No, no soy J.K. Rowling así que no me pidan dinero que no tengo donde caerme muerta XD

Hay personajes en esta historia que no me pertenecen, ya quisiera yo que Sirius fuera mio u.u pero hay otros que son totalmente de mi invención, espero que disfruten, pásenla bien leyendo; sin mas preámbulos los dejo con el capitulo

***

CAPÍTULO 1: NUEVAS GENERACIONES.

Una linda casa se lograba vislumbrar al pie de una colina, era preciosa y por mas que se notaba que era bastante antigua aún relucía como en los viejos tiempos, como solía decir uno de sus ocupantes.

El grito de niños corriendo por todas partes no se hacía esperar, la casa estaba llena, había una reunión familiar y todo mundo charlaba alegremente mientras veía correr a los niños.

-Abuelita, abuelita ven con nosotros

Una pequeña pelirroja con el pelo lacio largo que le llegaba casi a la cintura, unos hermosos ojos grises y pestañas largas se acerco a una señora, le estaba jalando el borde de la túnica para llamar su atención

-¿Qué es lo que quiere mi nietecita?

-Vamos abuelita, cuéntanos un cuento, todos queremos un cuento

La aludida volteo a ver hacia la sala de la casa en donde varios niños esperaban ansiosos su respuesta, no pudo evitar sonreír, se paro pidiendo disculpas y salió rumbo a la casa seguida de su nieta.

-¿Y bien pequeños que historia quieren oír?

-Una de fantasmas- gritaron unas gemelas a la vez

-No, una de fantasía

-Mejor una de terror

Y así comenzó una batalla para ponerse de acuerdo sobre qué historia querían escuchar, el tiempo pasaba y no se ponían de acuerdo por lo que la abuela decidió intervenir

-¿Qué les parece si les cuento como es que todos ustedes acabaron aquí?

Un murmullo de aprobación cundió por la sala y la abuela se puso a relatar la historia.

***

En una solitaria y apartada calle del Valle de Godric, a los pies de una colina, se alcanzaba a divisar el contorno de cuatro casas casi idénticas pero con algunas notables diferencias. Eran de dos plantas, con un amplio jardín, garaje y piscina; la primera tenía una pequeña área equipada con todo lo necesario para hacer parrilladas y tenía tejas de un rojo intenso; la segunda una cancha de básquetbol (deporte muggle adorado por uno de sus ocupantes), tenía una decoración un poco rústica y era de un caoba claro; la tercera tenía una linda fuente en la entrada y era un poco más seria pero igual de linda; la cuarta era la del jardín más amplio, era más moderna y llamativa.

Los primeros rayos de luz solar se filtraban con mayor intensidad en la tercera de las cuatro casas. Era un perfecto día por la mañana de un 26 de Julio, el sol brillaba intensamente, el cielo era de un azul hermoso, la brisa soplaba refrescantemente y la calma se hacía presente en ese pequeño y pintoresco pueblo donde todos los habitantes disfrutaban de una merecidas vacaciones después de un muy agitado año escolar, en especial los habitantes de las cuatro casas bajo la colina.

Remus Lupin abrió los ojos durante esa mañana, bañado en esa apacible tranquilidad. Con mucho cuidado y con el menor ruido posible para no despertar a la mujer que dormía a su lado, se recostó sobre la cama y se desperezo. Se paro con la intención de ir al baño y empezar a prepararse pero al darse la vuelta y toparse con el rostro de Tonks, su esposa, cambio de opinión y se volvió a recostar en la cama; esta vez con la barbilla apoyada sobre sus brazos doblados y con una sonrisa en el rostro.

Entonces al observarla ahí dormida tan plácidamente comenzó a recordar. Se podía decir que Lupin y Tonks se conocían perfectamente el uno al otro, a pesar de no conocerse de toda la vida. Habían ido al mismo colegio de magia, aunque en épocas totalmente distintas, ellos se conocieron a partir de uno de los peores sucesos que marco el inicio de una de las peores épocas de la Comunidad Mágica (época que gracias a Merlín termino hacia bastante tiempo); Tonks era una joven un poco torpe y despreocupada, pero también era una Auror responsable y muy capaz (tanto que con el tiempo llego a ser Jefa de Aurores, cargo que desempeñaba hasta la fecha), Lupin quedo cautivado con ella desde que la conoció pero no le fue tan fácil reconocerlo; Tonks era sobrina de su mejor amigo, Sirius Black, lo que quería decir que era mucho más joven que él, y si a esto le añadimos "su pequeño problema peludo" y el hecho de que Sirius era terriblemente celoso con su sobrina pues… Solo digamos que tuvieron que pasar muchas cosas, aguantar regaños y consejos de otros y mucho más para que Lupin al fin se atreviera a arriesgarse y tener una relación con la mujer que amaba.

