Hace un tiempo que descubrí todos los fanfiction de Clexa y llevaba unas semanas pensando en esta historia. Espero que os guste, procuraré subir por lo menos dos o tres fics a la semana. Espero vuestros comentarios.
Era una mañana de mayo y Clarke estaba desayunando como cada día antes de ir a la universidad. Unas tostadas con aceite y un café con leche de soja. Había quedado con su amiga Lexa para ir juntas a la facultad, como hacían desde los últimos tres años. Lexa estudiaba Ciencias Políticas y Clarke estudiaba medicina, gracias a su padre que le había inculcado la profesión desde pequeña.
Clarke conoció a Lexa en el instituto gracias a su amiga Raven y, aunque iban a clases diferentes, habían sido inseparables desde el primer día en que se conocieron. La expresión uña y carne se quedaba corta para definir su amistad y es que cuando estaban juntas cualquier cosa podía pasar. Eran muchas las experiencias y las vivencias, a cada cual más raras, que podían contar las dos.
Clarke había encontrado en Lexa esa amistad de las que muy pocas personas pueden presumir. Una amistad que va más allá de cualquier límite conocido y es que ambas sabían cosas de la otra que nadie podía saber. Se conocieron cuando tenían quince años y eran dos adolescentes que no sabían nada de la vida y que no sabían que destinos les iba a deparar la vida. Era una tarde de viernes y Raven había insistido a Clarke que se arreglase para ir a una fiesta. Una de esas fiestas que tan poco le gustaban en las que todo el mundo bebía por beber y en las que, casi por obligación, tenías que acabar liándote con el pesado de turno.
Iban a casa de Finn, un amigo de clase que había invitado a Raven porque le gustaba y Raven en un intento por acercarse más a ese chico, había insistido y suplicado a su amiga Clarke que por favor le acompañase a la fiesta. Al final Clarke había cedido y allí estaba ella, en el salón de una casa desconocida bebiendo vodka con limón y sintiéndose una extraña en medio de un montón de gente que ni siquiera conocía.
La verdad es que todo estaba yendo mejor de lo que Clarke pensaba y según transcurría la noche, y quizás por el efecto de unos cuantos vodkas, Clarke empezó a hablar con todo el mundo. Se sentía desinhibida. A mitad de la noche una chica llegó a la casa acompañada de un grupo de personas que no había visto nunca.
- ¡Lexa! – gritó su amiga Raven – Por fin habéis llegado.
En seguida Raven se acercó a la misteriosa morena a darle un abrazo y la llevó hacia el sofá en el que ella y Clarke se encontraban.
- Esta es mi amiga Lexa, la conocí en clase de Economía.
Clarke y Lexa se dieron dos besos e intercambiaron los respectivos saludos. Sin saber por qué Clarke se quedó mirando a la tal Lexa de arriba abajo, sintiendo una atracción que nunca antes había sentido por ninguno de los chicos con los que había salido. Hasta que se detuvo en sus ojos, esos ojos verdes en los que sentía como cualquiera podía perderse. Eran de un color verde intenso y con una mirada tan penetrante que Clarke podía sentir como leía su mente.
- Encantada, yo me llamo Clarke. Tengo que reconocer que Raven nunca me había hablado de ti.
- Jajaja La verdad es que Raven tampoco me había dicho nada de ti, pero es genial conocer a las amigas de la chica más loca del instituto.
Y allí estaba Clarke, hablando con una completa extraña como jamás había hablado con nadie. Prestando más atención de la que jamás había prestado en ninguna de sus clases del instituto. De repente sentía que quería saberlo todo de esa chica tan interesante, mientras se preguntaba a si misma qué le estaba pasando y negando cualquier tipo de atracción que pudiera estar sintiendo hacia ella. Las horas fueron pasando y Clarke y Lexa estuvieron toda la noche hablando de clases y de historias del instituto.
- Fue un día que llegaba tarde a clase y tuve que entrar casi sin hacer ruido para que la profesora no se diera cuenta. Entré por la puerta de atrás del aula y vi que quedaba un hueco vacío en una de las últimas filas. Sin pensarlo dos veces me senté al lado de una chica que parecía no prestar la más mínima atención. Me presenté y le pregunté si me había perdido algo interesante. A lo que Raven me contestó que no sabía, que llevaba quince minutos luchando con sus ojos para no dormirse.
Clarke no podía evitar mirar y escuchar con detenimiento mientras Lexa contaba cómo había conocido a Raven. Ambas se reían y miraban como su amiga estaba perpleja ante la complicidad que había surgido entre ambas en apenas unas horas.
Desde aquella noche Clarke y Lexa se hicieron inseparables y aprovechaban cualquier rato libre entre clases para estar juntas. Así como después del colegio para hacer deberes o quedar a tomar algo. A medida que los meses pasaban y que la amistad entre ambas iba creciendo Clarke empezó a sentir miedo, miedo por aquellos pensamientos que en ocasiones inundaban su cabeza. Pensamientos que nunca antes había tenido por una chica y menos por una amiga. Pensamientos que le hacían preguntarse si Lexa también los tendría. Pensamientos que nunca sería capaz de sacar de su cabeza y contárselos a nadie. Pensamientos que la atormentarían en los siguientes años.
[Seis años después]
Clarke estaba esperando en una de las plazas cercanas a su calle tomando un café, haciendo tiempo a que Lexa llegase para ir juntas la universidad. Ajena a todo lo que estaba por pasar en sus vidas. Ajena al vuelco que iba a dar su relación con Lexa, sin saber todavía que en unos meses estaría a punto de perder a la persona que más le importaba en este mundo…
