¡Hola a todos! ¿A qué no se esperaban que viniera con un nuevo proyectito, no? ¡Pues estoy llena de sorpresa! (de hecho, tengo una hoja en donde guardo los resúmenes de mis futuras historias... es cierto esto último). Así, mejor vamos a comenzar.

Disclaimer: Ningún personaje que aquí aparezca o sea mencionado me pertenece, todos son propiedad de su respectivo dueño: Yoshihiro Togashi.

Advertencia: Yaoi. Lemon, (+18), Semi-AU, Neko!Killua.


Volvió a suspirar por tercera vez en la noche, estaba molesto y fatigado. ¿A qué se debía? La respuesta era muy sencilla y podía definirse con una sola palabra:

GING.

Sí, su padre era el causante de aquellos malestares, tanto diurnos como nocturnos. Ahora tenía un dolor de cabeza y ¡Y todo por culpa de su padre! ¿Y por qué? Otra respuesta sencilla. Por anda evitándolo y enviarle notas o pistas falsas sobre su verdadero paradero ¡Era más que obvio que Ging estaba jugando con él! Tal vez para hacerlo enfadar o volver la búsqueda más "interesante". Y como siempre, ya sea por ser algo ingenuo o confiar demasiado en ese hombre, termina creyendo en ellas; la última pista, lo había llevado hasta Meteor City y no fue un viaje muy grato que digamos.

...Un tanto feo por así decirlo...

Se dejó caer sobre su cama y mantuvo sus ojos castaños fijos sobre el techo. La habitación estaba a oscuras y no había ni un solo rastro de desorden; para vivir él solo, Gon era muy ordenado y todo se debía a los quehaceres que hacía en casa de su tía, Mito-san; dejo que sus ojos se cerraran lentamente. No era un mal plan dormir un poco.

Sin embargo, un molesto pitido no lo dejó cumplir con su objetivo.

―¡Whaah! ―gritó asustado cayendo al suelo, de la manera más torpe y tonta que él recordara. Su cabeza se estrelló bruscamente y soltó un pequeño lloriqueo. «Argh. ¡Eso dolió! » Se sentó, sobando con las manos una de las zonas más afectadas: su trasero. Levantó la vista, fulminando con la mirada al MALDITO y CONDENADO teléfono celular que su amigo Leorio le había ayudado a comprar.

Sintiéndose adolorido, tomó el celular y bufó al ver el número en pantalla. «Debe ser por algo... » ―Leorio. ―dijo al atender la llamada en un tono medio ronco.

Sí. Efectivamente uno de sus mejores amigos, Leorio, lo llamaba a las ¡¿20:30?! ¡¿En qué momento se había oscurecido tan rápido?! Y sabía que el reloj en la pared andaba perfectamente, o al menos eso quería creer.

Volviendo a su amigo; Leorio era una persona divertida y algo despreocupada, pero serio en algunas ocasiones, luego la mayor parte del tiempo actuaba normal y era mucho peor cuando él venía a su departamento. Si fuera por él, y su "buen gusto" con los licores, Gon terminaría sin un solo centavo en menos de tres horas y lo único que encontraría a su alrededor serían varias botellas de alcohol y su amigo en el suelo; era un completo peligro dejar al futuro médico con la cuota que Ging le enviaba.

Y para ser honestos, era mucho dinero. Sí, era cierto. Ging era uno de los Cazadores más asquerosa e insoportablemente ricos, pero todo ello terminaba siendo invertido en las expediciones.

¡Gon, mi amigo! ¿Por qué has tardado en contestar? ¡Creí que te había sucedido algo!

«Si supiera... » Sacudió su cabeza para deshacer aquellos pensamientos y en un tono más animado, respondió. ―Tranquilo, solo estaba por dormir. ¿Necesitas algo?

―¿Yo? ¿Necesitar algo? ¡Me ofendes mi querido amigo! Has herido terriblemente mis sentimientos ¡Espero que puedas enmendar tu error y...!

Lo interrumpió con un tono medio burlón. ―¿Cuánto quieres?

¿Crees que podrás comprarme? ¡Me has vuelto a ofender!

―Ging acaba de enviarme un licor exótico de uno de sus viajes―. Fue su simple respuesta.

Unos instantes de silencio. ―Bueno... si lo pones de esa manera―. Gon dio un pequeño resoplido. ―¡Pero que conste que estoy haciéndolo como un favor! No me gustaría que mi pequeño Gon, de solo catorce años, comience a beber alcohol y... ¡¿Eh? ¡No! ¡Suelta!―. Alejó el teléfono al oír los gritos de Leorio, contó hasta cinco y volvió a prestar atención a la conversación. ―¡Suelta Kurapika! ¡Estoy negociando!

