¡Buenas noches! Sí heme aquí con otro two-shot pero con un poco más de salseo. La idea me vino de una manera bastante extraña pues estaba escribiendo el capítulo 14 de mi Fic Seducción mientras escuchaba la canción de BiBi Diamon Princess no Yuutsu (versión Jazz) [Les recomiendo escucharla mientras leen (?)] y salio esta cosa rara entre romántica y poética con algo de salseo.
A pesar de que hay mención al NozoEli se concentra un poco más en el NicoMaki, el siguiente capítulo se concentrará más en el NozoEli y menos en el NicoMaki, así que sin más los dejo leer recordandoles unicamente que...
Love Live y sus personajes no me pertenecen.
Nishikino Maki bebió de aquel trago ofrecido con normalidad, como si el alcohol fuese el agua que ocupara su sistema. Los ojos del barman seguían fijos en ella y estaba consciente del por qué. A pesar de ser joven se sabía hermosa.
Dime lector, si de pronto en una noche de fiesta salís a un antro y te encontrás con una chica no mayor a los veinticinco años, piel blanca, cabellos rojizos y ojos violeta ligeramente rasgados, ¿Te atreverías a decir que es fea? Si esa chica estuviera maquillada de una forma que te invitaba a perderte en el limbo de la lujuria pero con una mirada que a su manera te pedía amarla con desenfreno ¿Negarías que la obedecerías? Si aquel negro vestido ceñido al cuerpo tan esbelto y bien delineado gritara porque lo destrozaras… ¿Negarías que por un momento lo pensarías?
—Demasiado frío…—Se quejó Maki tomando otro sorbo de aquella copa de vino.
La única manera en la que definirías a esa chica sería como una princesa, ¿no es verdad? Pues no estarías del todo mal.
Maki había nacido en la cuna de oro, siempre criada bajo los más grandes lujos gracias a que sus padres habían formado su historia como los directores del hospital de mayor renombre en el país. Siempre destacando por su inteligencia, por su belleza, por ser simplemente quien era, siempre siguiendo las órdenes de sus padres sin chistar por más que no estuviera de acuerdo con ellas, abandonando su mayor sueño, como la música, para seguir una carrera de medica neurocirujana que si bien le gustaba, no le llenaba como estaba segura que la música lo hubiera hecho.
Las guitarras en el pequeño escenario montado eran tocadas por maestría por dos amigas suyas que a pesar de no haber podido su sueño compartido, la música, no habían renunciado por completo al mismo como había hecho ella. Sus manos temblaban cada que veía un piano y los nervios le invadían al siquiera acercarse mientras que mentalmente se reprendía por eso, ¿Dónde había quedado la Maki que tocaba horas y horas un piano sin inmutarse? La melancolía plasmada en aquella tonada de jazz se lo recordó.
Fuertes aplausos resonaron una vez que la música por parte de sus amigas terminó, miró sin verdadero interés como Sonoda Umi, quien había estado tocando la guitarra acústica, se reverenciaba ante el pequeño público frente a la tarima con el debido respeto, su porte era serio como el suyo pero sus ojos miel ya no portaban esa mirada melancólica que por años habían compartido; Umi comenzaba a desligarse de aquella melancolía desconocida que había formado su amistad en sus años de juventud. A un lado de Umi, Ayase Eli, se descolgaba su guitarra eléctrica con un toque completamente galante importándole un comino el no mostrar algo de modales. Eli era todavía más cerrada que la misma Maki, sus ojos azulados no solo eran indiferentes, sino que también eran fríos como un glaciar, eran muchos los que se acercaban a ella, pero eran pocos los que realmente permanecían y conocían su verdadero ser, y créanme lectores, eso tomaba años.
—Un Vodka cargado por favor—De la nada Eli apareció en el lugar izquierdo de la barra. El barman quedó asustado por aquella mirada tan fría e hizo lo pedido lo más rápido que pudo.
—Un Martini y una margarita si es tan amable—A su derecha Umi hizo relucir sus modales y su imagen como caballero de armadura reluciente junto a la pianista que les había ayudado en aquella pequeña presentación ya que Maki se había negado a hacerlo, una chica ligeramente más baja que la peli-azul tal vez por tres o cuatro centímetros, de cabello grisáceos y ojos ámbar, sino recordaba mal, su nombre era Minami Kotori.
Ahora que las veía juntas, no pudo evitar pensar en lo mucho que contrastaban. No conocía a Kotori pero se veía como alguien completamente dulce y tierna mientras que Umi solo conocía una cosa: el deber.