De todas formas, su mujer, siempre había sido especial. No era una bruja corriente, era una metamorfomaga, cuando las cosas en el mundo mágico se calmaron y Voldemort fue derrotado Remus y Tonks se casarón y desde ese momento vivían puerta con puerta con las personas más especiales y queridas para ellos; la familia Potter, la familia Black y la familia Weasley. De su matrimonio, había nacido Elam (la metamorfomagia presente en el cuerpo de Tonks anulo los genes de hombre lobo así que su hijo era un chico normal y con poderes de metamorfomago), su hijo de dieciséis años. Los hijos de Sirius, Harry y Ron: Efrán, Sheccid, James y Joshua eran amigos de Elam. Tonks abrió los ojos, y al topar su mirada con Remus se extraño de encontrarlo así, sin embargo sonrió.

-Buenos días, mi amor.- le susurró Remus al oído.

-Hola, Remus.- Tonks se recostó sobre el pecho de su marido y se dejo abrazar. Después de un tiempo de estar así, los dos se levantaron y se dirigieron a lugares distintos.

Remus se dispuso a preparar el desayuno, mientras Tonks subía a "despertar" a Elam. El chico tenía descaradamente prendido el televisor y puesto a lo máximo que el volumen daba en un canal de videos y considerando que eran apenas las 8 de la mañana de un día de verano los vecinos no debían de estar muy contentos con eso; se pregunto cómo era que el ruido no la despertó a ella, y enseguida recordó…la noche anterior Remus había colocado un hechizo silenciador en su cuarto. Maldiciendo la rebeldía de su hijo adolescente que, desgraciadamente, no había heredado nada de ellos (fuera de la metamorfomagia de su parte y el encanto de Remus), subió los peldaños como una furia, tapándose los oídos con las manos y refunfuñando. No es que ella no hubiera atravesado una etapa como la de Elam o que fuera maniática del orden y lo normal pero es que su hijo en ocasiones se pasaba de lo permitido… y en definitiva esa era una de esas ocasiones. Llego frente a la puerta de su cuarto y toco.

-¡Un momento madre!

Se escuchó como si un tractor barriera habitación, un chico de dieciséis años recién cumplidos, con el pelo algo revuelto abrió la puerta. Tonks frunció el seño y miro a su hijo de arriba hacia abajo. Elam era de estatura media, tenía el pelo de un color negro azabache (momentáneamente porque lo podía cambiar a su antojo, sin embargo esa era la apariencia que más le gustaba porque así se parecía a su padrino: Sirius Black), que le llegaba a la altura de los hombros y cuyos mechones, le caían desordenadamente por la frente. Sus ojos eran de un gris profundo y penetrante. Sin embargo, todo el mundo decía que se parecía en la cara a su padre, cosa de lo que él estaba muy orgulloso por que Remus era su ídolo, el chico adoraba a su padre. En aquel momento, estaba sin camisa, llevaba puestos unos vaqueros bajos algo desgastados y estaba descalzo.

-¿Sí?- preguntó poniendo la voz más inocente de la que fue capaz. Pero Tonks lo conocía suficiente como para saber que algo ocurría ahí. Sin advertencia previa lo apartó de la puerta, que obstaculizaba con el cuerpo y entró.

-¡No, espera!-

Demasiado tarde. Tonks había irrumpido en la habitación y casi le da un desmayo. El dormitorio de Elam era amplio y cuadrangular. La cama, cuyas sábanas estaban revueltas y tiradas por el suelo, estaba pegada a la ventana. Tenía dos grandes estanterías repletas de cosas, en donde se encontraba un televisor pequeño y un equipo de sonido. Y es que al chico le encantaban los muggles. Quizás era el hecho de que Tonks había vivido entre ese mundo y el mágico debido a que su padre, el abuelo de Elam, era muggle, y la casa parecía la de un muggle, mezclado con un brujo, o que su padre también era de procedencia muggle, pero Elam siempre había tenido el concepto de que había cosas de ellos que valía la pena disfrutar.

