¡Hola! Bueno este es un Two-shot que hace bastante tiempo que lo tengo dando vuelta en mi cabeza y ya era hora de quitarme las espinita .
Este primer shot es bastante corto, pero su propósito es mas o menos introductorio para lo que viene siendo el segundo shot. Ahí estará lo bueno de este asunto.
Obviamente recomiendo escuchar "Someone like you" by Adele que fue la canción que me inspiró mientras leen.
Beteado por Isa Traductora Ffad. (Muchas gracias por ayudarme con el sumary!)
Todos los personajes pertenecen a la hermosa Meyer y solo el Two-Shot es mío.
~*Someone like you*~
Bella POV:
Un paso, dos pasos, tres pasos y cada taconazo que resonaba en el suelo de madera hacía que mi estómago se revolviera.
¿Cómo lo voy a enfrentar? ¿Por dónde empezar? ¿Aún no me habrá podido perdonar?
Después de tanto tiempo el siquiera pensar en verlo me hacía sentir enferma. De hecho la última vez que lo vi podría jurar que sería la última.
Y ahora volver a verlo y en estas circunstancias…
Mis ojos se llenaron de lágrimas ante el pasamiento, pero me armé de valor y tomé una respiración profunda para tragarme las lágrimas que me había prometido no derramar por el error de hace años.
Una noche. Una sola maldita noche de excesos y errores pudo destruir el amor más puro y sincero que he conocido.
Entré por la puerta trasera de la iglesia, porque sabía que no sería bienvenida por él o por su familia, la que un día consideré mía también…
¡Basta Bella! ¡Tienes que ser fuerte por él! ¡Tienes que intentarlo una vez más o ya no habrá oportunidad!
Qué curioso es el destino, ¿no? Él fue el que me lo quitó, y después de tanto buscarlo para explicarme y tratar de que volviera a nosotros, nunca lo pude encontrar después de sus últimas y duras palabras para mí.
"Adiós Isabella, ésta será la última vez que me veas. Te amé como a nadie, pero el engaño es algo que yo no puedo perdonar. Por más que te quieras explicar no te voy a escuchar, porque una traición, aunque sea adornada, sigue siendo una traición y… Eso de que me amas, lo siento, pero simplemente no lo puedo creer. Las zorras no aman…"
Y ahora el destino se ríe de mí una vez más, al permitirme encontrarlo después de siete años gracias a una invitación que ni siquiera fue enviada para mí. Una invitación para su boda.
A su boda sin mí.
El aire de mis pulmones se quedó atorado en ellos cuando, al llegar hasta un pequeño cuarto detrás de la iglesia, lo primero que golpeó mis ojos fue la imagen del amor de mi vida vestido con su traje de novio esperando a que la hora de su boda llegara.
Porque sí, a pesar de todo estaba segura de que ese hombre de expresión melancólica que miraba por la ventana el bullicio de los invitados llegando, era el amor de mi vida. Y ahora me iba a escuchar.
Tenía que.
Seguía siendo hermoso. Pareciera que estos siete años ni siquiera hubieran pasado para él y seguía siendo el mismo chico de veinte años que me susurraba promesas y palabras de amor a la edad de dieciocho años.
—¿Isabella? —brinqué en mi lugar cuando lo escuché llamarme con voz llena de incredulidad. Tan concentrada había estado en recordar lo que alguna vez tuvimos, que no me di cuenta en qué momento había dejado de mirar hacia la ventana y se había percatado de mi presencia que, inconscientemente, se había posicionado justo en frente del marco de la puerta abierta de cuarto.
—Yo… —. La determinación y el discurso con el que me venía preparando desde hace una semana atrás parecieron esfumarse ante la intensidad de su mirada verde que alguna vez me había observado con adoración, pero que ahora solo podía encontrar en ella ira y confusión.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —volvió a hablar antes de que yo pudiera recuperar mi voz—. ¿No te quedó claro la última vez que nos vimos que esa era la última vez que te quería volver a ver? —. El desprecio que escupía su voz hacia mí, hizo que cerrara mis ojos ante la punzada de dolor que se instaló en mi pecho.
