Harry Potter despertó súbitamente y sintió el horror. No recordaba cómo había llegado a esa situación pero la realidad lo asía a la mesa mediante plásticos transparentes. Estaba inmovilizado y ante él apareció Dexter Morgan.
¡Joder Harry, cómo dormís en Hogwarts! Pensaba que no despertarías jamás.
¿Pero qué haces? ¡Suéltame! – Espetó el niño mago, que ya no era tan niño.
Harry estás aquí para pagar por tus crímenes. – Le comunicó Dexter comprobado el filo de su cuchillo.
¿Qué crímenes? ¿De qué coño me estás hablando? – Gritó Harry Potter dejando al descubierto su cicatriz.
Harry, por favor… No seas mal hablado. El profesor Snape debió lavarte la boca con jabón, pero seguro que está demasiado ocupado llevando al tinte su túnica negra.
¿Pero qué dices? ¡Déjame ir asqueroso muggle!
¿Asqueroso qué? – Dijo Dexter sin saber lo que le había llamado – Bueno qué más da… Bien Harry, estás aquí por la muerte de 153 compañeros tuyos de Hogwarts.
¿Cómo? – Preguntó Harry conmocionado por la sorpresa y todavía envuelto en el más absoluto pánico.
Harry, cogí una muestra de pelos de las cañerías de Hogwarts y coincidió con tu adn, tú eres el responsable del atasco de pelos que sufrieron las tuberías y que condujo a la inundación que mató a tus compañeros. Dumbledore te advirtió de que necesitabas afeitarte y tú desoíste su consejo y ahora tus compañeros están muertos por tu culpa. ¿Es que no sabes lo que es una Gillette fusion proglide? Yo te enseñaré lo que es una cuchilla.
Acto seguido Dexter Morgan le produjo un corte en la mejilla a Harry Potter de donde brotaron unas gotas de sangre, suficiente para obtener su precioso trofeo y guardarlo entre portas junto a sus otras víctimas y sin atender a las súplicas del joven mago, hundió su cuchillo en el pecho del chico. Después descuartizó el cuerpo y limpió la escena del crimen y por último arrojó los restos a la corriente del Golfo donde nunca serían encontrados. Al fin se había hecho justicia por los crímenes de Hogwarts.