En la mesa de estudio del chico había una pequeña laptop. Las paredes estaban repletas de posters de equipos de quidditch y cricket respectivamente y de modelos muggles con cuerpos estupendos, así como de bandas y grupos de rock. Pero el desastre de las estanterías no era comparable al del suelo. Envoltorios de chicles, botes de coca colas vacías, pergaminos arrugados y un grupo considerable de CD'S se hallaban esparcidos por todas partes junto con cajas de pizza y libros del colegio. Los marcos con fotos de sus mejores amigos o de los de sus padres, también habían volado de sus respectivos lugares.

-Cielo santo..._ susurró Tonks

Elam se limito a encogerse de hombros y hacerse el ofendido mientras paseaba la vista por su habitación decidiendo que ropa se pondría más tarde cuando saliera con los chicos.

-Esta habitación parece la lechuzería pública... ¿Te gusta vivir en un chiquero Elam? Porque…-

-Esto, por supuesto,- dijo Elam sonriendo- tiene una explicación coherente… como siempre- añadió en un susurro para que su madre no lo oyera.

-Me encantaría escucharla.- Tonks esperó durante unos segundos, mientras su hijo buscaba refugio en sus pies y se rascaba confusamente la sien.- ¿Y bien?

-¿Le has comprado el regalo de cumpleaños a Sheccid y James?- Elam soltó una risita, pero al ver el rostro tan serio de su madre, se mordió el labio inferior.

-Hablaremos de esto más tarde.- masculló Tonks con una terrible voz congelante que muy pocas veces se le oía emplear fuera del trabajo.- Ahora vístete decentemente y llama a Efrán. Su coche acaba de llegar. Pero en cuanto vuelvas de comprarle el regalo de cumpleaños a Sheccid y a James tendremos unas palabras Elam.

-Sí, madre.

***

Esa mañana no hubo testigos de la repentina aparición de un Porsche descapotable color negro que aterrizó en la cuarta casa de aquélla pacifica calle. En la puerta de una de las casas de dos plantas, la más moderna de ellas podía leerse un buzón con la inscripción: Familia Black

Jaina Black condujo su coche hasta dejarlo perfectamente aparcado en el interior de su amplio garaje, donde tuvo que tener mucho cuidado con la moto de su marido. Sirius Black se había pasado los quince días que habían veraneado en el sur de España echando de menos a su Silver, como él la llamaba. Jaina se bajó del coche estirándose después de diez horas conduciendo un coche volador. Era un año menor que Sirius, y como él, había sabido conservar el atractivo a lo largo de los años. Desde que se conocían, en su época de estudiantes en Hogwarts, Jaina había tenido una ondulada melena castaña que solía llegar por su cintura y que ahora llevaba recogida en una coleta.

Sirius bajó del coche y sin mediar ni el más mínimo comentario se abalanzó sobre su moto y la montó acariciando el cuero del asiento y el tacto del manillar como si fuese un viejo amigo al que hace años que no ve. Una vez pasado el primer contacto suave, se abrazó a ella sin miramientos y empezó a besar la fría carrocería, mientras que su familia lo miraba como si estuviera loco de atar.

-¡Ay, mi pequeña Silver!- murmuraba entre beso y beso-¡Cómo te he echado de menos! Tú sí que sabes volar y no el cacharro éste de cuatro ruedas que osa llamarse medio de transporte…

-¡Eh!- protestó Jaina- No te pases con mi coche nuevo señor Black

Inconscientemente le hizo una caricia al techo del coche como si quisiese consolarlo. Efrán había permanecido callado mientras observaba a sus padres profesar un cariño absurdo, a su parecer, hacia sus medios de transporte. Efrán tenía diecisiete años y había sabido heredar todo lo bueno de sus padres obteniendo un equilibrio perfecto, del que Jaina solía presumir a pesar de que siempre bromeaba diciendo que había sido concebido con "un pequeño error de cálculo, pero miren nada más que error más lindo". Las largas y oscuras pestañas de su madre hacían una perfecta combinación con el gris de los ojos de herencia Black. Unos preciosos ojos grises que estaban condenados a verse adornados con un flequillo azabache que se empeñaba en ser siempre más largo de lo que a su madre le gustaba.

-Yo voy a subir a mi cuarto, espero que no se pasen horas alabando las maravillas de estos cacharros muggles.

Mientras Jaina cerraba la puerta del jardín, Sirius colocó los baúles en los dormitorios de sus respectivos dueños y fue a preguntar a Jaina de quién era el único que le quedaba en la mano pero antes de que pudiera abrir la boca, Efrán preguntó por el miembro más repudiado de toda la familia para Sirius.