—Yo… Yo solo quería hablar contigo —dije con voz temblorosa y cerrando fuertemente mis puños a cada lado de mi cuerpo, luchando. Luchando por no derrumbarme. Iba a continuar, pero la carcajada cruel e irónica que salió de los labios de Edward me hizo volver a cerrar mi boca.
—¿Y qué quieres hablar conmigo, Isabella? ¿Quieres darme los detalles de cómo fue engañarme? ¿Quieres decirme cómo te reías de mí cuando te decía que te esperaría hasta que estuvieras lista y después ibas a revolcarte con Jacob? ¿O quieres decirme que estás de nuevo embarazada y por obra del Espíritu Santo ese niño también es mío? —. Me encogí ligeramente en mi lugar cuando a cada oración que salía de su dañina boca se acercaba a mí, hasta el punto en el que su intimidante estatura quedó justo en frente mío, haciendo que mi cuello quedara completamente en forma vertical para poder sostener su mirada llena de ira. Ira que ahora compartía la mía ante sus últimas palabras.
—¡¿Con qué derecho dices eso?! ¡¿Con qué derecho me juzgas?! ¡Tú no sabes nada! ¡No sabes nada porque eres un maldito orgulloso de mierda que no es capaz de escuchar y ver más allá de su verdad! —. La ira que nublaba mi cabeza fue tal, que me resultó imposible reprimir mis lágrimas, y con toda la fuerza que en ese momento tenía empujé su pecho, haciendo que apenas se moviera unos pocos centímetros.
De forma brusca limpié las lágrimas que se habían conseguido escapar de mis ojos y me detuve de darme la vuelta y abandonar toda esta ridícula idea, pero la imagen de Anthony me hizo permanecer en mi lugar.
—Tú realmente sí que eres estúpida, Isabella, en verdad que lo eres. ¿Con qué derecho digo lo que digo? ¿En serio eres tan cínica como para preguntar? Durante el tiempo que estuvimos juntos siempre te consideré una persona inteligente, pero ahora veo que realmente estaba equivocado. Solo alguien lo suficientemente idiota como tú se le ocurre enjaretarle un hijo a alguien con el que ni siquiera durmió. Porque Bellita, no sé si tus papis alguna vez te lo explicaron, pero para tener al bebé de alguien no se obtiene a base de besos y una que otra caricia por debajo de la ropa —su voz era tan cínica y llena de sarcasmo que juro que casi vomito.
—Si tan solo me escucharas… Si tan solo me dejaras explicarte… —mi voz ahora solo era un susurro y se notaba claramente la frustración y el cansancio.
—¿Y qué quieres explicarme? O será que tu brillante cabecita, la misma que tuvo la idea de querer hacerme responsable por tu bastardito, ahora va a maquillar la piel oscura del mocoso y le va a colocar lentes de contacto color verde y así ya no cabrá la menor duda de que ese niño es mío. ¡Oh, pero por favor no olvides la peluca! El cabello oscuro está muy lejos de parecer cobrizo —. El maldito idiota tuvo el descaro de en serio reír con diversión hasta el punto de tener que tomar con sus manos cada uno de sus costados.
—¡Que yo no me acosté con Jacob! —le grité entre lágrimas y la más grande de la impotencias, mientras observaba como su risa no quería desaparecer.
—Oh sí, y yo te quité la virginidad y te embaracé aquella noche que te besé y me atreví a meter mi lengua en tu boca —. Con su mano tuvo que retirar una lágrima de la comisura de sus ojos que había ocasionado su risa, y la burla jamás desapareció de sus palabras.
—¿Sabes qué? No importa. Ya encontraré a alguien como tú —limpié con determinación las lágrimas de mi rostro y me enderecé en mi lugar. Eso era todo. Mi tolerancia había llegado a su límite. No le pensaba mostrar la luz a aquel ciego que no quería mirar—. No deseo nada más que lo mejor que para ti y para Tanya —le dije, y me sorprendí a mí misma dándole una sonrisa sincera ante mis palabras.
Todo aquello no era mi culpa, y tal vez tampoco fuera la de él. Tal vez solo era la culpa del destino que decidió que por un mal entendido no debíamos estar juntos. Tal vez el corazón de Edward y él mismo debían estar con Tanya y por eso se negaba a escucharme. Si debiéramos estar juntos desde un principio, quizás nada de aquello habría pasado, o Edward me habría escuchado desde el primer día que me traté de explicar.
