Disclaimer: Los personajes de la serie no me pertenecen, todos son propiedad del maravilloso Mr. Warburton. Esto es gracias él, que logró reunirnos hoy aquí para celebrar nuestro primer aniversario. (ByAkumaNeko)

Bien, queridos agentes ha llegado la hora de empezar con este súper mega proyecto en celebración al primer aniversario del F.O.R.O. *globos y serpentinas llueven de todas partes* No olviden comer su porción de pastel (logramos robar la torta de Los de la Otra Cuadra).

Quien abrirá el listón de las historias será una escritora muy talentosa que ha logrado admirar con sus historias. Este su aporte para el fic en conjunto disfruten la historia y ¡Feliz aniversario!


Cargando misión para:

KND Los Chicos del Barrio

Operación R.E.V.E.L.A.C.I.O.N.E.S.

Reales

Eventos

Veraces

Especifican

Loables

Aventuras

Casi

Inéditas

O

Novedosas

En

Situaciones especiales


La última vez

Writing operative:

ByAkumaNeko

Suspiró por enésima vez al día.

Sentía los pies adoloridos y la cabeza pesada. Pasando por el umbral de la casa se dejó llevar por pasos perezosos y desanimados. El día había sido, lamentablemente, un desastre. Hubiera querido regresar el tiempo para modificar la mañana. Había planeado un montón de actividades con anticipación. No fue tan difícil, siendo niños cualquier lugar que tuviera juegos y mucha diversión sería suficiente para pasar un buen rato.

Ya no son niños, Kuki —Se repitieron las palabras de Mushi en su cabeza—. Pronto dejaran de serlo.

Ignorando aquel pensamiento, se dispuso a encontrar la atracción perfecta. Pronto una idea surgió; el salón de arcade. Número Cuatro estaría contento y seguramente retaría a todos a duelos para luego terminar perdiendo. Y Número Dos era un caso ganado, él iría a cualquier lugar con tal de que sus amigos lo acompañaran (o que hubiera comida de por medio). Su amiga Cinco era alguien un tanto complicada, no podía estar completamente segura de que algo le gustara en especial. La única pasión que conocía de ella era de esos dulces que era tan grade como el amor que Kuki sentía por sus adorados peluches.

Le pareció un plan increíble pues ninguno le molestaría pasar todo el día jugando sin parar por horas. Además, podrían ir a la heladería que estaba cerca cuando se cansaran. La idea sonaba tan bien en su cabeza que cuando se fue a dormir no pudo evitar sonreír contenta, sin saber qué le esperaba al otro día.

Ninguno de sus amigos estaba en sus habitaciones cuando fue a saludarlos. No hubo alerta de tiranía villana, por lo que creyó que sería un buen momento para comenzar a celebrar.

Decidió ir a la casa de cada uno para buscarlos, pero no contaba con las repuestas que recibiría por parte de los familiares de ellos.

Hoagie estaba muy ocupado cuidando de su abuela junto con su hermano Tommy. La señora había decidido que aquel día era perfecto para obligarlos a limpiar sus figuras de cerámica y ponerlos a arreglar su jardín personal mientras la madre de los niños no estaba presente.

Tommy la había recibido pues a Hoagie casi no lo dejaban descansar.

—¡Soy Número T! —Le gritó el niño cerrando de un portazo al escuchar su nombre cuando Kuki se despidió de él.

—¡Cállate! —refunfuñó la mayor propinándole un golpe con el bastón a lo que el niño respondió con un alarido de dolor.

—Sí, abuelita —dijo, sumiso.

Al llegar a la casa del güero tuvo que contener su desilusión al recibir una negativa cuando preguntó por el chico. Al parecer Wally había sido arrastrado de compras por su madre, quien insistía en que su hijo tenía que vestirse como un caballerito.

—Mi campeón estaba muy feliz de ir, ya necesitaba algo de ropa —Le comentó con optimismo el señor Beatles.