-¿Dónde está Alkes?

Sirius estaba apoyado en el marco de la puerta, cuando su único heredero salió. Ante la pregunta de su hijo se le dibujó una maliciosa sonrisa en el rostro que intentó disimular con una respuesta inocente pero que no funcionó nada.

-Vamos papá, ¿dónde has dejado a Alkes?

-¿Te refieres a ese enviado del demonio, color rojo canela, con cuatro patas y bigotes, muy feos por cierto, que tiene como hobby arañar todo mi cuerpo?

-Sí papá-le respondió entornando los ojos ante la respuesta irónica de Sirius- me refiero a mi gato.

-No lo sé. ¡Ese bicho me tiene manía!

-¿Y qué esperabas? ¿Qué acaso tú no has oído nunca la expresión como perros y gatos?- Efrán no estaba enfadado, más bien estaba disfrutando de tener una nueva oportunidad para reírse un rato de su padre… quise decir con su padre.

-¿Y si te dijera que está en el cielo de los gatos?

-¿Y si te dijera que si le pasa algo a Alkes se lo diré a mi padrino?

-¡No me hables de Remus!- recriminó Sirius con un enfado fingido- Todavía no le he perdonado que te regalase a ese... ese... ¡ese maldito demonio con garras!

-Sabes muy bien, que si Remus me regaló a Alkes fue para vengarse de ti por lo que le hiciste en Navidad.

-Los perros y los lobos se llevan bien, pero los gatos y los perros no.- contestó como un niño enrabietado que no quiere dar su brazo a torcer, mientras se cruzaba de brazos.

La sonrisa perversa que siempre había acompañado a una de sus travesuras le volvió a asomar cuando recordó la cara de su amigo con la "pequeña broma" que le gasto en Navidad, pero esto sólo sirvió para que Efrán insistiese más en la recuperación de su mascota, adoraba a ese gato por el solo hecho de que fuera su padrino quien se lo había regalado.

-Dame a Alkes, papá.- Sirius negó con la cabeza, comportándose como un niño al que le quieren quitar la diversión; obligando a Efrán a usar su última y más efectiva carta- ¡Mamá! ¡Papá no me quiere dar a Alkes!

Jaina apareció detrás de Sirius portando en sus brazos un gato que en cuanto estuvo a veinte centímetros de Sirius empezó a bufar y a erizar los pelos del lomo… el por su parte, gruñó como si estuviese en su forma animaga teniendo que evitar los intentos de arañarle en los que el gato se esforzaba. Efrán lo cogió como si fuese el gato más manso y cariñoso del mundo, realmente no era arisco con nadie a excepción de con su Sirius. Una vez alejado de esa "mala bestia" Sirius volvió a concentrarse en su tarea originaria: averiguar a quién pertenecía el baúl.

-¿Dónde pongo esto?

Efrán y Jaina intercambiaron miradas de complicidad con un toque de nerviosismo como si hubiesen hecho una travesura y Sirius estuviese a punto de descubrirles, él los miró con los ojos entrecerrados intentando encontrar la culpabilidad en sus rostros y por fin supo qué era lo que se traían entre manos… ¿Cómo era posible que no se le hubiera ocurrido antes? No, si esos dos no tenían remedio.

-¡No me lo puedo creer! – Exclamó sobresaltándoles- ¿Más libros?

-Cariño, el saber no ocupa lugar-.

-No me vengas con monsergas de Ravenclaw –le recriminó él moviendo el dedo índice cerca de su cara- y ¿qué es eso de no ocupa lugar? ¿Acaso no has visto el pedazo de biblioteca que tenemos? Nena, tu no recuerdas que apenas el año pasado la remodelamos para que cupieran todos los libros que tú y tu hijo se han dedicado a coleccionar…

-Pues eso que la mitad de los libros están reducidos.- murmuró su hijo al borde de la carcajada al ver la cara que en ese momento traía su padre.

Al ver la desesperación de su padre, le quitó el pequeño baúl de las manos y se coló rápidamente por el hueco que dejaba en la puerta sin darle oportunidad a Sirius de agregar una palabra más. Abrazó a su madre por la cintura con la mano libre y la llevó a la biblioteca mientras Sirius les miraba irritado al ver que habían vuelto a abandonarle por un montón de páginas escritas y para colmo, estaba a menos de un metro de Alkes.

