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INTERCAMBIO ESPECIAL NÚMERO II – Proyecto 1-8
Mendiga: ¡Japiera!
Fic para el Intercambio Especial Aniversario II del Foro Proyecto 1-8.
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A POR TODAS
Ese día le tocaba cocinar a Daisuke.
Siempre le tocaba cocinar a Daisuke, visto que era el estudiante de cocina del grupo. Fuera la cena en su casa, en la de Yamato o en la de Taichi como esta vez, el encargado de cocinar era él. Todos lo sabían, y sin embargo tenían una especie de pacto silencioso por el que simulaban felicitar al dueño de casa por comida que era sabida y firmada obra de Daisuke.
A él le funcionaba, no solo porque practicaba, sino porque secretamente se llevaba los laureles sin recibir reclamos por hacer comida muy salada o por pasarse en la cocción. Porque claro que si nadie lo iba a felicitar a él directamente por haberse pasado dos horas en casa de Yamato cocinando, tampoco iban a echarle en cara que ese supuesto ratatouille que había preparado fuese tan… vegetariano.
Y es que Yamato tenía ascendencia francesa, así que le había parecido lo más natural del mundo hacer un plato foráneo, sobre todo si le serviría para juntar puntos extras en su clase de Comida Mediterránea, que tanto le costaba.
Y si se le había pasado un poco el aceite y había cometido ese error de principiante al cocinar todas las verduras juntas desde el principio en vez de unirlas recién al final, pues quien se llevó los coscorrones y críticas de sus amigos fue el rubio.
Daisuke ya se había acostumbrado a salir indemne de sus locuras culinarias cuando, muy a su pesar, le tocó cocinar en lo de Taichi un particular fin de semana de abril. Yagami tenía sus propios planes para esa noche, que si bien no implicaban acercarse a la cocina de Motomiya, acabaría con consecuencias desastrosas para el joven estudiante y le arruinaría su impoluto patrón de relaciones amistosas con los digielegidos mayores.
─No tienes que hacer nada, yo me encargaré de toda la logística. Será más que divertido ─le había dicho su ídolo, y Daisuke había asentido una y otra vez como maniático, porque así lo hacía cada vez que Yagami ideaba un plan.
─No solo en tu conciencia, también en tus pesadillas ─le había dicho Koushiro finalizada la jugarreta, a él que tan solo había cocinado el sushi. Y aunque Daisuke no se asustó en ese preciso momento, no tardó en aprender que las amenazas de Izumi eran de sufrir.
─No tienes que hacer nada, yo me encargaré de toda la logística. Será más que divertido ─comentó Taichi mientras desparramaba la cocina postiza de Daisuke.
Mezcló el salmón rosado con el durazno, combinó la palta con el sésamo y revolvió el arroz sin permiso. Recortó las algas con tijera, les espolvoreó sal por las dudas y las tiñó con salsa de soja, porque le parecieron un poco pálidas. Daisuke un poco lo persiguió, otro poco lo dejó hacer, sobre todo al final cuando supo que se quedaba sin tiempo y lo mandó a presentar la comida en los platos.
─¿Por qué está el wasabi dentro de la salsa de soja? ─consultó Iori apenas instalado.
─Daisuke me explicó que esa es la última moda en la cocina contemporánea ─mintió Taichi, quien no tenía la mínima idea de que era ese wasabi del que hablaba el pequeño.
Él lo único que sabía es que al sushi se lo comía con mucha salsa negra, así que para ayudarlo mientras limpiaba su cocina había aprovechado para bañarlo todo con ella: las verduras, el jengibre, el salmón en rodajas y aparentemente ese tal wasabi.
Solo habían permanecido impecables las benditas galletas de la fortuna que desencadenarían la hecatombe en la ciudad, y especialmente entre las chicas del grupo…
Takeru había sido el primero en terminar de comer y de bajarse él solo un litro de agua fría, ya que lo salado no sería de su agrado. Ken siempre había sido el educado del equipo, por lo que se había dedicado a conversar amigablemente mientras Taichi le echaba más salsa al sushi que tanto trabajo le había llevado a Daisuke. Y Jyou, pues… él se había traído su vianda, porque desde el episodio con los huevos en el digimundo no confiaba en el paladar de sus amigos.