Sintió lastima por él, pero le causo gracia la idea de ver a Wally vestido con ropa parecida a la de Los de la Otra Cuadra. Sabía que si alguien lo veía en ese estado sería la burla entera del mundo.

Su última esperanza de pasar un tiempo con su amiga fue rota cuando al tocar la puerta de la familia Lincoln el señor de la casa le informó que su querida Abby estaba pasando tiempo de calidad con su hermana mayor.

—Ambas hermanitas están jugando, contándose secretos, peinándose entre ellas, pintándose las uñas, ya sabes a lo que me refiero —contó alegre el hombre.

Estuvo segura de haber oído varias explosiones provenientes de las habitaciones del segundo piso, seguido de gritos femeninos. Se despidió con cortesía, negándose a la invitación de pasar a tomar algo de chocolate con galletas.

No encontró manera de contactarse con ellos directamente sin tener que interrumpir sus actividades de ese día. Se planteó la idea de comprar un celular, pues cada vez le parecía más necesario. Al darse cuenta de aquel pensamiento se sintió cohibida, estaba pensando como una adolescente.

Cada vez estás más vieja, pronto irás de compras con tus amigas y no te importará más que hablar de chicos —Se había burlado Mushi anteriormente.

Sintiéndose desanimada, decidió ir al arcade sola. Se sentó en una banca degustando el helado que compró puestos más atrás para entretenerse en algo mientras esperaba que, por pura casualidad, uno de ellos la encontrara.

Sin embargo, pasaron las horas y ninguno se dignó a aparecer. Un leve dolor en su pecho se hizo presente pero se obligó a mantener la sonrisa que fue desvaneciéndose poco a poco hasta morir en sus labios cuando el encargado del lugar le indicó que era la hora de cerrar. Caminó hasta llegar a la Casa del Árbol sin molestarse en verificar la hora y si lo hubiera hecho se habría dado cuenta que estaba a punto de ser las nueve pero lo dedujo al ver como la luz solar estaba desapareciendo del cielo.

Se sentía defraudada, ¿acaso habían olvidado que día era aquel?

Tal vez ella era la que exageraba, tal vez ese día no era tan especial como creía, tal vez los demás consideraban que aquella fecha era tan irrelevante como para dejarla pasar y olvidarla.

Sabía que sería muy inmadura si se enojaba con ellos, después de todo no les avisó de reunirse en algún lugar y ninguno había hecho mención de algún festejo que celebrarían en ese mes.

Se preguntó si esa decepción que sentía también era producto de que cada vez estaba más cerca de dejar de ser una niña. Aunque le doliera, era algo que no podía evitar.

Volviendo al momento en que cruzaba el umbral, unas lágrimas traicioneras amenazaban con salir. Abrazó con fuerza el simio arcoíris que cargaba desde el comienzo. El peluche era de un azul celeste y cada vez que lo apretabas sonaba un "¡Felicidades!".

Antes de soltar el último suspiro del día, una mano se posó en su hombro.

—¡Hasta que te dignas a aparecer! —dijo Wally, frunciendo el ceño ligeramente—, te estábamos esperando.

Tomó la mano de la chica y la guio a la cocina en donde se encontraban los demás. Los globos que estaban en el suelo, tapizándolo de diferentes colores, serpentinas adornaban las paredes y la mesa estaba repleta de comida chatarra. En una esquina Número Dos se atascaba de comida, extrañamente había comenzado a adelgazar por lo que su figura era menos regordeta. Los mechones castaños de su cabeza se colaban por su gorra marrón, enmarcando su rostro. Miró hacia donde estaba ella y le saludó levantando su mano libre.

—¿Q-qué? —balbuceó Kuki sorprendida, abriendo los ojos a más no poder.

—¿Qué con esa cara? Con lo mucho que nos esforzamos para esto —murmuró el rubio cruzándose de brazos.

—¿Dónde estabas, Tres? —dijo Hoagie dejando caer migajas de su boca que estaba repleta de nachos—. Llamamos a tu casa, pero nos dijeron que no te habían visto desde la mañana.