Jaina con la invaluable ayuda de su hijo Efrán había conseguido tener en su casa una fructífera biblioteca en la que junto a libros de Runas y Transformaciones que eran las asignaturas que impartían ella y Sirius respectivamente en Hogwarts, podían encontrarse libros de todas las materias y cientos de novelas de autores magos y destacados autores muggles.

-¿Y este libro?

Jaina tenía un enorme libro con las pastas muy bien cuidadas. El título le hacía pensar que Efrán no lo había adquirido para él: "Crónicas de ascenso al poder: La Biografía secreta de Godric Gryffindor"

-Se lo he comprado a Herm ¿crees que le gustará?- pregunto esperanzado el chico, y es que él y Hermione se llevaban de maravilla.

-Sí, claro seguro que sí. ¿No le has comprado nada a tu padrino?

La misma sonrisa que Sirius usaba cuando tramaba alguna broma o cuando había hecho algo perverso se colocó en los labios de Efrán en ese momento, haciendo que su madre se riera por la similitud entre sus dos chicos.

-Digamos que a partir de ahora el rojo será el color de Remus.

-Mejor no me lo cuentes- dijo rápidamente su madre, era mejor no enterarse de los planes de Efrán y es que su hijo en ocasiones demostraba demasiado bien haber heredado ese encanto Merodeador que la había prendado de Sirius años atrás durante su estancia en Hogwarts, y no quería ni imaginar que le tenía preparado a Remus- Ve si quieres a colocar tus cosas y ya pongo yo estos libros en su sitio. Seguro que luego quieres ver a los chicos.

-Sí, tengo que ir con Joshua y Elam a comprarle el regalo a Sheccid y a James. Además ayer Elam me mandó una carta con Ares diciéndome que tendré graves consecuencias si no le cuento cómo son las chicas españolas

-Este Elam siempre pensando en lo mismo- dijo Jaina sonriente, ignoraba como Remus pudo tener un hijo así- ¡Un momento! ¿Y tú cómo sabes cómo son las chicas españolas?- le preguntó alzando una ceja.

-No tendré que hacerte un dibujo a estas alturas, ¿verdad, mamá?- pregunto irónicamente Efrán mientras salía rumbo a su habitación.

La habitación de Efrán estaba pintada en azul claro, pero casi no se veía el color de las paredes porque las tenía forradas de posters de jugadores de quidditch, pergaminos con lemas sobre la igualdad entre las criaturas mágicas y la justicia y muchas, muchas fotos de su familia y de sus amigos y los padres de éstos; en Hogwarts, durante las vacaciones, antes de ir al colegio cuando apenas eran unos bebés; pero entre todas esas fotos destacaban muchas de Sheccid Potter a la que el chico adoraba, eran inseparables a pesar de que ella era un año más chica que él, y Sirius estaba muy contento por eso… de nuevo un Potter y un Black juntos haciendo de las suyas. Eran una gran familia y no era raro verles pasearse por la casa de los otros como si fueran por la suya propia.

Empezó a sacar cosas del baúl y colocarlas en su sitio. Lo único que a Efrán le gustaba del mundo muggle era la ropa y los libros, ahora no se cansaba de renovar su vestuario con las últimas tendencias.

-¿Qué es esto?

Sirius había entrado en la habitación y había sacado del baúl con la punta de los dedos un delantal con volantes, rojo y muchos lunares blancos. Lo miraba temiéndose que su hijo se hubiese vuelto completamente loco, pero cuando Efrán se dio la vuelta y vio a su padre en aquella pose, casi se cae de la cama donde estaba de pie por la risa. Estuvo revolcándose por la cama unos minutos mientras su padre no variaba la posición.

-Es el regalo para Remus.

Efrán se había agarrado los costados intentando recuperarse pero cuando su padre se enteró de para quién era el modelito le imitó y se tiró en el suelo riéndose a carcajadas así que así estuvieron los dos sin parar de reír imaginándose a Remus cuando se colocara el souvenir… en verdad era gracioso eso había que admitirlo después de todo ¿para qué negar la realidad? Mientras tanto Jaina apareció en la puerta, no se sorprendió de ver a su esposo y su hijo riéndose a carcajadas porque eso era algo normal en ellos, era la consecuencia de traer en la sangre la "locura Merodeadora". Jaina se unió en las risas a su hijo y a Sirius cuando le enseñaron el regalito de Remus, pero fue menos expresiva que ellos y se mantuvo muy divertida sin necesidad de tirarse al suelo. Después de un rato bajaron a desayunar, Efrán tuvo que preparan el desayuno sin mucha ayuda de sus padres por que Jaina y Sirius estaban abrazados en medio de la cocina besándose.