─Como Daisuke no ha preparado postre, me he escapado al restaurante chino de la esquina y he traído unas sorpresitas ─técnicamente lo que decía Taichi no era cierto: él tenía un postre preparado, pero había debido invertir ese tiempo separando el salmón del durazno y reciclando los retazos de algas nori que le iban a servir.
Pero el punto es que fue con esas fatídicas palabras que Taichi introdujo las galletas de la fortuna en la apacible velada…
─La fortuna se viste de amarillo para entrar por debajo de la puerta ─poetizó Takeru. Yamato abrió y cerró la boca mirando confundido a su hermano pequeño.
─¡Antes de abrirlas tenemos que pedir que se alejen los malos espíritus! Nos traerán pura mala suerte ─a pesar de haber seguido ciencias en la universidad, Jyou no había logrado que sus supersticiones amainaran─. Al menos deberíamos arrojar sal a nuestras espaldas…
─La mala suerte no existe, Jyou. Tan solo los digimons malignos ─replicó Koushiro, tomando al azar una de las galletitas.
─¡No! ─Taichi le arrebató la galletita de las manos y se la arrojó a Daisuke, quien la detuvo con la cabeza como si hubiese sido un pequeño balón de futbol.
─¿Pero qué problema tienes, Tai?
─Sé muy bien que a esa la estuvo mordisqueando Motomiya antes de que llegaran; si no le damos un entretenimiento, se engulle toda la comida que tanto demoré en cocinar.
Entre protestas de Daisuke y un Koushiro con una gruesa y roja ceja levantada, Taichi entregó las galletas una por una.
─"Aprobarás el ingreso a abogacía" ─leyó el más pequeño, perplejo.
─"La música será un camino de regreso" ─lo siguió Yamato, una vez más abriendo y cerrando la boca confundido como un pez.
─"Tu profesor no notará el error en la pregunta 3.b del examen de la semana pasada" oigan, yo no he rendido ningún examen la semana pasada… ─Taichi le arrebató el papel a Ken de las manos.
─Este no es tuyo, tramposo ─le espetó mientras le arrojaba la galleta abierta a Jyou─. No se debe tentar a la suerte, Ichijouji.
─¡Si serás animal, Tai, ese papel le tocó en buena regla a Ken, no es de Jyou! ─le recriminó Yamato.
─La suerte de los papeles es encontrar por suerte a su adecuado receptor ─concluyó su hermano, para a continuación leer el suyo.
››"El rosado
››Es burbujeante
››Cuando canta"
››…
››¿Qué es esto? No tiene ningún sentido.
─Bienvenido al grupo… ─murmuró Taichi, aprestándose a leer el suyo─. "Te recibirás con honores, conocerás a la mujer de tu vida, tu hermana no se casará jamás y viajarás por el mundo defendiendo los derechos de los digimons."
─¿Todo eso dice tu papel? ¡Esto está arreglado! ─Yamato intentó ahora arrebatárselo a Taichi, pero él lo levantó en el aire, fuera de su alcance.
─Ya lo dijo el poeta de tu hermano, "la suerte es reconocer cuando los papeles traen suerte", déjame a mi suerte en paz.
─Takeru no ha dicho nada como eso… ─apuntó Iori por lo bajo, sin lograr atraer la atención.
─Es porque la suerte de los héroes es caminar de espaldas al futuro ─le respondió el joven poeta.
─¿Por qué entonces yo no tengo galleta de la fortuna? ─Ken trató de hacerse entender entre el barullo, pero con Yamato saltando para quedarse con el papel de Taichi, Daisuke reclamándole a los gritos a Takeru que hablara en japonés y Iori intentando lograr la calma con toda la fuerza de su serena voz, lo único que entendió con precisión fueron las palabras de Jyou Kido.
