaba a su "padre"
–Pero, ¿Cómo? ¿Qué acaso no quedaron sobrevivientes?
-La capsula en la que viajaba rumbo a su misión salió minutos después del choque del meteorito- le explico su interlocutor con toda tranquilidad –y por el impacto, el curso de su destino se desestabilizó y se desvió, estrellándose en esta nave. Mis subordinados la rescataron, notando que estaba muy crítica de salud, por el choque tan fuerte que tuvo su capsula de vuelo con nuestra nave.
Había algo que Vegeta no le quedaba del todo claro…
-Si fue así, ¿por qué no tiene la contextura y la edad que le corresponde?- le preguntó con sarcasmo.
-Las contusiones que presentó fueron tan graves, que se tuvo que dejar en criogenia por varios años para que se recuperara- mintió el hermano de Coola –Vegeta: nadie sale bien librado de un impacto de meteorito- le explicó aquella criatura en un tono sereno.
Aún así, Vegeta no se tragaba en seco esa historia tan absurda y "rebuscada" y dejó de cuestionar sobre ese tema para no escuchar más sandeces.
-Supongo que está bajo tu mando, ¿no es así?
-Es mi "ahijada", así como lo eres tú príncipe del planeta Veyita- le recalcó Freezer y se volteó a mirarlo. La niña le soltó la cola –Absolutamente nadie le puede tocar un dedo y nada le puede pasar mientras yo esté con vida.
-¡Vaya! Veo que tienes un gran corazón; es irónico que protejas a una persona cuando has matado miles sin piedad.
-Tú también lo tendrás- le respondió Freezer, a manera de premonición, y Vegeta se retiró del lugar, ante semejante comentario.
Nappa, que le esperaba fuera del recinto, lo vio alejarse y le preguntó que había pasado.
-Hay una sobreviviente, Nappa… es la protegida de Freezer.
-¿Una mujer?- exclamó el compañero del príncipe muy sorprendido -¿Pero cómo?
-No me preguntes cómo se salvó, de solo recordar la historia tan absurda de Freezer me da una ira.
-Pero eso es una excelente noticia, Vegeta-.
El aludido se detuvo y le miró de reojo.
-¿Por qué?
-Míralo por el lado positivo: nuestra raza tendrá la esperanza de seguir por muchas generaciones más.
-¡¿Cómo se te ocurre estar pensando eso en estos momentos?- le gritó Vegeta a su compañero de misión -¡Es tan solo una niña!
Nappa permaneció callado y ambos siguieron caminando.
-¡Que estupidez!
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Como todo individuo, la niña también fue "bautizada" con un nombre: Freezer le llamó Airene, un nombre sin un significado en especial, ajeno a los nombres tradicionales que solían asignarse los extintos saiyayins. Paradójicamente, el hijo de King Cold nunca se enteraría de que el significado de ese nombre en el planeta tierra simbolizaba"Aquella que traera la paz". No obstante, para Vegeta y Nappa, aquel no era el nombre adecuado para una superviviente saiyayin, y entre ellos, siempre se refirieron a la niña como "Mikan" (n/a: en vista de que los nombres en la serie hacen alusión a comidas, vegetales y granos, a la chica le puse el nombre de una fruta)
Airene –o Mikan- creció a la merced de su "padre" del cual aprendió muchas cosas, menos una: la sensibilidad ante la muerte y el sentido de compasión o misericordia. Su mentor consideró que su ahijada no necesitaba conocer aquel sentimiento de debilidad. Además, siempre le recalcó la importancia de la supervivencia, porque su maestro era de los que pensaba que las criaturas debían vivir por siempre y en el estado evolutivo más acorde a sus necesidades, sin necesidad de envejecer y morir. No obstante, la joven replanteaba lo que aprendía del Gran Freezer contra la enseñanza estoica de su padre Yardrat, tratando de reflejar en sus acciones y en su pensamiento un estado de ataraxia que no era bien tomada por quienes estaban al cuidado de ella.
Por otro lado, y completamente conforme con aquel pensamiento, el Gran Freezer anhelo la manera de permanecer joven y con lozanía por toda una eternidad, para ser más poderoso, y descubrió la teoría de las esferas de un dragón mágico que concedía cualquier tipo de deseo. Ese detalle, sería otra "añadidura" a sus planes de ser el mas fuerte jamás conocido; pero, si adquiría el don de la juventud y/o la inmortalidad, ya no necesitaría a aquella pequeña para sus planes futuros: podría aniquilarla el día que obtuviera su deseo, pero antes debía asegurarse de que efectivamente se cumpliera ese capricho. Además, sabía de antemano que tener a otro saiyayin vivo era contraproducente.
Y se dispuso a preparar toda la milicia para emprender –la que sería- su última misión.
Dirigió su atención y su supuesta esperanza… en el planeta Namek.