-¿No podrían parar de... de besuquearse todo el día?

Como respuesta sus padres volvieron a besarse, pero ahora riéndose porque sabían que a Efrán esas demostraciones de su amor y su pasión no las llevaba muy bien, aunque en el fondo le gustaba que se quisieran tanto.

-¡Me voy! Voy a ver a los chicos

***

Si el Valle de Godric ya era de por si un lugar tranquilo, un 26 de julio a las 12 del mediodía y bajo un sol de justicia, aun lo era más. Todo el mundo se refugiaba en su casa, refrescándose como podían. Pero la tranquilidad que se respiraba por las calles no se asemejaba para nada al ambiente que había en el número uno, una casa de dos plantas, pintada con un llamativo color rojo, con un jardín más o menos bien cuidado, un pequeño garaje, y un gran espacio que se encontraba equipado con todo lo necesario para celebrar parrilladas. En una de sus habitaciones, se podía escuchar como dos chicos discutían acaloradamente:

-¡Ni se te ocurra! – decía el más alto. Un chico con el pelo azabache desordenado, y unos impresionantes ojos verdes esmeralda.

-¡Que la necesito! – contraatacaba una chica que era por unos cuantos centímetros más baja. Se parecía mucho al chico, nada raro ya que eran hermanos (y además gemelos); aunque su pelo era de un color rojo intenso y le caía formando unos hermoso y ordenados rulos por la espalda; además era dueña de unos hermosos ojos color miel.

-¡Yo también y la lechuza es mía! – sentenció el moreno, de nombre James

-¡Mi carta es más importante!, además no es necesario que le envíes una carta todos los días a Jaziel, total para el rollo sex...sentimental que llevan – dijo Sheccid, esto último en un suspiro con la total intención de hacer rabiar a su hermano…cosa que, naturalmente, consiguió.

-No te metas en mi vida, que ya tengo suficiente con que estés en mi grupo de amigos – le dijo James enfadado. El tema Jaziel era un tema complicado.

Jaziel era el... rollito, palabras textuales de James… el solo quería diversión con una chica, no era como su amigo Elam, hijo de Remus y Tonks, que si podía cada día estaba con una; o como su primo Joshua que se la pasaba ligando con toda la que osara caer en las redes del "sexy pelirrojo", no, él, aunque sin comprometerse demasiado llevaba casi un año haciendo el tonto con la chica; aunque la verdad en el fondo sabía que quería a la chica, pero antes muerto que reconocerlo. Y Sheccid, que conocía a las mil maravillas a su hermano sabía que el tema de la chica de Ravenclaw era su talón de Aquiles y se aprovechaba de eso siempre que quería hacerle enfadar, lo cual era bastante seguido por que se la vivían peleando. A pesar de lo que podría parecer los dos hermanos se querían con locura. James, el mayor aunque solo por un minuto, era capaz de todo para ayudar a su hermana, y Sheccid veía a James como una figura a la cual seguir. Pero cuando se ponían a discutir demostraban ese carácter cabezón Potter. Porque sí, James Orión y Sheccid Deneb eran Potter de pies a cabeza.

Sus padres, Harry y Ginny llevaban juntos desde su sexto curso en Hogwarts y poco después de salir del colegio se casaron y un año después tuvieron a sus hijos. James, un niño precioso idéntico a su padre y Sheccid, claramente con la fisonomía Potter pero con un toque más Ginny, cosa que hacía que tuviera un parecido asombroso con Lily su abuela materna quien ya hacía muchos años que estaba muerta; pero los chicos habían crecido escuchando relatos de boca de Remus y Sirius acerca de sus años del colegio y, para desgracia de Ginny y Harry y la gran alegría de Sirius, el espíritu de James Potter (el padre de Harry) se había apoderado de su hija; a la que ni tardo ni perezoso Sirius había bautizado como Merodeadora, Sirius adoraba a los hijos de Harry por igual pero Sheccid… ella era "su pequeña niña" y tenía un lugar muy grande en su corazón, dándole una muy buena competencia a la otra "pequeña" de Sirius: Silver, su moto. Harry que había estudiado para Auror dejó su trabajo como empleado del ministerio y tras una oferta de la directora de Hogwarts empezó a trabajar junto a Ginny y sus amigos del alma como profesores.