Eso no es negociación... ¡Solo te estás aprovechando de la bondad de Gon!―. Escuchó la voz molesta de su amigo Kurapika.

«Esto es algo de nunca acabar... » Sonrió nerviosamente. Oyó el grito de Leorio y supo que la discusión había terminado. ―Hola Kurapika. ―dijo entre risas―. ¿Lo golpeaste fuerte, no?

Aja, ahora está llorando en el suelo. ―respondió medio agitado―. ¿Te ha molestado mucho?

―No fue nada. Descuida, se defenderme de él y solo con utilizar "el arma secreta" puedo librarme de él.

Gon, no es bueno que regales los obsequios que te envía tu padre. ―dijo en un tono de regaño, pero sin tratar de sonar intimidante.

―Lo sé, lo sé... entiendo; ¿dónde están ustedes? Leorio no me ha dicho el verdadero motivo por el cual me llamó.

No me sorprende―. Escuchó las quejas de su amigo. ―Hoy había una fiesta en honor a los nuevos Cazadores, la misma que tuvimos nosotros hace dos años ¿Lo olvidaste?―. Un alarido de sorpresa escapó de los labios del moreno. ―Por esa respuesta, puedo intuir que lo has olvidado.

Sus ojos se abrieron de golpe y una sonrisa vergonzosa apareció. ―¡Lo siento mucho Kurapika! Pe-pero... pero... ¡Ging y esto, y-y... yo!―. Se rascó nerviosamente la parte baja de la cabeza. ―Lo olvidé, lo siento. ―murmuró avergonzado por su propia actitud.

Escuchó un suspiro del otro lado de la línea. ―No tienes que disculparte con nosotros, descuida. Trata de no angustiarte con el tema de tu padre ¿Sí?

―Es-está bien.

Te dejaré descansar. Cualquier cosa que necesites puedes pedírnoslo, aunque, no te recomiendo los consejos de Leorio―. El menor rió divertido por las palabras de su rubio amigo. ―Luego te... ¡¿Eh, Leorio?! ¡Suelta el teléfono! ¡La gente nos está mirando! ¡Déjame que estoy hablando con Gon!

Luego de varios minutos, el dueño del celular volvió al habla. ―¡Gon! ¡¿Por qué no estás aquí?! ¡Te estás perdiendo de una gran fiesta! ¡Ven y diviértete un poco! Olvídate por un momento del bastardo de tu padre.

Gon sonrió levemente ante el intento de consuelo. ―Gracias Leorio... pero, voy a dormir un poco. Quizá en otro momento. Luego te compensaré con el licor ¡Nos vemos luego!―. No esperó a que el otro terminara y cortó la llamada.

Se dejó caer una vez más contra la cama, pero está vez se aseguraría de dormir un poco. Y al parecer, está no era su noche.

Gon parpadeó sorprendido al oír que llamaban a la puerta. ―¿Quién podrá ser? ―pensó en voz alta con su típica expresión curiosa―. ¡Ya voy! ―gritó saltando de la cama para luego correr hacia la entrada y prender las luces; solo había oído dos golpes. Parecía que la persona era paciente porque no volvió a llamar; miró por la rendija para ver quién era y al reconocer a la persona, sonrió―. ¡Kaito!

Al ver la menor, el hombre sonrió levemente. ―Buenas noches Gon, lamento tener que molestarte.

Negó rotundamente con la cabeza. ―¡Descuida! No te preocupes, de todos modos no estaba haciendo nada. ¿Qué necesitas? ¡No te quedes ahí fuera, pasa!―. Antes de que el otro pudiera replicar, lo arrastró dentro del departamento. ―¿Quieres algo de beber?―. Lo obligó a sentarse en la sala de estar mientras se dirigía a la cocina.

―E-eh, no gracias. No quiero ser molestia, además, tengo algo de prisa.

―¿En serio? Bueno, entonces dime ¿En qué puedo ayudarte? ―preguntó emocionado; ¡Quizá Kaito tenía una misión de último minuto y venía a pedir su ayuda! ¡O tal vez debía ir en una expedición y buscaba voluntarios!

―Bueno, Spinner y Stick llegan a la ciudad en dos horas y me pidieron que los fuera a buscar. Sé que es algo precipitado de mi parte pero, ¿Podrías cuidar a Pitou por mí?

