¡Hola!
Bueno, tras ver el capítulo "Me quiere mucho, poquito o nada" no pude evitar escribir esto.
Espero les agrade. :3
Dragon Hunters no me pertenece.
— A JEALOUS GWIZDO IN ACTION —
1
Jennyline posó con delicadeza los dos frascos de lágrimas de dragón encima de la mesa, enfrente de la adivina y hechicera, como si fueran la cosa más valiosa del mundo. Y para ella lo eran. Pues, si todo salía bien, el contenido de esos dos frascos harían que Gwizdo le pidiese matrimonio desde lo más hondo de su corazón, y ella quería que saliera bien.
— Ya tengo las lágrimas de dragón —le informó lo obvio a la mujer, por cortesía del propio Gwizdo, quien no tenía ni idea de en donde se estaba metiendo cuando aceptó el extraño encargo de la posadera a cambio de vivir seis meses de gorra—. ¿Qué sigue?
La nada agraciada mujer estafadora dejó a un lado el plato de copiosa comida y sonrió de oreja a oreja al comprobar que el contenido era auténtico. O habían tenido mucha suerte o esa ingenua mujer no mentía al decir que esos dos pazguatos eran cazadores de dragones.
— Oh, solo una cosa más querida. Tan solo tienes que beberte las lágrimas de la dragona hembra —señaló el frasco de liquido rosa— y luego hacer que el cazador se beba las lágrimas del dragón macho —señaló el frasco de líquido azul oscuro—. Así de sencillo se enamorará de ti.
Jennyline observó extrañada a la mujer, ahí había algo que no encajaba.
— ¿Qué no era que Gwizdo ya estaba enamorado de mi? —cuestionó, comenzando a pensar que estaba siendo más ingenua de lo que nunca sería por todo esto.
Pero es que ¡se trataba de Gwizdo! Todo pensamiento racional se había ido al garete cuando esa adivina vaticinó campanas de boda entre ambos.
La estafadora se maldijo a si misma al darse cuenta de su pequeño error que podía costarle todo lo planeado. Sin embargo, no lo dejó ver y se apresuró a corregir sus palabras.
— ¡Por supuesto que lo está! Solo que, como te dije, aun no se ha dado cuenta —le sonrió suspicaz. Por supuesto, había notado sentimientos de amor perfectamente enterrados dentro del alma del enano iracundo. Pero ahora que lo pensaba mejor, no pondría la mano en el fuego porque esos sentimientos estuvieran dirigidos hacía ella—. Con esto ayudaremos a tu hombre a que entienda por fin sus sentimientos hacía ti... ¿O acaso no quieres ayudarle?
— Quiero ayudarle, por su puerto que sí —se apresuró a asegurar Jennyline. Cuanto antes Gwizdo entendiera estar enamorado de su persona, antes le propondría matrimonio y antes sería feliz... quiero decir, serían felices.
Sin más ceremonias, destapó el frasco de lágrimas rosadas y lo bebió de una sentada, notando el regusto ligeramente salado de las lágrimas pasar por su lengua.
— Jennyline, tienes tu futuro en tus manos —se habló a si misma, después su vista se fijó en el frasco de lágrimas azules, de ese líquido dependía todo ahora. Lo tomo entre sus manos con un mimo totalmente extraño en ella—. Y Gwizdo, tu futuro también está en mis manos.
Ciertamente, lo estaba. Pero no de la manera que ella pensaba ni quería.
Gwizdo frunció el ceño y enterró su cara en la almohada cuando Zaza, muy amablemente, abrió la puerta del cuarto dando un portazo, arrancándole de su pacífico sueño. Primero la silla plegable se le había resistido por cinco minutos antes de rendirse y decidir que ya no quería "dar un paseo" para "tomar el aire". Después va la desgraciada de Jennyline y le obliga a ir a la Isla del Romance a por lágrimas de dragón que, según ella, necesitaba para preparar naranjas (temía cada día más por la cordura de esa mujer) y cuando por fin volvió de ese suicidió de misión y pudo tirarse en la cama a dormir de una buena vez...¡viene la rica de la niña y se pone a dar portazos sin ceremonia! ¿Qué tenía que hacer un Cazador de Dragones para poder hacer el vago como está mandado? ¡¿Qué?!
Maldiciendo por lo bajo, en un tono ahogado por la almohada que, estaba seguro, ella no escucharía, decidió hacer como que no se había dado cuenta de la presencia de Zaza, esperando que se fuera tarde o temprano.
No fue así.
— ¡Gwizdo, tienes que levantarte! —exclamó la pequeña pelirroja en un potente tono de alarma.
Él se llevó las manos a los oídos. No es como si ese gesto sirviera en realidad, pero fue lo primero que se le ocurrió.
— Vete a jugar afuera, Zaza —le aconsejó con voz adormilada.
Ella no le hizo caso.