─"Miyako Inoue hará el amor contigo a principios de mayo".
Semejante afirmación de boca de Jyou sirvió para detener la escandalosa conversación, pero también para que los vestigios de la semilla de la oscuridad volvieran a hacer eco en Ichijouji.
─Suelta ese papel y retírate ─le ordenó, con voz calma y ojos fríos como el káiser.
─Esto es todo un malentendido Ken, este es tan solo el papel que te estaba faltando ─Taichi intentó ponérselo en las manos, pero el joven continuó mirando fijamente a su senpai.
─No has realizando ningún ritual de purificación previa lectura de estas galletas embrujadas. Espíritus malignos te esperarán esta noche debajo de la cama y dentro del ropero.
─Ichijouji, que Jyou no tiene ocho años… ─murmuró Daisuke rascándose la cabeza.
Sus palabras no surtieron ningún efecto, pero las de Ken sí: atropelladamente y pidiendo disculpas, Jyou Kido se levantó de la mesa tirando parte de los vasos al chocarla en un intento desesperado de huir de la mansión de la mala suerte.
─¿Se fue?
─Se fue ─afirmó Yamato. Daisuke abrió los ojos como platos mientras Koushiro buscaba su celular para llamar a Kido y tranquilizarlo.
─Aún no he abierto mi galleta de la fortuna. "Tu comida será más famosa que la música de Yamato." ¡Que buena onda mi galleta, hasta sabe los nombres de mis amigos!
Yamato, un poco ofendido con la tarjeta, otro poco exasperado porque Daisuke fuera tan tonto, le desparramó el pelo con furia, causándole dolor y reclamos. Mientras esto acontecía, Koushiro muy tranquilo había abierto su galleta. Solo Taichi, expectante, lo observaba.
Vio el momento exacto en que la información fue procesada por el cerebro del súper genio. Notó que sus labios se crispaban y que le temblaban las aletas de la nariz. Sus ojos, de por sí negros, destellaron solo para reflejar una atrapante oscuridad. Hasta el día de hoy Taichi jura que vio como sus cabellos rojos se electrificaban, generándole un molesto frizz en el tope de la cabeza.
Hasta el día de hoy, Daisuke jura que si bien no se asustó en el primer momento, pudo sentir como el Koushiro serio, inteligente y cooperativo se iba por una canaleta.
─¿Se supone que esto es una broma? ─fue lo primero que dijo.
Yamato y Daisuke interrumpieron su juego peligroso y Takeru dejó de soñar despierto con la fortuna. A Taichi se le iluminaron los ojos. Apoyó ambas palmas sobre la mesa e irguió el cuerpo, dispuesto a escuchar las próximas palabras de su amigo. Iori y Ken se miraron incómodos, como hacían siempre que terminaban inocentemente implicados en un plan Yagami.
─Yo también me voy ─arrojó los pedazos de galleta con furia sobre la mesa y recogió su abrigo.
─¡Izzy, un momento, que aún no nos dices que te depara la fortuna! ─reclamó Taichi, al borde de la carcajada.
Pero como Koushiro ya se iba, Daisuke lo persiguió hasta la puerta, no dispuesto a que su fiesta se echara a perder por la deserción de dos de sus amigos.
─Espera, Izzy, ¿por qué no nos dices que sucedió? Estas tarjetas son solo una broma de Taichi, no hay que tomárselo en serio… ya dijo Takeru que la única fortuna que existe es la que entra por el ojo de una aguja…
Pero el calmado Izumi, con una mano sobre el pomo de la puerta, apenas se giró a mirarlo de costado. Daisuke, un poco, se heló, porque los ojos de su compañero solían estar llenos de curiosidad, de emoción al estar a punto de realizar un nuevo descubrimiento o de simpatía cuando los veía salvar al digimundo ellos solos. Lo que vio ese día en la profundidad negra de esos ojos no lo olvidó nunca, y tampoco pudo describirlo con exactitud, porque las palabras nunca fueron lo suyo.