Ella les miró fijamente, sin saber qué decir ante aquella escena. Observó a Wally, quien había crecido unos cuantos centímetros, no era el más alto del grupo puesto que Hoagie lo era mucho más, pero el rubio se mostraba orgulloso de su pequeño logro. A Abby le divertía recargarse en su cabeza para recordarle que ella también era más alta. Su cabello también se veía más largo haciéndolo más rebelde y perdiendo la forma de hongo.

—Tres —Otra voz llegó a sus oídos desde su espalda—. Qué bueno que viniste, nena.

La joven de piel morena le saludó con una sonrisa. Abby seguía usando aquella gorra roja que tanto la caracterizaba y a pesar de seguir trenzando su cabello su peinado ahora era mucho más casual, dejaba que unos cuantos cabellos se salieran de su lugar. La blusa azul marino con franjas blancas a sus costados seguía ahí, pero ahora le acompañaba un par de gafas negras.

—¿Por qué…? ¿Cuándo ustedes…? —Eran varias las dudas que tenía que no sabía por cuál comenzar.

—¿No te gusta? —preguntó Hoagie desilusionado—. Vaya, pensé que esto te alegraría.

—¿Eh? —exclamó—, no, no, no, no me refiero a eso—. Negó efusivamente con la cabeza—. Es sólo… creí que… habían olvidado que día es hoy—. Murmuró por lo bajo, sintiendo algo de vergüenza.

Los chicos intercambiaron miradas sorprendidas.

—Oye, ¿crees que somos tan desconsiderados como para hacer eso? —preguntó Wally un poco ofendido.

—Estuvimos ocupados —confesó Hoagie sobándose la nuca—. Pero nunca haríamos eso.

—Por esa razón decidimos preparar esta pequeña fiesta —explicó Abby cruzada de brazos—. No lo íbamos a dejar pasar así como así.

El alivio surgió de su pecho, extendiéndose en todo su ser. Dejó caer los hombros mostrando su relajación. Volvió a tomar en brazos al peluche y se lo llevo a la cara para hundir su rostro en él. Una por una, las lágrimas cayeron entre la tela del simio, empapando sus mejillas de gruesas gotas.

—L-lo sien-t-t-o —Sollozó tratando de calmarse—. Debo verme patética llorando de esta forma… perdón…

Un apretón de parte de Abby le dejó sin palabras, la morena la había atraído hacia sí para darle palmaditas reconfortantes en la espalda. Suavizó su cabellera negra en un intento de mantenerla tranquila. Kuki devolvió el gesto, dejando que los sentimientos salieran a flote.

—Todo está bien, Kuki —le murmuró con serenidad.

No pasó mucho tiempo para que los dos chicos se unieran al abrazo grupal, envolviendo a ambas chicas. Se quedaron en silencio un largo rato, sintiendo cómo el tiempo se detenía repentinamente. Al separarse se miraron entre sí para luego comenzar a reír, con las lágrimas cayendo por las mejillas de cada uno.

Wally fue el que apartó el rostro, ocultándose en un intento de parecer más fuerte.

—Son unos bebés llorones —les dijo con voz temblorosa.

—Cállate, tú también estas llorando— le contestó Hoagie sonriendo.

Kuki se secó los ojos con sus dedos. Abby, en cambio, bajó su gorra para que no vieran su rostro, llevándose una mano al pecho para sujetar con fuerza aquellas gafas.

—Este no es día para llorar —dijo Tres, deformando sus labios en una pequeña sonrisa—. Número Uno seguramente nos estaría gritando ahora.

—Tienes razón —Su nueva líder se obligó a mirarlos con tranquilidad, borrando cualquier rastro de tristeza—. Hay que disfrutar hoy, después de todo es nuestro último…

—Lalalalala —exclamó Wally tapándose los oídos, Abby le miro sorprendida— ¡Lalalalala!

—¿Qué diablos te pasa? —gritó ella.

—Creo que se rompió —susurró Hoagie al oído a Kuki.