— ¡Hablo en serio! —se molestó un poco la niña porque que él pasase olímpicamente de su tono de preocupación— ¡Tienes que levantarte! Mamá parece estar enamorada de Lian-chu y él no hace más que llorar. Es todo muy raro.
Gwizdo abrió grandes sus ojos por un momento. Esa si que no se la esperaba. Un gran pinchazo de molestia le atacó repentinamente, ¿Jennyline enamorada de Lian-chu? Oh, genial, ¿y luego qué? ¿Qué a él le tocaba la lotería?
Pronto volvió a cerrar los ojos, no creyéndose del todo las palabras de la niña.
— Oh, bueno, eso es sin duda un motivo más que razonable para llorar —comentó de forma cruel, recordando todas las veces incomodas en las que la mujer se le había insinuado—. Solo dejalo correr.
Pretendía volver a dormirse sin más, habiendo olvidado la mala sensación que por unos segundos le había recorrido, pero Zaza no estaba por la labor de dejarle en paz.
— ¡Qué te digo que es todo muy raro! —exclamó ella, perdiendo los nervios.
Él no le contestó, lo que fue la gota que colmó el vaso de la paciencia.
— Vas a verlo por ti mismo —aseguró la pequeña niña, tomándole una mano y tirándole fuera de la cama sin ninguna ceremonia, para luego arrastrarle escaleras abajo.
Gwizdo maldecía su ínfima masa muscular que hasta una niña lo usaba de trapo cuando quería.
Una vez abajo y levantado, al pequeño hombre no le quedo de otra que seguir a la insistente niña hacía la cocina del lugar.
Sus ojos azules tardaron bastante en creerse lo que veían. Lian-chu, el gran Lian-chu, simplemente se había pinchado el índice de su mano derecha con una de sus agujas de tejer, pero se estaba deshaciendo en lágrimas como si de un debilucho niño pequeño se tratase. A su lado, Jennyline, la insensible de Jennyline, no hacía otra cosa que intentar consolarle usando palabras como "cariño", "mi vida" entre otras y lo peor es que ¡Lian-chu no la apartaba de su lado! ¡No, para nada! Más bien parecía estar disfrutando de sus atenciones más que de ninguna otra cosa.
La sangre de Gwizdo empezó a hervir dentro de sus venas, en un sentimiento que el pequeño hombre casi, y recalco casi, reconoció como ira. No sabía porque, pero esa visión le quitaba dolorosamente el aire de sus pulmones, como si el dragón esqueleto* hubiese vuelto a la vida y le hubiera lanzado por los aires con su poderosa y huesuda cola. Horrorizado, notó como unas traicioneras lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, al comprender lo que esa escena significaba. Le dolía indeciblemente todo y nada a la vez, pero de algo estaba seguro, y es que estaba comenzando a sentir celos. Asquerosos y horrendos celos que una vez procesó hacía Zoé*, los cuales casi hacen que Lian-chu y él tomaran caminos diferentes para siempre, y ahora hacía Jennyline, está vez mucho más poderosos, al darse cuenta de que su amigo estaba tan inmerso en las atenciones que le brindaba la mujer que no se dio cuenta de su presencia en el lugar.
Oh, cuanto le dolía ser ignorado por Lian-chu, sobretodo por culpa de una mujer.
— ¿Qué...? —fue lo único que sus labios pudieron pronunciar.
Estaba tan shokeado que ni hablar podía.
— Mamá se está comportando raro desde está mañana —le dijo Zaza, y él no tuvo problemas en creerlo, porque, vamos ¿lagrimas de dragón para preparar naranjas?, ya tenía tela el asunto. Aunque ahora se estaba instalando en su mente otro significado para "naranjas"*, uno que no le gustó nada, no cuando hacía referencia al grandote—. Antes me dio una copa con algo que era como agua, pero de color azul. Me dijo que te lo diese a ti, pero Lian-chu lo bebió antes. Él dijo que iría a la cocina para buscar bebida para ti y me quedé esperándole en las escaleras, pero se tardaba demasiado así que baje... y me encontré con esto.
¿Liquido como agua pero de color azul? ¡Las lágrimas del dragón macho!
— Gwizdo, ¿mi mamá y Lian-chu se gustan?
La inocente pregunta de la niña fue lo que le faltaba para perder la paciencia. Sí. Claro que si se gustaban, ¡solo mirales las caras de idiotas!
De repente sintió unas ganas terribles de romper algo. De hecho, antes de poder reaccionar y usar el raciocinio, se encontró a si mismo volcando violentamente la mesa en la que estaban apoyados los tórtolos y todo lo que había sobre esta, exigiendo atención.
Se había cegado, al igual que lo había hecho cuando Zoé le pidió refugio contra los dragones rojos y él no se lo permitió. En seguida supo que, al igual que aquella vez en que su estúpida acción casi le costó la vida a la ex-princesa, está también lo pagaría caro.