Vio algo así como… un cachorro de perro malvado, a punto de destrozar con ahínco el jardín de sus dueños, que en realidad no eran sus dueños sino las personas que le daban de comer en la esquina.
─Tú también eres responsable de esto ─le dijo el cachorro malvado a punto de destrozar con ahínco el jardín de sus dueños, que en realidad no eran sus dueños sino las personas que le daban de comer en la esquina.
─¿Yo? ¡Pero si yo tan solo cociné el sushi! ─le replicó, ofendido.
─No solo en tu conciencia, también en tus pesadillas ─fueron las últimas, y proféticas, palabras de Koushiro Izumi antes de abandonar el departamento.
Luego del portazo se escuchó la escandalosa risa de Taichi, mientras mostraba a sus amigos el papel que la "fortuna" le había acercado al pelirrojo. "No la vas a poner nunca."
Daisuke observó la puerta, nervioso por la amenaza que el calmado y centrado Koushiro acababa de lanzarle.
Si tan solo hubiera sabido donde se lo iba a cruzar prontamente…
La primera parada de Koushiro Izumi fue la casa de Mimí Tachikawa, y ocurrió unos pocos días después de acontecida la "broma". Casualmente ese día salió temprano de la universidad y casualmente le quedó de paso la casa Tachikawa, la que estaba geográficamente ubicada a tres barrios de su casa de estudios.
Mientras esperaba entre cojines rosas y dorados que ella regresara con el té de la tarde, observó satisfecho la habitación donde llevaría a cabo la primera parte de su plan. Mimí había pintado las paredes de rosa viejo y fucsia en una alocada tarde de primavera en que él y Sora habían acudido en su ayuda luego de una ruptura amorosa. A las estanterías ─porque quien dijera que Tachikawa jamás leía un libro, se equivocaba─ les había realizado un découpage dorado, y con cintas del mismo color había adornado los cuellos de los numerosos peluches que mantenía de sus épocas de niña (esas en que no quería que la gente viera al peluche Palmon para que no pensaran que tenía mal gusto…).
Koushiro se sentía dentro de un cofrecito en la habitación de Mimí. Un cofre era un lugar seguro y uno donde guardar cosas que jamás salieran a la luz. Y esas dos cualidades eran las que lo habían llevado a casa de su amiga… a sabiendas de que, de todo cofre, una vez abierta la puerta, se pueden retirar selectivamente los objetos necesarios…
Pero solo por las dudas, jugueteó un poco en la computadora de su amiga…
─Te noto cabizbajo. No necesité que vinieras para notarlo: hoy vi que tu ascendente zodiacal entró en coalición con la constelación de escorpio. Por eso puedes sentirte triste y desamparado ─Mientras revolvía el té con miel, su coleta castaña se balanceaba.
Triste y desamparado. Por una vez, los exigentes estudios astrológicos de su preciosa amiga le vendrían como anillo al dedo.
─Lo lamento Mimí. Creo que tienes razón; no es mi intención agobiarte con mis penas de universitario estresado. ¿Te parece si mejor me cuentas lo que estuviste haciendo estos días?
─¿Agobiarme, a mí? ¡De ninguna manera! Lo que más quiero es serte de ayuda en este complicado momento astrológico que estás viviendo.
Koushiro le sonrió, tímido. Miró hacia el suelo, para que ella pensara que se le habían sonrojado las mejillas, lo cual no había sucedido. Luego levantó la vista y la miró con sinceridad ─con toda la sinceridad de que era capaz un amigo con un plan y con una víctima…
─Realmente preferiría que me cuentes como te está yendo en la universidad.
Mimí pensó que, con un poco de charla de paso, él se relajaría y finalmente le contaría que era lo que le sucedía. Así que sorbiendo de golpe su té, se dispuso a iniciar la conversación.