-Bueno ¿qué? – dijo Sheccid de nuevo rompiendo el silencio mientras ponía una sonrisa encantadora marca Sirius – ¿me dejas a Hades o qué?

Hades era la lechuza de James, una preciosa lechuza mensajera gris que le había regalado su madrina cuando entró en Hogwarts, pero que también compartía, para su desgracia con su hermana. Según Ginny para que aprendieran a compartir. Sheccid se hallaba en proceso de convencer a su padre a base de mimos y cariños para que le comprara una para ella.

-¿Qué vas a hacer con ella?

-¿Tú qué crees? ¿Ir al cine? – ironizó Sheccid que tuvo que agacharse ya que James le había tirado una almohada a la cabeza.

-¡¡Niños!! – Se escuchó la voz de Harry desde abajo- dejen de pelear y bajen ya.

Mandándose miradas envenenadas los dos bajaron rápidamente al salón donde Harry, los estaba esperando sentado en el sofá. Por lo visto tenía la intención de salir porque iba con vaqueros y una camisa azul.

-¿A dónde vas?– le preguntó James con curiosidad mientras miraba con algo de recelo como Sheccid daba un pequeño abrazo a Harry. Sheccid era la mimosa de la familia y si te despistabas se te echaba encima. Harry, siempre decía que eso lo había sacado de su madre y de la mala influencia de Sirius.

-He quedado con Ron para que me cuente su maravilloso viaje a París- le dijo a su hijo mientras hacía una cara de suplicio. Los niños rieron sabedores que Harry tenía muchas ganas de ver a su amigo. Antes de que los Weasley marcharan a París ellos habían viajado a New York. Y cuando ellos regresaron hacía una semana los Weasley no habían regresado de sus vacaciones de París- y hablando de quedar-retomó Harry- pasando un brazo por los hombros de sus hijos- Elam quiere verlos- anunció – pero lo siento, mamá los está esperando.

-Yo no he hecho nada - dijo James esperando que no lo llamara por cómo había dejado la última vez el garaje mientras experimentaba con unas piezas antiguas de una moto. Ya que sus padres no querían comprarle una y ni que Sirius se la regalara, había empezado a interesarse en la mecánica y con la esperanza de poder construirse alguna algún día, había empezado a "traficar" con piezas de motos antiguas. Que Elam pudiera cambiar de aspecto a su conveniencia tenía sus grandes ventajas.

-No te llamaba por nada en especial- dijo Harry entrecerrando los ojos mientras Sheccid intentaba aguantarse la risa ante la cara de "he metido la pata" que puso su hermano- pero ahora ya sé que debo encontrar lo que has hecho. En fin, luego hablamos- Harry no estaba enfadado para nada pero le encantaba lo inocente que podía ser su hijo algunas veces- quiere que la acompañen a comprar para la fiesta de mañana.

La fiesta de mañana era la celebración del décimo sexto cumpleaños de James y Sheccid y también sería una especie de reencuentro de las cuatro familias, dado que casi no se habían visto durante lo que había pasado de verano todos esperaban ansiosos la reunión.

-¿Y por qué tenemos que ir?- dijeron a la vez James y Sheccid con cara de fastidio, se morían de ganas de ver a Elam

-¿Quieren una fiesta mañana? – les pregunto Harry pacientemente

-Sí.

-¿Quieren comer mañana en la fiesta? – volvió a preguntar.

-Sí.

-Pues no se quejen y vayan a ayudar a su madre, vayan- sentenció dándoles unos amistosos golpecillos en la cabeza James y Sheccid se fueron murmurando incoherencias en busca de su madre.

***

Un teléfono sonó en la segunda de las casas de la colina consiguiendo romper el silencio que hasta ese entonces solo era perturbado por el constante repiqueteo de un balón de basquetball, una castaña fue a contestar, intercambio algunas palabras con el interlocutor y luego grito:

-¡Joshua, teléfono! Te llama Elam

Un chico: el hijo de Ron y Hermione Weasley, que era una mezcla extraña de sus padres pero que al igual que Efrán había sacado lo mejor de cada uno; era inteligente como su mamá pero divertido y travieso como su papá, el primero de la clase y un buen jugador de Quidditch, pelirrojo, con pecas y unos hermosos ojos azules que hipnotizarían a cualquiera; nada afecto a las normas y un gran bromista debido a la influencia de sus tíos Fred y George, dueños de la mejor tienda de bromas: Sortilegios Weasley; y por si eso fuera poco debido a la "nada sana influencia que Sirius deja en ti" con palabras textuales de su madre; era igual o peor que Elam y había recibido el titulo de Merodeador, lo cual según Sirius era un GRAN honor por que él era el único sin parentesco directo con alguno de los Merodeadores pasados.

