"LIMERENCIA"
"O PERDER LA CABEZA POR AMOR"
Disclaimer: Ninguno de los personajes que aquí se mencionan de Dragon Ball Z me pertenecen. Son única y exclusivamente del magnánimo Akira Toriyama. Si me pertenecieran, habría más Mirai Trunks en ropa interior.
Warning: [Universo Alterno] Ya me conocen así que ya saben a qué atenerse: todas las advertencias que el Ranking M significan
CAPÍTULO 1
"Eye contact is a dangerous thing. But lovely. Oh, so lovely."
:Namek faitokurabu, 10:00 pm:
Basta una mirada para que dos individuos se condenen. Para que se reconozcan y se palpen etéreamente, para que hablen, callen, y griten en el idioma mudo del pecado. Una sola mirada.
No hace falta más.
Para perderse completamente. Para coserse a la misma estrella y atar su destino a través de ese fortuito y lejano contacto.
El barullo del recinto cesó al instante cuando Bulma lo sintió posar sus ojos sobre ella. Fue como si se desconectara completamente del mundo exterior y se volviese sorda. Esos fijos ojos negros taladrantes la miraban con una intensidad que erizaba cada vello de cada poro de su cuerpo. Parecían hechos para perforar superficies y hacerle frente a todo lo que se le atravesara. Todo su físico parecía imponerse sobre el universo entero si lo quisiera, incluso los cabellos flameantes de aquel joven desafiaban la gravedad y se erguían majestuosos. Bien podrían separarlos 50 metros y muchas cabezas, pero podía sentirlo.
La fuerza de aquella mirada.
La intimidad de aquel contacto visual.
Bulma abrió la boca inconscientemente, queriendo decir algo que explicara aquel aturdimiento que le produjo la mirada de ese desconocido. Porque esa era la realidad: estaba batallando contra un completo desconocido. Bajó el rostro a modo de defensa, buscando fuerzas para continuar con el choque de miradas.
Aún podía sentir sus ojos encima, incrustándose como dagas en la coronilla de su cabeza postrada.
Ella era una jovencita coqueta, de eso no había dudas. Pero aquella mirada no se podía comparar con un leve guiño provocador que le hiciera a algún chico guapo en la estación del metro, por ejemplo. Esto era distinto. Cuando alzó su rostro belicoso, sacando fuerzas del fondo de sus entrañas para contrarrestar aquel ataque visual y demostrar quién era Bulma Brief, el joven de penetrantes ojos negros ya no estaba.
Respingó asustada cuando sintió la mano de Lunch sobre su hombro.
—Oye, niña rica, no te alejes de nosotros—comentó la rubia, abriendo paso bruscamente entre las demás personas. Bulma se dejó arrastrar sin quejarse, aún pasmada. Miró a su alrededor y recordó dónde estaba.
El recinto olía a sudor y azufre. Era tan agudo que sentía su olor picante hasta en la punta de la lengua y le picaba la nariz. De las paredes destartaladas y mohosas colgaban afiches de antiguas películas de combates. Bulma se estiró en punta de pies para intentar ver la jaula metálica del centro. La lona de aquella jaula estaba salpicada por manchones rojizos que aparentemente eran sangre vieja y seca. La luz del recinto era tenue, a excepción de los grandes proyectores que la irradiaban.
Estaba repleto de gente. Y ella, como simple espectadora estaba en la posición más incómoda de todas. El barullo general que anteriormente había desaparecido en su imaginación, fue subiendo de tono y de pronto, en menos de 5 segundos, aquellos simples murmullos se tornaron en gritos enfurecidos y frenéticos.
"Pero qué demonios…"
Todos saltaban. Y Bulma no entendía lo que pasaba en esos momentos. Estuvo a punto de quejarse porque empezaron a empujarle, cuando lo sintió de nuevo.
Aquella mirada.
El joven de cabellos flameantes la observó igual de inexpresivo que antes y desvió la vista.
"Ja! Gané esta vez" pensó infantilmente.
Si bien el joven no participaba en la algarabía, notaba la turbación en su rostro congestionado. Permanecía rígido y respiraba dificultoso, con las fosas nasales dilatadas, como si resistiera hundirse en aquella gigantesca ola de locura. Todo el mundo estaba enloqueciendo.
La joven rubia a su lado, empezó a gritar —¡Sangre! ¡Sangre!¡Sangre! —
Nunca antes había participado en alguna histeria colectiva. Incluso, su compañero que ya había aparecido y estaba ahora a su lado, gritaba histéricamente como los demás y daba fuertes pisadas y manotazos al aire. Era absolutamente imposible evitar aquello, porque prácticamente todos estaban siendo arrastrados.