No puedo odiar a Edward por las cosas tan horribles que me ha dicho, pues tienen "fundamento" con su versión de la verdad, pero que puedan llegar a tener justificación no las detienen de herirme, mas no lo suficiente como para desear que el hombre que amo sea infeliz.
La risa o cualquier rastro de diversión desapareció del rostro de Edward ante mis palabras y su rostro obtuvo una expresión que me resultaba imposible de leer ante mi sonrisa. No lo comprende, pero tampoco quiero que lo haga. Ya no
—Solo… Solo te ruego que no me olvides —aproveché el estado de shock en el que se encontraba, y casi como si me acercara a un animal al que temía que en cualquier momento me mordería, me acerqué lo suficiente como para que mi mano alcanzara su rostro y coloqué delicadamente mi mano en su mejilla—. Ya sea de una forma agradable o con odio, pero por favor no me olvides. No te olvides de que alguna vez hubo una Isabella Swan en tu vida —mi voz salió entre una sonrisa llorosa. Edward dejó escapar un suspiro tembloroso y cerró sus ojos con fuerza, pero sin retirar mi mano de su rostro—. ¿Sabes? Aún recuerdo aquella vez que me dijiste que el amor a veces dura, pero otras ocasiones duele —una lágrima escapó de la comisura de su ojo derecho y mí pulgar se apresuró a limpiarla con delicadeza—, y el de nosotros nos lastimó, mucho. Pero al fin y al cabo fue nuestro —otra lágrima se deslizó por su mejilla y yo la limpié de igual manera con mi pulgar—. Yo te disculpo y espero que algún día tú me puedas llegar a disculpar de la misma manera. No comprendes por qué te disculpo, y ya no quiero que lo hagas. Ahora que lo pienso tal vez lo mejor es que jamás lo comprendas —retiré mi mano de su rostro y comencé a caminar hacia atrás rumbo a la puerta, aunque Edward aún seguía en la misma posición sin abrir sus ojos ni una sola vez. Me volteé para salir, por fin, por la puerta.
—Nuestro amor fue destinado a ser de aquellos que duelen, pero eso no impide que desee que hubiera sido de aquellos que duran —. Una fuerte mano me tomó por el ante brazo haciendo volverme de manera brusca. Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar antes de que sintiera los labios de Edward estrellarse con violencia contra los míos. Fue tanta mi sorpresa ante la reacción de Edward, que tardé unos segundos en reaccionar y comenzar a responder el beso con la misma violencia y urgencia que la de él.
Edward me tomó por la cintura y me elevó del suelo, haciendo que de forma instintiva llevara mis piernas a cada lado de su cintura y mis manos a cada lado de su cuello. Caminó a tientas conmigo entre sus brazos y sin jamás romper el beso o bajar la intensidad del mismo, escuché como cerraba de un portazo la puerta para luego sentir como me estrellaba contra ella.
Cuando el aire se hizo necesario rompimos el beso con respiraciones trabajosas, pero lo labios de Edward jamás abandonaron mi piel, al enseguida dirigirse a atacar mi cuello; en donde estaba segura dejaría una marca por la intensidad de sus succiones. La mano de Edward, que no me tenía sujeta por la cintura, acarició mi pierna desde el tobillo hasta llegar a mi trasero debajo del vestido azul que llevaba y de ahí la retiró para continuar con su recorrido urgente por mi torso y pecho. Regresó sus labios a los míos y me besó de la misma manera salvaje que la vez anterior, invadiendo mi boca con su lengua de una forma que casi hace que me desmaye por lo intenso de cada uno de sus besos y caricias.
—¿Edward? ¿En qué demonios estás pensando, hermano? ¡Ya es la hora de tu maldita boda y tú aún no te dignas a salir! —escuché la voz que reconocí de inmediato como Emmett, el mejor amigo de Edward, llamándolo y golpeando la puerta en la que yo aún me encontraba recargada, pero el beso había cesado por completo y ahora los dos solo permanecíamos con las frentes recargadas en la otra y con la respiración entrecortada.