Bebió de su bebida una vez más. No era nadie para juzgar, por lo menos Umi había podido salir de ese precipicio sin fondo llamado soledad mientras que Maki negaba necesitar de alguien que no fuese ella misma al tiempo que Eli aseguraba que con el sexo era suficiente.
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Yazawa Nico era ya una mujer de veintisiete años por más que su apariencia aniñada dijera lo contrario. Nico a esa corta edad ya había pasado por tantas caídas que no le importaba ya el lastimarse, lo más reciente habia sido un desengaño amoroso de su ahora exnovio, un poco hombre que muchas veces le hizo cuestionarse porque salió con el tanto tiempo pero nunca tardaba ni tres segundos para saber su respuesta: las malditas apariencias.
—Aquí estabas…—Dijo una vez que encontró su objetivo, Tojou Nozomi, su mejor amiga y única confidente—Wow, de verdad vas en serio—Soltó con sorpresa al verla detenidamente, estaba hermosa, sus ojos brillaban con excitación y su sonrisa se veía confiada.
—Ya pasé mucho tiempo como espectador—Contestó Nozomi fijando su mirada jade sobre la barra en donde estaban las músicas de la canción anterior, que se presentaban con cierta frecuencia, una o dos veces al mes, pero con su atención fija en una en especial, la mayor de las tres, quien notablemente tomaba el liderazgo en aquel mini grupo.
Sus rubios cabellos anteriormente sueltos ahora se encontraban atados en una coleta alta de una manera que dejaba varios mechones sueltos que le daban un aspecto algo desaliñado que solo aumentaba su atractivo. Sus ojos azulados siempre tan fríos que le recordaban a los suyos propios antes de conocer a Nico se paseaban de un lado a otro buscando a su siguiente presa, una cara nueva. A diferencia de la peli-azul a un lado de la pelirroja que bebía vino con un aire digno de princesa melancólica, no usaba su traje como debería, las mangas de su blazer estaban remangadas junto con la camisa blanca hasta sus codos, la cual no estaba abrochada por completo y se encontraba desfajada. La corbata semi-desarmada en su cuello solo complementaban esa imagen que decía "peligro, no acercarse demasiado" que había estado volviendo loca a la Tojou desde la primera vez que la vio, por eso estaba segura de que tenía que hacerlo, era tiempo de que saliera de caza, o fuese una presa, realmente no veía mucha diferencia.
—Te recomiendo que busques algo con que entretenerte Nicocchi—Mencionó sonriente—Después de todo no me verás hasta mañana.
—Haré lo que pueda, pero no prometo nada—Dijo Nico con sinceridad, aun no se explicaba cómo era que había terminado haciendo allí con una de sus caras más seductoras, estaba segura de que esa vez la insistencia de su amiga no tenía nada que ver.
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Eli se encontraba parcialmente hablando con Maki, y lo escribo de esta manera porque Umi estaba demasiado centrada en su novia Kotori mientras que Maki se la pasaba mirando fijamente el líquido dentro de su copa, además no es como si Eli le estuviese contando la gran cosa, de hecho no le estaba contando nada, solo hacía comentarios aleatorios tratando de que el efecto etílico del vodka no le hiciera dormirse del aburrimiento. No había muchas chicas nuevas en el bar, y las que lo eran ya tenían pareja y la Ayase no era de meterse en relaciones ajenas, conocía muy bien lo que era el respeto fuera de que había pasado igualmente por una terrible decepción amorosa que le hizo prometer jamás meterse con lo ajeno.
La noche pintaba ser demasiado aburrida hasta que, como si hubiese estado escrito en una novela, sus ojos se toparon con ella…
Era una chica bastante hermosa, de ojos jade aún más brillantes que la misma joya y cuerpo voluptuoso en el que sus pechos se llevaban la atención de cualquiera, parecía dibujado por el mejor escultor de la historia, como si este hubiese querido trazar a la mujer de sus sueños y ésta mágicamente hubiese cobrado vida. Vestía un vestido de un morado bastante oscuro con una ligera tonalidad borgoña que podría hacerle confundirse con el vino, había delineado sus ojos con un acertado negro y sus labios se acentuaban con un tenue rosado que provocaban serias ganas, no de besarlos, sino de morderlos con la fuerza suficiente para arrancarle un gemido de dolor y placer.
Estaba siendo hechizada por una diosa, no cabía duda.
—Maki—Llamó, la pelirroja clavó su mirada en ella un momento—Creo que me he enamorado.