El chico le miró de mala manera.

—No lo digas —murmuró molesto—, así es más difícil.

Le miraron un segundo para luego inclinar la cabeza, conmovidos.

—¡¿Qué pasa con esa mirada?! —gritó escandalizado, tratando de disimular su rubor.

—El niño está madurando —Abby le tomó ambas mejillas y comenzó a estrujarlas, lanzándole una mirada inquisitiva.

—Qué adorable —Se burló Hoagie a su lado.

—¡Déjenme en paz!

A distancia, Kuki les miró con un nudo en la garganta. A pesar de sus cambios físicos, de imagen, de gustos o la edad, seguían siendo los mismos niños que había conocido hace años.

Pronto cumpliré trece años —dirigió la mirada a su costado, donde estaba un espejo de cuerpo completo. Se analizó con detenimiento, tanto su cabello como su altura habían aumentado notablemente, pronto su suéter le quedaría pequeño—. Y tendré que decir adiós a mí infancia.

Hoagie sería el primero en cumplirlos. Había prometido enseñarles a usar el celular para poder contactarse cuando se volvieran a encontrar. Le seguiría Wally, quien probablemente se convertiría en un buscapleitos. Después sería su turno de marcharse, no sin antes agradecerles por todos esos años de felicidad.

La última sería Abby. Tomando el mando de equipo fue la mejor líder que pudo tener junto con Nigel, se encargaron de darle la seguridad y confianza que necesitaba para poder manejar las situaciones. Muchas veces ella se disculpó por no cumplir sus expectativas, pero Kuki le aseguraba que todo lo que hacía estaba bien.

La partida de Nigel aún era una herida abierta en los corazones de todos y aunque él fue el primero en partir, se aseguraron de seguir con su tradición de festejar cada año aquel día.

Kuki opinaba que el que Abby se quedara sola era injusto. La morena había sido la que los vio llegar con los brazos abiertos y ahora los vería partir. Pero Abby repitió hasta el cansancio que no le molestaba en absoluto esa situación, sus labios decían eso pero sus ojos no estaban de acuerdo.

Volvió a la realidad cuando le llamaron.

—Últimamente estás en las nubes, ¿será que estás enamorada? —Se burló Hoagie.

—¿Le robaron el corazón a la pequeña Kuki? —imitó Abby el tono de su amigo.

Wally estaba que ardía de rabia.

—¡¿Y qué nos importa a nosotros lo que piense esa niña?! —La morena y el castaño soltaron risotadas sin control, contagiando a Kuki.

— ¡Vamos, Güero! No te pongas celoso —continuó Hoagie.

— ¡¿Quién esta celoso?!

—Chicos —dijo cerrando los ojos y formando la mejor de sus sonrisas—. Feliz Aniversario.

Lentamente devolvieron el gesto, susurrando mismas palabras.

Diciendo adiós de una forma indirecta.

Y estando cada vez más cerca de convertirse en adultos.

Celebrando el último aniversario del Sector V.


¡ByAkumaNeko les saluda con mucho entusiasmo! *Pose militar*

Bueno, aquí está mi parte de este fic en conjunto :D Estoy sumamente emocionada pues es la primera vez que participo en algo como esto y además *redoble tambores* ¡Es el primer Aniversario de Operación: F.O.R.O!

Como vuela el tiempo, pensar que hoy (2 de mayo) surgió este maravilloso foro en donde el fandom de KND puede volver a renacer. Sinceramente me alegra haber conocido a cada una de las personas que pertenecen aquí, a los primeros que conocí y a todos los que se fueron integrando.

Espero que mi parte les haya gustado tanto como a mí me encanto escribirlo, la idea surgió obviamente por lo que celebramos y creo que los chicos debieron haber hecho algo similar antes de ser decomisionados.

Un saludo a todos *Come pastel*


De acuerdo, así es como empieza este viaje. Compartan sus opiniones de la historia, mediante sus comentarios, haciendo clic en el botoncito de abajo.

Un saludo a todos.