¡Hola a todos! Este es un fic que llevo tiempo pensando, creo que va a ser un poco largo y tal vez no les guste como sufrirá Draco. Espero que os guste a todos.

Pareja: Drarry/ Hermione y Ron.

Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K Rowling, amén por ella.

Capitulo dedicado a: sarah1833, con amor y tal como te lo prometí, linda. Espero que te guste.

Capitulo I. El comienzo.

—…Traidor.

— ¿Qué hace esta basura aquí?

—…Debería haber muerto como su padre.

Draco caminaba rápidamente tratando de encontrar un compartimiento vacío, ignorando los comentarios que sus compañeros susurraban a su paso. Aunque había estado preparándose para ese problema durante las semanas que estuvo yendo a ver a su padre, no podía dejar de sentir dolor ante las miradas de desprecio y asco que las personas le dedicaban. Cuando encontró un compartimiento, no dudó en meterse y cerrar con seguro la puerta. Al sentirse solo, suspiró de alivio y acomodó sus cosas. Después de eso, sacó un libro de Hechizos de Defensa, que Lucius le había regalado antes de su muerte. "Léelo con mucha atención y memoriza todos los hechizos que puedas Draco, es fundamental pues la caída del Señor Oscuro es inminente y temo que yo no podré estar ahí para protegerte a ti y a tu madre"

Estaba muy concentrado, cuando de repente unos toques lo sacaron de su lectura y vio que era la Sra. de los dulces. Abrió, examinando unas ranas de chocolate.

— ¿Se te ofrece algo jovencito?—preguntó con dulzura mientras recogía unos dulces que se le habían caído.

—Sí, quiero estas ranas de chocolate— contestó Draco, contando los knuts que traía en las manos.

La Sra. de los dulces volteó y al ver de quien se trataba, su rostro se descompuso, mientras una mueca de miedo aparecía.

—Vete de aquí, no quiero tu dinero manchado de sangre— susurró, mientras empezaba a alejarse.

En los ojos de Draco apareció una sombra de dolor mientras soltaba las ranas como si estas quemaran. Caminó hacia donde estaba anteriormente, para luego observar de reojo como la mujer tiraba los caramelos que el había tomado antes.

Debió haber esperado que algo así sucediera. Después de la guerra, muy pocas personas seguían tratando a su madre y a él. Aún así dolía ver que a pesar de que todos supieran los motivos de su participación al lado de los mortifagos por El Profeta, nadie parecía ponerse en su lugar. Al parecer la sociedad necesitaba alguien en donde poder descargar todo el sufrimiento de los caídos. Una lágrima de coraje recorrió su mejilla, desapareciendo en su boca. Y pensó que para que pudieran rematar con él iban a necesitar más que insultos y rechazos. Si el cabrón de Voldemort no pudo acabarlo, no lo destruirían un par de gilipollas con aires de justicia. Claro que nadie lo preparó para el verdadero vía crucis que iba a padecer en Hogwarts.