Maki miró a Eli con escepticismo bien justificado. ¿Eli enamorada? ¿De alguien a quien acababa de ver? Ridículo, en especial en alguien que solo veía sexo y desenfreno en todas partes, de alguien que huía del amor lo mejor que podía.
Maki no era fan del romance, pero consideraba que para que dos personas pudieran realmente enamorarse debían vivir demasiados momentos juntas para llamarlo cariño y años para nombrarlo amor. Sin embargo, Eli ignoró los pensamientos negativos de su amiga y partió de la barra como las luciérnagas seguían la luz. Maki sabía que esa sería la última vez que vería a la rubia, y dado a que Umi estaba en su propio mundo con Kotori, decidió que ir un rato a la pista no la mataría, era mejor que estar sentada rechazando a un tipejo tras otro.
Por suerte la música que ambientaba el lugar era la indicada para una persona tan desinteresada como ella, suave sin llegar a ser tranquilizante, movida y ruidosa pero sin llegar a ser estridente, una música que te invitaba a perderte y dejarte llevar por ella.
La Nishikino no fue consciente, pero la forma en que bailaba poco a poco fue llamando la atención de los presentes haciendo que la pista se llenase cada vez más, y es que no bailaba de una manera que pareciera vulgar, para nada, bailaba con fina elegancia que mostraba cada vez más su estatus como "princesa". La manera en la que la heredera de los hospitales Nishikino se dio cuenta de que la pista de pronto se había concurrido fue cuando un pequeño cuerpo chocó bruscamente contra el suyo. Maki no era una cerecita en dulce en cuanto su personalidad, solían compararla más con un ácido limón y no estaban del todo mal puesto que su primer impulso fue reclamarle a quien fuera que tuviera algo de precaución pero aquello quedó olvidado en cuento su vista se topó con el cuerpo más deseable que hubiese visto jamás.
Una bella princesa que pareciera estar envuelta en la inocencia pero que te lanzaba una de las miradas más depravadas jamás vistas en un ser humano, lo contrario a Maki, una melancólica princesa que parecía haber vivido lo más oscuro de la humanidad pero que lanzaba una mirada repleta de inocencia. Aquella bella princesa que había chocado contra su cuerpo tenía a la noche cubriendo su cabeza y a la sangre estudiando su cuerpo con la fina nieve cubriendo su cuerpo, aquella princesa era tan bella que pronto la princesa escarlata se encontró bajo su encanto, juntando su cuerpo al suyo y bailando al compás de la música imponiendo un paso que aquella mujer de apariencia aniñada y baja estatura siguió sin ningún problema, a decir verdad, se encontraba igualmente embelesada ¿y saben por qué? Porque ella admitía que Maki era hermosa, porque deseaba que Maki le guiara por aquel camino de un desenfrenado romance mientras le arrancaba aquel vestido tan pulcro y seductor.
Amatista y escarlata se encontraron y en una fracción de segundo formaron un lazo aún más resistente que el acero y más transparente que el cristal.
Cuando la tonada terminó siendo más tranquila únicamente las parejas quedaron y a pesar de no serlo, tanto Maki como aquella pelinegra quedaron establecidas como una perdiéndose entre las octavas tocadas por el teclado.
—Nico
—Maki
Como si el haber dicho sus nombres hubiera sido alguna clase de permiso, las manos de la princesa escarlata posaron sobre la cintura de aquella, ahora lo veía bien, súcubo y tentación del pecado. Nico posó las manos sobre los hombros de Maki jugando con un mechón de cabello con una sonrisa traviesa. La pelirroja era aproximadamente diez centímetros más alta con ella y a pesar de verse madura, apostaba lo que fuera a que era menor, aquella inocencia la delataba, pero aquella soledad disfrazada de melancolía le hacía dudar. Era como si dijera "Ámame" en una impetuosa orden, todo lo contrario a su propia mirada que gritaba "Protégeme" aunque si lo analizabas, el trasfondo era el mismo, ambos deseos pedían una vulnerabilidad que ninguna estaba dispuesta a admitir en voz alta, y que por tanto, quedaría implícito en el cuerpo de su contraria.
En un segundo imperceptible, las delicadas manos de Nico quedaron ancladas al cuello de Maki al mismo tiempo en que como imán, el rostro de la misma se acercó al de la azabache y unió sus labios en un vals aparte del que sus cuerpos seguían guiados por la música, se movían de acorde a su deseo con la firme intención de plasmar una huella en la otra y ambas estaban seguras de que esa noche se les haría eterna.