—¡Yamcha!—chilló Bulma, zarandeando el brazo de su novio. Éste reaccionó y sacudió su cabeza.
—¡Cielo, esto es una locura!—la abrazó a su cuerpo y alzó el brazo libre, como si animara. –¡Me encanta!—gritó preso de la excitación. Bulma se dejó abrazar y sintió el temblor del cuerpo de su novio. Así de contagiosa era la pasión que destilaba el lugar.
"Ojalá respondiera así cuando nos acostamos"
Los porteros quitaron la pesada cerradura y abrieron la reja metálica de la jaula que chirrió como rugido de puma. Un corpulento hombre de 2,10 metros apareció bramando como un animal y se posicionó en el centro de la lona. En la pantalla negra apareció en letras verde neón YAMU VS. VEGETA
—¿Quién es Vegeta? —preguntó la peliazul. Yamcha agudizó la vista.
—Es amigo de Raditz, el hermano de Gokú. Al parecer lleva varios meses invicto—
Bulma sintió escalofríos al ver al gigante con marcadas venas en su calva cabeza—¡Wow! ¡Es enorme! —
—Ese no es—su novio le señaló al joven que ingresaba a la jaula, con paso firme. El joven portaba un pantalón azul oscuro pegado al cuerpo, y en su nuca se podía ver tatuada la letra M en cursiva. Su paso era solemne y pausado, mientras se ajustaba unos guantes blancos. –Es el bajito—
El corazón de Bulma galopó cuando reconoció el cabello flameante de su anterior luchador visual.
El joven entró a la jaula y sonrió socarronamente a medio lado. Este gesto pareció irritar gravemente a su contrincante grandulón, que no escatimó en insultos. Los espectadores enloquecían y se apilaban alrededor de la jaula, incluso algunos la escalaban. Una bocina sonó como un trueno, dando inicio a la pelea.
—La única regla es no usar armaduras ni armas. De resto, todo está permitido—Krilin, que los alcanzó a pesar del tumulto caótico, intentaba en vano observar por encima de él.
—¿Y si el contrincante muere? —
Krilin se encogió de hombros. –Supongo que por eso, este sitio es ilegal—
—¡Vaya! Esto no se compara en nada con el torneo de artes marciales—
Yamcha abrazó con más fuerza a la peliazul—Por supuesto que no, cielo—
El grandulón comenzó con golpes a diestra y siniestra. Evidentemente, la diferencia de estatura fue una ventaja para el joven, que esquivaba los golpes con facilidad. El ataque no duró más de 1 minuto, pues Vegeta tomó impulso y de una sola patada en el cuello dejó inconsciente a su rival, quien cayó haciendo un ruido seco. Sus ojos estaban abiertos en blanco, y de su oreja chorreaba un hilito de sangre y líquido viscoso.
Vegeta se quitó los guantes y sonrió.
:Kame Sennin Kyanpasu, 12:30 m:
El enorme campus de la academia Kame Sennin fue fundada hace 2 siglos con el propósito de convertirse en un lugar donde mantener vivas las artes marciales de antaño. Si bien su sistema educativo era igual que los demás institutos de Nihon-koku, su exclusividad y selectividad en cuanto a la admisión de estudiantes era altísimo. Herederos de grandes empresas y familias adineradas formaban más del 80% de inscritos en aquel recinto, contra el 20% de estudiantes de clase media con grandes talentos en las artes marciales que constituía la minoría. Cada 3 años, participan en el torneo mundial de las artes marciales llevándose el trofeo consecutivamente.
Era una prestigiosa academia para una muchacha joven y adinerada como Bulma Brief. Excepto por un pequeño inconveniente: no estaba interesada, en lo más mínimo, en participar en ningún tipo de combate, ni en ninguna clase dictada en la academia.
En la enorme cafetería se encontraba su pareja, Yamcha, preguntándose mentalmente si su novia vendría al instituto o se inventaría alguna excusa poco creyente para encerrarse en su laboratorio. Observó a Ten, Chaos, Gokú y Krilin, mientras seguía con el hilo de la conversación.
—… Y entonces le dije que si no ponía la pierna ahí, no iba a hacer nada—Yamcha hinchó su pecho, con pose de sabelotodo.
—¡Ya deja de hablar de sexo! ¡¿No ven que hay un niño en la mesa?!– se quejó un sonrojado Krilin, señalando a Chaos –Ten, no permitas que corrompan a tu hermano–
—¡No soy un niño! ¡Tengo 13 años, pelón!