─En la facultad de nutrición nunca hay comida light en la cafetería. Y como los recesos son cortos, no hago a tiempo a salir del edificio para conseguirla en otro lado. Además, aún escriben con tiza y el polvillo se desparrama por el aire y se enreda en mi pelo. ¡Juro que a veces parezco cocainómana! Te reirías si me encontraras en esa situación.
Koushiro rio abiertamente; fue una risa forzada, con toda la intención de que ella lo notara. Mimí lo miró suspicaz y volvió a sorber su té antes de proseguir su historia.
─Tampoco me gustaban las chicas. Todas tienen algún complejo alimenticio en su pasado, yo no. Por eso no me entendían y me excluían. Se la pasaban hablando de amenorrea, lanugos y no sé qué cosas feas que no me interesan. ¡Yo quiero enseñarle a la gente a comer rico, pero saludable y originalmente! No hacerme mala sangre por si mis pacientes tienen mal aliento o los dedos amarillos. ¡Así que me fui!
─¿Te fuiste? ¿A dónde?
Esto tomó por sorpresa a Izumi, quien si bien estaba acostumbrado a las locuras Tachikawa, no estaba al tanto de que hubiera abandonado otra carrera más. Inconscientemente, se había dejado envolver en la suave voz de soprano de su amiga, y casi había olvidado que había acudido ahí con un plan.
─Me cambié a fonoaudiología. Es justo enfrente y comparten algunas materias básicas que no deberé volver a estudiar. Además, siempre hay estacionamiento y tienen dos opciones de menús diarios, y uno es vegetariano. No será estrictamente light, pero cumple la función.
Satisfecha con su historia, Mimí terminó su té y obligó a Koushiro a engullir dos de sus galletas de sésamo con cardamomo. "Si las espolvoreas con canela, saben como a una noche templada de primavera" le había dicho ella una vez, y él nunca había olvidado esa demostración tan gráfica de conocimiento culinario.
Mientras él bebía las últimas gotas en su taza, la cual ella se apresuró a volver a llenar, meditó de qué manera llevar la siguiente conversación al punto que deseaba. Nunca se le había dado la actuación, pero el odio mueve montañas; no, ese era el amor… que más daba, los opuestos se atraen así que si una galleta podía saber como la primavera, bien podía el odio mover una montaña.
─Discúlpame si mi presencia no resulta todo lo agradable que podrías esperar, Mimí. Temo que las constelaciones realmente me estén afectando ─Koushiro agachó la cabeza, apenado. Mimí comenzó a enternecerse.
─Izzy, ¿acaso ha ocurrido algo en estos días que no me quieras contar? Quiero que sepas que siempre, siempre siempre, puedes confiar en mí.
"Sí, hasta que Miyako se entere" pensó el pelirrojo, con aspecto abatido.
─Nada que se pueda solucionar. Vine a visitarte para saber como estabas, no para enloquecerte con mis problemas personales.
Mimí se apretó el corazón con una mano, mientras apoyaba la otra en su mejilla y lo miraba emocionada.
─¡Izzy, estoy tan contenta! Es la primera vez que te veo afectado emocionalmente. ¡Me tienes que contar, me tienes que contar! ─lo zarandeó de la ropa con ambas manos─. No se lo voy a contar a nadie, a NADIE ─remarcó─. Va a ser nuestro secreto, nuestro primer secreto, ¡por favor! Puede ser el sello de nuestra amistad.
Koushiro le regaló media sonrisa y ella se apretó más el corazón.
─Es una historia vergonzosa… no me sentiría bien contándotela, lo lamento.
─¡Oh, por favor, por favor! Seguro yo puedo ayudarte a ver el vaso medio lleno en esa historia: ¡seguro! Me hace mucha ilusión que confíes en mí… ─los ojos de Mimí brillaban emocionados, y convencieron a Koushiro de dar el brazo a torcer.
─¡Pero júrame que no se lo dirás a nadie, estoy confiando en ti!
