Aquí en Chile volvieron a estrenar Idaten Jump, y como tengo una zukulemtha (?) obsesión con ese anime (mi infancia, my love, my life *0* ok ya)... no recuerdo que iba a decir jijiji ^^U. Ah ya recordé... La cosa es que estaba viendo el capítulo 40, capítulo con el que me descojono (?), cuando pensé en hacer un fanfic de la serie completa. Siempre quise hacer eso ^^ así que, aquí estoy xD (estoy escribiendo esto mientras escucho al idiota de Hosuke xDDD).

En fin, espero que les guste (si hay alguien que hable español aquí)

(En lo personal, me gusta ser la única hueona que escribe en español en esta sección. ¡VIVAN LOS SUBNORMALES! (?))

Idaten Jump no me pertenece. Si quieren saber, existe wikipedia, ahí está el creador (?).


La alarma sonó a las siete de la mañana de un día cualquiera. En una habitación común y corriente, con refacciones de bicicleta y algunas herramientas esparcidas por el suelo, en una litera, un chico de unos doce años tanteaba con su mano buscando el despertador.

El chico tenía el cabello castaño, con dos mechones rubios al frente, ojos azules, piel tostada y una vendita en la mejilla derecha. Dormía en la cama de abajo con el despertador a su cabeza.

Cuando logró apagarlo, se levantó a duras penas, y al ver la hora, se levantó de un salto, despertando con su grito al niño que dormía en la cama de arriba.

El niño aparentaba unos siete años, tenía el pelo castaño más oscuro que el del mayor, ojos marrones y su piel era más blanca. Se levantó a ver cómo el pijama de su hermano volaba por la habitación.

-¿Qué te sucede, hermano? Se supone que hoy es domingo -dijo el pequeño, viendo a su hermano mayor con su remera blanca mal puesta y pantalones cortos azul turquesa, poniéndose unas calcetas blancas.

-No importa, hoy tengo una competencia -exclamó el castaño, mientras acomodaba su calceta, luego tiró del cuello de su remera-. El destino me regaló otro desafío importante.

El chico corrió hacia la puerta y salió de la habitación, con el más pequeño advirtiéndole que tuviera cuidado con las escaleras. Sin embargo, al segundo el chico rodó por las escaleras.

Una mujer se asomó por la puerta de la cocina al oír el estruendo. Tenía el cabello castaño oscuros, ojos marrones y piel algo tostada. Llevaba un delantal de cocina y un pañuelo sobre su cabeza. Miraba a su hijo como si no tuviera remedio.

-Es muy temprano, ¿no crees? -dijo la mujer.

-Mamá -murmuró el chico, luego sonrió como si no hubiera pasado nada-. Hoy tengo una competencia, se trata de un desafío muy importante.

Su madre suspiró:- ¿Vas a usar la bicicleta?

El chico abrió los ojos al momento en que su madre le decía que se desveló arreglando su Flame Kaiser, su más grande tesoro. Se le acercó algo molesto por tratarla como una bicicleta cualquiera, corrigiendo su vocabulario entre dientes por el que utilizaba su padre.

-Mejor dejamos esta conversación para después y me ayudas a preparar los almuerzos -espetó su madre, hastiada.

-Lo siento, no puedo -dijo el chico, sonriendo inocente-. Te ayudaré mañana -y antes de que su madre respondiera, salió de la casa y agarró su bicicleta.


Mientras tanto, en una colina apodada como la "Zona X", dos amigos, un chico y una chica, esperaban a su amigo Sho. El chico anotaba algo en una libreta mientras la chica trataba de mantener la calma por el atraso de su amigo.

Él tenía el cabello azul y unos grandes lentes circulares, que le daban un aspecto de ser un genio. Vestía una remera azul con rayas blancas y mangas cortas amarillas, guantes azules sin dedos y pantalones verde musgo.

Ella tenía el cabello negro como la noche, le llegaba hasta los hombros, pero llevaba una larga coleta pasada de la cintura amarrada en una liga rosa, ojos marrones y piel blanca. Vestía una chaqueta violeta sobre una remera negra, una falda del mismo color que la chaqueta, pero en un tono más claro, guantes y zapatillas rosas. Tenía carácter fuerte, se enojaba con mucha facilidad.

-Han pasado más de diez minutos y todavía no llega -se quejó.

-No es puntual ni cuando se trata de competencias -dijo el chico, sonriendo tranquilo.

-Hay que castigarlo cuando llegue tarde.

-No podemos seguir esperando -dijo un pelinegro vestido con un traje oscuro, apoyado en una piedra, mirándolos desde arriba de una pendiente, con una sonrisa arrogante. Estaba junto a cuatro chicos más y una chica que parecía una completa ramera.

-Si su amigo no se presenta, van a perder -dijo un pelirrojo de ojos ámbar a sus espaldas, sobre una bicicleta color bordó. Vestía una remera marrón, pantalones negros y una chaqueta naranja con diseños color sandía, llevaba unas rodilleras.

-Pues si él no llega, yo lo haré -dijo la pelinegra con convicción.

-Pero Makoto... -tartamudeó el peliazul.

-No te preocupes, Kakeru, mi hermano me entrenó.

Estuvieron un rato discutiendo por las condiciones de la competencia, hasta que un chico llamó su atención saltando de una pendiente, para luego aterrizar frente a los chicos.

-El increíble Sho Yamato está aquí -dijo el castaño de mechas rubias como un ganador.

-¡¿Dónde estabas cuando debías estar aquí hace más de diez minutos?! -gritó la chica, sobresaltando a Sho.

El pelirrojo, que se presentó como Gabu Samejima, estuvo hablando un rato con Sho, proponiéndole que se uniera al equipo Shark Tooth, del cual era líder, con la condición de que tendría que pedirle permiso para usar aquella pista. Sin embargo, Sho lo rechazó y empezaron la batalla.

El pelinegro trató de convencer a Gabu, su hermano menor, de que él competiría contra Sho, pero el pelirrojo se negó.

En plena pista, apareció una extraña nube oscura, en la que se vieron atrapados y gritaron con temor cuando los llevó a otra dimensión.