—¿Por que no hablamos de otra cosa? — Krilin se encogió de hombros. Hablar de sexo se había convertido en el principal tema de conversación, y a decir verdad, le desagradaba de manera. Aún era virgen —No sé, del tiempo, por ejemplo…Si, hablemos del tiempo—
—¿Tu cuánto tiempo llevas sin tirar?—gritó una inoportuna y rubia Lunch
—¡Lunch! —se quejó ruborizado
—Tú lo quisiste, Krilin.—comentó Yamcha –Por cierto Lunch. ¿Por qué tienes la sudadera al revés? ¿Dónde estabas picarona? —
—Ni me lo recuerdes porque me devuelvo. —
Krilin giró los ojos y miró a Gokú, ignorando a la recién llegada — ¿Vino a fastidiarme o vino a chuparme la sangre? —
— ¿VINO? ¡¿Quién dijo vino?! —Bulma se asomó en ese momento, con una sonrisa marcada de oreja a oreja. Se acercó a Yamcha y le plantó un suave beso en los labios. Con ella venía Chi-chi que se sentó al lado de Gokú.
—Ya se está reuniendo el zoológico— rió Yamcha, acariciando suavemente la pierna de su novia. —Y ahora que estamos reunidos, tenemos un anuncio muy importante que hacerles—
Gokú dio un salto, preso de la excitación—¡Iremos al club!— Chi-chi frunció el ceño y lo haló de las orejas.
—¡SOBRE MI CADAVER!—
La risa estruendosa e intimidante hizo que los presentes enmudecieran. —Eso podría arreglarse— el enorme hermano de Gokú, Raditz, le dedicó una mirada lasciva a la pelinegra. Giró sobre sus talones, amasando su larga cabellera con una mano, mientras con la otra robaba comida de la bandeja de los estudiantes que lo observaban petrificados. Con las mejillas infladas de comida, Raditz se sentó en la última mesa de la cafetería, con las piernas sobre ella. Desde ese punto, no dejó de observarlos.
Una rubia de rostro y cuerpo infantil, palmeó la espalda de uno de los estudiantes víctimas del atraco de comida —Vamos Tarble, yo te invito a comer esta vez— Observó cómo el aludido respirada entrecortadamente y se dilataban las venas de sus manos —Sabes que no vale la pena. Ese tonto estuvo muchos años en la correccional—
Desde la posición donde estaba Bulma, pudo observar el ceño fruncido del pequeño y repentinamente le dio un revuelco en el pecho. Alguna especie de Dejavú, supuso.
"Ese rostro me resulta tan familiar."
Así como llegó el presentimiento se desvaneció cuando el joven volvió el rostro sereno y le sonrió a la joven rubia. Estaba tan concentrada en detallar la escena que incluso alcanzó a escuchar cuando el muchacho pronunció "Gracias, Gure".
Un silencio sepulcral cayó sobre la mesa donde se encontraban los muchachos. Krilin fue el primero en hablar.
—Gokú perdón por lo que diré, pero un día de estos tu hermano me las va a pagar—
—Nah, no le hagan caso muchachos. No es tan malo. ¡Vamos a comer! ¡Me muero de hambre! —
—Eso lo dices porque nunca vivieron juntos.
—¡Es cierto! —Bulma acarició su barbilla —Siempre has vivido con tu abuelo Gohan. ¿Con quién vive tu hermano? —
—Cfeo fe mhi afhuelo…
—¡Mastica y traga antes de hablar!
—Creo que mi abuelo dijo que vivía con unos amigos. Deben ser los que estaban con él en el club. —
Algo rugió dentro de Chi-chi, quien golpeó la mesa con puños cerrados—¡NADIE IRÁ A ESE MORIDERO!—señaló acusadoramente a Gokú —¡No puedo creer que le hayas hecho caso al trastornado de tu hermano! ¡Si vas, te mato Goku! ¡Juro que te mato si no te matan allá! —
:Namek faitokurabu, 2:00 am:
Bulma tiró al suelo la colilla del quinto cigarrillo que fumaba en media hora. Abrazó su tronco, intentando regocijarse del frio de la noche. La puerta metálica detrás de ella aún permanecía cerrada.