─Pinky swear ─le dijo Mimí, uniendo su dedo meñique con el del pelirrojo. Sus uñas estilizadas hacían que su dedo pareciera el más largo de los dos.
─Hace unos días cenamos en casa de Taichi ─Mimí asintió, ya que la información era de público conocimiento─. A él se le ocurrió esta tonta broma de darnos a cada uno una galleta de la fortuna─
─¡Amo las galletas de la fortuna! Siempre me traen mensajes positivos ─lo interrumpió─. De hecho en algún lugar guardo todas las que me han tocado. ¿Traes la tuya contigo? Tal vez la puedo agregar a mi colección.
─… pero a Tai se le ocurrió corromperlas, cambiando los papeles originales por unos de su propia fabricación…
─¿En serio? Pues ¡que original! Jamás se me hubiera ocurrido que Tai fuera tan creativo. ¡Ya cuéntame que buena suerte te tocó!
─Lo haré, Mimí, si dejas de interrumpirme ─le sonrió él, y ella se sonrojó. "Lo siento" murmuró─. Pues bien… mi papelito de la "buena suerte" decía algo como este que tengo entre mis manos…
Con sus finos dedos retiró de su bolsillo un papel cuidadosamente doblado al medio, pero muy toqueteado. Mimí pudo darse cuenta de que lo había abierto y cerrado numerosas veces, sin dudas Koushiro lo revisaba constantemente. ¡Debía ser algo muy bueno! Impaciente por naturaleza, se lo arrancó de las manos y los desdobló.
Si bien Tachikawa era de por sí muy blanca, él pudo ver como palideció al posar sus preciosos ojos color miel sobre el papelito que replicaba el del escándalo. Inquieta, lo miró a los ojos para luego volver a posarlos sobre el papel. Lo arrugó, pero recordando que no era de ella, lo volvió a desdoblar y trató de alisarlo apoyándolo bajo su pierna. Koushiro observó todo ese ritual entretenido.
─Oh, Izzy, es tan solo una broma de mal gusto, no deberías estar triste por ello… ya sabes como es él, jamás se ubicó y no veo que toda su preparación diplomática vaya a hacer alguna diferencia… ─dijo, tratando inútilmente de consolarlo. Él permaneció un rato en silencio.
─Sé que fue una broma, pero creo que fue una malintencionada.
─Taichi puede ser un desubicado, pero no sería capaz de cometerte una maldad frente a todos tus amigos adrede.
─¡Pero lo hizo, Mimí! ¿Y si lo que dice ese papelito es verdad? ─gritó, afectado, y Mimí creyó ver lágrimas en sus ojos. Enternecida, volvió a apoyar una mano sobre su corazón.
─Izzy, ¡claro que no es verdad! Tai se toma todo a la ligera y eso incluye a sus relaciones sexuales, pero no tiene por qué ser así para todos y mucho menos para ti. Para algunos de nosotros es importante conocer bien a la persona con la que daremos ese paso y hacerlo a su debido momento. No te desanimes ─Mimí le acarició el brazo mientras hablaba. A Koushiro le pareció que tenía la palma muy suave.
─Hace tiempo pienso que esa persona nunca va a aparecer. Y que si aparece, no se fijará en mí… Taichi solo vino a confirmarlo por mí…
─¡Claro que se fijará en ti, tonto! Ninguna chica en su sano juicio no lo haría ─le agarró ambas manos y le sonrió con confianza.
─¿Pero en qué se fijarían, Mimí? ¿En que prefiero hablar con una computadora que con ellas? ¿En que tengo tan solo once amigos de carne y hueso pero conozco a personas de todos los países virtualmente? ¿En que ordeno mis horarios de sueño en base a las conferencias via Skype que tengo con personas de distintos países del mundo?
─¿En serio ordenas tus horas de sueño en base a conferencias via Skype con personas que no conoces? ─inquirió, sorprendida. Él suspiró.
─¡¿Lo ves?! ¡Ni siquiera a ti, mi mejor amiga, te parece interesante mi vida!