-Voy mamá- Joshua entro corriendo, había estado afuera jugando básquet (deporte muggle que le encantaba), contesto con ansiedad el teléfono- había extrañado horrores a su mejor amigo- ¡Elam! ¿Cómo estás?

-Yo bien Josh… pero seguro no tanto como tú, ¿Qué tal las francesistas?

-Elam si quieres saber ve a Francia, yo no soy tu agente de viajes

-Si serás… bueno te hablo por que Efrán acaba de llegar y quedamos para dentro de media hora, ya sabes hay que ir por el regalo de James y Sheccid

-Sí, sí, ya se… aunque te digo esas cosas que tengo por primos no se lo merecen, no me han mandado ni una sola lechuza en lo que va de verano, ¡tendrán cara! pero bueno… estaré en tu casa en un momento ¿sí? Tú dame media hora para bañarme y estaré ahí

Joshua Carl Weasley colgó el teléfono para encontrarse con su madre que lo miraba entre divertida y enfadada

-¿Vas a salir?

-Sí, voy con los chicos a comprar el regalo de mis primos

-Aja… Joshua ¿Qué te dije respecto a tu habitación?

El pelirrojo sonrió inocentemente a su madre, estaba en problemas lo sabia pero no todo estaba perdido si jugaba inteligentemente sus cartas…

-Bueno mami, veras yo he estado tan ocupado haciendo los deberes que no he tenido tiempo

-No me quieras ver la cara Joshua, que se que no tienes deberes atrasados, los hiciste todos antes de irnos: Sirius, Harry, Ginny, Remus y Jaina no les dejaron deberes así que o hay materias nuevas en Hogwarts que yo no sepa, cosa bastante improbable, o te atrape mintiéndome jovencito. Quiero tu cuarto arreglado o no vas a ningún lado

Joshua iba a protestar lo que hubiera sido una pésima idea pero fue salvado por la campana… o más bien por su padre

-Vamos cariño no seas así- Ron Weasley ingreso al lugar donde se encontraba su esposa y su hijo, rodeo a Hermione por la cintura y continúo- estamos regresando de vacaciones, el chico muere por ver a Elam y Efrán y además cariño mañana es el cumpleaños de tu ahijado y mi linda ahijada así que… ¿no dejaras que vaya por sus obsequios? Mira que son sus primos preferidos cariño

Ron y Joshua pusieron una cara tan inocente... la misma que Hermione no podía resistir y ellos lo sabían

-Bueno de acuerdo pero regresando lo arreglaras

-Claro mamá ¡Eres la mejor!- y dándole un beso a su madre salió por la puerta rumbo a su habitación para prepararse e ir a casa de Elam.

-¿Has oído eso Ron? … soy la mejor- dijo Hermione sin creérselo, y es que su hijo no solía decirle esas cosas, no es que no la quisiera pero su madre no se ponía muy contenta con las que liaba Joshua y como la liaba muy seguido pues se enfrentaban bastante seguido y si a esto le sumamos que el chico saco el carácter de su padre ya pueden ir imaginando esas peleas…

-Lo dijo solo por alagarte nena, el me adora mas a mi

-Si serás malvado Ronald- En ese momento una lechuza ingreso en la casa-¡Genial!, estamos llegando y ya me molestan del ministerio- Hermione tomo la carta, la leyó y se dirigió a su esposo- saluda a Harry de mi parte, debo ir a la oficina.

-Pero si acabamos de llegar y aún estas de vacaciones- comenzó a protestar Ron

-Los inconvenientes de ser Ministra mi amor- dijo su esposa dándole un tierno beso en los labios

Ron asintió, entendía perfecto las responsabilidades de su esposa; y es que Hermione era ahora la flamante Ministra de Magia y la primera bruja de origen muggle en lograrlo, el estaba muy orgulloso de ella y siempre al apoyaba en todo. Se despidieron y cada uno salió rumbo a su destino.

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Bueno, se espera todo tipo de comentario, cualquiera será bien recibido, gracias por leer. Saludos