Zaza se lo quedó mirando con los ojos como platos, no creyendo lo que le acababa de ver hacer, Lian-chu simplemente lloró todavía más alto, alegando que Gwizdo le daba miedo y le suplicaba a Jennyline que lo alejase de él. Dicha mujer, por el contrario, frunció el ceño y se quedó mirando al pequeño hombre con odio.
— Espero que tengas una buena explicación para haber hecho eso —casi ladró—. Has hecho que mi Lian-chu se asuste.
Si a Gwizdo antes le hervía la sangre, ahora le había explotado con un intenso "¡BOOM!" que juraba poder escuchar resonando dentro de sus oídos. Se mordió el labio inferior hasta hacerse sangre, tratando no gritar como un loco cosas que no se debían decir delante de niños, como Zaza. ¿MI Lian-chu? ¡¿MI Lian-chu?! ¡Menuda desfachatez se gastaba esa mujer! Ella conocía a Lian-chu desde hace un año y medio. ¡Un año y medio contra los más de veintidos años que él llevaba al lado del gran guerrero, día tras día contando las noches! ¡Y tenía la desfachatez de decirle suyo! ¿Y desdé cuando se gustaban esos dos, si podía saberse? Sin duda él no había notado nada.
Sin saber que decir, su propia sangre se instaló dentro de su boca, haciéndole notar el sabor a hierro del líquido vital y justo en ese momento sus tripas gruñeron. Que oportunas.
— Jennyline, tengo hambre —declaró como respuesta—. Tú dijiste que me darías seis meses gratis de comida por traerte las dichosas lágrimas, como dicta el contrato que firmaste. Así que hazme la comida.
Mala respuesta. Muy mala. Ella le devolvió la mirada todavía más iracunda que antes, como si considerara golpear a un huésped al menos por una vez en la vida.
— Seis meses de comida gratis no estipulan tener que prepararte dicha comida —afirmó lentamente y muy segura de si misma— Así que ala, si tienes hambre, a cocinar. Ya sabes donde esta todo.
Gwizdo abrió sus ojos como platos. ¿Eso acababa de pasar de verdad? Jennyline se la había jugado pero bien.
Rendido, bajó la mirada y a zancadas se dirigió lejos de la cocina, con los llantos exagerados de Lian-chu taladrando sus oídos. No se molestó en recolocar la mesa volcada, ¿para qué?
Iba a subir de nuevo hasta la habitación para intentar ahogarse con la almohada, cuando una risa maliciosa le hizo parar en seco y dar medía vuelta.
Sus ojos se encontraron con los de la mujer que había llegado a la posada esa mañana. Fea como su propia vida ahora mismo, sus ojos rezumaban maldad mirases por donde los mirases. Por las ropas gastadas que usaba, Gwizdo se dio cuenta que lo más probable es que no poseía dinero suficiente para pagar todo ese banquete que se estaba pegando. De otra forma tendría que haber conseguido que Jennyline le diera esa comida gratis... Una de lo más deshonesta. Como buen estafador que era, pudo reconocer enseguida a una de los suyos, tan claro como si la mujer llevase la palabra "estafadora" tatuada en la frente.
— Noto un hondo vacío dentro de ti, cazador —habló la mujer de ropas de estilo gitano, con aire misterioso de entendida. La firma de una estafadora que se gana la vida como adivina, notó Gwizdo—. ¿Es por el hambre que dices tener... o quizá son celos lo que te aqueja?
El pequeño hombre apretó los puños y los dientes, en ese mismo momento odiando a esa mujer como nunca antes había odiado nada.
— ¿Y a usted que le importa, vieja arrugada? —atajó cortante y sin más dio media vuelta.
Tenía hambre, pero iba a arrastrarse ante esa horrenda mujer para mendigarle un poco de su banquete. También se estaba muriendo de los celos, pero no quería ahondar en la razón de estos. Solo pensar en su amigo le dolía más que una herida sangrante.
La adivina le observó desaparecer por las escaleras, sonriendo de forma sombría. No esperaba que las cosas fueran a darse así, pero le divertía de todas formas.
Notas para los que no vieron la película:
Primer *: El dragón esqueleto apareció en la película. Es básicamente el esqueleto animado de un dragón gigante, con brillantes ojos rojos. Fue el que mató a los padres de Lian-chu y es el dragón que él y Gwizdo tienen que matar en la película para evitar el fin del mundo.
Segundo *: Zoé es un personaje de la película. Una princesa de once años, sobrina del rey que contrató los servicios de nuestros cazadores. Ella les acompaña durante toda su aventura (para el disgusto de Gwizdo) y se termina encariñando con ellos. En la serie ella tendría unos veintiún años.
Tercer *: Por si alguien no lo cogió, se refiere al termino "medía naranja".