─¡¿Yo soy tu mejor amiga?! ¡Oh, Izzy, y tú eres el mío! ─Mimí continuaba yéndose del tema y Koushiro comenzaba a perder la paciencia, por ello decidió pasar al plan B.
─Creo que mejor me retiro. Ya he abusado en demasía de tu paciencia y amistad, querida Mimí ─le informó decorosamente.
─¡Y encima hablas tan elegantemente! No sé qué chica podría resistirse a tus encantos, Izzy, ¡tienes tantos!
─¿Cómo cuáles? ─preguntó, volviendo a sentarse junto a ella.
─Primero que todo, tu curiosidad. ¡Y no lo digo por tu emblema! ─comenzó Mimí, contando con los dedos─. Siempre puedes hablar sobre cualquier tema, y aunque te esfuerces por parecer indiferente y serio, la verdad es que te resulta fácil hablar con las personas porque siempre tienes algo interesante que decir. Ninguna chica se resiste a un chico que le sigue el hilo de sus historias y replica en forma interesante.
››Tienes el par de ojos más lindos que he visto. Y lo digo en serio: no solo porque nadie los tiene de tu color, sino porque son tan negros que brillan más que la purpurina. Cualquier persona que te ve sabe que ese brillo significa que estás emocionado por algo: ¡que siempre estás emocionado! Has salvado el mundo y lo has visto todo en internet pero aún no has perdido la capacidad de sorprenderte, por eso sigues navegando por la web. Ese brillo de tus ojos es irresistible ─Mimí le sonrió y Koushiro sintió una sensación extraña en su interior.
››Por otro lado, y a diferencia de Taichi, siempre te ubicas en la situación en la que estás: si debes estar serio, contento, comportarte en forma valiente o incluso indiferente. Nunca se te escapa cual es la actitud correcta que debes tomar ante cualquier situación. Estoy segura de que nunca serías capaz de ofender a una chica diciéndole que se ve gorda o que no está vestida para la ocasión. Creo que siempre tienes la palabra justa en tus labios.
Koushiro pensó que a esa última idea Mimí no la había analizado mucho, ya que él, seguro, no era la clase de chico que sabía como reaccionar entre mujeres. Por lo general, frente a desconocidas, le traspiraba la parte alta de la espalda y por unos segundos perdía la capacidad de analizar fríamente las circunstancias. Enseguida recuperaba la compostura, pero pensaba que esos primeros segundos de indecisión eran los que alejaban a tantas chicas de sí.
Y ahora estaba haciendo lo mismo: Mimí, quien tan amablemente le había listado sus virtudes, ahora miraba distraída ─¿y algo decepcionada?─ por la ventana de su dormitorio.
─Nunca nadie me dijo tantas cosas lindas ─bueno, esa frase tal vez sonaba un poco homosexual; seguramente sería otro motivo de burla para Taichi y compañía.
─Tonto, ¡si hasta me he quedado corta! Ninguna mujer podrá resistirse a acariciarte estos cabellos tan lacios que tienes y a sentirte ese olorcito a lavanda que despide tu ropa. Siempre estás limpio y arregladito, incluso aunque no te esfuerces en ello.
Mimí se había acercado a él, sin soltarle las manos, y sus piernas se rozaban sobre el edredón de plumas de la joven. Koushiro le apretó levemente una mano, luego la soltó y le apartó un mechón que le caía rebelde sobre la cara.
─Es la primera vez que alguien nota el olor del suavizante que usa mamá. Que atenta eres Mimí-chan.
─Y encima sabes hacer bonitos cumplidos, aunque nunca los hagas…
Koushiro no esperó más. Retiró la mano que había usado para correrle el mechón de pelo, la posicionó sobre su cuello y con un movimiento firme la acercó a él.