—Son unos idiotas—habló para sí, rogando mentalmente que los muchachos estuvieran bien. El frío le taladraba la cabeza, logrando que solo se impacientara más. —¿Por qué siempre tienes que seguirlos a todos lados, Bulma? ¿No podrías invertir la noche en tu computadora? Cielos, Chi-chi nos va a matar a todos— tanteó en los bolsillos de su gaban bungury, en busca de su caja de cigarrillos —Sip, indudablemente nos matará a todos y…—
Su monólogo cesó cuando unos fuertes pasos se acercaron amenazadoramente. "¡Mierda! ¡La policía!". Se interpuso entre la enorme puerta de acero mientras mentalizaba una buena excusa para persuadir a la autoridad de entrar a aquel recinto ilegal. Eso no sería difícil para una chica bonita y adinerada como ella, ahora que lo analizaba con detenimiento. Para su fortuna, no se trataba de la policía sino de un joven de cabellos flameados azabache y ceño fruncido.
El mismo de la mirada intimidante, días atrás.
Su luchador visual.
"Supongo que el destino está jugando conmigo"
Tenía arañazos en todo el rostro y de su nariz amoratada brotaba un hilito de sangre. Sus nudillos estaban mal envueltos en gasa, teñidos de sangre seca y tejidos. La miró inexpresivo.
Bulma, esta vez, le sostuvo la mirada con curiosidad, aprovechando que lo tenía de frente. A pesar de la baja estatura del extraño, su presencia denotaba suntuosidad, incluso miedo. El joven escupió un bocado de sangre y saliva que se alojaba en su boca.
—Quítate—profirió con voz ronca, acercándose con tanta determinación que Bulma supo que si no se apartaba, se la llevaría por delante. Una vena se marcó en su frente. ¿Qué clase de cavernícola le hablaba de esa manera a una chica tan linda como ella? ¿Y peor aún, después de descubrirlo mirándola con tanto descaro, días atrás? ¿Es que acaso no sabía quién era la gran Bulma Brieff?
La heredera de Corporación Cápsula era un ejemplar extraño. Ella misma lo había admitido hacía tiempo atrás. Si bien la respuesta normal de ella hacia aquel sujeto grosero hubiese sido gritarle e insultarlo, esta vez sintió algo de lástima. Su estado era deplorable. Ese extraño maníaco iba a morir dentro de aquel recinto. Contra toda lógica, lo encaró.
—¿Es que acaso piensas entrar? ¡Estás malherido! —
El joven sonrió a medio lado.
—Eso no te incumbe, mujer—
—¿Quién te hizo eso? ¡Necesitas ir al hospital!
—¡Qué te quites! —
Bulma bufó enojada. Posó las manos sobre sus caderas, con pose altanera—¡Quiero una respuesta!
—No— el joven frunció el ceño. —TÚ, mujer, no quieres una respuesta.—
De acuerdo, eso no lo iba a tolerar. Que la insultara por entrometida era algo que podría sobrellevar. De hecho, le pasaba todo el tiempo. Pero esa actitud machista era algo que le producía nauseas.
–Óyeme macho alfa –le dijo irritada– Podrías intentar ser más amable con la gente. Especialmente si intentan ayudarte—
—Nadie pidió tu estúpida ayuda—
—¡Bien! ¡QUE TE JODAN! —
Le dio la espalda al luchador y se cruzó de brazos. Un sonido seco hizo que se girara. El pelinegro había caído de cara contra el suelo.
—¡Mierda!—se precipitó sobre él y con mucho esfuerzo giró su cuerpo y acomodó la cabeza en su regazo. Su nariz parecía una cascada carmesí. –Eres un cabezota—empezó a tantear dentro de su gabán por su estuche de cápsulas.
El pelinegro tosió compulsivamente. —No…me…toques...—
—Debería dejar que te desangres. ¡Pero no! Lastimosamente, este buen corazón que heredé de mis padres no es algo de lo que me pueda deshacer tan fácilmente— Bulma escuchó un suspiro de irritación. El joven sacó fuerzas del más allá y con un gesto tosco la apartó de su lado, casi tumbándola. Se levantó, con las rodillas temblando, y tanteó entre sus pantalones. Sacó una cápsula y de ésta surgió una enorme Harley Davidson. Escuchó que la peliazul le gritaba, pero el tinittus en su oído logró enmudarla y contra toda lógica, arrancó en su moto.
—¡IMBECIL!—gritó Bulma con fuerza, aún sentada en el suelo, tosiendo por el humo del arranque de la moto y por el olor a derrape. Estaba decidida a seguirlo y ver en qué sitio –indudablemente- se iba a estrellar en la moto, pero la puerta de acero que se abrió detrás de ella hizo que detuviera su plan.
De allí emergió Gokú con apariencia de espectro y múltiples heridas. Le sonrió con pesar.
—Bulma… Llama una ambulancia—
—¿Yamcha?
—Mejor que sean 2—