Gon inclinó la cabeza hacía uno de sus costados. ―¿Pitou?―. Bajó la mirada al regazo de Kaito, notando la presencia del pequeño gatito. ―¡Oh! No vi que estaba contigo. Claro, no hay problema.

―No será mucho tiempo, lo prometo―. Se levantó del sillón para entregarle al felino. ―No confío que este demonio esté solo en casa...

Sonrió. ―Descuida, lo cuidaré por ti. Hola Pitou―. Lo único que recibió como respuesta, fue una mordida en su brazo derecho. Gon rió, ignorando las punzadas de dolor.―Me extraño un poco que tardara en hacer eso... y veo que también estuvo haciendo lo mismo contigo―. Con su brazo libre, señaló las heridas del mayor.

―Bueno, al menos se ha calmado. Las primeras veces me mordía en el cuello y con mucha fuerza―. Dicho esto, Kaito se despidió y partió rumbo al aeropuerto, dejando a su mascota bajo el cuidado del pequeño Cazador.

El moreno levantó una de las patitas del felino, haciendo que éste se despidiera del adulto. ―Ven Pitou, vamos a comer y luego haremos algo para entretenernos hasta que tu dueño vuelva. ―le dijo en tono juguetón, dejándolo correr por el suelo. «Kaito se ve entretenido con Pitou... ¿Será divertido tener una mascota? —pensó—. Está decidido ¡Voy a comprarme una mascota!». ―¡Ey, Pitou! ¡No rasguñes mis almohadones!

Tomó entre sus brazos al felino antes de que destruyera su casa, y se dirigió hasta el computador para buscar en internet un buen sitio en donde comprar una linda mascota. Millones de páginas aparecieron, pero ninguna era de su agrado.

Pitou se situó en un regazo. ―No creí que sería tan difícil ¿Y esto?―. Un link apareció y no dudo en ingresar, viendo que había un sin fin de opciones. Luego de algunos minutos, encontró lo que buscaba. «Sí que son costosos. » La cantidad de ceros le sorprendió y también incomodó. «No creo que sea buena idea... » Estuvo por detener su búsqueda pero algo llamó su atención.

Decía: "una nueva adquisición".

No había fotografías o alguna clase de imagen, solo decía el color de su pelo (blanco), de ojos azules. Cariñoso, juguetón y buen compañero, además de tranquilo y dormilón.

Gon se rió ante la descripción, pero terminó por atragantarse con su propia saliva…

―¡¿QUÉ CUESTA QUÉ...?!―. Pitou salió corriendo asustado ante semejante grito. ―¡¿Cómo un gato puede salir 5.8 billones de Jennys?!―. Estaba a punto de tener un paro cardíaco. «No... no puedo. Es mucho dinero... » Se mordió el labio inferior nerviosamente. «Bu-bueno... de seguro esto enfurecerá a Ging. » Esa idea no le parecía tan mala del todo. ―¡Lo compraré de todos modos!―. Cliqueó la opción "comprar" y llenó un formulario.

Cuando Kaito volvió por su mascota, Gon no pudo evitar comentarle sobre su compra ¡Estaba muy emocionado por ello! Su amigo le felicitó, diciendo que si necesitaba algo para el gato él podía ayudarlo. El moreno le agradeció y luego de despedirse se fue a dormir, esperando a que su gatito llegara al apartamento.

¡No podía dormir de la emoción!

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A la mañana siguiente, se despertó por culpa de los estruendosos golpes contra la puerta. Medio dormido, se levantó para atender a quien venía a su casa, dos personas le dieron los buenos días y le hicieron firmar unos papeles para luego marcharse, dejando dentro del departamento una gigantesca y muy pesada caja.

―¿Y se supone que aquí está el gatito? Pobre, debe estar muerto de hambre―. Abrió la tapa para dejar que el felino saliera. ―Luego tendré que ir a comprar comida para gato; debo de ponerle un nombre... aunque, ahora que recuerdo, el catalogo decía que se llamaba Killua―. Suspiró. «Que extraño nombre para un gatito. Pero bueno, no soy quién para juzgar. »

Una vez que terminó, decidió regresar a la sala de estar en busca del gatito.

―¿Dónde está?―. Dejó el plato en el suelo para buscar dentro de la caja. ―¡Killua! ¡Killua! Qué extraño... ¿Habrá ido a conocer la casa? ¡Killua!―. Llevó ambas manos a los costados de su boca mientras gritaba; de seguro su nueva mascota vendría.

