Bueno, ante todo decir que esto fue un sueño y lo he llevado a fic._. No recuerdo quien era el malo, pero me parece que el malo que he puesto aquí queda bastante bien... No me matéis, aunque seguro que los Harmiones me odiarán XD. Este fic serán varios capítulos, pero no sé cuando los publicaré, aunque no voy a tardar más de un mes en subir el segundo eh! Si os gusta recomiendo que os suscribáis para que os llegue un email cuando haya publicado el segundo capítulo. De todas maneras, para los que me sigan en Twitter lo publicaré allí también cuando lo haya subido. Espero que os guste, aunque sé que os resultará raro.
Capítulo uno
-Se acabó, Weasley –me dijo con toda la convicción del mundo.
Y yo lo sabía: había perdido por primera vez en mi vida una partida de ajedrez, pero además, la había perdido a ella.
****Unas hora antes****
-Jaque mate -anuncié cuando comprobé por tercera vez que, hiciese lo que hiciese, Harry había perdido la partida.
Harry me observó un momento, después observó el tablero y por último otra vez a mí.
-Es imposible ganarte una partida.
-Nada es imposible.
Recogimos el ajedrez y lo guardamos en mi baúl, así que después bajamos a la sala común y allí estaba ella, sentada en uno de los confortables sillones de color rojo escarlata, con el pelo revuelto y leyendo por enésima vez 'Historia de Hogwarts'.
-¿Qué hay, Hermione? –le dijo Harry a modo de saludo.
-Nada, solo leía.
No me miró. Por un momento creí que no me había visto pero después recordé que seguía un poco molesta conmigo por haber tenido la lengua dentro de la boca de Lavender. Al cabo de unos segundos dejó de torturarme y me miró, haciendo un sitio en el sillón para que me sentara.
-¿Qué has hecho hoy? –le pregunté. Hizo una mueca parecida a una sonrisa, pero nunca llegué a saber lo que era porque volvió a poner su cara seria, esa que pone siempre que se enfada conmigo. Además, nunca le pregunté.
-No gran cosa. Lo cierto es que es un día muy aburrido para ser sábado. Sino lloviera podríamos ir a Hogsmeade…
Oh, sí, me olvidaba de decirlo: estábamos pasando por unos días horribles. Hacía dos semanas que no había parado de llover. Y claro, a nosotros lo mismo nos da que llueva cuando hay clase, pero los fines de semana… A nadie le gusta quedarse encerrado los fines de semana.
-Podríamos recorrer el castillo. Hay muchas cosas que no conocemos de él –sugirió Harry.
-¿Qué dices, Potter? ¿Te refieres a jugar a los detectives? –le pregunté.
-No, me refiero a visitar todos los pasillos secretos que hay en Hogwarts.
-Vamos, que quieres rememorar tus primeros años en Hogwarts, ¿no? –le preguntó Hermione, riendo.
La verdad es que cuando Harry lo propuso, me pareció una buena idea. Pero no sabía todo lo que se me venía encima, así que ni se me pasó por la cabeza decir que no a ese plan de sábado por la tarde.
Harry, Hermione y yo subimos a nuestras respectivas habitaciones, y al cabo de diez minutos ya estábamos frente al retrato de la señora Gorda, mirando el mapa del merodeador para decidir a dónde ir a pasar la tarde.
Lo cierto es que me lo estaba pasando muy bien. Harry había dicho de ir por los pasillos cercanos a la sala común de Slytherin y claro, como íbamos con la capa invisible nadie podía vernos. Por eso cuando Malfoy pasó cerca de nosotros fanfarroneando como siempre, nos acercamos a él sigilosamente y le dimos un empujoncito. Se asustó y salió corriendo, típico en él.
Nos estábamos divirtiendo. Mucho. No nos dimos cuenta de donde estábamos hasta que la puerta se materializó delante de nosotros. Resultó ser que de tanto vagar por el castillo habíamos llegado a la sala de los Menesteres. Sólo Harry se dio cuenta de dónde estábamos, así que Hermione y yo ni notamos cuando empezó a moverse de arriba para abajo, pensativo.
-¿Qué has pedido? –inquirió Hermione cuando tuvo la puerta justo delante suyo.
-Ahora lo veréis…
Cuando entré en la habitación me asusté. Era igual que esa en la que entramos en primer año, donde nos enfrentamos en una partida de ajedrez. El susto que había sufrido por rememorar mis recuerdos iba haciéndose menos notable a medida que pasaban los segundos, y cuando iba a relajarme del todo, lo vi: apartada un poco del tablero pero situada en un lugar donde se pudiera ver la partida había una jaula en la que cabía perfectamente una persona adulta. Observando detenidamente el tablero noté que ni las fichas blancas ni las negras disponían de rey. Parecía una pesadilla, una trampa ideada por alguien como Voldemort para hacernos sufrir un poco. Pero nada de eso cuadraba en mi mente.
De golpe y porrazo volví a la realidad, y ésta me sacudió con tal fuerza que pensé que no sería capaz de recuperarme de lo que mis ojos estaban viendo: Harry había cogido a Hermione, le agarraba los brazos con fuerza, y ella chillaba mientras intentaba liberarse, pero Harry fue más rápido, y antes de que ninguno de los dos nos diéramos cuenta de lo que estaba haciendo, le quitó a Hermione su varita, la metió en la jaula y la cerró con un cerrojo que nunca comprendí como fue capaz de levantar.
Reaccioné. Saqué mi varita del bolsillo y le apunté con ella. Iba a gritar 'Desmaius' pero él fue más rápido.
-¡Expelliarmus! –gritó Harry. Fue así como me quedé totalmente desarmado contra un mago que me apuntaba ya con tres varitas.
-Vamos a jugar, Weasley –me ordenó-. Si ganas tú la recuperas –me dijo mientras señalaba a Hermione, que sacudía los barrotes de la jaula-, pero si gano yo será mía. Hará lo que le ordene, estará a mi servicio las veinticuatro horas del día, los tres cientos sesenta y cinco días del año… Y no la verás nunca más.
Tragué saliva mientras pensaba en la situación: Harry se había vuelto loco, de eso no había duda. Era eso o estaba bajo una maldición imperius, cosa que me pareció improbable porque había estado todo el día conmigo y además, en cuarto curso aprendió a resistirse a una de ellas.
-No tienes otra opción: o juegas, o juegas –me dijo, tajante-. Recuerda, Weasley: blancas mueve primero, y después sigue el juego.
Me coloqué en el recuadro negro, con un alfil a mi derecha y la reina a mi izquierda. El sudor me caía por la frente. No paraba de pensar que eso no iba a salir bien, que no había perdido nunca pero que siempre hay una primera vez para todo, y entre lo nervioso que estaba y ver a Hermione golpeando los barrotes de la jaula cada vez con menos fuerzas, empecé a desconfiar de mí mismo. Y eso fue lo que me traicionó.
Agradezco reviews para saber vuestra opinión, ya que este fic es un poco rarito como habréis podido notar!
