Disclaimer: Los personajes de Oscuros pertenecen a Lauren Kate.
Eternidad
Luce dormía apaciblemente ajena a las dos personas que la observaban, cada una de ellas por un motivo distinto; el rubio porque no podía dejar de mirarla. La amaba, y después de tantos sufrimientos, por fin la tenía a su lado, y el moreno porque la odiaba y, a pesar de ese odio que le profesaba, no podía quitar sus ojos de ella.
Cam no la aguantaba, simple y llanamente. Se le hacía insoportable asistir a las miradas de enamorado que Daniel le dirigía y que le eran devueltas con la misma intensidad. Le revolvía las entrañas.
Recordaba cuando eran ángeles y Daniel y él eran inseparables. Ya entonces Cam sentía cosas por Daniel que no podía explicar con palabras, era de esas cosas que había que vivirlas para entenderlas. Y aunque sabía que no era correspondido (tenía la certeza de que el rubio sólo lo veía como a un buen amigo), se conformaba con estar a su lado y pasar buenos momentos.
Pero entonces se convirtieron en ángeles caídos, escogieron bandos distintos y se formó una brecha entre ellos. Ya no era lo mismo, apenas hablaban, y cuando lo hacían era para pelearse. Todo se estropeó definitivamente cuando Daniel conoció a esa mortal, Lucinda. Cam creyó morir. Si en algún momento tuvo la pequeñísima esperanza de que las cosas pudieran cambiar y el rubio lo viera de otra manera, esa creencia se desvaneció en ese preciso momento.
Cada vez que el rubio sufría por la muerte de Luce (porque siempre era tan dolorosa como la primera) el moreno también sufría, pero por él, por tener que verlo tan decaído y triste. Y sólo quería abrazarlo y susurrarle al oído que todo iría bien, que no iba a dejarle solo. Pero pesaba más el que Daniel pudiera rechazarlo que sus ganas de confortarlo.
Fue cuando coincidieron todos en el reformatorio que el odio de Cam hacía Luce aumentó; nunca había estado tan cerca de ella como esa vez y eso le hacía hervir la sangre. La persona que tanto daño le hacía a Daniel estaba ahí, respirando su mismo aire. Y se propuso intentar separarlos. Que sí, que seguro que en poco tiempo iba a morir, como había pasado tantas generaciones atrás y que el destino se encargaba de repetir, pero quería alejarla de Daniel antes de que ese dolor que tan bien conocían ambos (uno porque lo vivía y el otro porque lo veía en la persona a la que amaba) pudiera hacer acto de presencia una vez más.
Así que empezó a hacerse el galante y el romántico para que Luce se fijara en él, y cuando parecía que ella empezaba a caer en sus redes algo o alguien lo estropeaba y debía a volver a empezar. Y aunque en el fondo sabía que tenía la batalla perdida no cejaba en su empeño. No quería volver a ver a Daniel como un alma en pena por haberla perdido de nuevo.
Pero finalmente nada resultó como él había planeado, es más, la cruz que cargaban desde hacía generaciones Luce y Daniel, encontrarse para luego perderse, ya no existía. Ahora podían estar juntos de verdad y Cam no sabía si podría sobrevivir con eso.
Y ahí estaban, en el desván de una casa viendo a la muchacha dormir. Pero el moreno no perdía la esperanza. Dejaría a la naturaleza seguir su curso, que Luce muriera cuando le tocara, y entonces, sí, Daniel volvería a ser sólo para él, aunque tuviera que dejar su bando a un lado.