Sólo dio unos pasos y terminó deteniéndose abruptamente al sentir que era abrazado por la espalda. Sus mejillas se sonrojaron ante la repentina cercanía, sin embargo, la vergüenza pasó a segundo plano cuando recordó un detalle muy importante…

¡¿QUIÉN DEMONIOS LO ESTABA ABRAZANDO?!

―¿Killua...?

―Muy buenos días, amo~. ―dijo una voz juvenil en tono cariñoso, como si estuviera ronroneando contra su oreja.

Gon se liberó del agarre, dando un rápido giro sobre sí mismo, con la intención de encarar al extraño, mas solo terminó enmudeciendo al descubrir a la persona que estaba detrás suyo era un muchacho de tez blanca, brillantes ojos azules y cabello blanco, lo miraba entre divertido y algo coqueto; el moreno retrocedió lentamente, sin embargo, el extraño imitaba sus acciones y lamentablemente, su espalda terminó chocando contra la pared más próxima, dejándolo a la merced del otro.

La situación era peligrosa.

El albino ronroneó. ―A mi amo le gusta jugar~. Muy bien―. Aproximó su rostro para murmurar contra el oído del pelinegro. ―Killua-chan va a divertir a su amo.

Un leve sonrojo se situó en sus mejillas. ―¿E-eh?―. Todo su cuerpo tembló por el miedo y algo más. ―¿A qué te...? ¡Mphm!―. Su boca se vio prisionera por unos labios ajenos, que besaron con pasión y fiereza los suyos; por más que intentó liberarse, el albino no se lo permitió al abrazarlo con fuerza por la cintura, impidiéndole escapar.

El extraño lo besa con tanta intensidad, atrapando sus labios para darle pequeñas y juguetonas mordidas, a la par que sus manos le retenían con fuerza. Gon no entiende que está sucediendo y al sentir algo húmedo abriéndose paso sobre su boca, todo parecer darle vueltas, intentó gritar y sólo terminó perjudicándose a sí mismo, ya que su "atacante" se dedica a explorar y conocer el terreno. Ante la necesidad por respirar, terminaron separándose más una estela de saliva aún unía sus labios.

Quitó con sus dedos el hilo de saliva para luego llevárselo a la boca. ―Eso fue muy dulce... me pregunto ¿Qué sabor tendrá el resto de mi amo?―. Sin darse tiempo a recibir una respuesta, comenzó a repartir beso por el cuello del muchacho con una sonrisa en su rostro, ser capaz de oír esos jadeos y gemiditos.

Con un gran esfuerzo, logró encontrar un espacio libre para hablar. ―E-espera Por favor... ―suplicó en un murmullo; un extraño y desconocido calor lo dejaba atontado.

―Nop―. Dio una lenta lamida por toda la extensión de la garganta ajena.

Con toda la poca fuerza que se escondía en su cuerpo, logró llevar ambas manos contra el pecho del albino para empujarlo lejos de él. ―¡A-alejate de mí!―. Lo miró con el rostro completamente rojo. ―¡¿Q-quién e-eres...tú?! ¡¿Q-qué haces... aquí?!

―Mi nombre es Killua―. Le guiño un ojo coquetamente mientras una sonrisa seductora aparecía. ―Yo soy su mascota. Estoy aquí para obedecerle y cumplir todos sus deseos~.

―¡¿Mi mascota?! No e-es cierto, yo compre... un gatito. ¡E-eso! ¡Killua! ¡Ven aquí y ataca al...!―. Al ver por completo el cuerpo del albino, se sonrojó furiosamente. ―¡¿Qué haces desnudo en mi casa?!

―Ah eso. Así somos entregados a nuestros dueños, se supone que es más fácil y evita que perdamos tiempo en cosas innecesarias como quitarse la ropa. ―respondió con desinterés, encogiéndose de hombros al final―. Ahora, amo. Deje que Killua-chan haga su trabajo~.

―¡A-Alto! ¡Vete!―. Extendió ambas manos como si éstas lo protegieran del muchacho. ―¡Killua! ¡Ven y defiéndeme! ¡Killua!

―Pero amo, aquí estoy ¿De quién voy a defenderlo si sólo estoy yo con usted?

Parpadeó confundido. ―¿Eh?

Sonrió ladinamente. ―Mi amo sí que es extraño, pero bueno, usted es mi primer amo. Espero que lo pasemos bien juntos―. Se inclinó delante de él. ―Por mi parte, me aseguraré de hacer un buen trabajo.