Al principio fue apenas un roce, casi como pidiendo permiso. Pero enseguida, seguramente influenciado por el recuerdo de tan desagradable chiste, Koushiro le mordió el labio inferior y ella abrió la boca, tal vez sorprendida, o acaso contenta, y él la besó como correspondía. Mimí ni se alejó ni lo cacheteó: le respondió, y él sonrió entre medio de la acción, más aún cuando vio como ella cerraba sus ojos y se comprometía con la situación.
Ni siquiera se preguntó si estaba bien, si estaba siendo un mal amigo o si había algo de ético en su acción. La soltó, feliz, recién luego de estar seguro de que nadie podría dudar que eso había sido un beso con todas las letras.
Ella tenía las mejillas coloradas y los ojos bien abiertos. El mechón había vuelto a caer sobre su rostro y se le había despeinado: finos cabellos ondulados se erizaban a sus alrededores. Mimí le sonrió.
Él le sonrió más.
─Lo lamento, Mimí-chan… me dejé llevar. Ninguna chica me dijo las cosas que me dijiste esta tarde…
─Que las chicas se lo pierdan entonces. Porque además de todo, besas muy bien. Tan solo necesitas un poco más de confianza en tus aptitudes para el amor, y ya te veo conquistando corazones…
Tuvieron un momento de silencio cómodo. Afuera se escuchaba el viento, pero desde el piso de Mimí no se veía ningún árbol mecerse. Seguramente había refrescado un poco, y Koushiro pensó que sería lindo pasear por la calle abrazándola por la cintura. Ella le diría cosas lindas al oído y él le contaría datos curiosos sobre la naturaleza; a Mimí eso siempre la divertía.
─Creo que tengo que irme. Ya he abusado de tu amabilidad ─ups, elección incorrecta de palabras…
Ella lo acompañó hasta la puerta muy sonriente, pero él no supo si debían despedirse con un beso o si había sido tan solo algo del momento. Así que se despidió con un comentario inteligente.
─Mimí… si lo que quieres es enseñarle a la gente a comer rico, pero saludable y originalmente… tal vez debas considerar estudiar gastronomía, en vez de dar tantas vueltas entre esos dos edificios.
A ella el rostro se le iluminó, más o menos así como a él le brillaban los ojos cuando se sorprendía.
─Izzy… nunca nadie me había analizado tan bien. Gracias.
Koushiro se alejó y se llevó consigo la sonrisa de Mimí.
En unos pocos días, tal vez una semana, ella le contaría a Miyako lo que había pasado y el cuento llegaría a oídos de sus odiosos amigos. Y si eso no pasaba, él tenía el video que tan hábilmente había captado con la computadora de su amiga. Aunque esperaba no tener que recurrir a él.
Mimí no se ofendería si lo difundía: ella siempre estaba dispuesta a ayudar, y seguro toda esa situación le generaría más risas que otra cosa. Pero aunque fuera a salir indemne y victorioso de toda esa operación que había organizado, no dejaba de sentirse un poco culpable e inquieto.
Taichi, Daisuke y compañía pagarían. Aún no sabía que él también pagaría un precio…
Continuará…
Notas: ¡Hola! Nunca esperé tanto para publicar una historia. En el Foro nos dieron una deadline muy estricta: tenerlo completo para el 23 de abril y publicarlo recién ese día, no antes. ¡Así que aquí estoy, cumpliendo las reglas! No les contaré cual fue el pedido de Japiera porque arruinaría las sorpresas. Pero en el próximo capítulo lo agregaré a las notas. ¡Son solo dos capítulos y ya están escritos! Al próximo lo publicaré el 26 o 27. O antes, si Japi así lo solicita.
Japi, ¡espero que te guste! Tu propuesta fue realmente única e inigualable y me llamaba, hubiera sufrido si no me tocaba. Fue mi opción uno desde el principio (además, tenía muchas ganas de dedicarte algo lindo). Como siempre, si no te gusta, ¡te hago otro!
Por favor, déjenme review. ¿A quién piensan que intentará conquistar Koushiro en el próximo capítulo? ¿Se saldrá con la suya, o el pobre Daisuke y el malo de Taichi ganarán esta partida?
