Número: [3/3]
Título: El nacimiento
Fandom: Axis Powers Hetalia
Claim: Prussia/Gilbird
Extensión: 448
Advertencias: Pollitos~
Notas: Ninguna
Gilbert se encontraba en su casa. Hacía varios días que no había salido de ella, sentado en una mesa, miraba a un huevo, y a su lado, había un calendario con las fechas tachadas. Según sus asombrosas fuentes, el pollito hacía tres días que tenía que haber salido. Pero a quién queríamos engañar. Las asombrosas fuentes de Gilbert, era el propio Gilbert. Por lo que mientras seguía mirando el huevo, con la espera de notar algún cambio, escuchar aquella cascara romperse o que se moviera, iba de un lado a otro. Ahora Prusia sabía lo que sentía un padre cuando esperaba en la sala de espera a que su bebé naciera, sólo que él, en vez de un bebé, esperaba un pollo, por lo que era asombrosamente mejor.
Se levantó, con la garganta seca, recordando que haría cinco horas que se había levantado la última vez y para ir al baño. Fue a la cocina caminando hacia atrás, sin quitar la mirada a la cascara de color crudo que descansaba encima de una caja llena de algodón que impedía que el viento o cualquier otro agente externo que Gilbert no podía controlar, era asombroso pero había cosas que se le iba de las manos, pudiera golpear aquel ser que con tanto ahínco había logrado proteger durante todo el tiempo, que era en total de unas dos semanas. Desde que había salvado el huevo de las zarpas de un gato.
Cuando regresó con un vaso de cerveza, el huevo estaba roto, y su adorado pollito no estaba en ninguna parte. Como loco, Gilbert buscó al ave en todas partes. En la lámpara, en la estantería, en la cocina, en el cubo de basura, en su propia habitación que aunque estaba cerrada, si el pollito era tan asombroso como él, habría sido capaz de abrirla con facilidad. Pero nada. No había pájaro por ningún lado. Suspiró preocupado sentándose en el sillón de donde tiempo antes se había levantado, con la cerveza en su mano, para ver como aquellos algodones que había colocado para proteger al huevo se movía muy levemente. Con el cuidado prusiano que tanto caracterizaba a la nación, apartó los algodones para ver a un pequeño pollito que descansaba entre los algodones.
Prusia sin ninguna delicadeza tomó al pollito en sus manos, haciendo que se levantara y que este comenzara a piar como un descosido. Gilbert rió mientras le mostraba la cerveza al pollo, que negó de ella, como animal que era. Gilbert rió diciendo que así habría más para él, mientras se volvía a levantar llevando al pollo a la cocina para buscarle algo en la cocina mientras murmuraba algo de que le iba a llamar Gilbird.