Gon no podía entender la situación. ―E-espera... un... momento...―. Dio un paso hacia adelante, estirando su mano derecha. Rozó con delicadeza y sumo cuidado las orejas blancas sobre la cabeza del albino, quien ronroneo gustoso cerrando sus ojos en el proceso. ―¿T-tú e-eres... Killua?

El muchacho asintió con una sonrisa. ―Mi amo es muy amable ¿Cuál es su nombre?

―...Gon... ―dijo en un murmullo casi imperceptible. Llevó ambas manos a la altura de su pecho, entrelazando sus dedos―. ¿Q-qué es... todo esto?

―Soy su mascota.

―P-pero... yo compré un ga-gatito...

Killua bufó molesto. ―Amo Gon, sé que usted es despistado. ―replicó cruzándose de brazos―. ¿Acaso no leyó la letra chica?

―¡¿D-de qué...?!

Asintió. ―De nuestro contrato ¿No fue usted quién compró mis servicios?

―¿S-servicios?

Volvió a asentir. ―Así es, yo soy un "gato de compañía". ―ultimó señalándose a sí mismo, moviendo su cola de un lado al otro; esto llamó la atención de Gon―. Los gatos de compañía, somos contratados por un mes y prestamos nuestros servicios a quienes nos compraron. Usted. ―. Señaló al moreno. ―Me compró a mí―. Volvió a señalarse. ―Y por ende, estoy a sus servicios durante treinta días…

―Ah, eso tiene mucho senti... ¡No, no lo tiene! ¡Yo quería un gatito de mascota! Que jugara conmigo, durmiera en mi regazo, comiera la comida que le compro y pase tiempo conmigo... no, no qu-quería...―. Al volver a mirarlo, se sonrojó. ―¡Ponte algo de ropa, por favor!

El albino volvió a sonreír. «Él es lindo... mi primer amo es muy lindo. Me sorprende que alguien como él pidiera por nuestros servicios... aunque... » Apartó las manos del rostro ajeno para ver una vez más su rostro apenado. Esa actitud vergonzosa, era demasiado sospechosa. ―Un momento...―. Olisqueó el cuello del moreno, ganándose un ligero estremecimiento. ―Amo Gon ¿Acaso usted nunca...?―. Dejo la pregunta inconclusa, sin embargo, el sonrojo en el rostro del menor era una clara respuesta.

―Ki-Killua...

―Bien, está decidido.

―¿Eh?

―No se preocupe amo Gon, Killua-chan solucionará su problema.

―¿P-problema...?

Asintió sonriente para tomar el rostro de Gon entre sus manos. ―Yo me aseguraré de, antes de terminar el mes, tomar su virginidad.

El silencio los envolvió a ambos, pero fue interrumpido por la repentina carcajada del moreno. Killua contempló extrañado a su amo ¿Acaso había perdido la cabeza? Primero estaba nervioso e incluso incomodo a su alrededor y luego ¡Pam! Se largaba a reír como si no hubiese mañana. El niño sí que era extraño, demasiado extraño.

―Eh… ¿Amo Gon?

―¿T-tú tomarás...?―. Se separó de él, sujetándose el estómago. ―¿Tomarás... mí...?

―No he dicho nada que fuera gracioso―. Le dirigió una mirada fulminante aunque supiera que estaba mal. ―¡Deje de reírse, por favor!

Gon se secó las lágrimas de sus ojos. ―L-lo siento... pero... es muy gr-gracioso...―. Tomó una gran bocanada de aire y terminó calmándose. ―Ya me calme... Killua.

―¿Sí?

―¿Podrías estirar tus brazos hacia adelante?

Obedeció algo extrañado por aquella petición. ―¿Así?

―Sí.

―¿Amo Gon?

―¿Mmm?

―¿Por qué estiro los brazos?

―Para esto...―. Gon cerró sus ojos y cayó inconsciente sobre Killua, quien logró atraparlo a tiempo antes de que pudiera lastimarse.

Lo sostuvo entre sus brazos con sumo cuidado. Se sentó en el suelo y acunó sobre su regazo el cuerpo del moreno, estremeciéndose ligeramente cuando una de las manos ajenas rozó su piel. ―...Eres extraño... ―murmuró mientras acariciaba una de las mejillas sonrosadas―. ..Pero aun así, será divertido estar con usted amo Gon―. Se levantó, con el niño entre sus brazos, y buscó su habitación.

Estos treinta días serían muy interesantes.


¡Nos veremos en la próxima actualización! Que ni idea cuando será, sean pacientes.

Cuídense mucho, les mando besos y abrazos.

Atte: Canciones de Cuna.