—Dame un minuto, Emmett, en seguida voy —habló mientras me bajaba, y solo alcancé a escuchar como Emmett se retiraba refunfuñando por lo bajo y diciendo cosas como "Como quieras".
Edward llevó una de sus manos a mi rostro y colocó un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.
—Yo también habría querido que fuera de aquellos que duran —esta vez no había odio en sus palabras, solo tristeza. Besó mi frente exactamente de la misma manera en la que solía hacerlo años atrás—. Y jamás podría olvidar que alguna vez hubo una Isabella Swan en mi vida —fue lo último que me dijo antes que saliera por la puerta.
Rumbo a su boda.
A su boda sin mí.
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Edward POV.
—¡Como quieras Tanya! —grité antes de azotar la puerta de nuestro cuarto. Era increíble como peleábamos con apenas 6 meses de casados. Ahora comenzaba a creer que haberme casado con Tanya había sido un error.
No. No solo lo creía, estaba seguro de que había sido un error.
Nunca amé a Tanya, solo la amó mi orgullo herido y mi necesidad de mostrarme a mí mismo de que podía olvidar a Bella. El pensamiento de Bella y que al momento de cerrar los ojos lo primero que se me viniera a la mente fueran esos enormes ojos chocolate y rostro de porcelana, me hizo gritar de frustración. ¡Maldita bruja! ¡¿Por qué a pesar de que me engañó y me hizo todo lo que me hizo no la puedo olvidarla!? ¡¿Por qué no puedo odiarla como se merece?! La misma rabia de la que estaba siendo preso me hizo golpear con fuerza nuestro closet. La patada fue tan fuerte que tuve que retroceder porque una de las cajas que se encontraban en la parte superior cayó de forma estrepitosa, haciendo que todo su contenido cayera al suelo.
—¡Mierda! —grité molesto y agachándome al mismo tiempo para poder recoger los sombreros, bufandas y demás cosas que cayeron. Mi molestia incrementó cuando noté un puñado de cartas regadas por todos lados.
Cartas de Bella.
Uno de sus muchos intentos inútiles de contactarse conmigo durante años para "explicarse", pero no había nada que explicar. Ella me había engañado y punto. Todo estaba claro, por eso ni me había tomado la molestia de leerlas.
Uno de los sobres más gruesos se abrió con la caída y al momento de recoger lo que parecía ser una foto que estaba boca bajo —que estaba decidido a meter sin pensarlo dos veces— me detuve de manera abrupta cuando la volteé para regresarla a su sobre.
¿Qué demonios hacía Bella con una foto mía de niño?
Comencé a mirar con detenimiento la imagen del niño que aparentemente tenía unos cinco años, y era obvio que era yo. Su cabello era cobrizo, sus ojos tan verdes y exactamente con la misma pizca de azul que los míos; los rasgos de su rostro eran exactamente como los míos pero obviamente aniñados. Aunque… su ropa era como la de los niños de este tiempo, usando una playera de un equipo de fútbol.
Yo estoy seguro de que jamás estuve en algún equipo de pequeño...
Mi corazón comenzó a latir desbocadamente cuando también me di cuenta que la calidad de la foto era una en la que en el tiempo que yo tenía esa edad, habría resultado imposible de obtener.
Con los latidos de mi corazón, ahora lo suficientemente fuertes como para resonar en mi cabeza, estiré la mano como un poseso hacia el sobre. Dentro de éste encontré más fotos del mismo niño y en dos de ellas se encontraba con Bella.
Un dolor aplastante se instaló en mi pecho y sentí como mis ojos se comenzaban a aguar cuando noté que una de las imágenes en donde se encontraba el pequeño en versión bebé en los brazos de Bella, tenía algo escrito al reverso.
"Anthony Edward Cullen Swan"
Leí en voz alta mientas miraba como mis lágrimas mojaban la imagen.
—Oh Dios… ¿Qué he hecho…?
Hemmm... sip. ¿Qué les pareció? ¿Quieren saber que pasará? ¿Creen que vale la pena el siguiente shot?
¿Los irá a buscar? ;)
Recuerden que este Shot es pequeño porque es básicamente introductorio para el segundo Shot. Lo bueno viene en el siguiente ;)
Oh! y casi se me olvida. Con migo el final feliz es 100% seguro :D
